Los ni?os de L¨ªbano vuelven al colegio sin saber si podr¨¢n acabar el curso
Las escuelas del Estado son la ¨²nica opci¨®n para miles de ni?os del pa¨ªs, castigado por la crisis econ¨®mica y sobrepasado por la migraci¨®n siria. El Gobierno en funciones solo tiene fondos para mantener las aulas abiertas tres o cuatro meses
Hadi es liban¨¦s, tiene 11 a?os y los dedos arrugados por el agua y el detergente. Hace tiempo que su casa se convirti¨® en la oficina donde trabaja toda la familia: junto a sus padres y dos hermanos mayores, pasa las tardes sacando brillo a zapatos usados, para despu¨¦s revenderlos los domingos en el mercado de Beirut. Tiene hiperactividad y problemas de comportamiento, cuenta su madre, Merbat, de 46 a?os, quien explica que debido a la saturaci¨®n de las escuelas p¨²blicas, que tambi¨¦n carecen de recursos para ocuparse de alumnos con alguna necesidad especial, ha decidido registrar al peque?o en un centro privado. Para poder hacer frente a este gasto, la familia ha tenido que reducir a una sola comida el alimento diario que entra en casa.
La miseria arrasa L¨ªbano desde la crisis financiera y pol¨ªtica de 2019. La lira ha perdido el 98% de su valor y la inflaci¨®n, de tres d¨ªgitos que adem¨¢s se paga en d¨®lares, hace que un 80% de la poblaci¨®n viva en situaci¨®n de necesidad y un 36% sean pobres extremos. La educaci¨®n, pilar b¨¢sico de un pa¨ªs con m¨¢s poblaci¨®n en la di¨¢spora que dentro de sus fronteras y sostenido en parte gracias a las remesas, se tambalea. Esta semana se ha informado de que las escuelas p¨²blicas empezar¨¢n las clases el pr¨®ximo lunes, dejando en el aire la duda de hasta cu¨¢ndo y en qu¨¦ condiciones podr¨¢n estar abiertas. En agosto, el Gobierno aprob¨® una partida de 50 millones de d¨®lares, del total de los 150 millones solicitados, que servir¨¢n para que las escuelas p¨²blicas funcionen entre ¡°tres y cuatro meses¡±, seg¨²n el ministro de Educaci¨®n en funciones, Abbas Halabi, que consider¨® imposible reabrir los centros educativos sin la ayuda externa de Naciones Unidas y el Banco Central.
¡°Si el Gobierno no mantiene sus promesas, la mayor¨ªa de los profesores no trabajar¨¢n. El curso est¨¢ a punto de empezar y de c¨®mo se reparta el dinero depender¨¢ la decisi¨®n de muchos docentes. No es que no queramos, es que no podemos mantener a nuestras propias familias¡±, cuenta Hicham Shayya, de 47 a?os y profesor de Historia en dos institutos en Saufar, al norte de Beirut. De ganar 2.000 d¨®lares (1.900 euros) en 2019, su atribuci¨®n mensual apenas llega ahora a los 200 (190 euros).
El curso pasado, las huelgas de profesores pidiendo unas condiciones dignas cerraron las escuelas p¨²blicas m¨¢s de 50 d¨ªas entre diciembre y marzo, y es posible que la historia vuelva a repetirse este curso. Ya en enero de 2023, las organizaciones humanitarias advert¨ªan de que un mill¨®n de ni?os estaban en riesgo de no completar el curso, lo que se sumaba a los casi dos a?os que perdieron durante la pandemia. La vuelta a las aulas despu¨¦s del coronavirus se hizo de manera escalonada, las escuelas abr¨ªan dos o tres d¨ªas por semana y los docentes no pose¨ªan herramientas online que permitiesen seguir desde casa las clases. As¨ª lo explica Nayla Fahd, directora de Tabshoura, un proyecto que junto al Ministerio de Educaci¨®n desarrolla un programa acad¨¦mico digital para que los m¨¢s peque?os puedan seguir aprendiendo desde casa.
Con una educaci¨®n p¨²blica totalmente devaluada por la saturaci¨®n de las aulas, los cortes de luz y los paros de profesores, el sistema se sostiene gracias al sector privado, que ense?a a dos tercios de los alumnos y est¨¢ financiado en su mayor¨ªa por capital extranjero, sobre todo entidades religiosas y organizaciones humanitarias. La falta de regulaci¨®n provoca que no haya uniformidad ni de precios ni de ense?anza. As¨ª, hay ONG que siguen el curr¨ªculo oficial, mientras que otras imparten cursos de ingl¨¦s, inform¨¢tica o ense?an oficios. ¡°La brecha entre los alumnos de la escuela p¨²blica y la privada es cada vez m¨¢s amplia e incrementar la privatizaci¨®n significa un mayor abandono escolar, porque habr¨¢ muchas familias que no puedan pagarla. Es un desastre para el sector y para los ni?os¡±, opina Aofie Keniry, responsable de educaci¨®n de Save the Children en el pa¨ªs.
M¨¢s alumnos y menos recursos
Existe otra capa de complejidad que tiene que ver con la respuesta migratoria y la inclusi¨®n de los refugiados sirios en las escuelas. La guerra al otro lado de las monta?as ha desplazado a un mill¨®n y medio de personas, que en un pa¨ªs de algo m¨¢s de 5,5 millones de habitantes y al borde del colapso est¨¢ generando tensiones identitarias y reacciones racistas. Los colegios son tambi¨¦n reflejo de ello. Alegando motivos de diferencias de nivel educativo, para atender la demanda y evitar mezclar ambas nacionalidades, se estableci¨® un turno de tarde al que solo acuden los ni?os sirios, mientras que los libaneses asisten en el horario habitual de las ma?anas.
Aunque todav¨ªa es imposible cuantificar el impacto, la guerra en Siria ha provocado que casi una generaci¨®n entera de aquel pa¨ªs nunca haya puesto un pie en una escuela. Desde que comenz¨® el conflicto en marzo de 2011, en las calles de Beirut es habitual ver a chavales de apenas cinco a?os pidiendo limosna entre el tr¨¢fico, recogiendo botellas de las calles o vendiendo rosas en las zonas tur¨ªsticas. De los 700.000 ni?os sirios que residen en L¨ªbano en edad escolar, los colegios p¨²blicos apenas tienen capacidad para absorber a un tercio. El resto, seg¨²n advierte Keniry, est¨¢ en serio de riesgo de caer en las garras del trabajo infantil, los matrimonios forzados o las bandas criminales.
De los 700.000 ni?os sirios que residen en L¨ªbano en edad de ir al colegio, los centros p¨²blicos apenas tienen capacidad para absorber a un tercio
¡°En los ¨²ltimos cuatro a?os, el cierre de escuelas en L¨ªbano ha puesto al borde del abismo a m¨¢s de un mill¨®n de ni?os sirios y libaneses¡±, se?al¨® Bill Van Esveld, experto de derechos de la infancia en la ONG Human Rights Watch, que public¨® en septiembre un informe sobre el peligroso estado de la educaci¨®n en este pa¨ªs. ¡°Si el Gobierno y los donantes extranjeros no llegan a un acuerdo que mantenga las escuelas abiertas, L¨ªbano se enfrenta a una cat¨¢strofe en materia de derechos de la infancia¡±, agreg¨®. Seg¨²n cifras de esta organizaci¨®n, en 2016, los d¨ªas lectivos en L¨ªbano llegaron a 180 y el pasado a?o escolar fueron de 60.
De camino a su nuevo trabajo, Hamsa, de 15 a?os, se cruza con un grupo de chicas uniformadas que salen de un colegio privado. ¡°Nosotros (los sirios) no podemos estudiar aqu¨ª, cuesta demasiado dinero¡±, dice, apartando la mirada y coloc¨¢ndose la gorra. Lleva apenas unas semanas aprendiendo el oficio de barbero en Bourj Hamoud, el suburbio que acoge a la di¨¢spora armenia, al noreste de Beirut. Cuando a ¨¦l le salga algo de barba, r¨ªe, se la recortar¨¢ dibujando l¨ªneas rectas en una de las mejillas, como ha visto que hacen los chicos m¨¢s mayores del barrio.
Hamsa cuenta que querr¨ªa ser doctor, aunque es consciente de que si los paros de profesores contin¨²an este a?o, no podr¨¢ llegar a la universidad. Si los institutos p¨²blicos cierran, la ¨²nica educaci¨®n a la que tiene acceso es gracias a la organizaci¨®n Mouvement Social, que le proporciona formaci¨®n en idiomas e inform¨¢tica. ¡°Mejor eso que nada¡±, suspira su madre Jihane, de 45 a?os, viuda y con una decena de hijos repartidos entre varias regiones de L¨ªbano. Cuando la m¨¢s peque?a de la familia, Maya, de 10, empieza a contar que ella tambi¨¦n quiere ser m¨¦dica y trabajar con reci¨¦n nacidos, Jihane se va al dormitorio a buscar la medicaci¨®n que toma para aliviar su depresi¨®n: ¡°Temo por el futuro de mis hijos. No poder asegurarles su educaci¨®n no me deja dormir¡±.
El valle de la Bekaa, cerca de la frontera con Siria, es una zona empobrecida de L¨ªbano y que acoge a un gran n¨²mero de refugiados. Entre los templos romanos m¨¢s importantes de Oriente Pr¨®ximo, la vida en la ciudad de Balbeek est¨¢ pr¨¢cticamente subsidiada por las ONG. Hussein Hassan, de 27 a?os, tuvo que abandonar sus estudios para huir de las bombas en Alepo hace ya una d¨¦cada, y no quiere que sus tres hijos, uno de ellos con discapacidad, corran la misma suerte.
Pero su trabajo de pintor, ¨²nico salario que entra en casa, no alcanza, y cada mes acumula m¨¢s deudas, solamente para pagar suministros b¨¢sicos como transporte o comidas. Hace tiempo que la carne, e incluso la fruta, dejaron de entrar en casa. Los precios son tan altos que el apoyo de Naciones Unidas no basta. ¡°Solo Dios puede auxiliarnos¡±, dice Hassan, aunque reconoce que la crisis que no da se?ales de terminar y la pobreza, que castiga sin tregua a su familia, le hacen plantearse algo m¨¢s dr¨¢stico. ¡°Europa¡±, murmura, haciendo con las manos la forma de las olas del mar.
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