El infierno de los refugiados en Lesbos, segunda parte: fr¨ªo y abandono
En el campo de Kara Tepe de la isla griega se enfrentan al invierno sin apenas recursos y la salud mental se deteriora. Los solicitantes de asilo ya son m¨¢s de 7.000
Las previsiones que auguraban temperaturas g¨¦lidas, en ocasiones por debajo de cero grados, se han cumplido y Kara Tepe, el campo de internamiento en la isla griega de Lesbos al que fueron trasladadas m¨¢s de 7.000 personas tras el incendio de Moria, tirita de fr¨ªo. Es el ¨²ltimo y m¨¢s urgente problema de una larga lista que se comenz¨® a escribir en el antiguo recinto. La situaci¨®n, cuentan refugiados y organizaciones, es l¨ªmite y sus consecuencias en la salud mental de los que all¨ª malviven, preocupantes.
Ali Mustafa, un chico afgano de 20 a?os, dice al otro lado del tel¨¦fono que en los ¨²ltimos d¨ªas la gente apenas sal¨ªa de las tiendas porque hac¨ªa fr¨ªo. El campo, situado al lado del mar, est¨¢ muy expuesto y lo ¨²nico que los separa del exterior es una carpa de pl¨¢stico. Todo de lo que disponen para protegerse del fr¨ªo son capas de ropa y mantas. ¡°No tenemos calentadores. Ni siquiera tenemos electricidad en nuestra tienda. Tenemos un generador que se enciende de las siete a las diez de la ma?ana¡±, asegura.
¡°Las temperaturas en Lesbos han bajado mucho y hace mucho fr¨ªo en el campamento. El agua est¨¢ fr¨ªa, el interior de las tiendas est¨¢ mojado. Todo est¨¢ h¨²medo, incluso las mantas y la ropa de abrigo¡±, afirma Katrin Glatz-Burbakk, del equipo de psic¨®logos infantiles de M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF) en Lesbos, en un comunicado publicado este jueves.
Al principio, muchas de las tiendas carec¨ªan de instalaciones para poder usar esas fuentes de energ¨ªa, seg¨²n cuenta Shirin Tinnesand de la ONG Stand By Me Lesvos. Algunos solicitantes de asilo que trabajaban como electricistas en sus pa¨ªses de origen, bajo la supervisi¨®n de la direcci¨®n del campo, formaron un equipo y se pusieron manos a la obra para adaptarlas. No obstante, a?ade Tinnesand, la capacidad de los generadores disponibles es insuficiente y se necesitar¨ªan aparatos m¨¢s potentes para poder usar calefactores.
Al fr¨ªo hay que sumar el viento y la lluvia. Cuando el cielo descarga agua, al no disponer de un sistema de drenaje adecuado, el campo se convierte en un lodazal y la humedad penetra en las tiendas y el cuerpo de los refugiados.
Un grupo de trabajo de la UE, sin embargo, ha ofrecido una visi¨®n diferente. En un informe, al que tuvo acceso el peri¨®dico alem¨¢n Die Welt en enero, aseguran que las condiciones de Kara Tepe son mejores que las de Moria. Defienden que las tiendas est¨¢n preparadas para el fr¨ªo y la lluvia, que existe un sistema de gesti¨®n de agua para trasladarla lejos de las carpas y que hay calentadores disponibles. Recuerdan, adem¨¢s, el car¨¢cter provisional de este asentamiento.
Hace algunas semanas, diferentes organizaciones como Stand By Me Lesvos y The Hope Project hicieron acopio de ropa de abrigo y mantas. Grupos como el MCAT, el equipo de concienciaci¨®n sobre el coronavirus al que pertenece el joven afgano, o Moria White Helmets se ocuparon del empaquetado y reparto. Mustafa dice que necesitan muchas cosas porque el campo es nuevo y no tienen pr¨¢cticamente nada, pero que lo m¨¢s urgente es disponer de fuentes de calor.
En ese pr¨¢cticamente nada del que habla cabe pr¨¢cticamente todo lo considerado esencial: no hay agua corriente disponible las 24 horas, los ba?os son pocos, deficientes y se limpian solo una vez al d¨ªa, no hay suficientes duchas y, hasta hace poco, ni siquiera ten¨ªan agua caliente. ¡°Se han estado ba?ando con agua fr¨ªa. Hay algunas duchas para mujeres, que llenaban un cubo de 20 litros, se iban dentro y ten¨ªan que echarse esa agua por encima¡±, cuenta Tina Dahl, responsable de enfermer¨ªa de la cl¨ªnica de M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF) en Moria.
Todas las carencias se traducen, adem¨¢s, en largas colas de espera. Esperar, en sus dos acepciones m¨¢s comunes, es lo que mejor resume la vida, entendida solo como el hecho de estar vivo, entre las vallas y alambres que delimitan el campo.
La incertidumbre y las condiciones en las que se encuentran llevan tiempo haciendo mella en la salud mental de las personas atrapadas en las islas
Mustafa lleg¨® solo a Grecia en diciembre de 2019 y, tras haber hecho la entrevista el pasado noviembre, aguarda a que le comuniquen si es beneficiario de protecci¨®n internacional. ¡°Tengo un amigo que vive conmigo y ¨¦l tampoco ha recibido una respuesta todav¨ªa. Est¨¢ preocupado y pensando todo el tiempo, pensando qu¨¦ pasar¨¢ si lo rechazan, qu¨¦ tendr¨¢ que hacer¡ Es un proceso muy estresante¡±, asevera.
La incertidumbre y las condiciones en las que se encuentran llevan tiempo haciendo mella en la salud mental de los solicitantes de asilo atrapados en las islas. A finales de diciembre, la ONG International Rescue Committe (IRC) public¨® un informe en el que se afirmaba que una de cada tres personas a las que asistieron tuvo pensamientos suicidas. Uno de cada cinco dijo haber intentado quitarse la vida.
¡°Eso es el resultado de estar esperando tanto en el campo de refugiados en esta isla¡±, dice Omid Mohammad, tambi¨¦n afgano y miembro del MCAT. ?l ya no reside en el asentamiento, pero contin¨²a dando apoyo a los que siguen all¨ª. ¡°Cuando la gente viene de sus pa¨ªses no sabe nada de las condiciones a las que se van a enfrentar. El proceso de asilo es verdaderamente lento y est¨¢n obligados a permanecer en este lugar con cientos de miserias¡±, asegura.
IRC desarrolla desde hace dos a?os y medio un programa de salud mental en las islas en el que, seg¨²n cuenta Dimitra Kalogeropoulou, directora de la organizaci¨®n en Grecia, han visto problemas para dormir, depresiones, ansiedad y pensamientos suicidas. La llegada de la covid-19 y el confinamiento empeoraron la situaci¨®n y constataron un aumento de, por ejemplo, s¨ªntomas psic¨®ticos y conductas autolesivas.
Mustafa lo ha visto con sus propios ojos. ?l mismo no se siente bien la mayor parte del tiempo. La apat¨ªa, la frustraci¨®n, el aislamiento y el desaliento se fueron extendiendo en el campo como el virus lo hac¨ªa fuera de ¨¦l.
¡°Incluso trat¨¦ de ahorcarme, pero mi hijo me vio y llam¨® a mi esposo. Aqu¨ª pienso mucho sobre la muerte, que ser¨ªa bueno para toda mi familia, que si pudiera poner una medicina en nuestra comida y muri¨¦semos todos ser¨ªa una liberaci¨®n. Pero luego miro a mi hija y pienso que a¨²n no es su hora¡±, reza el testimonio de una mujer de 32 a?os recogido por IRC. Los m¨¢s peque?os no son ajenos al sufrimiento de los adultos. ¡°Los padres, las familias y cuidadores no est¨¢n bien y esto, obviamente, deteriora la salud mental de los ni?os. Es una especie de c¨ªrculo vicioso¡±, se?ala Kalogeropoulou.
El equipo especializado en salud mental infantil de MSF en Moria ha tratado a ni?os con problemas de ansiedad, que han sufrido ataques de p¨¢nico, que mojan la cama o con pensamientos suicidas. ¡°Ahora, a principios de a?o, ya hemos visto a tres ni?os m¨¢s que han tratado de suicidarse¡±, asevera Glatz-Burbakk. ¡°No es un sitio para ni?os con traumas graves. Tienen que ser evacuados. Y tiene que ocurrir ahora mismo¡±.
A las carencias que todos sufren se une la educativa. Los peque?os de Kara Tepe no van a la escuela. Los propios solicitantes de asilo, con iniciativas como Moria Acadamia, han puesto en marcha colegios informales dentro de sus propias tiendas o al aire libre, cuando el tiempo lo permite. No tienen espacios adecuados ni los recursos necesarios, no llegan a todos los ni?os, pero saben que es eso o nada. Y nada no es una opci¨®n.
El ¨²nico aspecto en el que parece haber mejorado este recinto respecto al anterior es la seguridad. Hay una mejor divisi¨®n del espacio y m¨¢s control policial. Seg¨²n Dahl, que hace referencia a entrevistas recientes a mujeres y hombres solteros que ven¨ªan de Moria, ellas se sienten m¨¢s a salvo en la nueva ubicaci¨®n, mientras que los varones, por lo general, perciben lo contrario. No es el caso de Mustafa, que afirma sentirse m¨¢s seguro.
Cuando las llamas consumieron Moria, algunos albergaron la esperanza de ser reubicados por fin en otros pa¨ªses, de ser trasladados al continente o de tener, al menos, un techo en condiciones bajo el que seguir esperando. Sin embargo, tras pasar d¨ªas en arcenes y aparcamientos y ver c¨®mo se constru¨ªa a toda prisa el nuevo campo, la ilusi¨®n fue dejando paso a la resignaci¨®n ante un nuevo internamiento obligatorio.
Para Imogen Sudbery, directora de pol¨ªtica y promoci¨®n para Europa de IRC, la situaci¨®n en las islas griegas es una consecuencia de los defectos del sistema de asilo y migraci¨®n europeo. ¡°Es una crisis hecha por el hombre, por as¨ª decirlo¡±, relata por tel¨¦fono en alusi¨®n a la incapacidad de los Estados miembro para acordar las reformas necesarias que den lugar a un esquema m¨¢s humano y sostenible. ¡°Una de las principales grietas de la pol¨ªtica de la UE, adem¨¢s del Convenio de Dubl¨ªn, que impide un reparto justo de la responsabilidad en Europa, es la falta de canales seguros y legales para solicitar protecci¨®n¡±, se?ala.
En cuanto a la situaci¨®n de los que ya est¨¢n en las islas, Sudbery habla, entre otras medidas, de solventar las carencias de los asentamientos y acelerar los procesos de asilo manteniendo todas las garant¨ªas. Tambi¨¦n de que m¨¢s pa¨ªses se a?adan a los programas de reubicaci¨®n y que esos compromisos se cumplan. ¡°A largo plazo necesitamos un sistema que asegure que las personas que lleguen sean r¨¢pidamente realojadas¡±, dice, ¡°pero mientras, tenemos una poblaci¨®n de alrededor de 15.000 personas que llevan meses y a?os en los campos y que necesitan ser trasladados inmediatamente¡±.
Mientras esperan ese traslado y a que lleguen las respuestas a sus solicitudes de asilo, ans¨ªan que nadie m¨¢s tenga que pasar otro invierno en esas condiciones y siguen haciendo frente, con pocos recursos y mucha voluntad, a los problemas y la indiferencia.
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