Por una Fiscal¨ªa noble
En las altas instancias del Estado, el juicio sobre si las acciones son apropiadas es imprescindible para la legitimidad de todo el sistema
Nueve de cada diez psic¨®logos recomiendan no intentar mediar entre las dos Espa?as en asuntos judiciales como el del fiscal general del Estado. Es in¨²til, dicen los que saben. No vas a conseguir cambiar de parecer a una sola persona. Tienen raz¨®n. Pero obviamente no les voy a hacer caso.
Las opiniones publicadas no suelen basarse en un juicio moral de los hechos, en si priorizamos la Verdad (y, por tanto, vemos bien que la Fiscal¨ªa desmienta un bulo) o la l...
Nueve de cada diez psic¨®logos recomiendan no intentar mediar entre las dos Espa?as en asuntos judiciales como el del fiscal general del Estado. Es in¨²til, dicen los que saben. No vas a conseguir cambiar de parecer a una sola persona. Tienen raz¨®n. Pero obviamente no les voy a hacer caso.
Las opiniones publicadas no suelen basarse en un juicio moral de los hechos, en si priorizamos la Verdad (y, por tanto, vemos bien que la Fiscal¨ªa desmienta un bulo) o la literalidad del C¨®digo Penal (cuyo art¨ªculo 417 proh¨ªbe revelar informaci¨®n reservada); sino en un juicio moral de los protagonistas: ?son de nuestra orilla del r¨ªo o de la contraria?
Pero, am¨¦n de intereses, tambi¨¦n hay razones sensatas en los dos lados. La izquierda se queja con cordura de un celo instructor (con Garc¨ªa Ortiz o los casos del entorno del presidente), que se traduce en registros sin precedentes y en alargar las causas, no m¨¢s all¨¢ de lo razonable (punto que no me atrevo a asegurar), pero s¨ª de lo comparable: ?Cu¨¢ntas filtraciones hay en Espa?a? ?Cu¨¢ntos contratos se conceden a empresas cuyo due?o es conocido de la familia de un pol¨ªtico? ?Cu¨¢ntas plazas discrecionales como las de coordinador de conservatorios de Badajoz? Miles y miles. Pero solo unas se judicializan. Por cierto, judicializar, deporte nacional en un pa¨ªs de abogados, es una forma nefasta de auditar la acci¨®n p¨²blica.
Y la derecha tiene raz¨®n en pedir la dimisi¨®n del fiscal. En el ministerio p¨²blico han pasado cosas feas, independientemente de si son delito o no. Y s¨¦ que esa valoraci¨®n ¨¦tico-est¨¦tica es dif¨ªcil en una Espa?a donde todo se examina en funci¨®n del baremo legal: ?No es ilegal? ?Pues p¡¯alante! Pero, en las altas instancias del Estado, el juicio sobre si las acciones son apropiadas es imprescindible para la legitimidad de todo el sistema democr¨¢tico.
Los funcionarios de la Fiscal¨ªa est¨¢n para promover la acci¨®n de la justicia (art. 124 de la CE), no para pasarse por email (incluyendo un correo privado de Gmail) el expediente de un contribuyente fuera del procedimiento ordinario. Y su jefe, nombrado pol¨ªticamente, no puede, por decoro, ni meter la mano ni la nariz en informaci¨®n confidencial susceptible de da?ar a un rival pol¨ªtico. Si acaso, el fiscal deber¨ªa haberse movilizado para investigar qui¨¦n filtr¨®, en un primer momento, el expediente de Gonz¨¢lez Amador. Pero, en lugar de proteger a capa y espada un material lesivo para una adversaria pol¨ªtica, el fiscal supuestamente permiti¨® su exposici¨®n. Quiz¨¢s no es il¨ªcito. Quiz¨¢s es ¨²til para unos. Pero es poco noble.