Brutal atentado contra la ONU en Bagdad
Al menos 17 muertos, entre ellos el representante de Naciones Unidas, y un centenar de heridos
Un potente coche bomba, algunos testigos hablan de una hormigonera de color rojo cargada con explosivos, derrumb¨® ayer, a las 16.40 (las 14.40, hora peninsular espa?ola), las tres plantas de una de las esquinas del hotel Canal, utilizado por Naciones Unidas como sede en Bagdad. Al menos 17 personas resultaron muertas y 100 heridas, de ellas 20 de gravedad. El enviado especial de Naciones Unidas para Irak, el brasile?o Sergio Vieira de Mello, de 55 a?os, un veterano diplom¨¢tico que ha dirigido misiones de la ONU en Bosnia-Herzegovina y Timor Oriental, se encuentra entre los fallecidos entre los escombros. Su oficina estaba situada en la zona m¨¢s da?ada por la explosi¨®n del coche bomba. Es probable que fuera el objetivo principal del ataque, como sugiri¨® el administrador civil de Irak, el estadounidense Paul Bremer.
"Se pod¨ªan escuchar gritos de personas que ped¨ªan socorro y otras que lloraban"
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El humo negro y denso de la sede de la ONU era visible desde varias partes de la capital. Siete helic¨®pteros artillados estadounidenses volaban en c¨ªrculos, a veces muy bajo, alrededor del hotel Canal, que ya fue la sede de los primeros inspectores de Naciones Unidas tras la primera guerra del Golfo. Decenas de blindados, carros de combate y veh¨ªculos todoterreno tomaron posiciones y bloquearon el tr¨¢fico en tres kil¨®metros a la redonda en plena hora punta.
Soldados estadounidenses con el arma calada imped¨ªan el paso y apuntaban a los curiosos que se agolpaban en los puentes. Algunos patrullaban de un lado para otro con un hombre asomado en la torreta y pistola en mano. Dos carriles quedaron expeditos para la entrada y salida de decenas de ambulancias, que eran minuciosamente registradas por las tropas antes de permitirles el acceso. Los heridos m¨¢s graves eran evacuados en camillas por militares hacia helic¨®pteros de transporte. Los soldados tem¨ªan la presencia de un segundo coche bomba en el ¨¢rea, que no se confirm¨®. Las viviendas situadas en dos kil¨®metros a la redonda sufrieron la rotura de cristales.
Mahmud Shaker tiene la camisa beis y los pantalones manchados de gotas de sangre. Su mirada era nerviosa y el habla entrecortada. Estaba en la sala de prensa del hotel Canal en el momento de la explosi¨®n cubriendo para un medio brit¨¢nico una rueda de prensa sobre la desactivaci¨®n de las minas antipersona en Irak. "Eran m¨¢s de las cuatro y media de la tarde. Me encontraba en ese local cuando se escuch¨® una gran explosi¨®n que sacudi¨® las paredes y las mesas. Todo qued¨® en la oscuridad. El techo parec¨ªa derrumbarse sobre nosotros. Se pod¨ªan escuchar gritos de personas que ped¨ªan socorro y otras que lloraban. Gracias a los camar¨®grafos que iluminaron el lugar pudimos encontrar una salida por las puertas y ventanas arrancadas. Esto ha salvado muchas vidas. He visto a m¨¢s de sesenta personas heridas, 20 de ellas muy graves. Por lo menos hab¨ªa 16 muertos tirados en el suelo. Escuch¨¦ los gemidos de dos personas mayores que ten¨ªan sangre en la cara y no pod¨ªan ver nada. Les cog¨ª por los brazos hasta sacarles fuera. Por eso tengo manchas de sangre en la camisa".
Muchos de los heridos eran leves, ten¨ªan cortes en el cuero cabelludo, en el cuello, en las manos y en las piernas. Era el efecto de la onda expansiva y de los vidrios rotos. Algunos emerg¨ªan de entre los cascotes con el rostro blanco, recubierto por un polvillo uniforme que s¨®lo dejaba c¨ªrculos en torno a los p¨¢rpados y los labios. Una mujer dijo haber visto restos humanos entre las ruinas. La fuerza de despliegue r¨¢pido fue la primera en llegar. Colocaron s¨¢banas blancas sobre los cad¨¢veres. El Ej¨¦rcito norteamericano envi¨® unidades m¨¦dicas al hotel Canal.
Las escenas de p¨¢nico se suced¨ªan en los primeros minutos tras la explosi¨®n, cuando muchos de los 300 empleados que trabajan habitualmente en ese edificio emerg¨ªan a pie en busca de ayuda. Fuera, las ambulancias civiles y de la Media Luna Roja guardaban su turno con las luces de emergencia encendidas. Era constante el ulular de las sirenas mezcladas con los rotores de los helic¨®pteros. Los bomberos lograron apagar el incendio horas despu¨¦s de la explosi¨®n, permitiendo el inicio del desescombro. Los equipos de rescate temen que haya personas atrapadas bajo los tres pisos que se han venido abajo en una de sus esquinas. Las labores proseguir¨¢n toda la noche.
Como sucediera hace 12 d¨ªas en el atentado contra la Embajada jordana en Bagdad, en el que murieron 14 personas, ning¨²n grupo ha reclamado la autor¨ªa del mismo. Algunos testigos afirman que el explosivo estaba escondido en una hormigonera que entr¨® por una calle angosta entre el hotel Canal y el hospital vecino, donde la seguridad era escasa. Otros mencionan un coche. Nadie vio al conductor bajarse del veh¨ªculo. Parece que se trata de un atentado suicida, aunque no hay confirmaci¨®n oficial. W. G., un experto en seguridad, que da protecci¨®n a algunos de los embajadores que se acercaron al lugar, dijo: "No entiendo c¨®mo no estaba protegido todo el per¨ªmetro de la sede de la ONU en Bagdad despu¨¦s de lo ocurrido en la Embajada jordana".
Tanto Naciones Unidas como varias legaciones diplom¨¢ticas extranjeras (entre ellas la espa?ola, que cuenta con cuatro geos) han solicitado una protecci¨®n espec¨ªfica adicional. El general jefe de las tropas estadounidenses en Irak, Ricardo S¨¢nchez, dijo que lo estaban "evaluando", sin ofrecer detalles, pero las convenciones internacionales obligan a las autoridades del pa¨ªs de acogida, en este caso EE UU ante la ausencia de Gobierno local.
El portavoz de Naciones Unidas en Bagdad, Salim Lone, explic¨® que la explosi¨®n se produjo debajo de la estancia donde trabajaba Sergio Vieira de Mello. "Su despacho y los que se encontraban alrededor ya no existen". La ONU ha activado sus planes para evacuar al personal no imprescindible y ha convocado una reuni¨®n de seguridad, a la que invit¨® a las ONG que trabajan en el pa¨ªs, para ver cu¨¢les son los pasos a dar, informa EFE.
Dos espa?oles ten¨ªan oficina en la primera planta del hotel Canal, el embajador Miguel Benzo y el capit¨¢n de nav¨ªo Manuel Mart¨ªn Oar, que result¨® herido en los brazos. Desde el ataque a la Embajada jordana exist¨ªa una psicosis generalizada a un nuevo atentado terrorista. El propio Benzo coment¨® a EL PA?S hace 12 d¨ªas que se hab¨ªan reforzado las medidas de seguridad en el hotel Canal, pues se tem¨ªa que la ONU pudiera ser objetivo terrorista. De Mello, en su intervenci¨®n en julio ante el Consejo de Seguridad en Nueva York, dijo: "La presencia de la ONU en Irak se mantiene vulnerable; cualquiera podr¨ªa atacar a nuestra organizaci¨®n".
Una fuente del Ej¨¦rcito estadounidense reconoci¨® que carec¨ªan de informaci¨®n sobre los responsables de los atentados, aunque p¨²blicamente los portavoces vuelven a se?alar al grupo Ansar al Islam, al que ya se le vincul¨® en la acci¨®n contra la Embajada de Jordania. Pero ese grup¨²sculo de unos trescientos militantes, de religi¨®n sun¨ª e influencia wahabita (versi¨®n estricta del islam que se difunde desde Arabia Saud¨ª) y al que se supon¨ªa desarticulado durante la guerra, jam¨¢s actu¨® en Bagdad.
Parece m¨¢s bien obra de alg¨²n grupo de la resistencia, bien expertos en explosivos del Mujabarat (polic¨ªa secreta de Sadam Husein) o de militantes fundamentalistas. Un experto en el mundo isl¨¢mico asegura que para colocar un coche o un cami¨®n bomba en Bagdad es necesaria una gran infraestructura o la ayuda de grupos extranjeros.
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