La escuela que transform¨® a todo un pueblo en Senegal
El centro de ense?anzas medias Kamanar, en la regi¨®n natural de Casamance, combina materiales tradicionales, una arquitectura sostenible y adaptada al medio, que recibi¨® el premio Aga Khan en 2022, y un esfuerzo de formaci¨®n en oficios relacionados con la construcci¨®n
A Albertine Djiba, de 15 a?os, lo que m¨¢s le gusta es la clase de F¨ªsica, mientras que su amigo Souleymane Camara, de la misma edad, alucina con la Inform¨¢tica. Yunus Sagna, sin embargo, se inclina por el Ingl¨¦s. ¡°Es la lengua m¨¢s importante del mundo¡±, asegura con una sonrisa. El timbre del final de las clases acaba de sonar en el centro de ense?anzas medias Kamanar, en el pueblo de Thionck Essyl, en la regi¨®n senegalesa de Casamance, y los ni?os salen en tromba hacia la calle. La escena se repite a diario en cada colegio o instituto del mundo, pero aqu¨ª es diferente. Esta escuela p¨²blica, modelo de arquitectura sostenible y adaptado a su entorno, es algo m¨¢s que ladrillos, madera y tierra. Es un remanso de ense?anza de calidad que est¨¢ transformando a todo un pueblo.
La primera sorpresa es que no se trata de un edificio, sino de 16 aulas individuales que se distribuyen en grupos de cuatro por un amplio espacio de dos hect¨¢reas salpicado de ¨¢rboles, que incluye una sala de inform¨¢tica, otra de biolog¨ªa, la biblioteca, una oficina y la sala de profesores. Al fondo, dos campos para la pr¨¢ctica deportiva hacen las delicias de los 464 alumnos. ¡°El primer objetivo era la descongesti¨®n del instituto que ya exist¨ªa en el pueblo¡±, asegura el director del centro, Moustapha Boyang, ¡°pero manteniendo una ratio adecuada de 30 ¨® 32 alumnos por clase. Fue una petici¨®n expresa de nuestros socios¡±. La media de ni?os por aula en Senegal es de 50, pero en algunos colegios se llega hasta a 80, as¨ª que Kamanar es una rara excepci¨®n.
La idea data de 2014. En coordinaci¨®n con las autoridades locales, los arquitectos espa?oles Aina Tugores y David Garc¨ªa, del estudio barcelon¨¦s Dawoffice, impulsaron el proyecto que fue gestionado por Foundawtion, una entidad sin ¨¢nimo de lucro que combina la arquitectura y la educaci¨®n. Las obras comenzaron en 2016 con la primera aula prototipo y el centro se inaugur¨® en 2019 con el 50% ya terminado. A medida que iba emergiendo, los vecinos de Thionck Essyl se iban enamorando de su nueva escuela. El bajo coste, el confort clim¨¢tico y el aprovechamiento de los materiales locales fueron tres de los ejes constructivos. Las aulas est¨¢n hechas con bloques de tierra comprimida que llevan tambi¨¦n arcilla y un 8% de cemento fabricados con prensa manual que evita la cocci¨®n, lo que reduce el consumo energ¨¦tico.
Sin embargo, a simple vista, lo m¨¢s llamativo son las b¨®vedas. ¡°El material m¨¢s com¨²n en la zona es la tierra y en esta regi¨®n de Casamance es interesante usarla en la construcci¨®n porque tiene entre un 20% y un 30% de arcilla, que es un excelente aglomerante natural¡±, asegura David Garc¨ªa. ¡°Sin embargo, debido a su fragilidad, la mejor soluci¨®n fue la curva catenaria. Las b¨®vedas en tierra son muy utilizadas en ?frica y forman parte de la arquitectura vern¨¢cula. Fue un ejercicio de rigor y respeto a la resistencia del material, no un gesto ni el trazo de un arquitecto¡±.
El calor habitual en esta zona se tuvo muy en cuenta desde el principio: los bloques de tierra son porosos, la ventilaci¨®n es cruzada y la orientaci¨®n impide la incidencia solar en el interior
El calor habitual en esta zona se tuvo muy en cuenta desde el principio: los bloques de tierra son porosos, la ventilaci¨®n es cruzada y la orientaci¨®n impide la incidencia solar en el interior. El cierre de las fachadas con celos¨ªas de madera y los paneles de chapa para proteger las aulas de la lluvia, tambi¨¦n frecuente en verano, completan el llamativo perfil del conjunto. Todo ello les permiti¨® ganar el prestigioso premio Aga Khan de arquitectura en 2022, algo que los vecinos de Thionck Essyl recibieron con orgullo.
Y es que otra de las particularidades de esta escuela es que, adem¨¢s de los voluntarios venidos de Espa?a en diferentes periodos, toda la mano de obra fue local. De hecho, uno de los objetivos del proyecto era reforzar las capacidades de los habitantes de Thionck Essyl. En 2016, la fundaci¨®n buscaba un carpintero y encontr¨® al joven Lamine Sambou, que no ten¨ªa ni 30 a?os y trabajaba con su t¨ªo. ¡°Tard¨¦ cinco segundos en aceptar el reto. Lo primero que les hice fue cuatro puertas en menos de una semana. Se quedaron tan contentos que me contrataron¡±, asegura. ¡°La relaci¨®n fue tan fruct¨ªfera que, un a?o m¨¢s tarde, me construyeron un taller. ?Mi propio taller! En la vida hab¨ªa so?ado con algo as¨ª¡±, a?ade. Hoy, dado el ¨¦xito de la escuela, Sambou recibe llamadas de toda la regi¨®n de Casamance y se ha convertido en el carpintero de moda.
Kaoussou Niassy, de 48 a?os, le ha pegado un poco a todo: el encofrado, la carpinter¨ªa y por ¨²ltimo la alba?iler¨ªa. M¨¢s conocido como Eno (¡°era el nombre de mi abuelo¡±), ha sido el alma de la obra. ¡°He aprendido un mont¨®n y he aportado tambi¨¦n mi experiencia. Sobre todo es importante tener mano izquierda con los trabajadores¡±, explica con una sonrisa traviesa. ¡°Ahora, el alba?il Eno es muy conocido en todos lados¡±. Decenas de obreros, en su mayor parte del propio pueblo, contribuyeron a hacer posible la escuela, que tuvo un coste de unos 400.000 euros y fue financiada por aportaciones individuales y colectivas, entre ellas de la empresa de automoci¨®n Teknia.
La escuela ha sido un incentivo para el pueblo. ¡°No solo hemos creado 500 oportunidades para 500 ni?os, sino que ha surgido inter¨¦s, trabajo, hemos formado a m¨¢s de 150 trabajadores que ahora se ganan la vida con esos oficios, como es el caso de Lamine Sambou¡±, dice Garc¨ªa, el arquitecto. Adem¨¢s, explica que est¨¢ el aspecto de formaci¨®n de los voluntarios, por ejemplo, arquitectos que a su vez han hecho otras obras. Y termina: ¡°Creo que el intercambio de realidades ha sido muy positivo, la convivencia entre unos y otros que considero un ¨¦xito de aprendizaje bidireccional. Creo que esto puede contribuir a ahuyentar las ganas de subirse a una patera, que es una de las razones por las que nos embarcamos en esto¡±.
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