Prostituci¨®n en Zimbabue: ¡°Algunos no quieren pagar, otros te golpean, otros prefieren no utilizar protecci¨®n¡±
Los arrestos, la violencia y el estigma son la vida diaria de las prostitutas de este pa¨ªs africano, cuya ley penaliza especialmente a los proxenetas, pero sigue dejando en situaci¨®n de extrema vulnerabilidad a las mujeres
La vida diaria de Mary Sibanda, nombre ficticio usado para esta entrevista, est¨¢ inundada de retos y dificultades. Comenzando por la falta de recursos de su ciudad, Harare, capital de Zimbabue, donde casi el 40% de la poblaci¨®n, de unos 15 millones de personas, vive bajo el umbral de la pobreza. O por la maltrecha econom¨ªa del pa¨ªs, donde la inflaci¨®n supera el 200% y en las calles se paga en d¨®lares despu¨¦s del fracaso de los intentos del Gobierno por implantar una divisa propia. Adem¨¢s de todo eso, Mary Sibanda, de 32 a?os, que se define como trabajadora sexual, tiene otros problemas a?adidos. ¡°Con la polic¨ªa, con los clientes... Algunos no quieren pagar, otros te golpean, otros prefieren no utilizar protecci¨®n. Desde luego, la nuestra no es una situaci¨®n f¨¢cil¡±, explica.
Sibanda ejerce la prostituci¨®n desde hace algo m¨¢s de dos a?os y culpa de ello a la pobreza y a la violencia machista que ha sufrido. ¡°Mi marido me pegaba mucho, casi a diario, as¨ª que lo abandon¨¦. Pero entonces no ten¨ªa nada. Ni trabajo, ni un sitio donde ir¡ Nada¡±, recuerda. Con dos ni?os a su cargo y un futuro poco prometedor, afirma que la prostituci¨®n fue su ¨²nica opci¨®n, aunque sus hijos no saben nada sobre su trabajo. ¡°Mis padres s¨ª est¨¢n al corriente, pero como ven a los peque?os contentos, tenemos dinero para pagar los uniformes y las tasas escolares y adem¨¢s ayudo a otros miembros de mi familia, han terminado por aceptarlo¡±, cuenta.
En Zimbabue la inmensa mayor¨ªa de las personas que ejercen la prostituci¨®n son mujeres, en total unas 45.000 personas, lo que equivale al 1,35% de la poblaci¨®n femenina del pa¨ªs, seg¨²n datos del Sindicato de Trabajadores Sexuales de Zimbabue (ZIMSWA, por sus siglas en ingl¨¦s). En este pa¨ªs, la ley castiga con penas de c¨¢rcel a quien regente un prost¨ªbulo, obligue a personas a prostituirse o buscar clientes p¨²blicamente, pero la prostituci¨®n como tal no se penaliza. Sin embargo, la ley tiene vericuetos y la realidad muchas veces est¨¢ muy alejada de los textos. ¡°La polic¨ªa nos ha detenido varias veces. Nos lleva a la comisar¨ªa y despu¨¦s nos pide dinero o que mantengamos sexo con ellos para dejarnos libres¡±, denuncia Sibanda.
La polic¨ªa nos ha detenido varias veces. Nos lleva a la comisar¨ªa y despu¨¦s nos pide dinero o que mantengamos sexo con ellos para dejarnos libresMary Sibanda (nombre ficticio), trabajadora sexual
Y estas pr¨¢cticas no parecen un hecho aislado en el pa¨ªs, sino una pr¨¢ctica habitual. Seg¨²n cifras del programa Hands Off! (Manos fuera) que se centra en reducir la violencia contra prostitutas en los pa¨ªses del sur de ?frica, un 63% de las personas que se prostituyen en Zimbabue han experimentado alg¨²n tipo de violencia durante el ¨²ltimo a?o por parte de clientes, polic¨ªa, allegados o personal sanitario. Un 61% de las prostitutas sufri¨® alg¨²n maltrato por parte de la polic¨ªa, principalmente golpes, sexo forzado, robo de dinero y de preservativos, y un 58% de estas mujeres fue arrestada en alg¨²n momento. Durante las detenciones, un 27% accedi¨® a tener una relaci¨®n sexual con el oficial de polic¨ªa para ser puesta en libertad y un 58% pag¨® para que la dejaran ir.
Tee Cole Tatenda, coordinador en Harare del ZIMSWA, afirma que ¡°hay situaciones terror¨ªficas de discriminaci¨®n y estigma¡± y que las personas viven en ¡°un contexto tremendamente dif¨ªcil¡±.
Menos de 50 euros al mes
Tatenda, de 30 a?os, tambi¨¦n ha sufrido la violencia y el rechazo social. Primero, por ser homosexual en un pa¨ªs donde las relaciones entre personas del mismo sexo no est¨¢n legalmente aceptadas. En los o¨ªdos de muchos a¨²n resuenan las palabras del exdirigente Robert Mugabe, que asegur¨® en 2011 que los homosexuales eran ¡°peor que los cerdos y los perros¡±. Y segundo, por ganarse la vida a trav¨¦s de la prostituci¨®n. ¡°Sufr¨ª mucho¡±, resume. Por ello decidi¨® unirse a ZIMSWA hace ya casi una d¨¦cada y hoy es coordinador del organismo en Harare. ¡°Tenemos un encargado en cada provincia de Zimbabue y yo soy el ¨²nico hombre; pero esta diferencia entre varones y mujeres es algo habitual en este gremio¡±, dice. Los responsables de ZIMSWA piden que la prostituci¨®n se legalice plenamente, cuente con un r¨¦gimen laboral m¨¢s favorable y se garanticen los derechos b¨¢sicos de quienes la ejercen para acabar con la violencia y la discriminaci¨®n.
Un 57% de las mujeres que se prostituyen en Zimbabue son seropositivas en un pa¨ªs que tiene una de las mayores prevalencias del mundo en esta enfermedad: casi el 12% de su poblaci¨®n vive con este virus, seg¨²n los datos del sindicato. Y muchas, demasiadas, no alcanzan a ganar 50 d¨®lares (46 euros) mensuales. ¡°Cuando la pobreza empuja lo notas. Muchas de ellas tienen familia e hijos a los que atender. Intentamos hacer todo de forma segura, pero algunos hombres piden no usar protecci¨®n o prefieren ir a sitios que ellos conocen¡ Es complicado y a veces peligroso¡±, lamenta Tatenda.
En este contexto, a veces hay decisiones desesperadas. ¡°Hay hombres que pagan por llevar acompa?antes fuera de Zimbabue, a otros pa¨ªses cercanos como Mozambique o Sud¨¢frica. Ofrecen 700, 800 o 1.000 d¨®lares, es decir, una cantidad de dinero suficientemente alta como para no rechazarla. Pero a menudo las dejan all¨ª sin comida, sin un lugar para dormir, sin documentos legales con los que regresar y sin nadie a quien acudir. Entonces nos adentramos en un escenario incierto porque a nosotros nos cuesta mucho ayudar desde aqu¨ª¡±, explica.
Hipocres¨ªa oficial
Sibanda y Tatenda no solo lamentan los peligros y malas condiciones de su d¨ªa a d¨ªa, sino tambi¨¦n la falsedad que preside sus relaciones sociales. ¡°Las mujeres nos llaman ¡®maiture¡¯, una palabra que significa ¡®destrozadora de hogares¡¯ en la lengua local shona, pero, al final, son sus maridos los que vienen a tener sexo con nosotras¡±, dice Sibanda. En la misma l¨ªnea se expresa Tatenda. ¡°Es verdad que hay cierta hipocres¨ªa en la sociedad, en todos los ¨¢mbitos. Personalidades conocidas y cargos p¨²blicos se expresan en contra de la homosexualidad y la prostituci¨®n y despu¨¦s son los primeros interesados en contratar esos servicios¡±, afirma.
Intentamos hacer todo de forma segura, pero algunos hombres piden no usar protecci¨®n, o prefieren ir a sitios que ellos conocen¡ Es complicado y a veces peligrosoTee Cole Tatenda, coordinador de ZIMSWA
¡°Yo solo quiero que mis hijos crezcan bien y saludables y que puedan ir a la universidad en el futuro. Que estudien, que consigan empleos buenos. Cuando obtenga esto, quiz¨¢s deje este trabajo. Pero mientras tanto no puedo. No puedo¡±, se despide Sibanda.
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