Europa camina hacia el trumpismo migratorio
La llegada del nuevo presidente de EE UU ha llevado la l¨®gica antiinmigratoria a su paroxismo, tambi¨¦n en la UE
El pasado 21 de enero las autoridades italianas ampararon la fuga del jefe policial libio Osama Almasri, cuya detenci¨®n hab¨ªa exigido el Tribunal Penal Internacional (TPI). Almasri ¡ªal frente de la infame c¨¢rcel para migrantes de Mitiga (Libia)¡ª es un car...
El pasado 21 de enero las autoridades italianas ampararon la fuga del jefe policial libio Osama Almasri, cuya detenci¨®n hab¨ªa exigido el Tribunal Penal Internacional (TPI). Almasri ¡ªal frente de la infame c¨¢rcel para migrantes de Mitiga (Libia)¡ª es un carnicero responsable de al menos 35 homicidios y 22 agresiones sexuales, una de ellas a un ni?o de cinco a?os. Bajo su supervisi¨®n, los paramilitares han secuestrado, torturado, violado y asesinado a un n¨²mero indeterminado de migrantes. Pero estos cr¨ªmenes pesaron menos que la continuidad de un acuerdo de control migratorio dise?ado para reducir los intentos de acceso irregular procedentes del Norte de ?frica.
Este episodio lamentable no tuvo lugar en Texas o en Florida, sino en Tur¨ªn. Sus responsables no forman parte de las milicias de capucha blanca que nutren la nueva Administraci¨®n americana, sino que lideran uno de los Estados m¨¢s influyentes de la UE. La impudicia con la que Giorgia Meloni y su ministro de justicia se han burlado del TPI se basa en la certeza de que la opini¨®n p¨²blica italiana ha comprado su relato sobre la invasi¨®n africana y est¨¢ cada vez m¨¢s dispuesta a mirar hacia otro lado.
Aunque Europa no necesita a Trump para aplicar pol¨ªticas trumpistas, la llegada del nuevo presidente de EE UU ha llevado la l¨®gica antimigratoria global al paroxismo. En las tres semanas escasas que lleva en el poder, su Administraci¨®n ha impulsado 34 iniciativas pol¨ªticas que multiplican la deportaci¨®n de migrantes sin papeles; cancelan los procesos actuales y futuros de protecci¨®n temporal; militarizan la frontera con M¨¦xico; imponen la repatriaci¨®n de expulsados a pa¨ªses terceros; y dan carta blanca a las fuerzas de seguridad en este campo, entre otras cosas. La guerra contra los migrantes se extiende a las escuelas, los hospitales y las parroquias en las que estos buscan refugio. La c¨¢rcel ilegal de detenci¨®n de ¡°combatientes enemigos¡± de Guant¨¢namo se ha transformado en un campo de concentraci¨®n para personas sin papeles. En una reciente iniciativa, propia del r¨¦gimen de Vichy, legisladores de Misuri y Misisipi han propuesto premiar la delaci¨®n de migrantes irregulares con 1.000 d¨®lares por cabeza.
EE UU se est¨¢ convirtiendo, con el voto y el apoyo de la mayor¨ªa de sus ciudadanos, en una distop¨ªa orwelliana. Pero, si se paran a pensarlo, cada una de estas medidas es una hipertrofia de las mismas pol¨ªticas que ya se est¨¢n aplicando en Europa. Si ellos tienen Guant¨¢namo, nosotros tenemos Libia y Mauritania. Si ellos ampl¨ªan el muro con M¨¦xico, nosotros hemos multiplicado por siete la extensi¨®n de los nuestros en la ¨²ltima d¨¦cada. Si ellos utilizan los aranceles para imponer las deportaciones a Colombia, nosotros chantajeamos con la ayuda al desarrollo para que ?frica frene a su gente. Si algunos de sus sectores econ¨®micos ya est¨¢n sufriendo la desbandada de trabajadores, nuestro modelo de puerta estrecha ha generado en la UE un agujero laboral sin precedentes.
Como en el caso americano, los excesos puntuales de la gesti¨®n migratoria europea han ido dando paso a una s¨®lida arquitectura legal y pol¨ªtica que legitima la represi¨®n y har¨¢ muy dif¨ªcil desandar este camino. El reciente Pacto de Migraciones y Asilo se fundamenta en la idea de la movilidad humana como amenaza, naturalizando pr¨¢cticas que hace solo una d¨¦cada hubiesen resultado intolerables, cuando no ilegales. Paso a paso, siempre en la misma direcci¨®n, los Estados miembros aprueban reformas que limitan el derecho de asilo, castigan la solidaridad de las ONG o consolidan castas ciudadanas basadas en la condici¨®n administrativa. Como ha explicado con su candor habitual el primer ministro h¨²ngaro, Viktor Orb¨¢n: ¡°No hay que moverse hacia el centro, porque el centro ya se ha movido hacia nosotros¡±. Por eso no puede extra?ar el entusiasmo que ¨¦l y sus pares desplegaron en el aquelarre que tuvo lugar en Madrid este fin de semana, donde la ultraderecha europea siente que su futuro ya est¨¢ aqu¨ª. Viendo el panorama, es dif¨ªcil no darles la raz¨®n.
De la experiencia reciente de EE UU se pueden extraer ya dos lecciones principales: la primera es que el debate de las migraciones importa mucho m¨¢s all¨¢ de los derechos de los migrantes y de su impacto en las sociedades en las que se establecen. La manipulaci¨®n del miedo ¡ªy el odio¡ª al extranjero, se ha convertido en el combustible de una contrarreforma nacionalpopulista que en ning¨²n caso se va a limitar a este asunto. Hoy es posible decir que las mujeres, las personas LGTBIQ, los pacientes pobres, los movimientos ecologistas y, en fin, cualquiera que piense que el Estado est¨¢ para algo m¨¢s que para encerrarte, comparten con los migrantes un enemigo com¨²n. Lo que ahora constituye una tragedia colectiva puede convertirse pronto en el fundamento de una resistencia compartida que ya ha comenzado en los tribunales.
La segunda lecci¨®n es que una manera elemental de combatir a un mat¨®n xen¨®fobo es no comportarse como ¨¦l. Por ejemplo, convirtiendo las redadas y deportaciones en obscenos espect¨¢culos de sobremesa, como ha hecho recientemente el primer ministro brit¨¢nico Keir Starmer. Cuando los partidos moderados de derecha e izquierda tratan de llegar al electorado replicando las mentiras y las barrabasadas que proponen los extremistas, lo que consiguen es legitimarlas. De ah¨ª a desmontar los cordones sanitarios existe solo un paso, como demuestra el Partido Popular Europeo en cuanto tiene ocasi¨®n.
La realidad es que nunca ha existido en las sociedades de acogida una disposici¨®n natural positiva con respecto a los inmigrantes. El ¨²nico modo de vencer el miedo al otro y la tentaci¨®n de convertirlo en chivo expiatorio es trabajar de manera tenaz para conseguirlo. Este liderazgo ¡ªtan com¨²n hoy como los unicornios¡ª debe fundamentarse en una combinaci¨®n de compasi¨®n, inter¨¦s propio y amor por el Estado de derecho. El punto de partida es una defensa inequ¨ªvoca de las garant¨ªas de protecci¨®n internacional, gravemente amenazadas por los ataques de unos y la ambig¨¹edad de otros. Tambi¨¦n es imprescindible poner coto a la desinformaci¨®n que alimenta esta deriva y a las herramientas tecnol¨®gicas y narrativas que la extienden como una gonorrea. No hay ¡°libertad de expresi¨®n¡± en el odio y en la incitaci¨®n a la violencia personal e institucional. Ninguna persona es ¡°ilegal¡±. Nadie es solo una ¡°v¨ªctima¡± y el verdadero ¡°problema¡± de la movilidad humana es ignorar sus motivos y las oportunidades que genera.
Precisamente, son las ¡°oportunidades¡± de la migraci¨®n las que pueden darnos una de las claves para salir de este atolladero. Un brillante ensayo editorial de The New York Times comparaba hace poco las ciudades de Houston (Texas) y Birmingham (Alabama) y las consecuencias que pol¨ªticas migratorias contrapuestas hab¨ªan tenido en uno y otro lugar. Mientras que la primera se hab¨ªa beneficiado de un modelo flexible y abierto que genera oportunidades para los reci¨¦n llegados y los que ya estaban, la segunda se est¨¢ convirtiendo en un erial socioecon¨®mico e identitario donde todos se parecen, tambi¨¦n en la desesperanza. Asomada a un peligroso invierno demogr¨¢fico, Europa tiene la posibilidad de construir un relato vibrante sobre oportunidades, derechos y responsabilidades compartidas. La migraci¨®n abundante pero ordenada puede formar parte de una propuesta social que evite tanto el proteccionismo xen¨®fobo como el utilitarismo neoliberal.
En el mundo multipolar del siglo XXI, Europa tal vez no pueda ni deba ejercer el ascendiente econ¨®mico y pol¨ªtico que un d¨ªa tuvo. Pero puede aspirar a una forma de liderazgo ¡ªal mismo tiempo ¨¦tico y pr¨¢ctico¡ª que demuestre lo que es posible y ofrezca una alternativa a la distop¨ªa trumpista. En este esfuerzo, la pol¨ªtica migratoria va a actuar como el canario en la mina. Despertemos.