Falsos agentes de futbolistas: los timadores que arruinan sue?os y familias en toda ?frica
Prometen, previo pago de miles de euros, pruebas de nivel o contratos con clubes extranjeros para j¨®venes jugadores. Sus allegados ven en ellos una v¨ªa de escape a la pobreza y hacen lo posible para reunir el dinero. Cuando se percatan del fraude, es demasiado tarde
En casa de Olivier Diplo, marfile?o de 22 a?os, el f¨²tbol es un tema tab¨². Cualquier menci¨®n al deporte rey crispa la atm¨®sfera y hace que aflore la rabia latente que se instal¨® en el hogar hace cinco a?os. En la humilde vivienda de Abiy¨¢n (Costa de Marfil) donde Diplo vive con su familia, f¨²tbol rima con amargura. ¡°Si saco el tema, me dicen que pare de inmediato, me amenazan con echarme a la calle¡±, explica.
Desde que ten¨ªa 17 a?os, Diplo asegura haber sido v¨ªctima de falsos agentes de futbolistas en tres ocasiones. Su padre (ya fallecido), su madre y su padrastro han gastado al menos 8.000 euros en una esperanza alimentada con puro humo. Ha sido un lustro de promesas incumplidas a cambio de un dineral obsceno para una econom¨ªa media marfile?a. Por el camino se vendieron propiedades y se acumularon deudas.
Es una inversi¨®n. Si el chico triunfa como futbolista, todos se beneficiar¨¢n, as¨ª que est¨¢n dispuestas a movilizar los recursos necesariosFr¨¦d¨¦ric Lapeyre, OIT
¡°Los falsos agentes han creado un negocio ¡ªen Costa de Marfil y en toda ?frica¡ª por la sencilla raz¨®n de que hay mucho dinero en ello¡±, asegura Marc Zoro, exjugador marfile?o y presidente de un sindicato de futbolistas en su pa¨ªs. Lejos de ser burdos charlatanes, sus m¨¦todos evocan, seg¨²n ¨¦l, al ladr¨®n de guante blanco. ¡°Una persona inteligente y seductora, un verdadero especialista del embuste¡±. Desde su despacho en Abiy¨¢n, Zoro da cuenta de los estragos que est¨¢n provocando las mentiras de estos timadores expertos. ¡°Conozco casos de chicos muy j¨®venes encarcelados en Tailandia o Armenia. Desesperados, indefensos, sin dinero para volver a casa¡±.
Durante su periplo, Diplo ha sufrido calabozos de aeropuerto y noches a la intemperie. Malvivi¨® tres meses en Dubai, entren¨¢ndose en parques p¨²blicos mientras esperaba la prueba de un equipo emirat¨ª que nunca lleg¨®. Tambi¨¦n le garantizaron que jugar¨ªa en un club de la primera divisi¨®n india, pero acab¨® destroz¨¢ndose el brazo derecho en una ruda liga de f¨²tbol 7 del Estado de Kerala, al sur del pa¨ªs asi¨¢tico. La tercera vez que le enga?aron, Diplo no lleg¨® a viajar. Todo fueron, al principio, encantadoras palabras de un te¨®rico agente londinense. Luego, plazos pospuestos a perpetuidad. M¨¢s tarde, llamadas sin respuesta. Y al final, id¨¦ntico resultado: dinero y m¨¢s dinero arrojado al desag¨¹e de los sue?os rotos.
La entrevista con Diplo tiene lugar en un ¨¢rido campo de f¨²tbol de Abiy¨¢n, donde carbura parte de la rica cantera del f¨²tbol africano. Es s¨¢bado, d¨ªa de partido, y dos equipos de adolescentes compiten bajo el sol del mediod¨ªa, envueltos en el calor h¨²medo del litoral marfile?o.
A sus 16 a?os, alto y fibroso, Yves apunta maneras como defensa central. Afirma ser consciente del peligro de los falsos agentes. Y resume el motivo por el que estos se salen tantas veces con la suya: ¡°Para muchos chicos africanos, ser futbolista profesional es nuestra gran ambici¨®n. Si vemos una m¨ªnima posibilidad de alcanzarla, vamos a por todas. As¨ª es f¨¢cil que nos manipulen¡±.
Yves vuelve al terreno de juego. Mera casualidad o s¨ªntoma de la magnitud del problema, una charla espont¨¢nea con sus dos entrenadores revela que ellos tambi¨¦n fueron, hace m¨¢s de una d¨¦cada, v¨ªctimas de un falso agente. Ocurri¨® en 2012, cuando ambos ten¨ªan 16 a?os y jugaban en el equipo de su barrio. Durante seis meses, un hombre les facilit¨® material deportivo, supervis¨® sus entrenamientos por amor al arte y les endulz¨® el o¨ªdo con elogios. ¡°Se gan¨® por completo nuestra confianza¡±, lamenta Gogon Loua, uno de los entrenadores.
Despu¨¦s, el timador lanz¨® el anzuelo: una prueba para un equipo franc¨¦s por 1.200 euros. La labia del delincuente encandil¨® a Loua, quien vio su sue?o al alcance de la mano. ¡°Mi familia hizo enormes sacrificios, pero logr¨® reunir el dinero. Se lo entregamos. Al poco, nos convoc¨® para un asunto de papeleo. No se present¨® a la cita, as¨ª que fuimos a su casa. Hab¨ªa desaparecido sin dejar rastro¡±, recuerda.
Para que cuaje la estafa, resulta esencial involucrar a las familias. Con frecuencia pobres y de escasa formaci¨®n, padres, t¨ªos o abuelos vislumbran en estos truhanes una v¨ªa de escape a la miseria. ¡°Es una inversi¨®n. Si el chico triunfa como futbolista, todos se beneficiar¨¢n, as¨ª que est¨¢n dispuestas a movilizar los recursos necesarios¡±, apunta Fr¨¦d¨¦ric Lapeyre, director de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT) en Costa de Marfil.
Lapeyre encuadra el problema ¡°en el fen¨®meno migratorio¡±. Aunque, a diferencia de las redes que manejan la migraci¨®n en ?frica, prosigue el responsable, los falsos agentes van por libre: ¡°Son simples oportunistas que se aprovechan de la extrema vulnerabilidad¡±.
No perder la esperanza
Junto a la Federaci¨®n Internacional de Asociaciones de Futbolistas Profesionales (Fifpro) y la Fundaci¨®n Didier Drogba, la OIT lanz¨® en marzo de 2023 una campa?a para alertar sobre un enga?o en el que, seg¨²n una primera encuesta estimativa, caen el 27% de los jugadores africanos que son contactados por un agente. La iniciativa incluy¨® una gira de conferencias por academias de f¨²tbol marfile?as. Lapeyre, Drogba y Zoro viajaron por todo el pa¨ªs exhortando a verificar las credenciales del que dice ser agente. E inculcando la importancia de la educaci¨®n: para reconocer mejor al embustero y para tener, si no prospera la senda del f¨²tbol, un plan B con el que ganarse la vida.
¡°Un plan A, dir¨ªa yo. Pocos chicos llegar¨¢n a profesionales. Pero en ?frica, se da por hecho que f¨²tbol y escuela son incompatibles¡±, matiza Rodrigue Ettien, quien jug¨® en Rumania y Marruecos hasta que una grave lesi¨®n trunc¨® su carrera. Antes de saltar al profesionalismo, Ettien tambi¨¦n escuch¨® cantos de sirena. Hubo mucha gente que le dibuj¨® horizontes de ensue?o, siempre previo pago de una jugosa cantidad. ¡°Prefer¨ª seguir estudiando y dejar que hablara mi talento. Si existe inter¨¦s, debe ser el equipo quien pague todos los gastos¡±, sostiene.
Por desgracia, admite Ettien, el adelanto de dinero a fondo perdido es una pr¨¢ctica habitual en el reclutamiento de nuevos talentos. ¡°Hay clubes europeos, norteafricanos o asi¨¢ticos que no quieren cargar con ning¨²n coste sin haber visto al jugador en directo¡±. Le invitan a hacer una prueba en sus instalaciones, pero no asumen un euro de riesgo. El chico ha de pagar traslados, alojamiento, visado y manutenci¨®n. ¡°Si la prueba sale bien, le devuelven el dinero. Si no, el club no pierde nada¡±, a?ade Ettien. Los chavales que aspiran a vivir del f¨²tbol saben que, con frecuencia, esto es lo que hay.
En realidad, existe una infinidad de caminos para que un futbolista africano acabe fichando por un equipo extranjero. Como no hay patrones claros a los que aferrarse, se multiplican rumores, medias verdades y hechos ciertos en un mercado poco regulado, a pesar del reciente intento de la FIFA por poner algo de orden.
Un mareante carrusel de palabrer¨ªa y falsos documentos empuj¨® a Brice Dj¨¦dj¨¦ por medio mundo. T¨²nez, Arabia Saud¨ª, China¡ Cada pa¨ªs, insist¨ªan sus estafadores, funciona a su manera, con sus propias burocracias y sus complejos tejemanejes. Dj¨¦dj¨¦ vivi¨® una odisea de frustraciones en la que ¨¦l y su familia desembolsaron m¨¢s de 10.000 euros. En 2013 recal¨® en Mohammed¨ªa, una peque?a ciudad cerca de Casablanca (Marruecos). ¡°Aquella vez parec¨ªa que iba en serio. Compart¨ªamos casa unos 20 jugadores. Hab¨ªa senegaleses, guineanos, malienses... El se?or que nos llev¨® all¨ª nos fue dando largas hasta que un d¨ªa se esfum¨®¡±, relata. Los a?os siguientes, Dj¨¦dj¨¦ trabaj¨® en lo que sal¨ªa mientras procuraba mantener la forma. ¡°Segu¨ªa queriendo jugar en Marruecos, aunque fuera en segunda o tercera divisi¨®n¡±. Hace dos a?os, decidi¨® regresar a Costa de Marfil.
Los s¨¢bados por la tarde, Olivier Diplo ¡ªel joven en cuya casa no se puede hablar de f¨²tbol¡ª disputa pachangas en las instalaciones cedidas por una escuela de Abiy¨¢n. En un peque?o terreno de c¨¦sped acotado por vegetaci¨®n tropical, ¨¦l y sus amigos exhiben pasi¨®n, poder¨ªo f¨ªsico y nobleza. Los mejores atributos del futbol africano. A pesar de su largo historial de desenga?os, Diplo no tira la toalla y busca una nueva oportunidad. ¡°Quiz¨¢ en un peque?o club espa?ol¡±, suspira melanc¨®lico.
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