Empresas y derechos humanos: ?agendas equidistantes o complementarias?
Entre tanta incertidumbre y caos, el sector privado no ha quedado al margen de las irreverentes propuestas de quienes creen en otras formas de hacer las cosas de manera m¨¢s inclusiva, m¨¢s sostenible, m¨¢s igualitaria
Nota a los lectores: EL PA?S ofrece en abierto todo el contenido de la secci¨®n Planeta Futuro por su aportaci¨®n informativa diaria y global sobre la Agenda 2030. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscr¨ªbete aqu¨ª.
La dichosa pandemia no ha llegado en el mejor momento al mundo empresarial. Obviamente nunca es buen momento para que estas cat¨¢strofes de magnitudes b¨ªblicas se hagan presentes. A las diferentes crisis ambientales, sociales, pol¨ªticas que vienen asolando el mundo desde que entramos en este nuevo siglo, se uni¨® en 2008 la crisis empresarial y econ¨®mica, estrechamente relacionada con todas las anteriores. Los discursos apocal¨ªpticos (o realistas, seg¨²n se mire) vienen anunciando el fin de un modelo de gobernanza global basado en el dominio de los vencedores de la Segunda Guerra Mundial sobre el resto, el final de unos modelos de desarrollo y cooperaci¨®n que solo sirven para que un porcentaje escaso de la poblaci¨®n humana mantenga sus niveles de vida privilegiados, y el final de la capacidad de un planeta agotado que no puede m¨¢s. Incluso hay algunos desventurados que se atreven a aventurar el agotamiento del mism¨ªsimo capitalismo. Ese sistema econ¨®mico camale¨®nico basado en las negociaciones competitivas del ¡°yo gano, t¨² pierdes¡±, que se adapta como nadie a las nuevas coyunturas y en el que siempre ganan los mismos.
Entre tanta incertidumbre y caos, el mundo de la empresa no ha quedado al margen de las irreverentes propuestas de quienes creen en otras formas de hacer las cosas de manera m¨¢s inclusiva, m¨¢s sostenible, m¨¢s igualitaria. Desde el inicio de este siglo comenzaron a darse iniciativas internacionales que requer¨ªan otro modelo de hacer negocios, no tan basado en las rentabilidades y datos econ¨®micos sino en la redistribuci¨®n de riquezas, la sostenibilidad ambiental y social, el respeto de los derechos humanos y la justicia. Surgi¨® el Pacto Mundial bajo el paraguas de Naciones Unidas con toda la laxitud y vaguedad de sus principios ¨¦ticos, o quiz¨¢s m¨¢s est¨¦ticos (porque nadie controla si las empresas realmente cumplen con los indicadores de dichos principios, ya que los informes entregados por las mismas son poco informativos y transparentes); surgieron los Principios Rectores de la ONU sobre empresas y derechos humanos, con una apuesta decidida por la debida diligencia ¨Dla forma en que una empresa entiende, gestiona y comunica el riesgo, tambi¨¦n el que genera para otros¨D en materia de derechos humanos como principio rector de los nuevos modelos empresariales; surgieron tambi¨¦n los Objetivos del Milenio (ODM) y posteriormente, tras el fiasco de no haber alcanzado ninguno de los indicadores, los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) como agenda global en el intento de transformar en 15 a?os lo que no ha sido posible hacer en los 70 anteriores de existencia de Naciones Unidas. Y, sobre todo, han surgido las iniciativas sociales y judiciales para extender la obligatoriedad de respetar los derechos humanos en el ¨¢mbito de las empresas. Hasta el punto de que actualmente ser¨ªa complicado argumentar a favor de la voluntariedad del sometimiento empresarial a los derechos humanos: argumento preferido del mundo empresarial durante los ¨²ltimos 20, 30, 40 o 50 a?os. Pongan ustedes la cantidad que prefieran.
En estos nuevos tiempos en lo que lo pol¨ªticamente correcto se impone como un deber ser, las empresas se sienten atrapadas entre dos documentos internacionales de Naciones Unidas. Uno, el de los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre empresas y derechos humanos, con una jerarqu¨ªa normativa internacional que encaja en el soft law (pol¨ªtica suave), pero que est¨¢ revolucionando los desarrollos normativos regionales y nacionales. Y otro, el de los ODS, que ni siquiera tiene jerarqu¨ªa normativa, y se constituye en la gran agenda internacional para transformar el mundo en pos de la sostenibilidad ambiental, el respeto de los derechos de las mujeres, la erradicaci¨®n de la pobreza y del hambre, la promoci¨®n de los derechos laborales y de unas nuevas formas de relaciones multilaterales y multisectoriales en las que las empresas se convierten tambi¨¦n en actores sociales de transformaci¨®n. Adem¨¢s, de sobra es conocido que los indicadores de estos objetivos no miden el desarrollo humano, sino que siguen midiendo la econom¨ªa en s¨ª misma.
Ya no vale y no est¨¢ bien visto el greenwashing, aunque algunas entidades parecen no haberse enterado
En esta b¨²squeda permanente de facilitarse las cosas prefieren ver estas dos agendas (la de derechos humanos y la del desarrollo) como agendas contrapuestas entre las que hay que elegir y, no como lo que son, agendas complementarias de un mismo objetivo global. Y claro, por lo general resulta m¨¢s sencillo hacer ciertas donaciones, invertir en determinados programas sociales, establecer nuestras propias fundaciones, hacer unas infograf¨ªas, eventos, etc¨¦tera¡ que transformar el modelo de los negocios en pro de la participaci¨®n (personas trabajadoras, grupos de inter¨¦s, comunidades) en la gobernanza de las empresas y en los beneficios que se generan. Asusta mucho m¨¢s realizar estudios de impactos en derechos humanos y planes para remediar y mitigar, para asegurar que la actividad empresarial es beneficiosa desde el punto de vista de los derechos humanos. En definitiva, dar a conocer hechos y no maquillar la realidad de las actividades empresariales. Los m¨¢s dispuestos han puesto en marcha procesos de transformaci¨®n y las instituciones nacionales, regionales e internacionales est¨¢n apostando claramente por la debida diligencia en materia de derechos humanos y las empresas. Ya no vale y no est¨¢ bien visto el greenwashing (lavarse la imagen con lo sostenible), aunque algunas entidades parecen no haberse enterado. Europa comienza a ser, lo que parece un claro ejemplo de este compromiso por el desarrollo normativo de la debida diligencia. Existen diversas leyes nacionales centradas en promoverla y la UE est¨¢ elaborando una nueva directiva al respecto. Tambi¨¦n, empieza a haber una jurisprudencia interesante en el derecho comparado europeo sobre las responsabilidades de las empresas europeas en materia de derechos humanos.
Lamentablemente, esta peque?a reflexi¨®n no est¨¢ pensada para ser complaciente y es importante ser claros al afirmar que quienes apuestan por los ODS como una forma de no tener que cumplir con los Principios Rectores se equivocan totalmente y no han entendido nada de lo que persiguen los Objetivos o la sostenibilidad social en los modelos de negocio. Porque los ODS, aunque no lo acaben de reflejar de manera clara, no son otra cosa que una agenda global para respetar los derechos humanos y transformar el mundo de manera coherente con ese respeto. Esto se traduce en que la debida diligencia en materia de derechos humanos deber¨ªa convertirse en una de las acciones prioritarias de cualquier empresa que vaya a adaptar sus agendas de trabajo a los ODS.
La sostenibilidad de las empresas, ambiental y social, siempre estar¨¢ relacionada con el respeto a los derechos humanos. Esto significa apostar por la lucha contra la pobreza, el hambre o la discriminaci¨®n
La sostenibilidad de las empresas (ambiental y social) siempre estar¨¢ relacionada con el respeto a los derechos humanos. Esto significa apostar por la lucha contra la pobreza, el hambre o la discriminaci¨®n, el respeto de los derechos de las mujeres, la igualdad y la lucha contra el acoso, la violencia y la discriminaci¨®n sexual; la lucha contra el cambio clim¨¢tico y la protecci¨®n del medio ambiente, la humanizaci¨®n de las ciudades, el respeto de los derechos laborales, la redistribuci¨®n de las riquezas, la b¨²squeda de nuevos modelos de relaciones multilaterales con reglas m¨¢s democr¨¢ticas y nuevos roles para todos los actores. Si queremos una participaci¨®n real en los ODS debemos tener capacidad de posicionarnos frente a todos y cada uno de estos temas.
Comprometerse con los ODS tambi¨¦n genera obligaciones al interior de las empresas, requiriendo nuevos modelos de gobiernos corporativos aplicados sin importar el tama?o o la naturaleza de la entidad, que requieren cambios significativos en los modelos tradicionales: democratizaci¨®n y transparencia de los procesos de toma de decisiones, de los temas contables y financieros de la empresa, pol¨ªticas de igualdad y de prevenci¨®n del acoso y la violencia sexual, de cumplimiento de derechos humanos, de retribuci¨®n justa, de promoci¨®n y carrera profesional objetivas e igualitarias para todas las personas, y la participaci¨®n de todo el personal
En los tiempos pospandemia que estamos arrancando, con todas las incertidumbres de las diferentes crisis que compartimos, el compromiso de las empresas con el respeto de los derechos humanos a trav¨¦s de los ODS empieza a ser una claridad en mitad de la espesura de las crisis. Las empresas deben dedicar esfuerzos en la transformaci¨®n de los modelos, en los cambios en los gobiernos corporativos y en la integraci¨®n de la debida diligencia en materia de derechos humanos, as¨ª como en la consecuci¨®n de diversas metas de los ODS. Esto ser¨¢ la clave en el futuro, hoy d¨ªa azul oscuro, casi negro.
Adriana Ciriza y Mikel Berraondo, presidenta y socio de AKUAIPA Transformation, especialistas en derechos humanos.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra ¡®newsletter¡¯.