La batalla por existir de las tribus aisladas de Per¨²
Campa?as para explotar la Amazon¨ªa peruana amenazan a algunos de los ¨²ltimos grupos aislados del planeta. La lucha por el territorio y los recursos se libra ahora en los tribunales y en los despachos. ?C¨®mo conciliar proyectos de ¡®inter¨¦s nacional¡¯ con la supervivencia de pueblos enteros y bosques vitales para el clima?
En las profundidades de la Amazon¨ªa peruana, en la frontera con Brasil, se yergue un peque?o pero feroz basti¨®n de resistencia a la presi¨®n de sectores como los del petr¨®leo y la madera. La aldea mats¨¦s de Puerto Alegre est¨¢ a una semana en canoa motorizada del primer pueblo donde se maneja dinero, pero a solo unas horas de algunas de las ¨²ltimas tribus en aislamiento voluntario del planeta; grupos semin¨®madas que rechazan el contacto con el mundo exterior tras ser esclavizados por caucheros el siglo pasado, perseguidos por colonos, diezmados por dolencias importadas y bombardeados con napalm por la Fuerza A¨¦rea de Per¨² en 1964 por oponerse a una carretera que iba a atravesar su territorio.
En Puerto Alegre, sus habitantes lo mismo preparan potentes ung¨¹entos de veneno de rana para cazar, que acceden a internet satelital, d¨¦bil, pero suficiente para ver algunos segundos de la Sesi¨®n 53 de Bizarrap con Shakira. El jefe Ricardo Nacua Pacha Moconoqui, de 39 a?os, es hijo de un ind¨ªgena que vivi¨® en aislamiento hasta su juventud. Nacua sabe manejar el arco y la flecha, pero suele cazar con escopeta. Tampoco lleva el tradicional tatuaje mats¨¦s ¨Duna l¨ªnea que rodea la boca y conecta la comisura con la base de las orejas¨D, pero muestra el tatuaje de un jaguar naif en el hombro. ¡°Guerrero¡±, dice. Aqu¨ª no hay presencia del Estado, pero son muchos quienes intentan entrar para extraer riquezas. ¡°Si nosotros no defendemos este territorio ?qui¨¦n lo har¨¢?¡±.
A diferencia de lo que ocurre en la mayor¨ªa de comunidades nativas, los ancianos de Puerto Alegre conservan las memorias de su propia vida en aislamiento, cuando rechazaban el contacto con el mundo exterior. En las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, la aldea que fundaron en un mirador fluvial ha expulsado a madereros sin escr¨²pulos, parado los pies a una petrolera canadiense y contribuido a la creaci¨®n, en 2021, de una reserva intangible para ind¨ªgenas que todav¨ªa permanecen aislados, y con quienes comparten territorio. Esta defensa ha tenido un coste para algunos mats¨¦s. ¡°No puedo ir solo a ninguna parte¡±, comenta uno de los activistas detr¨¢s de las iniciativas, que pide proteger su identidad porque vive amenazado. ¡°Personas que antes eran mis amigos, se convirtieron en mis enemigos porque quer¨ªan trabajar para esas empresas¡±.
A pesar de la resistencia hist¨®rica de comunidades como la de Puerto Alegre, las amenazas para estas y para sus vecinos, los pueblos aislados, se est¨¢n multiplicando. Por ejemplo, con una propuesta para extraer recursos naturales en ¨¢reas protegidas, incluyendo las que cobijan a tribus aisladas; una campa?a financiada por grupos de presi¨®n empresariales para negar la existencia, documentada, de estos grupos; y medidas estatales para expandir la extracci¨®n de combustibles f¨®siles.
A pesar de la resistencia hist¨®rica de comunidades como la de Puerto Alegre, las amenazas para estas ellas y para sus vecinos, los pueblos aislados, se est¨¢n multiplicando
Este 24 de junio, la Organizaci¨®n Regional de los Pueblos Ind¨ªgenas del Oriente (ORPIO) y sus aliados lograron el archivo de un proyecto de ley que, en ¨²ltima instancia, buscaba abrir las reservas para pueblos aislados a la extracci¨®n de recursos. Esta sola iniciativa concern¨ªa a un ¨¢rea de bosque amaz¨®nico del tama?o de Portugal, unos 90.000 kil¨®metros cuadrados.
La antrop¨®loga peruana Beatriz Huertas es una de las principales expertas en pueblos aislados de la Amazon¨ªa y una de las art¨ªfices de esa victoria ¡°Me preocupa que este tipo de iniciativas, a¨²n siendo aberraciones legales, puedan llegar tan lejos¡±, reflexiona Huertas, aliviada, pero consciente de que quedan otros frentes abiertos y de que embates legislativos que han fracasado hoy, pueden regresar ma?ana con otro nombre. A¨²n quedan otros frentes abiertos. ¡°Lo que hemos vivido es una muestra del gran poder de los grupos econ¨®micos que se articulan con partidos pol¨ªticos para promover el lucro por encima de cualquier otra consideraci¨®n¡±.
Una nueva fase de la batalla por las tribus aisladas ¡ªpor sus tierras, sus riquezas, su decisi¨®n de vivir fuera de los par¨¢metros de Occidente¡ª ha empezado.
C¨®mo salvar la Amazon¨ªa
Para el cofundador de Conservaci¨®n Amaz¨®nica, el peruano Enrique Ortiz, los pa¨ªses deben definir ¨¢reas intocables, una opini¨®n que comparten comunidades y expertos consultados, y con la que disienten quienes conciben la Amazon¨ªa como un espacio a conquistar por el valor econ¨®mico de su oro, sus maderas preciosas y sus hidrocarburos. ¡°?Verdad que no cuestionamos a nuestra madre, a nuestra fe o a nuestro equipo de f¨²tbol? ?Verdad que en la vida hay cosas que no se tocan?¡±, dice Ortiz. ¡°Como humanidad, debemos llegar al punto de aplicar la misma l¨®gica a la protecci¨®n de algunos espacios¡±.
Sin embargo, los incentivos nacionales e internacionales para explotar una de las regiones con mayor concentraci¨®n de grupos aislados del mundo son grandes. En septiembre de 2022, por ejemplo, las exportaciones de gas licuado procedente de la Amazon¨ªa peruana hab¨ªan aumentado un 85% con respecto al a?o anterior, registrando un repunte tras la invasi¨®n rusa de Ucrania. Los destinos actuales del gas peruano en el mundo son Asia, Reino Unido y Espa?a.
En el siglo XIX, la invenci¨®n del neum¨¢tico inici¨® una fiebre del caucho que durar¨ªa 30 a?os, (1885-1915), transformando para siempre la automoci¨®n, generando fortunas repentinas y dejando una estela de muerte entre los pueblos originarios de la Amazon¨ªa y el Congo Belga, esclavizados para sangrar ¨¢rboles de los que emanaba la pegajosa materia prima.
En aquella ¨¦poca, en pa¨ªses como Per¨² y Brasil, los ind¨ªgenas abandonaron sus asentamientos para refugiarse en las agrestes cabeceras de r¨ªos vitales para la Amazonia, y sus tierras est¨¢n hoy entre las m¨¢s importantes para la biodiversidad y el clima. ¡°Hoy se renuevan las agresiones de un capital sin escr¨²pulos, pero a diferencia de entonces, los pueblos aislados ya no tienen ad¨®nde ir¡±, explica la antrop¨®loga Beatriz Huertas. ¡°Esto no es desarrollo; es genocidio¡±.
La pugna entre quienes abogan por colonizar la Amazon¨ªa en base a criterios puramente econ¨®micos y quienes exigen l¨ªmites a la expansi¨®n del frente agr¨ªcola y extractivo se da ahora en una d¨¦cada crucial: la ¨²ltima para evitar un punto de no retorno en materia de clima, biodiversidad y degradaci¨®n de tierras, mientras la poblaci¨®n mundial, y sus demandas, siguen creciendo. Las tribus aisladas necesitan grandes ¨¢reas para sobrevivir f¨ªsica y culturalmente, por lo que la defensa de sus territorios es tambi¨¦n en la lucha por algunos de los ¨²ltimos bosques continuos de la cuenca y por las riquezas materiales que albergan.
Con el apoyo de aliados como Huertas, los mats¨¦s y otros pueblos ind¨ªgenas est¨¢n sumando fuerzas para defender los corredores transfronterizos que comparten con tribus aisladas y proteger el derecho de todos ellos a la vida, la salud y un medio ambiente sano.
Por ejemplo, la organizaci¨®n ind¨ªgena ORPIO, de la que forman parte los mats¨¦s, ha llevado ante la justicia a un gobierno regional por otorgar permisos de explotaci¨®n forestal dentro de reservas para aislados, ha alertado a las autoridades de la apertura de carreteras ilegales, y seg¨²n ha avanzado, se reunir¨¢ este julio con la Uni¨®n de los Pueblos Ind¨ªgenas del Vale do Javar¨ª (Brasil) para concretar medidas conjuntas de protecci¨®n ambiental, territorial y de salud en coordinaci¨®n con los funcionarios de los pa¨ªses respectivos.
Dicho movimiento est¨¢ llevando a estos y otros defensores del territorio a revisar las lecciones del pasado, de d¨¦cadas de incursi¨®n salvaje y desarrollo no equitativo, y las necesidades del presente ¡ªel deseo de las nuevas generaciones de incorporarse a la econom¨ªa de mercado¡ª para replantear el futuro de la Amazon¨ªa.
Aislados: huir para vivir
Abel Bina Shabac Maya, un mats¨¦s menudo y fibrado de unos 60 a?os, pas¨® su infancia en aislamiento: migrando con una veintena de parientes entre sus huertos de yuca y pl¨¢tano repartidos por la cuenca del r¨ªo Yaquerana; desplaz¨¢ndose al ritmo de los animales de caza y las estaciones de lluvia y sequ¨ªa; cargando arcos y flechas chiquitos para cazar armadillos, osos perezosos y monos ara?a con sus t¨ªos. En la noche Amaz¨®nica, despu¨¦s de recoger le?a y tomar el segundo ba?o del d¨ªa en las nacientes de los r¨ªos, compart¨ªan carne asada con otros grupos, contaban historias y dorm¨ªan en hamacas de fibra de palmera suspendidas encima de braseros.
Pero no todas las remembranzas de esta ¨¦poca son buenas. ¡°Mi primer recuerdo es el de una madrugada en la que o¨ªmos mestizos acerc¨¢ndose a nuestra maloca [casa comunal]¡±, cuenta Bina, escenificando el momento lanza en mano. ¡°Mi padre me carg¨® en sus brazos y corrimos. ?Corrimos mucho! Incluso entonces, yo sab¨ªa que est¨¢bamos corriendo por nuestras vidas¡±. Mientras otros ni?os solo aprend¨ªan a jugar y a nadar, Bina adquir¨ªa una habilidad vital para los ind¨ªgenas que se a¨ªslan como estrategia de supervivencia: huir.
Como el grupo de Bina, los miembros de 25 pueblos que siguen en aislamiento en Per¨² luchan por mantener su modo de vida frente a los invasores de sus tierras. El Estado peruano estima que los Pueblos Ind¨ªgenas en Aislamiento y Contacto Inicial (PIACI), constan de unas 5.200 personas aisladas y unas 2.260 que han establecido relaciones sostenidas con la sociedad mayoritaria de forma reciente. Su protecci¨®n en este pa¨ªs recae en el Ministerio de Cultura.
Sobre el papel, Per¨² y Brasil siguen un modelo de protecci¨®n de PIACI avalado por el marco jur¨ªdico internacional. Este modelo reconoce que los aislados carecen de inmunidad frente a enfermedades comunes en el mundo exterior. En Brasil, el 90% de los nambikwara fueron exterminados por la gripe, el sarampi¨®n, la tuberculosis y la malaria a mediados del siglo XX, y casi la mitad de los nahuas de Per¨² murieron de dolencias como la neumon¨ªa tras un contacto forzado en la d¨¦cada de 1980.
El modelo tambi¨¦n reafirma el derecho de los PIACI a decidir libremente c¨®mo quieren vivir y el grado de interrelaci¨®n que desean tener con el resto de la sociedad. Y para garantizar este derecho a la autodeterminaci¨®n y al no contacto, sus territorios deben ser inviolables: vedados a terceras personas y a las concesiones extractivas, seg¨²n destaca la Asociaci¨®n Inter¨¦tnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP) y una veintena de sus aliados nacionales e internacionales.
Desde 2006, una ley peruana de protecci¨®n de PIACI garantiza la intangibilidad de las reservas, con una excepci¨®n: ¡°[en] caso de ubicarse un recurso natural susceptible de aprovechamiento cuya explotaci¨®n resulte de necesidad p¨²blica para el Estado¡±. Por ejemplo, si se hallan hidrocarburos.
La soledad de un viceministro
En una entrevista para este reportaje, el viceministro de Interculturalidad de Per¨², Juan Re¨¢tegui, subraya que no deber¨ªa haber ninguna actividad econ¨®mica, sea formal o informal, en territorios de pueblos aislados. Lo afirma despu¨¦s de que trascendiera que el Estado est¨¢ incentivando inversiones en ¨¢reas que se solapan con dos reservas para ind¨ªgenas en aislamiento.
¡°Estoy trabajando con el Ministerio de Energ¨ªa y Minas para resolver el problema de las superposiciones de forma pac¨ªfica¡±, declara Re¨¢tegui, cuyo departamento est¨¢ al cargo de cuatro millones de hect¨¢reas de bosque amaz¨®nico categorizadas como reservas intangibles para pueblos aislados. ¡°Hay un doble compromiso y un doble inter¨¦s en preservar estos bosques: si hacemos un buen manejo de estos recursos, tambi¨¦n estamos contribuyendo a [combatir] el cambio clim¨¢tico¡±.
El viceministro, que asumi¨® el cargo en abril de 2023 reivindicando sus ra¨ªces ind¨ªgenas waampis y awaj¨²n, resume sus planes: dotar de personal sanitario, preferentemente ind¨ªgena, a los 800 dispensarios de la Amazon¨ªa; acelerar la creaci¨®n de las reservas de PIACI Yavar¨ª-Mirim y Sierra del Divisor Occidental, un paisaje que se extiende entre Per¨² y Brasil; lograr que el Gobierno regional de Loreto anule las 47 concesiones forestales que otorg¨® de forma ilegal en territorios PIACI, y cerrar el a?o con dos nuevos puestos de control y vigilancia en la Reserva Yavar¨ª-Tapiche (Loreto), uno de ellos, en la aldea Mats¨¦s de Puerto Alegre.
Re¨¢tegui admite que urge frenar la expansi¨®n de plantaciones de coca, el narcotr¨¢fico y la tala ilegal; y, en paralelo, invertir en proyectos productivos alrededor de las reservas. La idea, compartida tanto por l¨ªderes ind¨ªgenas como por expertos, es dar alternativas econ¨®micas a las comunidades para que puedan seguir protegiendo unos bosques cruciales para los aislados, pero tambi¨¦n para su propio futuro, en lugar de convertirse en peones de actividades predatorias.
Otras cuestiones que los l¨ªderes ponen en la mesa del Gobierno son la colaboraci¨®n transfronteriza, la protecci¨®n de los defensores ambientales y una mayor presencia del Estado en el territorio. Pero para todo ello, hacen falta unos recursos que, de momento, el Estado no est¨¢ asignando. ¡°Muchos frentes abiertos¡±, constata el viceministro.
Petr¨®leo en reservas de aislados
Las amenazas a los pueblos en aislamiento del Per¨² est¨¢n estrechando el cerco con la complicidad de actores nacionales e internacionales. La empresa estatal Perupetro est¨¢ incentivando inversiones en ¨¢reas que se solapan con dos reservas para ind¨ªgenas en aislamiento. Seg¨²n ha podido saber este medio, tambi¨¦n planea evaluar el potencial hidrocarbur¨ªfero en ¨¢reas que tocan otras seis reservas: dos creadas en 2021 despu¨¦s de 30 a?os de espera (Kakataibo Norte y Sur y Yavar¨ª-Tapiche); otras dos para los aislados m¨¢s numerosos del pa¨ªs (en Mashco Piro y Madre de Dios); la reserva Murunahua, fronteriza con Brasil; y una ¨²ltima en tr¨¢mite de creaci¨®n, Napo-Tigre, donde opera un consorcio formado por la anglofrancesa Perenco y una empresa estatal vietnamita.
En paralelo, Perupetro propone modificar la ley de ¨¢reas naturales protegidas para que se puedan explotar hidrocarburos y otros recursos en su interior, argumentando que la protecci¨®n es un ¡°problema¡± para las inversiones. Seg¨²n la antrop¨®loga Beatriz Huertas, por lo menos 15 de estas reservas tienen presencia de grupos aislados.
Este junio, Huertas se reuni¨® con Perupetro, acompa?ando a una delegaci¨®n de l¨ªderes ind¨ªgenas peruanos y brasile?os preocupados por el futuro de los pueblos aislados y por el de sus propias comunidades ante el movimiento ¡®anti-PIACI¡¯ en Per¨². Trataron todos los temas mencionados. ¡°Dijeron que estuvi¨¦ramos tranquilos, que no har¨¢n nada que la ley no permita¡±, asegura Huertas. ¡°?ste es, justamente, el problema: la ley protege m¨¢s la actividad econ¨®mica de las empresas que los derechos fundamentales de las personas. Es peligros¨ªsimo¡±.
Pueblos aislados contra millonarios franceses
La influencia de las empresas extractivas es grande, y los impactos de su actividad, duraderos. La familia de petroleros Perrodo, por ejemplo, es una de las m¨¢s ricas de Francia, con inversiones en viticultura, charcuter¨ªa y afici¨®n por competir en carreras de coches, haci¨¦ndose un hueco en circuitos oficiales a cambio de aportes financieros.
Parte de su fortuna procede del crudo que la empresa Perenco extrae de un territorio amaz¨®nico con la presencia, oficialmente reconocida, de cinco pueblos en aislamiento; pueblos que transitan por la frontera con Ecuador, cazando y pescando su sustento en las selv¨¢ticas cuencas de los r¨ªos Napo y Tigre, muy lejos de las ¡®24 horas de Le Mans¡¯, donde el presidente de Perenco ejerce de gentleman driver.
El antrop¨®logo Miguel Macedo, de la ONG peruana Instituto del Bien Com¨²n, es uno de los expertos que ha participado en los estudios para documentar la existencia de los ind¨ªgenas aewa, taushiro, zaparo, tagaeri y taromenane en la zona de Napo-Tigre con vistas a crear una reserva que les proteja. Como parte de su trabajo, Macedo deb¨ªa cruzar testimonios independientes sobre la presencia de aislados, por lo que se reuni¨® con comunidades vecinas.
¡°Empleados de la empresa [Perenco] estaban en estas reuniones; los participantes tem¨ªan que si daban informaci¨®n, nunca m¨¢s le iban a contratar¡±, declara el experto. Bajo la presi¨®n de la petrolera de capital anglofranc¨¦s y de otros actores econ¨®micos regionales, la reserva Napo-Tigre sigue, 20 a?os despu¨¦s de su solicitud, pendiente de creaci¨®n.
En respuestas por correo electr¨®nico, la empresa ha afirmado que Perenco ¡°se enorgullece de haber contribuido a desarrollar con ¨¦xito el bloque [petrolero] 67, un proyecto declarado de importancia nacional por el Gobierno peruano¡±, e indica que dispone de un plan de contingencia para encuentros con PIACI en la zona.
Gas, gasolina y flechas
En el sureste de la Amazon¨ªa peruana, el r¨ªo Piedras discurre turbio, entre dos muros de selva bordeando playas donde desovan las tortugas taricaya y nutri¨¦ndose de quebradas que se pierden en la oscuridad del bosque. Desde un bote con motor, el l¨ªder Pablo Inuma, del pueblo ind¨ªgena Yine, se?ala uno de estos riachuelos. All¨ª empieza una de las reservas territoriales m¨¢s antiguas del Per¨², creada para proteger a su pueblo aislado m¨¢s numeroso y, para algunos, el m¨¢s temido. Es la Reserva Madre de Dios, que est¨¢ en el punto de mira para la explotaci¨®n de hidrocarburos.
En su juventud, Pablo fue perforista de Repsol en la cuenca del Urubamba, m¨¢s al oeste. Con ayuda de explosivos, abr¨ªa l¨ªneas s¨ªsmicas para encontrar bolsas de gas y de petr¨®leo. ¡°Emparrillamos el bosque, como si fuera una hoja cuadriculada; si hubiera habido aislados, habr¨ªan sufrido bastante¡ Y nosotros tambi¨¦n¡±, dice meneando la cabeza. En los ochenta, su t¨ªo era ch¨®fer de la petrolera anglo-holandesa Shell. ¡°De vez en cuando, le tocaba recoger el cuerpo de un trabajador atacado por aislados; a veces regresaba a casa con la flecha. Estos casos, la empresa no los reportaba¡±.
La incursi¨®n de Shell en territorio de aislados en los ochenta introdujo enfermedades letales para pueblos que nunca hab¨ªan estado expuestos a ellas. El 46% de los nahua murieron. Otros pasaron de una vida de autosuficiencia en el bosque a mendigar por las calles de la capital distrital. Algunos de sus descendientes trabajan hoy para la mayor operaci¨®n de gas de Per¨², que explota desde hace casi 20 a?os las reservas halladas por Shell en la zona del r¨ªo Camisea. En 2017, se constat¨® que casi el 80% de los nahua all¨ª estaban contaminados por mercurio, pero los estudios independientes para determinar el origen de este potente neurot¨®xico siguen sin acometerse.
Espa?a en la Amazon¨ªa
El proyecto Camisea Gas, considerado de ¡°necesidad p¨²blica del Estado¡±, est¨¢ controlado por un consorcio de seis compa?¨ªas, una de ellas, Repsol. La empresa espa?ola explota otro lote en la misma regi¨®n de los Andes tropicales, a unos 200 kil¨®metros en l¨ªnea recta de Cuzco y del tesoro arqueol¨®gico del Machu Pichu. Una de las particularidades de Camisea Gas es que una parte del lote est¨¢ dentro de la reserva para aislados kugapakori, nahua y nanti. Es decir, se superpone a una zona que deber¨ªa ser intangible seg¨²n los est¨¢ndares internacionales de derechos humanos suscritos por Per¨².
En 2022, Repsol public¨® el An¨¢lisis de controversias sobre el bloque 88. El objetivo de este texto era responder a la alerta de una asesor¨ªa internacional, que desaconsejaba invertir en Repsol por su participaci¨®n del 10% en Camisea Gas. ¡°Ser¨ªa dif¨ªcil afirmar que el derecho a la consulta previa [de las comunidades afectadas] estaba garantizado de la forma establecida en las normas internacionales¡±, indica el informe elaborado por una consultora espa?ola. Sin embargo, sostiene que la operaci¨®n no ha vulnerado derechos relacionados con el territorio, la autonom¨ªa y la cultura de los pueblos, y se?ala la buena relaci¨®n entre el proyecto gas¨ªfero y las comunidades. Shell renunci¨® a explotar los dep¨®sitos que hab¨ªa descubierto en Camisea por desacuerdos con el Estado, pero ha acabado invirtiendo en una planta que lic¨²a este mismo gas en la des¨¦rtica costa peruana.
Ya no hablaban su idioma, ni te invitaban a tomar masato [bebida tradicional fermentada]. Ya todo era negocio. Comimos en un restaurantePablo Inuma, l¨ªder ind¨ªgena
En respuestas por correo electr¨®nico, Repsol ha indicado que, tras la publicaci¨®n del an¨¢lisis de controversias sobre Camisea Gas, su calificaci¨®n ha pasado de rojo a ¨¢mbar. ¡°Camisea es un proyecto vital y estrat¨¦gico para Per¨² (¡) y aporta hoy m¨¢s del 40% de la energ¨ªa que consumen los peruanos¡±, destaca. Tambi¨¦n a?ade que la extracci¨®n de gas ha generado m¨¢s de 30.000 puestos de trabajo indirectos y directos, y que se ha desarrollado ¡°siempre bajo un escrupuloso cumplimiento de los est¨¢ndares internacionales de protecci¨®n de comunidades en aislamiento voluntario¡±.
La historia de Camisea es la de otras grandes inversiones en lugares rec¨®nditos de la Amazon¨ªa: proyectos que avanzan entre incontestables beneficios macroecon¨®micos y profundos impactos sociales, culturales y de salud p¨²blica; unos directos, otros indirectos, y muchos de ellos irremediables: desmoronamiento de la estructura social, anemia generalizada, trata de personas, opulentas piscinas de cemento en aldeas sin saneamiento b¨¢sico. ¡°Grotesco¡±, resume el especialista en conservaci¨®n amaz¨®nica Enrique Ortiz, evocando el sentir de quienes visitan la zona y se plantean si el presente del ¨¢rea de influencia de Camisea presagia el futuro de otras regiones. Por ejemplo, el de Madre de Dios.
¡°Ya todo es negocio¡±
Pablo Inuma es uno de los l¨ªderes ind¨ªgenas que visit¨® el proyecto Camisea Gas en 2015 como parte de un tour organizado por Perupetro. La finalidad era mostrar a los jefes de comunidades de Madre de Dios las bondades de la explotaci¨®n de combustibles f¨®siles, mientras el Estado planeaba la licitaci¨®n internacional de 26 lotes hidrocarbur¨ªferos, dos de los cuales afectar¨ªan a sus aldeas. Inuma no hab¨ªa regresado a la zona de Camisea desde 2001, tres a?os antes de que empezara la explotaci¨®n de gas. Todo hab¨ªa cambiado.
Los l¨ªderes admiraron la proeza tecnol¨®gica del puesto de control, pero lo que m¨¢s les impresion¨® fue el sal¨®n comunal de Shivankoreni, una comunidad de unas 300 personas del pueblo matsikenga. Ten¨ªa dos plantas, electrificaci¨®n, sala de ordenadores, proyectores con control remoto. Un sal¨®n de lujo. Pero andando por las calles de las aldeas, se vieron confrontados con la otra cara de la moneda.
¡°Ya no hablaban su idioma, ni te invitaban a tomar masato [bebida tradicional fermentada]. Ya todo era negocio. Comimos en un restaurante¡±, recuerda hoy Inuma con incredulidad. ¡°Ya no parec¨ªa una comunidad nativa¡±. A los comuneros ya no les interesaba pescar ni cazar ni cultivar la chacra [huerto], y se abandonaban a la cerveza a la espera de tocar las regal¨ªas del gas a fin de mes, rememora. De todos modos, habr¨ªa que andar cuatro o cinco horas para encontrar animales y el r¨ªo tampoco era lo que hab¨ªa sido. Se lo confirmaron las se?oras: ¡°Ahora, quien quiere pescado, abre una lata de at¨²n¡±.
A pesar de todo, las comunidades consultadas acabaron aceptando un eventual decreto para la licitaci¨®n de los lotes en la Amazon¨ªa sur de Per¨². Estos no se llegaron a explotar, pero ofrecen aprendizajes ante la promoci¨®n de dos nuevos lotes m¨¢s al norte, uno de los cuales se solapa con la Reserva Madre de Dios para aislados.
Consultas previas: lecciones de ayer para hoy
Un estudio publicado en la Revista Deusto de Derechos Humanos ha examinado el proceso de consulta previa que el Estado peruano realiz¨® en 2015 para esos 26 lotes hidrocarbur¨ªferos, incluyendo los dos en el departamento de Madre de Dios. Seg¨²n el an¨¢lisis, Perupetro solo les mostr¨® el decreto supremo que iba a autorizar la firma de contratos de hidrocarburos. No aport¨® ni los estudios de impacto ambiental ni los contratos. ¡°La buena fe, un principio b¨¢sico del proceso de consulta, ha sido viciada [¡] la raz¨®n principal es que la informaci¨®n clave no estaba disponible¡±, concluye la investigaci¨®n de la jurista peruana Amelia Alva, afiliada a la Universidad de Gante (B¨¦lgica) en el momento de la publicaci¨®n y ahora a la Antonio Ruiz de Montoya (Per¨²).
El estudio sugiere que el resultado era previsible, dada la asimetr¨ªa de poder y conocimientos entre el promotor de la medida (Perupetro) y los afectados. Por ejemplo, el proceso tiene siete etapas, pero en la quinta, varias comunidades todav¨ªa se preguntaban qu¨¦ era el derecho a la consulta previa.
El Estado peruano no est¨¢ abierto a discutir proyectos alternativos de desarrolloAmelia Alva, jurista peruana
Adem¨¢s, el Estado tiene poca o nula presencia en las remotas comunidades amaz¨®nicas, que acumulan carencias en materia de salud, educaci¨®n, trabajo y titulaci¨®n de tierras. La consulta previa es, para algunas, la primera oportunidad de presentar sus demandas ante representantes del Gobierno, dice la jurista. Por ello, en lugar de centrarse en valorar las implicaciones de la actividad extractiva, las consultas devienen negociaciones sobre la cobertura de necesidades b¨¢sicas: t¨² me prometes un t¨¦cnico de salud y empleos, yo te firmo el acta.
¡°El Estado peruano no est¨¢ abierto a discutir proyectos alternativos de desarrollo¡±, afirma el documento. ¡°Por el contrario, los hidrocarburos se muestran como el ¨²nico modelo que resolver¨¢ los requerimientos materiales de las comunidades consultadas¡±.
En declaraciones para este reportaje, Alva reconoce el esfuerzo del Estado por llevar a cabo la consulta y considera que las actividades extractivas pueden ser positivas, siempre y cuando se garantice que las empresas protegen los derechos humanos, incluyendo los de los pueblos en aislamiento. ?Otras recomendaciones? Respetar el derecho de los pueblos ind¨ªgenas a decidir sobre su propio desarrollo, y nombrar a un promotor de consultas independiente. Porque, a pesar de las asambleas, las giras, las actas y las firmas, el que tiene la ¨²ltima palabra es el Estado.
Mashco piro: futuros que se deciden en Texas
Los que no tienen voz alguna, y de aqu¨ª su vulnerabilidad territorial y pol¨ªtica, son los ind¨ªgenas aislados mashco piro: ind¨®mitos arqueros que recorren las quebradas de la cuenca del R¨ªo Piedras, arpones y lanzas en mano, acumulando centenares de kil¨®metros en sus anchos pies descalzos; afilando ca?as de bamb¨², ora como puntas de flecha para cazar huanganas, ora como hojas para cortar el cord¨®n umbilical de un reci¨¦n nacido, otrora para defenderse de los madereros ilegales que avasallaron sus predios durante la fiebre del cedro y la caoba hace 20 a?os. No imaginan que en un lugar llamado Texas (EE UU), cerca de los puestos de control de la NASA, su territorio se viene presentando como una ¡°excelente oportunidad¡± para inversores en hidrocarburos.
¡°El desastre que ocurri¨® con Shell y el pueblo nahua en los ochenta podr¨ªa repetirse ahora con los mashco piro¡±, alerta Israel Aquise, de la Federaci¨®n Nativa de Madre de Dios y Afluentes (Fenamad), la cual act¨²a en siete puestos de vigilancia para protecci¨®n de PIACI. Los riesgos de un posible contacto ante la entrada de empresas extractivas son enfermedades letales para grupos enteros, enfrentamientos violentos con trabajadores, migraciones forzadas, conflictos con comunidades del lado peruano y brasile?o que no est¨¢n habituadas a la presencia de grupos aislados¡ El antrop¨®logo sacude la cabeza: ¡°No hemos aprendido nada¡±.
El ¨¢rea presentada a inversionistas por Perupetro se solapa con la Reserva Madre de Dios, pero tambi¨¦n a dos comunidades de colonos originarios del Urubamba que se establecieron en territorio de ind¨ªgenas mashco piro hace un par de d¨¦cadas, levantando sus casas de madera sobre pilotes junto al r¨ªo Piedras. Tanto la comunidad de Monte Salvado como la de Puerto Nuevo tienen puestos oficiales de vigilancia para protecci¨®n de PIACI cuyo objetivo es evitar el acceso de terceras personas a la Reserva y manejar la convivencia entre grupos asilados y las comunidades vecinas.
Desde que un centenar de aislados emergieran frente a Monte Salvado en 2013, catapultando la aldea a la fama, ¨¦sta ha atra¨ªdo proyectos que buscan diversificar su econom¨ªa m¨¢s all¨¢ de la madera, ayud¨¢ndola as¨ª a proteger la selva y la reserva. Venta de nueces de Brasil, artesan¨ªa, incentivos estatales para protecci¨®n de bosques, empleos como agentes de vigilancia¡ La comunidad prospera. Sin embargo, el dispensario acumula telara?as y los j¨®venes que migraron a la ciudad no est¨¢n regresando.
El desastre que ocurri¨® con Shell y el pueblo nahua en los ochenta podr¨ªa repetirse ahora con los mashco piroIsrael Aquise, de la Federaci¨®n Nativa de Madre de Dios y Afluentes (Fenamad)
En Monte Salvado, nadie habla en p¨²blico del nuevo lote petrolero que Perupetro est¨¢ publicitando entre inversores internacionales, un lote que afectar¨ªa tanto a su comunidad como la reserva colindante para aislados mashco piro. Los agentes de vigilancia del Ministerio de Cultura no est¨¢n autorizados a conversar. Perupetro no respondi¨® a las peticiones de comentarios para este reportaje. Y un mes despu¨¦s de que hubieran trascendido las ¨¢reas en promoci¨®n, las organizaciones ind¨ªgenas todav¨ªa no se hab¨ªan pronunciado. ¡°Muchos frentes abiertos¡±, explicaba a este medio el nuevo l¨ªder ind¨ªgena de la Fenamad, Alfredo Vargas, que en 2015 particip¨® en la consulta previa para la licitaci¨®n de un lote en Madre de Dios, aunque ¨¦ste, finalmente, no se lleg¨® a explotar.
En el aire, la pregunta de si Monte Salvado y el resto de comunidades nativas que conviven con aislados resistir¨¢n el avance del frente extractivista. La batalla por los pueblos aislados ¡ªy por millones de hect¨¢reas de bosques vitales para la seguridad alimentaria, la biodiversidad y el clima¡ª contin¨²a.
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