La trampa de la integridad territorial
Para calificar la iniciativa sobre el S¨¢hara de cre¨ªble, Marruecos deber¨ªa de haber dejado de demonizar a la otra parte y de proseguir con la pol¨ªtica represiva contra toda disidencia
Quiz¨¢ sea necesario un ejercicio que nos ayude a clarificar, ante la tormenta pol¨ªtica desencadenada a ra¨ªz de la decisi¨®n de la diplomacia espa?ola de considerar la iniciativa marroqu¨ª de 2007 sobre autonom¨ªa en el Sahara Occidental ¡°como la base m¨¢s seria, realista y cre¨ªble para la resoluci¨®n del problema¡±, en qu¨¦ consisti¨® dicha iniciativa. Digo consisti¨®, porque, hasta ahora, dicha iniciativa no pas¨® de ser u...
Quiz¨¢ sea necesario un ejercicio que nos ayude a clarificar, ante la tormenta pol¨ªtica desencadenada a ra¨ªz de la decisi¨®n de la diplomacia espa?ola de considerar la iniciativa marroqu¨ª de 2007 sobre autonom¨ªa en el Sahara Occidental ¡°como la base m¨¢s seria, realista y cre¨ªble para la resoluci¨®n del problema¡±, en qu¨¦ consisti¨® dicha iniciativa. Digo consisti¨®, porque, hasta ahora, dicha iniciativa no pas¨® de ser un mero papel, una mera declaraci¨®n de intenciones que nunca fue reconocida por el Frente Polisario como base de discusi¨®n y que Marruecos no avanz¨® un ¨¢pice para preparar dicha autonom¨ªa y crear las condiciones que permitieran el obligado di¨¢logo entre las partes. En suma, para hacer cre¨ªble la iniciativa.
El documento se deposit¨® ante el Consejo de Seguridad de la ONU en abril de 2007, casi al mismo tiempo que otro documento presentado por el Polisario en el que propon¨ªa la necesidad de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n que diera paso a una independencia del territorio, detallando las bases de organizaci¨®n del nuevo Estado.
La iniciativa marroqu¨ª propon¨ªa la negociaci¨®n de un estatuto de autonom¨ªa en el marco de la soberan¨ªa marroqu¨ª. Pretend¨ªa, seg¨²n su enunciado, ¡°crear las condiciones de un proceso de di¨¢logo y de negociaci¨®n que condujese a una soluci¨®n pol¨ªtica mutuamente aceptable¡±. El estatuto de autonom¨ªa resultante ¡°ser¨ªa sometido a una consulta refrendaria de las poblaciones concernidas, conforme al principio de autodeterminaci¨®n y de las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas¡±.
El documento part¨ªa de un reconocimiento para las poblaciones de la Regi¨®n aut¨®noma del Sahara de competencias en la administraci¨®n local, polic¨ªa local y jurisdicci¨®n regional; en la esfera econ¨®mica para el desarrollo y planificaci¨®n regional, as¨ª como en el presupuesto y la fiscalidad; sobre infraestructuras, educaci¨®n, salud, h¨¢bitat, medio ambiente, sobre cultura y promoci¨®n del patrimonio saharaui hasan¨ª. Se aseguraba la disposici¨®n de recursos financieros extra¨ªdos de los impuestos establecidos por los ¨®rganos regionales, la explotaci¨®n de los recursos naturales de la regi¨®n y otras rentas atribuidas por el Estado. Este se atribu¨ªa la competencia en los atributos de soberan¨ªa, bandera, himno nacional y moneda, los atributos ligados a la figura real, la seguridad nacional, la defensa exterior, las relaciones exteriores y el orden jurisdiccional del reino.
Con una salvedad: el Estado se ve¨ªa obligado en las relaciones exteriores a consultar con la Regi¨®n aut¨®noma del Sahara aquellas cuestiones relativas a la regi¨®n, pudiendo establecer esta, de acuerdo con el gobierno, lazos de cooperaci¨®n con regiones extranjeras en el marco de la cooperaci¨®n internacional.
La iniciativa detallaba los ¨®rganos de la regi¨®n, integrados por un Parlamento elegido por sufragio universal en el que tuvieran representaci¨®n las diferentes tribus saharauis, un jefe de gobierno elegido por el Parlamento y representante del Estado en la regi¨®n, y un Tribunal Regional superior con competencia en la interpretaci¨®n de las leyes regionales.
Se preve¨ªa una revisi¨®n constitucional para incorporar el estatuto de autonom¨ªa en el ordenamiento jur¨ªdico nacional. Sin embargo, cuando en 2011 se aprob¨® la nueva Constituci¨®n, dicho estatuto ¡ªo la posibilidad del mismo¡ª no fue incorporado.
Se aseguraba tambi¨¦n la repatriaci¨®n y reinserci¨®n de los refugiados de Tinduf, ¡°con garant¨ªa de su dignidad, seguridad y protecci¨®n de sus bienes¡±. Una amnist¨ªa general excluir¨ªa cualquier persecuci¨®n, arresto, prisi¨®n o intimidaci¨®n de cualquier naturaleza. Un consejo transitorio final, tras la adopci¨®n del estatuto, se encargar¨ªa de las operaciones de repatriaci¨®n, desarme y reinserci¨®n de los elementos armados.
Hasta aqu¨ª uno puede convenir en que se trataba de un punto de partida, de una base ¡°seria y realista¡± para una discusi¨®n pol¨ªtica en la que valorar la necesidad de m¨¢s competencias o de lograr otros acuerdos. Pero para calificarla de cre¨ªble, Marruecos deber¨ªa de haber dejado de demonizar a la otra parte y de proseguir con la pol¨ªtica represiva contra toda disidencia, muy especialmente en esta cuesti¨®n tab¨² del Sahara.
Calificar la iniciativa como ¡°la base m¨¢s seria, realista y cre¨ªble para la resoluci¨®n del problema¡± no ha pasado de ser el abracadabra para contentar a Marruecos, imitando lo que Alemania hizo para desbloquear las relaciones rotas con Marruecos.
La misiva de Pedro S¨¢nchez ha sido dada a conocer a trav¨¦s de dos comunicados de la Casa Real y del Ministerio marroqu¨ª de Exteriores. El mismo proceso que se sigui¨® en 1987, cuando Marruecos desvel¨®, antes de llegar a su receptor, el rey Juan Carlos, el contenido de un mensaje de Hassan II sobre una c¨¦lula de reflexi¨®n sobre Ceuta y Melilla que tra¨ªa el ministro del Interior, Jos¨¦ Barrionuevo.
Los dos comunicados marroqu¨ªes han dado lugar a la publicaci¨®n de una nota de prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores espa?ol en la que, sin aludir a la carta del presidente ni citar para nada al Sahara Occidental, se reconoce una nueva etapa de relaci¨®n con Marruecos ¡°para garantizar la estabilidad, la soberan¨ªa, la integridad territorial y la prosperidad de nuestros dos pa¨ªses¡±. Es en estos t¨¦rminos en los que se encierra la trampa de la presi¨®n a la que Marruecos ha sometido a Espa?a en los ¨²ltimos meses instrumentalizando la emigraci¨®n clandestina, propiciando los asaltos a las vallas de Ceuta y Melilla, cerrando las fronteras terrestres o mar¨ªtimas, perjudicando incluso a sus propios compatriotas. Tal vez para Espa?a ¡°integridad territorial¡± remite a la espa?olidad de las ciudades de Ceuta y Melilla pero el t¨¦rmino para Marruecos implica el reconocimiento de su soberan¨ªa sobre el Sahara Occidental, en contra de la doctrina de Naciones Unidas y de la pol¨ªtica que hasta el momento Espa?a ha defendido en la cuesti¨®n.
El paso es grave y las primeras repercusiones han venido en el plano interior, pero tambi¨¦n en el exterior, con la llamada a consultas del embajador de Argelia en Madrid y la incertidumbre que ello produce en una coyuntura internacional b¨¦lica y cr¨ªtica como la actual.