C¨®mo financiar un equipo de f¨²tbol vendiendo palomitas
En un asentamiento informal de Lusaka (Zambia), un centenar de j¨®venes consigui¨® limpiar en dos semanas una gran explanada llena de pl¨¢sticos y desperdicios para practicar deporte
Dice Gift James que no tardaron m¨¢s de dos semanas. Que junt¨® a unas 90 personas, todos chavales de Bauleni, el barrio de Lusaka, la capital de Zambia ¨Cdonde ¨¦l naci¨® y donde vive¨C y transformaron un vertedero informal, de los que abundan en su comunidad, una gran explanada de arena antes llena de basura y desperdicios, en una pista lisa y lista para jugar al f¨²tbol. ¡°La verdad es que no fue f¨¢cil; no ten¨ªamos ni materiales ni nada. Pero hacerlo ha sido muy importante, ya sabes; este deporte puede cambiar vidas aqu¨ª¡±, afirma. Porque, ante todo, la idea era sacar a chavales de la calle, alejar a la juventud de la droga y del alcohol en un lugar en el que el simple hecho de nacer ya supone una vida con muchas menos oportunidades y muchos m¨¢s obst¨¢culos a superar.
Bauleni es un slum, un emplazamiento levantado hace unas d¨¦cadas como asentamiento informal por unos pocos cientos de personas que creci¨®, y creci¨®, hasta llegar a los m¨¢s de 80.000 habitantes que alberga hoy. Una barriada en la que los cortes el¨¦ctricos resultan frecuentes y donde solo el 10% de los vecinos tiene agua en casa. Donde los servicios de saneamiento y de recogida de residuos y desechos son pobres y escasos, cuando no inexistentes, lo que provoca que los brotes de c¨®lera, muy frecuentes en el pa¨ªs (el del 2018 dej¨® casi 6.000 casos detectados y m¨¢s de un centenar de muertes), se sufran con especial virulencia. Una comunidad con falta de escuelas y centros sociales y, en definitiva, una de las que engrosa esa estad¨ªstica de Naciones Unidas que indica que, en Zambia, un pa¨ªs cuya poblaci¨®n ronda los 20 millones, la pobreza alcanza al 57%.
Yo no quiero encontrar al nuevo Cristiano Ronaldo, sino utilizar esto como herramienta para lograr que los chavales sean buenas personas, que tengan m¨¢s oportunidades de hacer algo en la vidaDiego Casinelli, fundador de la ONG In&Out of the Ghetto
¡°A menudo vemos a j¨®venes tomando drogas, a ni?as qued¨¢ndose embarazadas a muy temprana edad. Se me ocurri¨® que, si organiz¨¢bamos entrenamientos de f¨²tbol, los chavales ir¨ªan del colegio a la pista, y de la pista a su casa, a dormir. Y vamos bien. Cuando empezamos ¨¦ramos unos 90, pero ahora somos m¨¢s de 200. Cada vez vienen m¨¢s. Muchachos y muchachas desde los seis hasta los 19 a?os¡±, prosigue James.
Algunas de las dificultades que han encontrado en el d¨ªa a d¨ªa: como no ten¨ªan postes de metal para las porter¨ªas, colocaron unos de madera, pero al poco tiempo se los robaron. ¡°Hay gente que los necesita para hacer fuego o para venderlos¡±, admite James. As¨ª que decidieron poner porter¨ªas m¨®viles. Un vecino deja que las guarden en su casa.
Con el vertedero limpio y las tardes llenas de chavales, James quiso llevar el proyecto un poco m¨¢s all¨¢. Entrenar estaba bien, pero formar equipos y competir elevar¨ªa el inter¨¦s y atraer¨ªa a m¨¢s j¨®venes. ¡°Hay campeonatos locales a los que podemos asistir. Nos invitan y jugamos, y eso les encanta¡±, dice. Pero los torneos llevan aparejados ciertos costes en material, en inscripciones, en gasolina, y ¨¦l no ten¨ªa dinero para sufragar tanto gasto. As¨ª que recurri¨® a In&Out of the Guetto, una ONG de Bauleni cuyo director, el pastelero italiano de 48 a?os, Diego Casinelli, acogi¨® la iniciativa con ilusi¨®n y muchas ganas.
Cuatro m¨¢quinas de palomitas
Que Gift James recurriera a esta ONG no es m¨¢s que la consecuencia l¨®gica de los ¨²ltimos 10 a?os, los que lleva esta organizaci¨®n dedicada a Bauleni. Diego Casinelli era pastelero en su pueblo de Mil¨¢n cuando, en unas vacaciones cualquiera, ya rondando la treintena, decidi¨® cambiar los tradicionales viajes tur¨ªsticos con sus amigos por un voluntariado en la India para conocer la obra de Santa Teresa de Calcuta. Cuando volvi¨® a su pa¨ªs natal, algo hab¨ªa cambiado en ¨¦l. Comenz¨® a realizar voluntariados por Italia hasta que Zambia se cruz¨® en su camino. ¡°Cuando conoc¨ª todo esto, se me meti¨® en la cabeza venirme a ?frica; seguir desarrollando mi profesi¨®n, pastelero, pero aqu¨ª. As¨ª que contact¨¦ con los misioneros combonianos, me licenci¨¦ en Trabajo Social y, en 2009, me vine a Lusaka¡±, cuenta Casinelli.
Lo que encontr¨® el pastelero en Lusaka fue una ciudad vibrante, una urbe en pleno boom econ¨®mico y demogr¨¢fico que ya alcanza los tres millones de habitantes y con proyecciones de superar los 10 millones para el a?o 2100. Por azares del destino, Bauleni fue su lugar de acogida. Ahora, con un negocio pastelero en el barrio, con familia zambiana y con una ONG cuyo principal proyecto visible, el centro social Steve Biko, es uno de los mayores reclamos para los ni?os del barrio, habla as¨ª de la que considera su comunidad: ¡°Aqu¨ª hay problemas con la droga. Tambi¨¦n muchos bares; decimos de broma que tenemos uno para cada d¨ªa del a?o. Es un barrio que podr¨ªamos llamar slum o gueto, con todos los problemas que ello implica. Pero tambi¨¦n es un sitio lleno de energ¨ªa, de creatividad en muchos campos: m¨²sica, deportes¡ Los ni?os elaboran sus propios juguetes; usan basura para construir camiones o cometas. Hay belleza, la verdad¡±.
Con todos estos precedentes, al pastelero italiano no le extra?¨® que uno de los muchos chavales de Bauleni llamara a su puerta un d¨ªa cualquiera. ¡°Este chico vino y me dijo: ¡®quiero hablar contigo¡¯, y a m¨ª me gusta la gente que propone cosas. Me explic¨® lo que hab¨ªan hecho con el vertedero, fui a echar un vistazo y tambi¨¦n a un torneo que jugaron en Navidad. Vi seriedad y me dije: venga, vamos a apoyar esto¡±, cuenta Casinelli. La idea que le sugiri¨® Gift James para financiarlo fue la siguiente: recuperar cuatro m¨¢quinas de hacer palomitas que ten¨ªa apalancadas en un caj¨®n y sufragar con los ingresos que generaran las equipaciones, la gasolina, los balones y todos los gastos del nuevo equipo de f¨²tbol. ¡°Mi ONG es por y para la comunidad, pero no es muy grande. Ten¨ªamos alguna partida apartada para iniciativas as¨ª y decidimos invertirlo en este¡±, afirma.
El capital inicial fueron 1.300 kwachas (alrededor de 73 euros). Con eso compraron el ma¨ªz, el aceite para cocinar y pagaron la electricidad donde est¨¢n enchufadas las m¨¢quinas
Dicho y hecho. El capital inicial fueron 1.300 kwachas (alrededor de 73 euros). Con eso compraron el ma¨ªz, el aceite para cocinar y pagaron la electricidad donde est¨¢n enchufadas las m¨¢quinas. Despu¨¦s decidieron tarifas: un kwacha (unos seis c¨¦ntimos de euros) por cada bolsa de palomitas, un precio acorde al poder adquisitivo del barrio. ¡°Hasta ahora estamos teniendo una buena acogida; los mejores d¨ªas, las ventas alcanzan unos 80 kwachas (cuatro euros con cincuenta), y para cada torneo necesitamos unos 400 kwachas (23 euros), as¨ª que cada a?o intentaremos jugar cinco o seis. No siempre es suficiente, pero lo intentamos¡±, afirma James. ¡°Yo no quiero encontrar al nuevo Cristiano Ronaldo, sino utilizar esto como herramienta para lograr que los chavales sean buenas personas, que tengan m¨¢s oportunidades de hacer algo en la vida. Ellos, espont¨¢neamente, limpiaron el vertedero, y creo que es algo que hay que apoyar¡±, opina Diego.
Tardes entre balones
A Naomi Banda, una muchacha de 14 a?os, le gusta el Chelsea, el equipo ingl¨¦s, aunque confiesa no tener jugador favorito; explica que no podr¨ªa quedarse con uno. Con el pelo recogido, una camiseta antigua y unas deportivas gastadas y sucias, es una de las j¨®venes que se acerca hoy, como cada tarde, a practicar al antiguo vertedero. Tambi¨¦n fue una de las que particip¨® en su limpieza y puesta a punto. ¡°Antes ten¨ªamos otro campo de f¨²tbol, pero construyeron algo en ¨¦l. As¨ª que, a los que nos gusta jugar, nos buscamos la vida para hacerlo¡±, destaca. Y despu¨¦s agrega: ¡°Algunas de mis amigas beben, o ya se han quedado embarazadas, o venden sexo por dinero. Yo no quiero eso¡±. A su lado escucha Alex Mkwanda, un chaval que acaba de cumplir 19 a?os y tambi¨¦n asistente habitual a los entrenamientos. Aporta: ¡°Me gusta venir aqu¨ª; juego hasta que me canso y, entonces, vuelvo a casa¡±.
Cuando terminan de hablar, ambos se incorporan al entrenamiento que est¨¢ a punto de comenzar. ¡°A los sub-19 queremos inscribirlos en una liga; estoy seguro de que podemos terminar de preparar el campo en las pr¨®ximas semanas y los partidos de local podr¨ªamos jugarlos aqu¨ª¡±, comenta Gift James esperanzado. Tras cambiar un lugar lleno de pl¨¢sticos y desperdicios por uno donde los gritos y las risas se han apoderado de las tardes, los retos y las competiciones se suceden. El dinero del registro a este nuevo campeonato saldr¨¢ tambi¨¦n de las m¨¢quinas de palomitas que ¨¦l y Casinelli han puesto en funcionamiento. El italiano finaliza: ¡°Aqu¨ª hay un gran sentimiento de pertenencia; no vas a encontrar a nadie que haya nacido fuera de Bauleni que viva en la comunidad. Pero hay que salir de la mentalidad de gueto e intentar hacer de este un sitio mejor. Ese es el objetivo¡±.
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