Activista nicarag¨¹ense que trabaja en la clandestinidad: ¡°Ten¨¦s que ser como un esp¨ªa para poder seguir informando desde Nicaragua¡±
Una defensora de los derechos humanos explica c¨®mo act¨²a para documentar las agresiones perpetradas por las fuerzas estatales o paramilitares en el pa¨ªs que gobierna Daniel Ortega
¡°En Nicaragua ten¨¦s que tener cuidado con qui¨¦n te est¨¢ escuchando, si alguien te est¨¢ grabando, porque una palabra puede llevarte a la c¨¢rcel¡±. Rosa prefiere ocultar su verdadero nombre y pedir¨¢ no detallar ni en qu¨¦ fecha ni en qu¨¦ lugar se realiza la entrevista ¡ªla data de este texto solo indica d¨®nde fue escrito¡ª, bajo la promesa de publicarla cuando sea m¨¢s ¨²til. Ha salido de su pa¨ªs para reunirse con otros defensores de derechos humanos, con el pretexto de ¡°hacer un poco de turismo¡±. Pero regresar¨¢ para seguir narrando, de forma clandestina, lo que sucede en el Estado que gobierna con pu?o de hierro Daniel Ortega. Tambi¨¦n para ser la voz de quienes ¡°prefieren no opinar en alto, porque saben que si lo hacen est¨¢n poniendo su libertad en riesgo¡±. ¡°Si descubren por qu¨¦ he salido, no me dejan entrar; es el exilio o la c¨¢rcel¡±, relata.
La expatriaci¨®n de 222 presos pol¨ªticos, a los que Daniel Ortega acaba de poner en libertad para desterrarlos inmediatamente despu¨¦s a Estados Unidos, es la prueba de que el temor de Rosa no es solo un miedo, sino una amenaza real. ¡°Hay m¨¢s de 50 acad¨¦micos, religiosos o periodistas que han participado en eventos internacionales y a los que se les ha prohibido despu¨¦s entrar en el pa¨ªs¡±, cuenta. Por eso esta mujer, miembro de la organizaci¨®n de Periodistas y Comunicadores Independientes de Nicaragua, una entidad constituida tras las protestas de 2018 contra el r¨¦gimen de Ortega, sabe que la discreci¨®n es una de sus mejores defensas. ¡°Ten¨¦s que ser como un agente esp¨ªa para poder seguir informando desde Nicaragua¡±, sentencia.
Si descubren por qu¨¦ he salido, no me dejan entrar; es el exilio o la c¨¢rcel
Rosa se ha construido lo que llama ¡°un perfil bajo¡± para poder continuar con su activismo en una organizaci¨®n que lucha por conservar en Nicaragua un ¨¢pice de libertad de prensa y expresi¨®n. En su vida p¨²blica, trabaja en temas relacionados con la publicidad y mantiene vivas sus redes sociales con ¡°publicaciones intrascendentes¡±. ¡°Eliminar tus redes por completo tambi¨¦n te pone en el punto de mira¡±, advierte. Pero cuando se embarca en la tarea de proteger a periodistas en riesgo, apoyar a los informadores en el exilio o documentar las agresiones perpetradas por las fuerzas estatales o paramilitares para denunciarlas en foros internacionales habla ¡°en voz bajita¡±, cierra ¡°las ventanas de su casa¡±, usa VPN (una herramienta para proteger la conexi¨®n en Internet) y otras tecnolog¨ªas inform¨¢ticas que no detallar¨¢ para no dar m¨¢s pistas. ¡°Cuando trabajamos en nuestra red, muchas veces no sabemos qui¨¦n est¨¢ al otro lado de la l¨ªnea¡±, cuenta.
Desconocer la identidad de quienes como ella luchan por la democracia es casi la norma b¨¢sica. ¡°Si registran tu casa, pueden descubrir con qui¨¦n est¨¢s contactando¡±, explica. Y la redada terminar¨ªa con muchos m¨¢s activistas en la c¨¢rcel.
Solo en 2022, al menos 3.137 organizaciones fueron ilegalizadas en Nicaragua, seg¨²n el seguimiento realizado por Rosa y sus compa?eros. ¡°Estas ilegalizaciones no solo han implicado un cierre formal, sino tambi¨¦n robos y saqueos e incluso violaciones¡±, lamenta la activista. Quiere detenerse en un caso que ha conocido de primera mano: ¡°Unas compa?eras fueron agredidas sexualmente en medio de estas intervenciones por hombres de fuerzas paramilitares; todos saben que son del Estado, porque act¨²an con total impunidad¡±. Seg¨²n Rosa, ¡°hay casos como este en el que el Estado debi¨® actuar de oficio y buscar a los responsables, pero no lo hizo¡±. Las mujeres no denunciaron, porque ¡°si vas a la polic¨ªa a pedir ayuda, es probable que el perjudicado seas vos¡±.
Pero lo ¡°paranoico¡± de la represi¨®n es que ¡°Ortega ha atacado hasta la microexpresi¨®n organizada, como asociaciones de vecinos o grupos que se encargaban de la limpieza de las calles¡±. Rosa tiene una explicaci¨®n: ¡°Saben que la gente organizada puede tener sus propias ideas y puede impulsar proyectos propios, mientras que lo que quiere el r¨¦gimen sandinista es el pensamiento ¨²nico del partido, que es el de la familia de Ortega y [la vicepresidenta Rosario] Murillo¡±. La paranoia es tal que se ordenan ¡°patrullas policiales para vigilar incluso las fiestas de 15 a?os que se celebran en la calle, por si se convierten en una protesta¡±. Las protestas fueron prohibidas en el pa¨ªs en 2018.
Ortega ha atacado hasta la microexpresi¨®n organizada, como asociaciones de vecinos
El pr¨®ximo objetivo de Ortega, asegura, es Internet. ¡°Quieren intervenir estatalmente a las compa?¨ªas telef¨®nicas y controlar la conectividad a internet, porque saben que la autoorganizaci¨®n de la gente se realiza a trav¨¦s de las redes sociales¡±.
¡ª?Tienes miedo de que te descubran?
¡ªS¨ª, pero estoy dispuesta a continuar hasta que me cachen. La dictadura de Somoza dur¨® m¨¢s de 40 a?os. Pero se fue y cay¨®. Ortega lo sabe y, por eso, tiene miedo.
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