En reconocimiento de esos miles de h¨¦roes an¨®nimos
En el D¨ªa Mundial de la Ayuda Humanitaria es esencial reivindicar la ingente labor del personal humanitario, hoy, si cabe, con mayores retos por los devastadores efectos de la covid-19
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El 19 de agosto de 2003 un cami¨®n suicida se inmolaba contra el hotel Canal de Bagdad, sede de Naciones Unidas en Irak. El atentado, que se cobrar¨ªa la vida de 22 personas, ocurr¨ªa tan solo cinco d¨ªas despu¨¦s de la creaci¨®n de la misi¨®n de asistencia de las Naciones Unidas para este pa¨ªs. Una misi¨®n que, a petici¨®n del propio Gobierno local, pretend¨ªa facilitar la asistencia humanitaria, la reconstrucci¨®n del pa¨ªs y su capacidad para proveer servicios b¨¢sicos a la poblaci¨®n.
Hoy, 19 de agosto de 2021, conmemoramos, como desde hace 12 a?os, el D¨ªa Mundial de la Asistencia Humanitaria. Hoy recordamos que existen 235 millones de personas en situaci¨®n de necesidad y miles de actores an¨®nimos que se suman a su lucha para alcanzar los casi 30 millones de euros que, seg¨²n Naciones Unidas, son indispensables para satisfacer las necesidades m¨¢s acuciantes.
Ahora, cuando el planeta ha quedado sumido en una crisis devastadora, fruto de una pandemia que no deja de sorprendernos ola tras ola, la acci¨®n humanitaria ha cobrado un desafortunado protagonismo. Lamentablemente, la pandemia ha exacerbado las necesidades de los pa¨ªses del sur y debilitado la capacidad de los donantes.
La covid-19 ha desencadenado la recesi¨®n global m¨¢s profunda desde los a?os treinta del siglo pasado: la pobreza extrema ha aumentado por primera vez desde hace 22 a?os, el desempleo se ha incrementado de forma dram¨¢tica y sus efectos en la educaci¨®n han repercutido, en mayor o menor medida, en el 91% de los estudiantes de todo el mundo. En paralelo, la intensidad de los conflictos se ha incrementado, con un efecto particularmente cruel sobre civiles y en especial, sobre los ni?os y las ni?as; crece la inseguridad alimentaria y la hambruna, la violencia sexual y, fruto del cambio clim¨¢tico, proliferan los desastres naturales.
All¨ª donde ante situaciones humanitarias, aparece siempre un pu?ado de hombres y mujeres dispuesto a darlo todo por un principio llamado solidaridad
Ante una crisis de esta magnitud, con el l¨®gico foco en las poblaciones en situaci¨®n de mayor vulnerabilidad, tendemos a olvidarnos de quienes, entre bastidores, en la sala de m¨¢quinas y lejos de los centros de poder sufren las dificultades de asistir a las personas m¨¢s desfavorecidas. Y es que all¨ª donde, ante situaciones humanitarias, aparece siempre un pu?ado de hombres y mujeres dispuesto a darlo todo por un principio llamado solidaridad.
A darlo todo en sentido literal, pues muchos son quienes, como las 22 v¨ªctimas del Hotel Canal hace 18 a?os, terminan perdiendo hasta la vida. Seg¨²n la Base de Datos sobre Seguridad de los Trabajadores Humanitarios (AWSD), financiada por USAID (Agencia Americana de Cooperaci¨®n), en 2020 se produjeron 276 ataques a personal humanitario, causando 475 v¨ªctimas, 108 de ellas, mortales.
Pero este drama no es impersonal ni una mera cifra estad¨ªstica, tiene nombres y apellidos. Hace algo m¨¢s de un mes recib¨ªamos la dram¨¢tica noticia del fallecimiento de Mar¨ªa Hern¨¢ndez, trabajadora de M¨¦dicos sin Fronteras en Etiop¨ªa, asesinada junto a sus dos compa?eros et¨ªopes, Yohannes Halefom y Tedros Gebremariam, mientras acud¨ªan a prestar asistencia a las poblaciones afectadas por el conflicto en la regi¨®n de Tigray.
Pero m¨¢s all¨¢ de los desenlaces m¨¢s aciagos, la vida del personal humanitario encuentra mil y una piedras, pedruscos o aut¨¦nticos muros en el camino. Son frecuentes las detenciones y el hostigamiento de las autoridades hacia los trabajadores humanitarios, las dificultades burocr¨¢ticas y administrativas, las restricciones a sus movimientos, el empeoramiento del acceso y la falta de seguridad en la que desarrollan su labor. Por si fuera poco, la pandemia y las cada vez m¨¢s recurrentes cat¨¢strofes naturales no paran de exacerbar las necesidades.
Es dif¨ªcil conocer el n¨²mero exacto de trabajadores y las trabajadoras del sector humanitario debido a varios factores como el car¨¢cter temporal de la asistencia en emergencias, a la incorporaci¨®n a las filas humanitarias de miembros de muy distintos sectores que deciden dedicar parte de su actividad profesional a la asistencia humanitaria o su ubicaci¨®n, en no pocas ocasiones, en los contextos m¨¢s dif¨ªciles donde carecemos de datos. Pero s¨ª sabemos que desarrollan su labor en organismos internacionales, en ONG o en agencias de cooperaci¨®n como la AECID, o aquellos que lo hacen desde sus ¨®rdenes religiosas y que est¨¢n presentes en 95 pa¨ªses del mundo y que son, como Mar¨ªa, en su mayor¨ªa mujeres.
Desde marzo 2020, somos testigos de c¨®mo los efectos de la pandemia, el confinamiento y las frecuentes interrupciones en los medios de transporte, han puesto a¨²n m¨¢s obst¨¢culos a un acceso que ya de por s¨ª era complicado. Ahora, cuando Naciones Unidas nos alerta de que m¨¢s de 235 millones de personas atraviesan una dura situaci¨®n de necesidad, cuando el acceso sigue tan restringido y cuando la pandemia nos sit¨²a ante un reto global, la asistencia humanitaria se vuelve imprescindible.
Mantenemos nuestro compromiso con la defensa de su seguridad, con especial preocupaci¨®n por las misiones m¨¦dicas y con la protecci¨®n de la educaci¨®n en los pa¨ªses en conflicto
Desde la Oficina de Acci¨®n Humanitaria de la AECID queremos reconocer la labor de todas estas personas y decirles que seguiremos esforz¨¢ndonos para que puedan desempe?ar su labor. Mantenemos nuestro compromiso con la defensa de su seguridad, con especial preocupaci¨®n por las misiones m¨¦dicas y con la protecci¨®n de la educaci¨®n en los pa¨ªses en conflicto. Seguiremos haciendo incidencia en los foros internacionales. En definitiva, trataremos de aportar nuestro peque?o granito de arena para que quienes velan por la alimentaci¨®n, la salud, la educaci¨®n y la protecci¨®n de las personas en situaci¨®n de mayor vulnerabilidad, puedan trabajar dignamente y en condiciones de seguridad.
Hoy, 19 de agosto, queremos honrar la labor de tantos compa?eros y compa?eras que dedican sus vidas a la asistencia humanitaria.
Elena Bravo Tabern¨¦ y Alejandro Alvargonz¨¢lez Largo son, respectivamente, jefa de la Unidad Prevenci¨®n y Evaluaci¨®n, y jefe de Servicio de Diplomacia Humanitaria en la Oficina de Acci¨®n Humanitaria de la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo (AECID).
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