Escuelas libres de violencia: la lucha pac¨ªfica de los docentes contra las pandillas en Honduras
Los profesores de los centros educativos de los barrios marginales de la capital hondure?a de Tegucigalpa arriesgan su vida para defender a los estudiantes del reclutamiento forzado, a pesar de las violencias que sufren de las maras
Desde el otro lado de la pantalla, la sonrisa de Rodrigo Pineda (nombre ficticio para preservar su seguridad), director de un centro educativo p¨²blico hondure?o, corta la distancia y difunde calma hasta en el espacio virtual. Vive en Tegucigalpa y hace 20 a?os, cuando escogi¨® escuchar la vocaci¨®n docente, adem¨¢s de los retos educativos, asumi¨® tambi¨¦n el riesgo personal que esta profesi¨®n conlleva, por lo menos si hay que ejercerla en los asentamientos m¨¢s pobres de la capital de Honduras, controlados por las pandillas Mara Salvatrucha y Barrio 18.
Cada vez que el profesor Pineda entraba en su escuela, antes de que la pandemia obligara a la educaci¨®n en l¨ªnea, ten¨ªa que armarse de valor para enfrentarse a las dos maras que, desde algunos a?os, tienen la costumbre de asediar los centros educativos de los barrios marginales para almacenar drogas y armas, o reclutar forzosamente a ni?os y j¨®venes en edad escolar.
Las dos bandas criminales rivales dictan ley en Honduras, sobre todo en Tegucigalpa y en la ciudad fronteriza de San Pedro Sula, alimentando un conflicto interno para el monopolio del tr¨¢fico de drogas y armas, de la extorsi¨®n y de la trata de personas.
Para asegurarse el crecimiento de la banda, los jefes de las pandillas sol¨ªan acercarse a las rejas de las escuelas p¨²blicas de los barrios marginales, intentando convencer a los estudiantes entre 10 y 14 a?os a ingresar en la criminalidad organizada, por las buenas o por las malas. Esta estrategia de reclutamiento funcion¨® hasta marzo de 2020 y podr¨ªa volver a ser realidad, ya que desde el 18 de abril de este a?o los alumnos y docentes hondure?os han regresado a la escuela de forma presencial, despu¨¦s de dos a?os de clases virtuales.
¡°Un pandillero un d¨ªa me dijo que las escuelas son sus semilleros. Estos criminales reclutan a los chicos m¨¢s pobres, hu¨¦rfanos o de hogares disgregados. Casi la mitad de mis estudiantes viven con un abuelo o un t¨ªo, porque los padres han muerto o han emigrado a Estados Unidos. Algunos ni?os ven a la pandilla como la ¨²nica opci¨®n para salir adelante, pero los dem¨¢s nos piden ayuda a gritos. Entonces salimos a la calle e intentamos persuadir a los jefes de las maras a dejar libres los estudiantes¡±, dice Rodrigo Pineda.
Un pandillero un d¨ªa me dijo que las escuelas son sus semilleros
Muchos docentes han tratado de proteger a sus alumnos, especialmente a los m¨¢s j¨®venes y a las ni?as, que a menudo son objeto de trata con fines de explotaci¨®n sexual. Sin embargo, esta valent¨ªa ha costado la vida a m¨¢s de cien maestros hasta hoy. Seg¨²n los datos del Comisionado nacional de los Derechos Humanos de Honduras, son 90 los docentes asesinados solamente entre 2010 y 2017.
Bien lo sabe el director Alberto Herrera (nombre ficticio), de 52 a?os y 32 de servicio docente, que en su vida escuch¨® la triste noticia del asesinato de un colega m¨¢s de una vez. ¡°Algunos estudiantes son hijos de los mareros y los padres de familia nos insultan, amenazan o asaltan si damos una mala calificaci¨®n al chico. Hace unos a?os, un maestro intent¨® disciplinar un pleito entre dos jovencitas y el familiar de una de ella lleg¨® a la escuela y le dispar¨®¡±, comenta.
A los asesinados se suma el n¨²mero de profesores que han dejado sus hogares debido a las amenazas. En los ¨²ltimos cinco a?os, 269 docentes han sido v¨ªctimas de desplazamiento interno por la violencia de las pandillas, un fen¨®meno que ha afectado 247.090 hondure?os entre 2014 y 2018, que corresponde al 2,7% de la poblaci¨®n del pa¨ªs.
Seg¨²n los datos del Comisionado nacional de los Derechos Humanos de Honduras, son 90 los docentes asesinados solamente entre 2010 y 2017
¡°Los pandilleros ingresan de noche a las escuelas para esconder droga y armas de fuego, y en algunos casos los ni?os se han topado con casquillos de balas. A veces, escuchamos a los mareros dispararse en la calle frente a la escuela. Algunos profesores m¨¢s j¨®venes no aguantan y se van¡±, contin¨²a Pineda.
Rodrigo Pineda y Alberto Herrera forma parte del Comit¨¦ de Docentes, una organizaci¨®n de maestros y profesoras que luchan para promover la educaci¨®n y erradicar la violencia en las escuelas. El Comit¨¦ est¨¢ apoyado por ACNUR y Save the Children, que en 2018 lanzaron un informe para denunciar la grave situaci¨®n de violencia que afecta los centro educativos.
¡°Los profesores est¨¢n entre los m¨¢s perjudicados por la violencia de las pandillas, juntamente con transportistas y negociantes¡±, asegura Vanessa Paguada, coordinadora por Save the Children del proyecto de fortalecimiento de los entornos de ni?os y j¨®venes en colaboraci¨®n con ACNUR. ¡°Son v¨ªctimas de extorsi¨®n, violencia f¨ªsica o sexual y las pandillas los ven como un obst¨¢culo que hay que eliminar porque se oponen al reclutamiento de los j¨®venes¡±, agrega.
Durante la pandemia, muchos docentes fueron v¨ªctimas de violencia cibern¨¦tica y de extorsi¨®n en l¨ªnea. ¡°Los mareros nos ped¨ªan recargar sus tarjetas de cr¨¦dito, pagar el internet a sus hijos¡±, afirma Pineda. ¡°Pero para nosotros es in¨²til denunciar estos hechos porque sabemos que la polic¨ªa est¨¢ coludida [compinchada] con los mareros¡±.
La falta de confianza en las instituciones encuentra una raz¨®n m¨¢s en la reciente detenci¨®n del expresidente Juan Orlando Hern¨¢ndez, que el 21 de abril fue extraditado a Estados Unidos, donde enfrentar¨¢ un juicio por supuesto narcotr¨¢fico y posesi¨®n de armas en un tribunal de Nueva York. Durante su mandato, Hern¨¢ndez orden¨® la militarizaci¨®n de numerosos centros educativos, despu¨¦s de algunos episodios de violencia. ¡°El Estado dispone medidas paliativas, pero no ataca a la ra¨ªz del problema. La polic¨ªa se queda un tiempo y despu¨¦s se va, dejando el campo libre a las maras, que regresan m¨¢s fuertes; y la violencia hacia nosotros y los estudiantes se acrecienta¡±, explica Alberto Herrera.
Los ni?os y los j¨®venes que rechazan el reclutamiento forzado desaf¨ªan, sin querer, a los jefes de las maras, que castigan este atrevimiento con la muerte. Destino parecido toca a quienes escogen ingresar en una pandilla, que a menudo mueren en atracos y enfrentamientos con la polic¨ªa. Con una tasa de 30 homicidios de menores de 18 a?os cada 100.000 habitantes, Honduras ostenta el r¨¦cord mundial de asesinados de ni?os, seg¨²n el informe Infancias Robadas de Save the Children.
Durante la pandemia, muchos docentes fueron v¨ªctimas de violencia cibern¨¦tica y de extorsi¨®n en l¨ªnea
Atrapados en una situaci¨®n de violencia sin salida, muchos chicos hondure?os dejan la escuela y sus hogares para huir a comunidades rurales o a Estados Unidos, ampliando el ya enorme n¨²mero de menores de edad no acompa?ados que salen desde el norte de Centroam¨¦rica. Desde octubre hacia febrero 2022 han llegado a la frontera sur m¨¢s de 58.000 chicos no acompa?ados y el 23% son hondure?os, seg¨²n los ¨²ltimos datos de la Oficina de Aduanas y Protecci¨®n Fronteriza de Estados Unidos.
En los ¨²ltimos dos a?os, la tasa de deserci¨®n escolar dispar¨® y aproximadamente el 40% de los estudiantes abandonaron la escuela en 2020, debido a la inseguridad social y al aumento de la pobreza hasta el 70% por la pandemia y los efectos de los huracanes Eta e Iota.
Un buen n¨²mero de alumnos de Pineda y Herrera dejaron las escuelas, otros se quedaron y algunos migraron, pero consiguieron conectarse a las clases en l¨ªnea desde los campamentos de migrantes en M¨¦xico. ¡°Los docentes intentamos hacer un buen trabajo en medio de un terreno minado. Da gusto cuando encontramos exalumnos que ya son profesionales o vemos que un ni?o que se va de Honduras participa en nuestras clases hasta desde la ruta migratoria. Por ellos seguimos asumiendo riesgos y luchamos para darles la mejor educaci¨®n posible¡±, concluye Alberto Herrera.
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