Bomba nuclear o dios
Si el sol fuera un dios uno podr¨ªa pedirle algunos favores: que su luz nos regale un peque?o placer cada d¨ªa, alguna aventura, alguna pasi¨®n incontrolada, que por una vez liberara a nuestro planeta de su ¨®rbita y lo dejara vagar suelto por el universo
Ante esta nueva luz que cada a?o, como regalo, nos traen los Reyes Magos existen dos opciones: creer que el sol es una bomba de hidr¨®geno o que es todav¨ªa un dios como cre¨ªan los antiguos egipcios, al que se debe adorar. En cualquier caso, se trata de una actitud ante la vida. Si se admite que el sol es solo una bomba nuclear que obliga a nuestro planeta a dar vueltas a su alrededor de forma inexorable atado a su ¨®rbita, esclavo de la ley de la gravedad que rige en todo el universo, es dif¨ªcil imaginar que uno pueda ser libre mientras ninguno de los miles de millones de astros de todas las galaxias lo es. En ese caso una vida humana equivale en dar a lo sumo 90 y tantas vueltas en torno a esa bomba de hidr¨®geno hasta que el destino te obligue a bajarte de la noria. En ese viaje apenas hay sorpresas. Uno sabe m¨¢s o menos lo que va a suceder a lo largo del a?o. Puedes jurar que volver¨¢n las oscuras golondrinas en tu balc¨®n los nidos a colgar, una y otra vez y as¨ª todo, siempre lo mismo, siempre igual, el ciclo de la savia, los almendros en flor, los cataclismos, el polen en la primavera, los bombardeos, el mar unas veces con olas de dulzura y otras trag¨¢ndose como un monstruo a los n¨¢ufragos, los oto?os con aguaceros y hojas amarillas. Si el planeta no es libre, si las semillas, las plantas, los ¨¢rboles, los animales tampoco no lo son, ?por qu¨¦ lo ibas a ser t¨²? En cambio, si el sol fuera un dios uno podr¨ªa pedirle algunos favores: que su luz nos regale un peque?o placer cada d¨ªa, alguna aventura, alguna pasi¨®n incontrolada, que por una vez liberara a nuestro planeta de su ¨®rbita y lo dejara vagar suelto por el universo. Puede que solo entonces nuestros sue?os se har¨ªan realidad. Las almas de los muertos, en lugar de abrasarse, se convertir¨ªan en cosmonautas capaces de alcanzar y conquistar otras galaxias. Si el sol fuera un dios habr¨ªa que pedirle sobre todo que la muerte no nos coja confesados para seguir fingiendo que somos ef¨ªmeros pero libres.
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