Chile y el retorno al inicio
El giro a la izquierda que represent¨® la Convenci¨®n Constitucional y la campa?a de Boric puede haber sido una movida electoral ¨²til, pero al parecer poco sustentable para gobernar tras el plebiscito
El resultado del plebiscito constitucional en Chile dej¨® sorprendidos a todos los actores pol¨ªticos, incluso a los ganadores. Ningunos de los sondeos de opini¨®n p¨²blica disponibles mostraban una distancia tan profunda entre las alternativas en disputa, ni el entusiasta m¨¢s optimista del Rechazo se esperaba esta victoria. Sin embargo, tambi¨¦n abre la puerta a un proceso incierto y pone en jaque la agenda del Gobierno de Gabriel Boric, a pocos meses de su inicio.
A pesar de la falta de datos disponibles, es posible aventurar algunas hip¨®tesis para explicar c¨®mo Chile se convirti¨® en el primer pa¨ªs en rechazar el texto emanado de una asamblea constituyente. Lo primero es una advertencia, un resultado de estas proporciones no admite an¨¢lisis simplones ni simplistas; las causas son m¨²ltiples y, probablemente, acumulativas.
La inclusi¨®n del voto obligatorio en esta elecci¨®n tuvo un efecto claro en aumentar la participaci¨®n, quiz¨¢s a niveles hist¨®ricos. Esa fue, tambi¨¦n, la principal fuente del error de medici¨®n de muchas encuestas, que no fueron capaces de llegar a esos desafectados que ahora fueron a votar, obligados y con la amenaza de multas. Pero el cambio de r¨¦gimen de votaci¨®n no es el responsable del resultado, mas s¨ª de la incapacidad de anticiparlo.
Otra explicaci¨®n posible se relaciona con el descontento con el proceso. Las investigaciones de Espacio P¨²blico e Ipsos durante el ¨²ltimo a?o y medio mostraron que m¨¢s de un 70% de la poblaci¨®n chilena esperaba que los convencionales buscaran el di¨¢logo sobre sus propios intereses, pero menos de un 30% cre¨ªa que lo estaban haciendo. Al final, la brecha entre las expectativas ciudadanas y el comportamiento de la Convenci¨®n termin¨® por contaminar todo el proceso. Esto fue confirmado por encuestas posteriores al plebiscito, que mostraron que el descontento era la raz¨®n m¨¢s relevante para rechazar.
Por otro lado, el contenido mismo del texto tambi¨¦n gener¨® dudas. Si bien hubo un esfuerzo en incorporar una cantidad importante de materias, como la protecci¨®n del medioambiente, derechos de minor¨ªas y paridad de g¨¦nero, la calidad del texto y sus interpretaciones no fueron capaces de convencer. Hay, en este caso, una mezcla entre leg¨ªtimas diferencias de preferencias, interpretaciones complejas y abierta desinformaci¨®n. Hubo quienes votaron con el miedo que la nueva Constituci¨®n les limitara su propiedad o les impidiera ser due?os de sus casas, impulsados por una seguidilla de mentiras. Pero tambi¨¦n hubo quienes no se convencieron de las propuestas sobre plurinacionalidad, el fin del Senado, o la descentralizaci¨®n. En otros temas, como el del consentimiento de los pueblos ind¨ªgenas para algunas reformas legales, la redacci¨®n del texto fue lo suficientemente ambigua para alimentar temores y prejuicios. En el fondo, el texto no logr¨® convencer ni por su proceso de formaci¨®n ni por su contenido, ni mucho menos por el simbolismo que lo rode¨®.
El camino a seguir para el Gobierno es incierto, ya que deber¨¢ balancear una ambiciosa agenda legislativa con el desaf¨ªo de continuar el proceso a partir del fracaso. La realidad es que, independientemente de lo ocurrido el 4 de septiembre, una mayor¨ªa abrumadora de la poblaci¨®n s¨ª quiere una nueva Constituci¨®n, pero claramente no la ofrecida. Para ello, Boric y su equipo asumieron la tarea de encontrar nuevas fuerzas, ya no en los espacios m¨¢s de izquierda de su coalici¨®n, sino que recurriendo a caras conocidas de Gobiernos anteriores.
Tan solo esta semana, el presidente chileno cambi¨® a parte importante de su equipo pol¨ªtico, sacando a figuras provenientes del Frente Amplio, PC e independientes, reemplaz¨¢ndolas por nombres conocidos de los gobiernos de Michelle Bachelet, como la nueva ministra del Interior, Carolina Toh¨¢, o la nueva encargada de las relaciones con el Congreso, Ana Lya Uriarte. Como este Gobierno no pierde oportunidad en los simbolismos, ser¨¢ el primero en tener mujeres en todos los roles clave: Interior, vocer¨ªas y relaciones con el Congreso.
La pregunta que queda es si esto ser¨¢ suficiente para aplacar los renovados br¨ªos de la derecha chilena. A pesar de las promesas durante la campa?a del Rechazo, ya vimos algunos miembros de ese sector negando la posibilidad de iniciar un nuevo proceso constituyente. Adem¨¢s, dados los equilibrios en el Congreso, la derecha ahora cuenta con una moneda de cambio muy valiosa para detener las reformas sociales prometidas por Boric.
El mensaje del presidente chileno luego del plebiscito fue un llamado a evitar los maximalismos que tanto emocionan a sectores de su coalici¨®n, y eso explica el vuelco de su Gabinete a posturas m¨¢s asociadas a la antigua Concertaci¨®n de centroizquierda. El mismo sector que alguna vez sufri¨® el rechazo del Frente Amplio y el Partido Comunista, hoy se vuelve su bote salvavidas en medio de la tormenta. El giro a la izquierda que representaron la Convenci¨®n Constitucional y la campa?a inicial de Boric puede haber sido una movida electoral ¨²til, pero al parecer, poco sustentable para gobernar a Chile despu¨¦s del domingo pasado.
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