Esauira es el lugar en el que la m¨²sica dialoga con el resto del mundo
Hace ya 25 a?os que la peque?a ciudad portuaria del sur de Marruecos es sin¨®nimo de m¨²sica tradicional magreb¨ª, gracias a un festival que acoge tambi¨¦n a invitados internacionales del jazz, el rock y otros folklores
No ha sido una edici¨®n m¨¢s. Este 24? Festival Gnawa de M¨²sicas del Mundo de Esauira, celebrada del 22 al 24 de junio, coincidiendo con la llegada del verano boreal, ha significado la vuelta a su formato habitual, en la costa atl¨¢ntica marroqu¨ª, junto a la vieja fortaleza de Mogador, tras un par de a?os en suspenso y con una edici¨®n ¡ªla de 2022¡ª menos ambiciosa y repartida en varias ciudades de Marruecos. Porque Esauira es, sin lugar a dudas, el sitio de pertenencia del gnawa, este g¨¦nero que evoca las m¨²sicas negras del desierto y que se ha convertido en emblema del norte de ?frica.
Se denomina gnawa a las melod¨ªas r¨²sticas de ascendencia sagrada compuestas de oraciones en versos repetitivos que sus int¨¦rpretes acompa?an con instrumentos tradicionales como el?guembri (bajo de madera y cuero) y las?krakabs (casta?uelas met¨¢licas). Los ma?lems (maestros) legan su instrumento a sus disc¨ªpulos como un ritual de continuidad de la tradici¨®n espiritual en la familia ampliada.
As¨ª, de aquellas plegarias de esperanza de los esclavos de las caravanas que surcaban el Sahara desde Tomboct¨² hacia el Mediterr¨¢neo, se ha heredado un vocablo que ya se escuchaba en el siglo XVI y que ha llegado a nuestros d¨ªas gracias a las cofrad¨ªas suf¨ªes cant¨¢ndole fraternalmente a Dios: el gnawa (probablemente enraizado en la palabra Guinea), un ritmo que, desde finales de 2019, ostenta el t¨ªtulo de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO.
Esauira es, sin lugar a dudas, el sitio de pertenencia del gnawa, este g¨¦nero que evoca las m¨²sicas negras del desierto y que se ha convertido en emblema del norte de ?frica.
Tras esta inscripci¨®n patrimonial surge la ¡°nueva era¡± del festival creado en 1998, determinada a ¡°resistir, innovar y sorprender¡±, porque el espacio expresa ¡°una comuni¨®n de culturas¡±, en palabras de la cofundadora y productora Neila Tazi. Pero, m¨¢s all¨¢ de la satisfacci¨®n de sus hacedores, es verdad que las virtudes de este megaencuentro anual son reconocidas y reconocibles por el p¨²blico ¡ªcada a?o m¨¢s numeroso¡ª, as¨ª como por los m¨²sicos internacionales y los programadores culturales de otros pa¨ªses, tanto como por los propios vecinos. Resulta dif¨ªcil que alguien no se emocione en medio de esa plaza Moulay Hassan rebosante de familias locales y gente de todo el mundo, cantando en varios idiomas, y que, este a?o, alcanzaron las 300.000 personas, seg¨²n los c¨¢lculos de los organizadores.
Bullicio y viento a favor
Antes del primero de los tres d¨ªas de m¨²sica en las calles, en riads ¡ªcasas tradicionales¡ª y lugares sagrados de esta ciudad pesquera, localizada a unos 400 kil¨®metros al sur de Casablanca, los pases estaban agotados y la medina exhalaba m¨²sica en cada esquina. El puerto de las gaviotas chillonas volv¨ªa a ser una fiesta.
El gran invitado for¨¢neo este a?o era el cubano El¨ªades Ochoa, recordado por su participaci¨®n en el disco Buena Vista Social Club, quien cumpli¨® 77 a?os horas antes de subir al escenario mayor. Mientras, el p¨²blico m¨¢s joven coreaba por toda la peatonal del zoco los estribillos de la aspirante a estrella belga Selah Sue. Los j¨®venes marroqu¨ªes se aprestaban para bailar con fervor el ska y rock cha?bi (popular) de los eternos casablanqueses Hoba Hoba Spirit, que vienen acompa?ando a varias generaciones urbanas del pa¨ªs vecino a protestar en dariya (¨¢rabe dialectal magreb¨ª) y con pedales de distorsi¨®n.
Sin embargo, los maestros del guembri eran mayor¨ªa con sus ensembles, liderando las fusiones a cielo abierto y los encuentros ¡°intimistas¡± en Dar Souiri, Bayt Dakira o la Zaouia Issaoua, en largas noches de acrobacias coreogr¨¢ficas y lilas, como se denominan las vigilias en trance. Hubo maestros de todas las generaciones, entre ellos, los consagrados Hamid El Kasri, Abdeslam Akikana, Houssam Gania, Mokhtar Guinea, Mohamed Kouyou, Omar Hayat o Najib Soudani, a los que se sumaron los talentos m¨¢s j¨®venes y tambi¨¦n maestras como Hind Ennaira y Asmaa Hamzaoui.
Entre los invitados a unirse al escenario, estuvieron las Amazonas de ?frica, un grupo de estrellas nacido en 2014 de la confluencia de las voluntades de las superdivas Mamani Keita, Oumou Sangar¨¦ y Mariam Doumbia, entre otras mujeres poderosas de la canci¨®n del continente; los integrantes de ¡®Amagaba¡¯, un grupo de tambores de Burundi; el percusionista argentino Minino Garay; el guitarrista alem¨¢n Torsten de Winkel (tambi¨¦n creador del festival Bimbache openart en la isla de El Hierro) y el cantante paquistan¨ª Faiz Ali Faiz, entre otros.
Menci¨®n aparte merecen los virtuosos hermanos del Tr¨ªo Joubran, int¨¦rpretes palestinos del la¨²d que acompa?aban en sus recitales al poeta Mahmoud Darwish. Este conjunto, perteneciente a un linaje de lutieres especializados en la¨²des, se present¨® en el bell¨ªsimo ocaso de la terraza del castillo Borj Bab Marrakech, donde la gente recitaba de memoria los versos de amor de Darwish. En una conversaci¨®n con este diario, Wissam Joubran, quien contin¨²a con la tradici¨®n lutier de su padre y abuelo, elogi¨® la voluntad del p¨²blico magreb¨ª en su acercamiento al resto del mundo ¨¢rabe de Oriente, que, en su criterio, no se equipara a la atenci¨®n que desde all¨ª se presta a este rinc¨®n del norte de ?frica.
Diplomacia cultural
Seg¨²n apuntaba, d¨ªas atr¨¢s, el exdirector del Festival Internacional de Cartago en T¨²nez, Imed Alibi, en redes sociales, ¡°Esauira es un ejemplo de ¡®nation branding¡¯ o marca pa¨ªs en diplomacia cultural¡± y la ¡°prueba de que un festival de un pa¨ªs del sur con visi¨®n de futuro puede tener un impacto positivo en la econom¨ªa de la ciudad y del propio pa¨ªs¡±. La peque?a ciudad marroqu¨ª de 70.000 habitantes ve ¡°multiplicada por seis¡± su poblaci¨®n, lo que la convierte en un destino tur¨ªstico privilegiado. Alibi conclu¨ªa que ¡°una identidad fuerte y una visi¨®n a largo plazo (y no solo una serie de acontecimientos) son la base de una pol¨ªtica cultural¡±.
Esauira es un ejemplo de nation branding o marca pa¨ªs en diplomacia cultural¡± y la ¡°prueba de que un festival de un pa¨ªs del sur con visi¨®n de futuro puede tener un impacto positivo en la econom¨ªa de la ciudad y del propio pa¨ªsImed Alibi, exdirector del Festival Internacional de Cartago en T¨²nez
Detr¨¢s de esta ¡°visi¨®n a largo plazo¡±, se encuentran algunos de los hijos predilectos de esta ciudad, entre ellos, Andr¨¦ Azoulay, economista y consejero de los ¨²ltimos dos monarcas de Marruecos, proveniente de una familia jud¨ªa bereber de la regi¨®n e impulsor del festival, desde hace 25 a?os. Precisamente fue Azoulay quien, en el cierre del Foro de Derechos Humanos que acompa?a cada a?o la programaci¨®n musical, record¨® a trav¨¦s de su propia infancia la biograf¨ªa de Esauira, cuando esta era la ¡°capital de la civilizaci¨®n hippie¡±.
En este lugar, Azoulay dijo haber entendido la ¡°universalidad del gnawa¡±, su ¡°porosidad e intimidad¡±, escuchando ¡°las grabaciones de los grandes del jazz¡± en los a?os 70. ¡°De ellos retuve que el coraz¨®n del blues estaba en el guembri, cuando yo hab¨ªa cre¨ªdo que ese lugar le pertenec¨ªa al contrabajo¡±, asegur¨®.
Con la llegada de los jazzeros afroamericanos que, en la d¨¦cada de los 60, buscaban sus ra¨ªces en el gnawa y, especialmente, en los clubes de jazz de ciudades como Rabat o T¨¢nger, el ostracismo espiritual del gnawa hab¨ªa dejado paso a una celebraci¨®n inclusiva y a la posibilidad de ¡°integrar esa parte de nosotros mismos¡± en su dimensi¨®n fraternal, seg¨²n el promotor del festival. A su juicio, el ADN del gnawa sigue siendo el mismo en 2023, aunque para el g¨¦nero haya habido ¡°una realidad antes de Esauira y otra, despu¨¦s¡±.
En el foro dedicado a la reflexi¨®n sobre las identidades y las pertenencias, el polit¨®logo tangerino Hisham A?di, profesor en la Universidad de Columbia (EE UU) habl¨® del ¡°modelo de Esauira¡±. Explic¨® que este es un ¡°experimento de salirse de la propia identidad en intercambios culturales¡±, gracias al cual ¡°la m¨²sica gnawa dej¨® de estar estigmatizada para ser la cara cultural del Magreb en el mundo¡±.
En este marco, A?di mencion¨® tambi¨¦n el relanzamiento de la revista cultural Souffles, como una plataforma panafricanista que pretende honrar el esp¨ªritu de la publicaci¨®n original, creada por el poeta Abdellatif Laabi en marzo 1966, en Rabat, y desaparecida en los A?os de Plomo. La intenci¨®n en esta nueva etapa es conectar a los investigadores que viven en Estados Unidos y Am¨¦rica Latina con los que contin¨²an en Marruecos.
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