El derecho a la alimentaci¨®n, piedra angular hacia sistemas sostenibles
Sin una transformaci¨®n profunda en la gobernanza y los flujos econ¨®micos, no alcanzaremos los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ni podremos asegurar la salud del planeta ni la equidad
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En 2020, el Secretario General de las Naciones Unidas lanz¨® el proceso que culminar¨¢ en 2021 con una cumbre mundial para movilizar a la opini¨®n p¨²blica, alcanzar compromisos y adoptar medidas en favor de una transformaci¨®n sostenible de los sistemas alimentarios. El objetivo es que dichos sistemas cumplan su cometido de facilitar el acceso a dietas adecuadas para toda la poblaci¨®n, contribuyendo a recuperar la salud del planeta y la equidad social, y a garantizar el derecho a una alimentaci¨®n adecuada para todas las personas.
La producci¨®n mundial de alimentos ¨Cal menos en lo que al aporte energ¨¦tico de las dietas se refiere¨C ha seguido el ritmo del crecimiento de la poblaci¨®n de forma holgada. De hecho, ese crecimiento ha sustentado la expansi¨®n vertiginosa de la poblaci¨®n (que en los ¨²ltimos 100 a?os se ha cuadruplicado), mediante un proceso tecnol¨®gico que ha cambiado profundamente la agricultura, la cr¨ªa de animales, la pesca y la acuicultura, as¨ª como los sistemas de procesamiento, transporte, conservaci¨®n, log¨ªstica, negocio y gesti¨®n de las cadenas de valor. Esto ha llevado a constatar la finitud de los recursos del planeta, hasta el punto de que en la actualidad la viabilidad de la humanidad est¨¢ en riesgo.
En el ¨²ltimo milenio, la superficie terrestre ha experimentado un cambio de uso del suelo del 75%, mientras que solo en los ¨²ltimos 60 a?os ha sido del orden del 17%. El sistema alimentario en su conjunto, desde el campo a la mesa, es responsable del 29% de las emisiones de gases de efecto invernadero, adem¨¢s de estar asociado al 80% de la p¨¦rdida de biodiversidad y al 80% de la deforestaci¨®n.
En el ¨²ltimo siglo, esa evoluci¨®n ha intensificado su globalizaci¨®n. Con ello, se han amortiguado los efectos de las malas cosechas en la estabilidad de los suministros y la diversificaci¨®n de la variedad de alimentos en muchos pa¨ªses. Pero a la vez, la desvinculaci¨®n creciente de esta cadena ha dificultado la incorporaci¨®n de los costes sociales y ambientales, con el consiguiente impacto en t¨¦rminos de eficacia, justicia y sostenibilidad.
En 2019, 750 millones de personas experimentaron inseguridad alimentaria severa y cerca de 2.000 millones no tuvieron asegurado un acceso regular a una cantidad suficiente de productos nutritivos e inocuos. Se estima que al menos 3.000 millones de personas no tienen ingresos suficientes para poder llevar una dieta que incluya la diversidad y composici¨®n necesaria para una vida saludable. Sumado a ello, la pandemia de la covid-19 podr¨ªa aumentar en 130 millones el n¨²mero de hambrientos. Ahora bien, frente a estos datos alarmantes, un tercio de la comida producida sigue perdi¨¦ndose o desperdici¨¢ndose.
Frente a los datos alarmantes de hambre y pobreza, un tercio de la comida producida sigue perdi¨¦ndose o desperdici¨¢ndose
En ese contexto, la poblaci¨®n adulta con obesidad crece a tasas anuales del 2,6%, tendencia que se produce en todas las partes del mundo y que afecta tambi¨¦n a la infancia. En paralelo, las enfermedades no contagiosas asociadas a la dieta crecen de un modo vertiginoso. Por ejemplo, la diabetes tipo 2 pas¨® en 25 a?os de afectar del 4% al 6% de la poblaci¨®n mundial, y en 2030 podr¨ªan hacerlo al 7%.
Entre 2015 y 2019, anualmente en promedio, 388 defensores de derechos humanos fueron asesinados y otra treintena desaparecieron. Dos tercios de esos casos estar¨ªan relacionados con la defensa de los derechos a la tierra, de los pueblos ind¨ªgenas o del medio ambiente, y a su vez en gran medida con los recursos naturales.
Pero las estructuras siguen sosteni¨¦ndose en la desigualdad de g¨¦nero. Las mujeres representan el 43% de la mano de obra de la agricultura, pero solo el 15% de las personas titulares o poseedoras de tierras. Las mujeres y las ni?as realizan el 75% del trabajo no remunerado en el ¨¢mbito del cuidado, se encargan en el 85% del tiempo de la preparaci¨®n dom¨¦stica de alimentos, y dedican dos veces y medio m¨¢s tiempo que los hombres al trabajo no remunerado del hogar.
Los sistemas alimentarios siguen sosteni¨¦ndose en la desigualdad de g¨¦nero. Ellas representan el 43% de la mano de obra de la agricultura, pero solo el 15% de los titulares de tierras
Las din¨¢micas de las ¨²ltimas d¨¦cadas han mantenido, y en algunos casos aumentado, el impacto negativo sobre los derechos humanos. Sin una transformaci¨®n profunda de los sistemas alimentarios no alcanzaremos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Es decir, no podremos establecer las bases para asegurar la salud del planeta, y un futuro compartido en paz y con equidad.
Un reto de esa magnitud precisa de una fuerte orientaci¨®n pol¨ªtica enraizada en un contrato social que sea v¨¢lido para todos. Solo bajo ese enfoque ser¨¢ posible realizar tres cambios imprescindibles para lograr tal transformaci¨®n.
Primero, redirigir los flujos econ¨®micos para que incorporen los costes sociales y ambientales. Segundo, incorporar los enfoques territoriales para que lo econ¨®mico, lo ambiental y los modos de vida puedan encontrar soluciones a sus contradicciones sin dejar a nadie atr¨¢s. Tercero, redefinir la gobernanza de los sistemas alimentarios y de algunos bienes y aspectos conexos (como la propiedad intelectual, el uso del genoma o el acceso a la informaci¨®n) para equilibrar las asimetr¨ªas que introducen los cambios tecnol¨®gicos o la concentraci¨®n econ¨®mica.
Asimismo, requiere de acuerdos concretos que permitan a todas las partes tener una perspectiva de futuro y un sentimiento de justicia. Un reto que no es f¨¢cil, pero que es posible. Los derechos humanos ofrecen el marco para que ese contrato social sea una realidad. El derecho a comer bien posibilita anclar propuestas concretas en est¨¢ndares que aseguren la inclusi¨®n de todos.
La Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios solo ser¨¢ un punto de partida para esa transformaci¨®n. Su ¨¦xito depender¨¢ de que los acuerdos sean firmes y amplios, y de que est¨¦n respaldados por un sistema de monitoreo centrado en indicadores comprensibles que apunten a los problemas estructurales. Un ¨¦xito que implica un proceso sostenido y colaborativo de varias d¨¦cadas para realizar los cambios en los flujos econ¨®micos, el equilibrio entre lo local y lo global, y la gobernanza. Solo as¨ª, las generaciones presentes y futuras podr¨¢n disfrutar de su derecho a una dieta adecuada.
Juan Carlos Garc¨ªa y Cebolla es el jefe del Equipo de Derecho a la Alimentaci¨®n de la FAO
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