Lo que nos hizo humanos
Ricky Gervais sostiene que, como especie, vivimos de las rentas de un pu?ado de iluminados, de los mejores de nosotros, pero que la mayor¨ªa somos masa
Hay un chascarrillo de Ricky Gervais que llevo semanas buscando sin suerte. Est¨¢ en uno de sus mon¨®logos y viene a decir que los humanos tenemos mucha jeta: decimos que hemos llegado a la Luna cuando en realidad solo lo han hecho doce de nosotros, que hemos descubierto la teor¨ªa de la relatividad aunque la mayor¨ªa ni la comprendemos y que hemos inventado la imprenta o internet cuando muchos nos las vemos y nos las deseamos pa...
Hay un chascarrillo de Ricky Gervais que llevo semanas buscando sin suerte. Est¨¢ en uno de sus mon¨®logos y viene a decir que los humanos tenemos mucha jeta: decimos que hemos llegado a la Luna cuando en realidad solo lo han hecho doce de nosotros, que hemos descubierto la teor¨ªa de la relatividad aunque la mayor¨ªa ni la comprendemos y que hemos inventado la imprenta o internet cuando muchos nos las vemos y nos las deseamos para montar los juguetes de nuestros cr¨ªos la ma?ana de Reyes.
La teor¨ªa de Gervais es que, como especie, vivimos de las rentas de un pu?ado de iluminados, de los mejores de nosotros, pero que la mayor¨ªa somos peatones del GTA, actores que hacen cameos, masa. Y aunque un chiste no es una teor¨ªa sociol¨®gica, el de Gervais dar¨ªa para un buen an¨¢lisis de nuestro tiempo. Nos hace re¨ªr porque retrata un fen¨®meno muy humano: cuando pierde la selecci¨®n espa?ola lo hace sola, pero cuando Iniesta marc¨® el gol contra Holanda su bota fuimos todos. Decimos que el hombre pis¨® la Luna y en ¨¦l reconocemos a la humanidad entera, pero solo unos pocos lanzaron bombas at¨®micas sobre Hiroshima y Nagasaki. Pero, m¨¢s all¨¢ de este fen¨®meno, el gag del humorista encierra una verdad mayor y quiz¨¢ no pretendida: que la cosmovisi¨®n moderna reduce lo humano y la humanidad a un pu?ado de cosas sin duda importantes ¡ªla ciencia, la tecnolog¨ªa, el arte, el deporte, incluso la pol¨ªtica en un sentido amplio¨C, pero se olvida con frecuencia de lo esencial. O lo que es peor: no se olvida, pero prefiere vivir de espaldas a ello.
Recuerdo el chiste cada vez que me encuentro con un chispazo de verdad. Como cuando conoc¨ª a los padres de Araceli, una ni?a que naci¨® con s¨ªndrome de Edwards. Ya durante la gestaci¨®n les avisaron de que uno de los beb¨¦s que esperaban ¡ªla madre estaba embarazada de mellizos¡ª padec¨ªa una trisom¨ªa que le har¨ªa morir pronto aunque sin dolor; no sab¨ªan si d¨ªas, meses o, como mucho, muy pocos a?os despu¨¦s de nacer. Decidieron seguir adelante y su hija vivi¨® tres d¨ªas, pero lo hizo rodeada de amor. La ni?a Araceli no pis¨® la Luna ni pint¨® una gran obra de arte, pero gracias a su vida de tres d¨ªas se modific¨® el protocolo de paliativos perinatales del hospital en el que naci¨®. Desde entonces, las madres pueden hacer el piel con piel con los ni?os que son como ella.
Tampoco han formado parte de ninguna misi¨®n espacial mis amigas In¨¦s y Magal¨ª, ni sus hijos Gala y Jaume, ambos con s¨ªndrome de Angelman. Las vidas de los dos, que tienen un a?ito, ser¨¢n indudablemente m¨¢s f¨¢ciles gracias al tratamiento que evitar¨¢ su epilepsia, a los andadores que les ayudar¨¢n a caminar o al sistema digital que les ense?ar¨¢ a comunicarse a trav¨¦s de una tableta. Pero la condici¨®n de posibilidad de todo lo anterior, de sus vidas mismas, es el amor infinito e incondicional de sus madres. Madres que, contra lo que les dice su tiempo, saben que la ¨²nica capacidad que en ¨²ltima instancia cuenta es la de querer y dejarse querer. Que la gran gesta no es ir al espacio, sino amar, y eso probablemente haya astronautas que no lo hayan hecho jam¨¢s.
Cuentan que un estudiante le pregunt¨® a la antrop¨®loga americana Margaret Mead cu¨¢l consideraba que hab¨ªa sido el primer signo de civilizaci¨®n de la Humanidad. Todos esperaban que dijera que el anzuelo, la olla de barro o la piedra de moler. Pero Mead respondi¨® que el primer signo de civilizaci¨®n humana fue un f¨¦mur que alguien se fractur¨® y que luego apareci¨® sanado. Lo que nos hizo humanos en la cueva no fue el fuego ni el arado sino el amor.