Operaci¨®n ¡®domesticar¡¯ a Vox
Un acercamiento al partido de ultraderecha genera muchas dudas en el PP, quien tendr¨¢ dif¨ªcil controlarlo en caso de que lo necesite para llegar al Gobierno
Vox vuelve a ser una inc¨®gnita en la derecha. Cuando el Partido Popular cre¨ªa haber frenado a sus rivales, Vox crece en las encuestas. Ahora que Alberto N¨²?ez Feij¨®o no tiene remilgos en acercarse a Carles Puigdemont, la formaci¨®n de Santiago Abascal sigue subiendo. Y ello supone ya un problema para G¨¦nova 13: no podr¨¢n tener tan domesticado a Vox como seguramente quisieran, si su ¨²nica opci¨®n de llegar a La Moncloa fuera formar juntos un gobierno.
A fin de cuentas, poco era de esperar la subida del partido de Abascal, tras su ca¨ªda en las elecciones del 23-J de 2023. Fue entonces cuando algunos altavoces conservadores empezaron a darle por amortizado, de modo que, de la noche a la ma?ana, los habituales elogios que ven¨ªa recibiendo desde 2018 se convirtieron en cr¨ªticas. No solo culpaban a Vox de impedir la mayor¨ªa absoluta en la derecha, tras haber perdido votos y esca?os. La presencia de la formaci¨®n de Abascal en la ecuaci¨®n tambi¨¦n vetaba a Feij¨®o cualquier entendimiento hasta con el PNV. El propio miedo a Vox catapult¨® al PSC y al PSE en Catalu?a y Euskadi, territorios por los cuales hoy S¨¢nchez resiste en el Gobierno. Sin embargo, la gota que colm¨® el vaso lleg¨® en 2024, cuando Vox decidi¨® salir de los gobiernos del PP por la cuesti¨®n migratoria, e incluso, meterse en el grupo de los partidos llamados ¡°pro Putin¡± en el Parlamento Europeo. De estar a?os aupando a la ultraderecha por su discurso de intransigencia territorial, algunos pasaron a vilipendiarles o hasta a ignorarles. No pod¨ªan aceptar que la ultraderecha se rebelase contra los populares o tuviera compa?¨ªas tan exc¨¦ntricas.
As¨ª que no es casual que la derecha oficialista lleve meses dando v¨ªa libre al acercamiento de Feij¨®o con Carles Puigdemont. Es decir, ese al que llamaban pr¨®fugo desde G¨¦nova 13, pero que ahora les conviene, toda vez que pone a S¨¢nchez contra las cuerdas o que permite vislumbrar una alternativa en el horizonte. Y si pudieran elegir, muchos seguramente preferir¨ªan ir con Junts y el PNV, que con Vox y Alvise P¨¦rez, opci¨®n que quiz¨¢s suene a m¨¢s populista o inestable pol¨ªticamente. Ahora bien, desde que el partido de Abascal vuelve a subir en los sondeos, la v¨ªa regionalista parece menos probable.
Quiz¨¢s por eso, parece perfilarse una nueva estrategia en la derecha: domesticar al partido de Abascal, si es que toca pactar con ellos. No pocos recelos han levantado las recientes apariciones en los medios de Iv¨¢n Espinosa de los Monteros, o de la propia Macarena Olona, dos de sus l¨ªderes m¨¢s reconocibles hasta que abandonaron el partido. Y es que este nuevo Vox probablemente sea mucho menos d¨®cil para el PP de lo que fue el primer Vox, aquel que pretend¨ªa ser su muleta y que hac¨ªa t¨¢ndem con los populares en el Congreso contra la izquierda. Precisamente, Espinosa de los Monteros apelaba en una reciente entrevista en El Mundo al entendimiento o convivencia entre diferentes formaciones. Muchas voces en la derecha piensan que Vox va ahora por su cuenta, que solo quiere rivalizar con el PP, o sustituirle, desde que el llamado ¡°sector falangista¡± encabezado por Jorge Buxad¨¦ ha tomado las riendas.
Incluso, hay especulaciones sobre si podr¨ªa aparecer otro partido m¨¢s posibilista en ese espacio, ahora que la proyecci¨®n de Alvise P¨¦rez est¨¢ m¨¢s difuminada que cuando se present¨® a los comicios europeos. De un lado, la derecha sabe que es un riesgo fragmentar su electorado, siendo lo que m¨¢s le convendr¨ªa a la izquierda. Del otro, algunas voces sospechan que, de aparecer otra formaci¨®n, podr¨ªa hacerse un Sumar desde la ultraderecha: restarle fuerza a Vox o quitarle protagonismo pol¨ªtico al partido por un tiempo, como Yolanda D¨ªaz hizo con Podemos en su momento. Y si eso ocurriera, las exigencias negociadoras de Vox tendr¨ªan que ser irremediablemente menores a la hora de entenderse con los populares. Un socio desbocado es lo que m¨¢s podr¨ªa temer Feij¨®o como presidente, una ultraderecha m¨¢s d¨®cil, lo que m¨¢s le convendr¨ªa.
As¨ª pues, el nuevo Vox se ha vuelto m¨¢s imprevisible que nunca en sus pretensiones pol¨ªticas, tras salirse de los gobiernos populares y tomar otras alianzas en Europa. Es m¨¢s, de dar la suma, ?exigir¨ªan carteras ministeriales, o decidir¨ªan quedarse fuera de un Gobierno, para no asumir el desgaste eventual de formar una coalici¨®n? La ultraderecha ha seguido la segunda estrategia en otros pa¨ªses, multiplicando con ello su ascenso. El Vox actual genera demasiadas dudas, y no es para menos. La diferencia es que la noche del 23-J el partido estaba amortizado pol¨ªticamente, y ahora, parece que al PP ya solo le queda reconciliarse con ellos, e intentar domesticar a Vox si acaba resultando la ¨²nica v¨ªa para que el Feij¨®o gobierne.
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