Por un nuevo hedonismo
Aunque la inteligencia artificial nos supere, aprender m¨²sica, dibujo o literatura es un placer para nuestro cerebro
![Una estudiante de m¨²sica, en Buenos Aires en septiembre de 2023.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/HOVDIJKKBVAYNFYZLBL6KIEZ7Y.jpg?auth=3d7056d672c99c1db00ea915ee0f7d2e4fce31ed1290a051446290735ee5c8df&width=414)
?Supone la inteligencia artificial un desincentivo para pensar? Mete primera (como no conduzco, me puedo permitir usar esa met¨¢fora en un sentido laxo e ignorante). ?Supuso la calculadora de bolsillo un desincentivo para hacer cuentas a mano? Oh s¨ª, y en los a?os sesenta hubo unos debates tremebundos sobre la grave p¨¦rdida que ello implicaba para la educaci¨®n de los ni?os. Los ni?os, en cambio, no ve¨ªamos la grave p¨¦rdida por ninguna parte. La forma en que aprend¨ªamos a hacer divisiones o ra¨ªces cuadradas era igual de mec¨¢nica cuando las hac¨ªamos a mano que cuando empezamos a hacerlas a m¨¢quina. En ninguno de los dos casos entend¨ªamos lo que est¨¢bamos haciendo, as¨ª que ?cu¨¢l era el punto en evitar la calculadora?
Las m¨¢quinas nos dan cien vueltas en capacidad de c¨¢lculo desde tiempos de Ada Lovelace, y jam¨¢s he visto a nadie quejarse por ello. La raz¨®n, creo, es que calcular es un pe?azo y nadie en su sano juicio lo puede a?orar m¨¢s de lo que a?ora traer el agua del r¨ªo con un c¨¢ntaro.
Vale, ahora mete segunda y vamos a hablar de m¨²sica. No de escuchar m¨²sica, que eso lo puede hacer una gallina, sino de aprender a tocar un instrumento. Si yo sumara la cantidad de horas que habr¨¦ pasado machacando las seis cuerdas de una guitarra u otra, me agarrar¨ªa una depresi¨®n de caballo. Seguramente me habr¨ªa dado tiempo a estudiar varias carreras, incluidas las de Filosof¨ªa, F¨ªsica e Historia del Arte. Y un curso de cocina, ya que me lo preguntan.
A principios de siglo entr¨¦ en contacto con los algoritmos generativos de m¨²sica. Todos los m¨²sicos los usan para ensayar cuando no hay ning¨²n humano a tiro. Les escribes una progresi¨®n de acordes y ellos la tocan con piano, contrabajo y bater¨ªa, por ejemplo, y con ritmo de swing o de calipso, y el piano-bot improvisa un solo cuando t¨² le dices, y con el estilo de McCoy Tyner, de Bill Evans, de Brad Mehldau o de quien te d¨¦ la gana, y t¨² practicas con tu guitarra del mundo real acompa?ado por ese tr¨ªo de all stars. En realidad, tambi¨¦n puedes poner a improvisar al guitarrista-bot mientras t¨² te vas a tomar un caf¨¦, pero claro, eso ya empieza a resultar humillante, entre otras cosas porque el guitarrista-bot te deja a la altura del bet¨²n. ?Suponen los algoritmos de m¨²sica un desincentivo para seguir aprendiendo a tocar la guitarra? Oh s¨ª.
?Y qu¨¦ hay del dibujo? Mete tercera. Los dibujantes, profesionales o aficionados, sol¨ªan dedicar largas horas y grandes esfuerzos a dominar los principios de la perspectiva y el claroscuro, aunque solo fuera para poder salt¨¢rselos despu¨¦s, como hizo Picasso. Recuerda lo que dijo el genio malague?o: ¡°De ni?o dibujaba como Miguel ?ngel y me llev¨® a?os aprender a dibujar como un ni?o¡±.
Sin embargo, cualquier programa de gr¨¢ficos 3D de tercera regional hace innecesario conocer los principios del dibujo que aprendieron Miguel ?ngel y Picasso. T¨² les dise?as un objeto ¡ªo directamente lo importas de un cat¨¢logo¡ª y el programa lo pone en perspectiva c¨®nica en cualquier orientaci¨®n a simple toque de rat¨®n, lo ilumina desde donde t¨² le digas y proyecta las sombras sobre el suelo, las paredes o cualquier otro objeto que coloques en el escenario. Y s¨ª, por supuesto que esto desincentiva a cualquiera de aprender penosamente los principios de la perspectiva y el claroscuro.
Metiendo la quinta marcha, nos podemos preguntar qu¨¦ sentido tiene adquirir una cultura literaria cuando ChatGPT ya se ha tragado toda la literatura universal antes del desayuno. La ¨²nica respuesta que yo encuentro es que aprender m¨²sica, dibujo o literatura es un placer para nuestro pobre cerebro de carne mortal. Necesitamos formular un nuevo hedonismo para sobrevivir. Ponte a ello.
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