Herencia de la penalidad
Las nietas de las refugiadas sirias en Jordania llevan marcas epigen¨¦ticas adquiridas por sus abuelas

Cuidado con lo que sufres, porque tu trauma se puede grabar en los genes de tus hijos y tus nietos. El enunciado contiene una broma macabra, puesto que nadie elige sufrir, ni menos a¨²n de qu¨¦ sufrir, pero por lo dem¨¢s es exacto. Tambi¨¦n parece una herej¨ªa cient¨ªfica, porque el modelo est¨¢ndar de la evoluci¨®n, la selecci¨®n natural darwiniana, sostiene que los genes no se alteran por la experiencia ¡ªeso ser¨ªa lamarckismo¡ª, sino que var¨ªan al azar, y el entorno decide despu¨¦s qui¨¦n sobrevive y qui¨¦n muere y, por tanto, qui¨¦n propaga sus genes y qui¨¦n no. Pero las cosas no siempre se avienen a nuestras teor¨ªas. La biolog¨ªa siempre es m¨¢s compleja de lo que imaginamos.
Veamos lo que ha ocurrido en Siria. Hubo gente all¨ª que sufri¨® la crueldad y la sinraz¨®n de la guerra a principios de los ochenta. Algunas mujeres supervivientes de la masacre de la ciudad siria de Hama, una carnicer¨ªa organizada por su propio Gobierno, lograron huir a la vecina Jordania, donde han vivido en paz desde entonces y han tenido hijos y nietos. Otras mujeres hicieron el mismo recorrido 30 a?os despu¨¦s, al estallar la guerra civil de 2011.
La bi¨®loga molecular Rana Dajani, de la Universidad Hachemita de Amm¨¢n, y su colaboradora Dima Hamadmad se han tirado cinco a?os localizando y entrevistando a 130 mujeres sirias desplazadas a Jordania, y que ahora cubren tres generaciones. Algunas sufrieron directamente las palizas y vivieron entre cad¨¢veres, otras son sus hijas y nietas y nacieron ya en Jordania. Las cient¨ªficas tomaron frotis de sus bocas y han analizado su ADN junto a colegas de las universidades de Florida y Yale. Y sus conclusiones son bien interesantes.
Lo importante aqu¨ª no son las alteraciones en el texto (secuencia) de los genes ¡ªeso es lo que llamamos mutaciones¡ª, sino otras cosas que se pegan encima de los genes. La m¨¢s simple de ellas son los grupos metilo (¨CCH3), que se enlazan qu¨ªmicamente a los genes y los inactivan (metilaci¨®n). La t¨¦cnica actual permite ver cu¨¢l es el grado de metilaci¨®n de cualquier gen en el genoma humano. Lo interesante es que la metilaci¨®n responde al entorno. Esto es lo que permite violar el modelo est¨¢ndar de la selecci¨®n darwiniana.
Las mujeres que sufrieron directamente el trauma de la guerra muestran metilaci¨®n en 21 genes. Son los mismos 21 genes en todas ellas, y no aparecen metilados en mujeres del grupo control, que tambi¨¦n son jordanas de origen sirio, pero no experimentaron la guerra. Y aqu¨ª lo m¨¢s importante: las nietas de las mujeres que sufrieron la guerra muestran alteraciones de metilaci¨®n en 14 genes. No son exactamente los mismos genes que sus abuelas ten¨ªan metilados, pero parecen estar metilados como consecuencia de la experiencia b¨¦lica de aquellas.
La metilaci¨®n es el caso mejor conocido de alteraci¨®n epigen¨¦tica. Esta palabra, que ¨²ltimamente aparece por todas partes y a veces adornada de unas auras m¨ªsticas que no merece, significa sencillamente ¡°encima de los genes¡±, puesto que se refiere a cosas que se pegan, en efecto, encima de los genes, como los grupos metilo. La epigen¨¦tica es la forma en que las c¨¦lulas de un embri¨®n recuerdan su origen pese a estar en pleno proceso de divisi¨®n exponencial. Esto implica que las marcas epigen¨¦ticas (como los grupos metilo) se copian cada vez que una c¨¦lula se divide en dos. El mismo tipo de proceso permite a las marcas epigen¨¦ticas adquiridas por la experiencia traum¨¢tica de una mujer trasmitirse a sus ¨®vulos y de ah¨ª a sus hijas y nietas. Que dure m¨¢s de tres generaciones es poco probable.
Puedes llamar a esto lamarckismo o no, pero el caso es que la transmisi¨®n entre generaciones de marcas epigen¨¦ticas adquiridas ya es ciencia, y no herej¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.