Espa?a, ?pa¨ªs de asilo?
La adecuaci¨®n al nuevo marco migratorio europeo debe servir para proteger derechos y garant¨ªas, no solo para endurecer el sistema
Espa?a se prepara para adaptarse al nuevo marco migratorio europeo y, como era de esperar, tendr¨¢ que cambiar leyes, ser m¨¢s eficiente y tambi¨¦n m¨¢s restrictiva. La mayor transformaci¨®n se ver¨¢ en el asilo, un derecho que cotiza a la baja en la UE de los populismos. El Gobierno trabaja ya en una nueva ley de asilo ¡ªbienvenida sea, porque la vigente es de 2009 y no se adapta a la realidad actual¡ª, pero lo que ha trascendido sobre el nuevo texto despierta algunas alertas.
La nueva norma ¡ªque deber¨¢ pasar por el Congreso en un plazo de 18 meses¡ª obligar¨¢ a la Administraci¨®n a resolver m¨¢s r¨¢pido, pero tambi¨¦n acortar¨¢ los plazos de las apelaciones, lo que implicar¨¢ otros cambios legislativos de calado. Todo apunta adem¨¢s a que se reforzar¨¢ el concepto de pa¨ªs seguro, lo que permitir¨¢ evaluar (y rechazar) las peticiones de todos los solicitantes de determinadas nacionalidades sin tener en cuenta sus circunstancias individuales. Y se perfila un claro objetivo: acelerar las devoluciones de los rechazados.
No hay sorpresas. Es la misma l¨ªnea que defiende Bruselas desde hace a?os, la misma que ha inspirado el Pacto Europeo de Migraci¨®n y Asilo: acoger (con moderaci¨®n) a aquellos que merecen protecci¨®n supranacional y desembarazarse con rapidez de los que emigran solo por razones econ¨®micas.
Nadie niega que el sistema espa?ol de asilo est¨¢ desbordado y necesita una transformaci¨®n. Espa?a, segundo pa¨ªs de la UE con m¨¢s peticiones, tiene ahora la oportunidad de repensar su gesti¨®n y de dotarla de m¨¢s recursos (acogida, funcionarios de justicia, polic¨ªa, personal de la Oficina de Asilo) para responder en tiempo y forma a las solicitudes y evitar que la protecci¨®n internacional, pensada para los que huyen tratando de salvar la vida, se instrumentalice como una v¨ªa m¨¢s de regularizaci¨®n. Pero supone tambi¨¦n la oportunidad para proteger a los refugiados, a los que se ha descuidado demasiado a menudo con la excusa del colapso. Buena parte de los afganos que llegaron a Espa?a se han marchado ¡ªa Alemania, sobre todo¡ª decepcionados con la acogida. Sin olvidar las dificultades que tienen para pedir asilo los refugiados africanos, aunque procedan de pa¨ªses en conflicto abierto como Mal¨ª o Sud¨¢n.
La clave de los cambios que se avecinan no solo ser¨¢ adaptar el marco europeo a la singular realidad migratoria de Espa?a, sino evitar algunas tentaciones. Las autoridades espa?olas ¡ªque acaban de tomar medidas para proteger a los inmigrantes afectados por la dana¡ª parecen menos contaminadas por la ola antimigratoria que domina Europa (Portugal aprob¨® la semana pasada prohibir el acceso gratuito a la sanidad p¨²blica a quienes se hallen en situaci¨®n irregular).
La tentaci¨®n es pensar que el derecho al asilo es de quita y pon, como han pretendido algunos pa¨ªses al suspender las peticiones de los sirios apenas unos d¨ªas despu¨¦s de que cayese Bachar el Asad. Es el caso de Francia, Italia, Reino Unido y media docena m¨¢s. El Gobierno de Austria, presionado por la ultraderecha, ha llegado incluso a anunciar un programa de deportaci¨®n. Nada, por desgracia, sorprendente si tenemos en cuenta que en mayo pasado ¡ªmuy lejos por tanto de la ca¨ªda del r¨¦gimen¡ª la UE se plante¨® la posibilidad de declarar Siria como pa¨ªs seguro.
Por tanto, la receta para el futuro, la f¨®rmula para intentar resolver los problemas, no puede pasar por un recorte de derechos y garant¨ªas para los m¨¢s d¨¦biles, sino por un sistema m¨¢s fuerte y eficiente para todos.
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