Fatimah Hossaini, fot¨®grafa afgana: ¡°Sol¨ªa tener problemas con los padres, hermanos o maridos de las mujeres a las que quer¨ªa retratar¡±
La artista ha centrado su trabajo en la b¨²squeda de la belleza de las mujeres de Afganist¨¢n, pese a las guerras y a las restricciones patriarcales. Ahora vive refugiada en Par¨ªs tras el regreso de los talibanes, que han creado ¡°un ¡®apartheid¡¯ de g¨¦nero que hace imposible la vida¡±
A Fatimah Hossaini (Teher¨¢n, 31 a?os) la han perseguido hombres por la calle que la han insultado, la han amenazado y han logrado impedir en ocasiones que siguiera haciendo su trabajo: retratar ¡°la belleza de las mujeres¡± de Afganist¨¢n. ¡°El ¨²nico problema es que yo era una mujer con una c¨¢mara por las calles de Kabul¡±, afirma esta artista afgana nacida en Ir¨¢n, que, pese aquel hostigamiento, recuerda aquella etapa, la que transcurri¨® en los a?os anteriores al regreso de los talibanes al pa¨ªs ¡ªen agosto de 2021¡ª como uno de los periodos con ¡°mayor libertad¡± de su vida.
Pero para comprender por qu¨¦ Hossaini ha centrado su proyecto fotogr¨¢fico en capturar el atractivo de las afganas, un trabajo en el que sigue centrada durante su actual exilio en Par¨ªs, es preciso recurrir a la ¡°crisis de identidad¡± que asegura que ha vivido durante gran parte de su vida, v¨ªctima de una triple discriminaci¨®n: como afgana en Ir¨¢n, como mujer en pa¨ªses con fuerte dominaci¨®n patriarcal y como miembro de la minor¨ªa hazara (un grupo de musulmanes chi¨ªes de Afganist¨¢n). ¡°La migraci¨®n, la identidad y el g¨¦nero son los tres temas m¨¢s importantes de mi obra¡±, describe durante una entrevista en Barcelona, en el marco del proyecto Ciudades Defensoras de Derechos Humanos, organizado en varios municipios catalanes a finales del a?o pasado.
El problema es que yo era una mujer con c¨¢mara en las calles de Kabul
Nieta de afganos que huyeron del pa¨ªs en la d¨¦cada de los ochenta durante la invasi¨®n sovi¨¦tica de Afganist¨¢n, la artista ten¨ªa ¡°una vida muy iranizada¡±. ¡°Yo estaba completamente integrada en la sociedad iran¨ª porque nac¨ª all¨ª, pero solo puedes ser iran¨ª si tus padres lo son, as¨ª que despu¨¦s de tres generaciones tras la migraci¨®n de mi familia, yo segu¨ªa siendo afgana¡±, relata. Y aunque asegura que debe ¡°su trayectoria art¨ªstica¡± a sus profesores iran¨ªes y a la ¡°influencia de la cultura persa¡±, sufri¨® ¡°discriminaci¨®n desde la escuela hasta la universidad¡±.
¡°Mi vida hubiera sido m¨¢s f¨¢cil si yo hubiera tenido nacionalidad iran¨ª, pero al asumir que la crisis de identidad era una parte de mi vida, intent¨¦ descubrir Afganist¨¢n, especialmente a las mujeres,¡± apunta. Las primeras afganas a las que conoci¨® fueron su madre y sus hermanas. Sin embargo, cuando intent¨® saber c¨®mo eran las dem¨¢s, solo encontr¨® ¡°el clich¨¦ de las afganas retratadas en los medios de comunicaci¨®n como v¨ªctimas, obligadas a cubrirse con un burka¡±.
Los talibanes han arrojado a las mujeres a un apartheid de g¨¦nero que hace imposible su vida
La b¨²squeda de la esencia femenina afgana fue uno de los motivos por los que regres¨® en 2018 a Afganist¨¢n, donde trabaj¨® como profesora de Fotograf¨ªa en la Universidad de Kabul. ¡°He encontrado muchas historias interesantes, diferentes y muy valiosas de afganas que me hicieron reflexionar por qu¨¦ siempre se nos presenta como s¨ªmbolo de las v¨ªctimas del mundo¡±, recuerda. No ignora que las restricciones ¡°de la sociedad patriarcal¡± afgana, incluso antes del regreso de los talibanes, eran muchas. ¡°Sol¨ªa tener problemas con los padres, hermanos o maridos de las mujeres a las que quer¨ªa retratar y por eso sol¨ªa recurrir a artistas, m¨²sicas y actrices, que estaban familiarizadas con la c¨¢mara y me dejaban publicar sus fotos¡±. Y sobre todo le permit¨ªan mostrar ¡°la belleza escondida en mitad de la guerra y la miseria, esa feminidad y ese halo de esperanza que todav¨ªa existe en alg¨²n lugar¡±.
¡°En Ir¨¢n, el Gobierno lo controla todo, y te obliga a cubrirte, si eres mujer; pero en Kabul, en aquella ¨¦poca, no hab¨ªa polic¨ªas que te dijeran qu¨¦ hacer o qu¨¦ no hacer¡±, valora Hossaini. ¡°Yo llevaba hiyab por la calle por mi propia seguridad, pero no en las clases, donde adem¨¢s ten¨ªa m¨¢s alumnas que alumnos¡±, explica. Porque antes del regreso del r¨¦gimen talib¨¢n, recuerda con cierta nostalgia, ¡°hab¨ªa en Kabul un nuevo estilo de vida, gracias en parte a que las nuevas generaciones ¡ªespecialmente quienes proced¨ªamos de la di¨¢spora¡ª regresamos e intentamos construir algo y traer un poco de libertad y muchas nuevas ideas¡±.
Por ello, pese a ser mujer en una sociedad machista y hazara, objetivo tradicional de los talibanes, ¡°era fant¨¢stico¡± estar en su pa¨ªs de origen y sentirse ¡°tan libre¡±, afirma. ¡°Ten¨ªamos mujeres en todos los sectores, mujeres doctoras, mujeres profesoras y mujeres due?as de negocios y l¨ªderes de importantes instituciones¡±.
?ltimos d¨ªas en Kabul
Sin embargo, el regreso de los talibanes arroj¨® a las mujeres ¡°a un apartheid de g¨¦nero que hace imposible su vida¡±. Todav¨ªa hoy le cuesta creer que aquel ¡°horror¡± sucediera. El 14 de agosto de 2021, tan solo un d¨ªa antes de la ca¨ªda de Kabul, neg¨® en una entrevista en la CNN la posibilidad de que los talibanes retomaran el poder: ¡°Dije muy convencida y muy valientemente que la nueva generaci¨®n de afganos nunca permitir¨ªa que un grupo terrorista regresara a Afganist¨¢n, y que adem¨¢s all¨ª estaba la comunidad internacional para protegernos¡±. La realidad la golpe¨® a la ma?ana siguiente, cuando vio desde su balc¨®n ¡°a combatientes talibanes corriendo por las calles con sus banderas y sus motocicletas¡±.
¡°Me qued¨¦ dos d¨ªas en casa sin comer, conmocionada y exhausta, hasta que unos amigos vinieron y fuimos juntos al aeropuerto¡±, narra. Pudo escapar tres d¨ªas despu¨¦s porque en mitad del caos que se viv¨ªa en la zona militar del aeropuerto de Kabul, tres soldados franceses la escucharon gritar que era artista. ¡°Me llevaron a un refugio y vol¨¦ a Par¨ªs¡±, contin¨²a. ¡°Para m¨ª era incre¨ªble que aquello sucediera frente a los ojos de la comunidad internacional¡ Vi c¨®mo todo el mundo se marchaba, c¨®mo mis amigos hu¨ªan a otros pa¨ªses, c¨®mo Afganist¨¢n perd¨ªa a todo su talento humano, c¨®mo nadie se resisti¨® despu¨¦s de cuatro d¨¦cadas de guerras y conflictos, c¨®mo se destru¨ªan todos nuestros sue?os y nuestras esperanzas¡±.
Y c¨®mo Par¨ªs le supuso revivir el sentimiento que hab¨ªa experimentado en Ir¨¢n de sentirse extranjera. ¡°Es una ciudad hermosa e inspiradora para ser artista, pero no es mi hogar¡±, cuenta. Sin embargo, no cej¨® en su empe?o de retratar a mujeres afganas, busc¨® a aquellas que se hab¨ªan refugiado en Francia y volvi¨® a encontrar, de nuevo, la belleza escondida. ¡°Las fotografi¨¦ incluso con ropas y complementos afganos, pero en esta ocasi¨®n expatriadas, lejos de su casa¡±. Esa belleza, reflexiona, brota tambi¨¦n en mitad de la adversidad porque ¡°vivir en el exilio requiere de coraje y resiliencia, te obliga a vivir desconectado de tus or¨ªgenes e integrarte en un nuevo lenguaje, con una nueva gente y una nueva cultura, mientras lidias al mismo tiempo con los traumas que llevas a cuestas¡±.
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