Los forenses que estudian de qu¨¦ mueren los ¨¢rboles m¨¢s grandes del Amazonas
El proyecto Gigante investiga, con la ayuda de un dron, las causas de la mortalidad de estos ejemplares para tratar de responder a una pregunta crucial para el cambio clim¨¢tico: si la selva seguir¨¢ absorbiendo mucho m¨¢s CO? del que libera
Dos investigadores, vestidos con camisa de manga larga y pantalones largos para protegerse de los mosquitos, y botas altas para evitar las mordeduras de serpiente, contemplan un ¨¢rbol destrozado. Yace en el suelo cubierto con hojas de palmera, y se adentra en el bosque. Cuando estaba en pie, sobresal¨ªa por encima de la mayor¨ªa de los ¨¢rboles de esta inmensa selva. ¡°Claramente ha sido un rayo¡±, sentencia Evan Gora, un cient¨ªfico del Instituto Cary de Estudios Ecosist¨¦micos de Millbrook, en Nueva York. ¡°Pueden verse hojas quemadas en la parte superior¡±, se?ala Adriane Esquivel Muelbert, catedr¨¢tica de la Universidad de Birmingham (Reino Unido). Se?ala el follaje ennegrecido que cuelga en lo alto de 20 ¨¢rboles que rodean el per¨ªmetro del enorme toc¨®n. Las hojas solo est¨¢n chamuscadas en los lados que dan al hueco que qued¨® cuando cay¨® el enorme ¨¢rbol, lo que prueba que fue un impacto el¨¦ctrico.
Los expertos en ecolog¨ªa forestal tropical exponen su razonamiento a dos investigadores de posdoctorado de su equipo, como si fueran Sherlock Holmes desentra?ando el misterio de un asesinato. Cuando un rayo cae sobre un ¨¢rbol, explica Gora, el alto voltaje fluye a trav¨¦s del follaje entrelazado hacia los ¨¢rboles vecinos, matando las ramas y creando un patr¨®n caracter¨ªstico. Gora desarroll¨® este m¨¦todo mientras trabajaba en una selva tropical paname?a. Hoy ha identificado el mismo patr¨®n de vegetaci¨®n muerta calcinada alrededor de este ¨¢rbol en la Amazonia brasile?a. ¡°A veces puede haber muchos ¨¢rboles muertos juntos, pero no con este da?o [por quemaduras] centralizado¡±, comenta Esquivel. ¡°Es como investigar la escena de un crimen¡±, remacha Gora, cada vez m¨¢s entusiasmado.
Es como investigar la escena de un crimen¡±Evan Gora, cient¨ªfico del Instituto Cary de Estudios Ecosist¨¦micos de Millbrook (Nueva York)
Puede parecer extra?o que dos cient¨ªficos de alto nivel dediquen tanto tiempo a investigar la muerte de un solo ¨¢rbol en un bosque inmenso, pero las implicaciones son de peso. Su proyecto de investigaci¨®n, Gigante, explora las causas de la mortalidad de los ¨¢rboles m¨¢s grandes de los bosques tropicales del mundo. Podr¨ªa ayudar a responder a una pregunta esencial de la ciencia del cambio clim¨¢tico: ?seguir¨¢ la selva intacta absorbiendo mucho m¨¢s di¨®xido de carbono del que libera?
Las regiones intactas del Amazonas siguen almacenando CO? y frenando la acumulaci¨®n de este gas que calienta el planeta y que los humanos liberan a la atm¨®sfera cuando queman combustibles f¨®siles. Pero si la absorci¨®n de carbono disminuye significativamente en el Amazonas y en los dem¨¢s bosques tropicales del mundo, las temperaturas mundiales podr¨ªan aumentar m¨¢s r¨¢pidamente de lo que hacen prever las se?ales ya de por s¨ª alarmantes, lo que har¨ªa a¨²n m¨¢s dif¨ªcil frenar el cambio clim¨¢tico.
Listo para volar
Los dos cient¨ªficos, junto con las investigadoras posdoctorales Vanessa Rubio y Gisele Biem, se han reunido aqu¨ª, en la Reserva Forestal Adolpho Ducke, por primera vez. Su proyecto de investigaci¨®n global de tres a?os est¨¢ a punto de comenzar.
La reserva Ducke, en las afueras de Manaos, en la Amazonia central, abarca aproximadamente 100 kil¨®metros cuadrados de selva tropical ondulada y centenaria reservado por el Gobierno brasile?o para la investigaci¨®n. Los visitantes, como este equipo y un variado elenco de estudiantes y colaboradores, duermen en ordenados dormitorios encalados y comen en un comedor sin paredes, que a veces comparten con pecar¨ªes, buitres, gatos monteses y jararacas, unas de las serpientes m¨¢s venenosas del mundo.
Han venido aqu¨ª para responder a preguntas cruciales sobre la absorci¨®n de carbono y tambi¨¦n a perfeccionar sus t¨¦cnicas de observaci¨®n, practicar la recopilaci¨®n y registro de datos y fomentar el esp¨ªritu de equipo. El primer d¨ªa, el grupo se ha centrado en la identificaci¨®n del impacto de los rayos. Al d¨ªa siguiente, el tema ser¨¢ la ca¨ªda de ¨¢rboles por efecto del viento. Gora tiene muchas ganas de ense?arles su ¨²ltimo artilugio para investigar. En un claro junto a un edificio bajo de estuco que sirve de aula, laboratorio y cuartel general de la reserva, abre la cremallera de una enorme maleta.
El amor de Gora por su trabajo es evidente, a pesar de problemas como las lluvias incesantes del Amazonas, el calor intenso y el riesgo de contraer enfermedades tropicales. Ansioso como un ni?o desenvolviendo un regalo de Navidad, abre las dos las mitades de la maleta y saca el fuselaje de un dron del tama?o de un monopat¨ªn. Se lo ha tra¨ªdo desde Alemania. El equipo observa c¨®mo lo monta. ¡°Es el juguete m¨¢s chulo del mundo¡±, exclama Gora. Luego, como si estuviera ofreciendo un trozo de pavo navide?o, le pregunta a Rubio: ¡°?Quieres coger un ala?¡±. Gora y Rubio enganchan la cola de pl¨¢stico y espuma de poliestireno y las alas, cada una de un metro de largo.
Las alas, ligeras como plumas, y las patas, como palitos, le dan un aspecto fr¨¢gil. Pero Gora asegura que es una herramienta de investigaci¨®n seria a un precio asequible. Este modelo despega verticalmente, como un helic¨®ptero, lo que resulta ¨²til en un bosque. Con una sola carga puede volar horizontalmente y de forma aut¨®noma durante hora y media a cerca de 60 kil¨®metros por hora. Su c¨¢mara de alta resoluci¨®n distingue objetos tan peque?os como un d¨®lar de plata desde una altura de entre 120 a 300 metros. Sin ¨¦l, el proyecto Gigante no podr¨ªa llevarse a cabo.
Forenses de la selva tropical
Un estudio publicado en la revista Nature en 2015 dej¨® at¨®nitos a los cient¨ªficos. Descubri¨® que la selva amaz¨®nica intacta [sin se?ales significativas de actividad humana] absorb¨ªa en la d¨¦cada de 2000 un 30% menos de di¨®xido de carbono que en la de 1990. Los autores se?alaban que la absorci¨®n de carbono de los bosques tropicales del mundo ¡ªel sumidero de carbono tropical¡ª est¨¢ fallando. Desde entonces, otros estudios han confirmado ese resultado y han mostrado descensos similares en bosques tropicales de otros lugares.
¡°Estos bosques proporcionan un enorme beneficio a la sociedad de forma gratuita¡±, afirma Simon Lewis, ge¨®grafo de la Universidad de Leeds (Reino Unido) y coautor de varios de estos trabajos. Al igual que muchos investigadores, est¨¢ de acuerdo en que los efectos del cambio clim¨¢tico son una de las principales causas del descenso de la absorci¨®n de carbono. Asegura que, si no le ponemos freno pronto, ¡°es posible que los bosques agraven el problema [clim¨¢tico] en lugar de mitigarlo¡±. Hasta ahora, los bosques amaz¨®nicos absorb¨ªan alrededor del 12% de todo el carbono liberado a la atm¨®sfera por el hombre, aunque la cantidad exacta es objeto de debate.
Una de las razones por las que el sumidero tropical de bosque intacto est¨¢ disminuyendo, seg¨²n muchos cient¨ªficos, es que cada vez mueren m¨¢s ¨¢rboles, o mueren m¨¢s j¨®venes. Pero los investigadores no saben lo suficiente sobre la raz¨®n por la que mueren, ni cu¨¢ndo lo hacen. Por eso no es posible modelizar con precisi¨®n y predecir c¨®mo cambiar¨¢n estos factores en el futuro, lo que crea incertidumbre en las previsiones clim¨¢ticas.
Una de las razones por las que el sumidero tropical de bosque intacto est¨¢ disminuyendo, seg¨²n muchos cient¨ªficos, es que cada vez mueren m¨¢s ¨¢rboles y/o mueren m¨¢s j¨®venes
Esquivel y Gora investigar¨¢n la vida y la muerte de los ¨¢rboles tropicales m¨¢s grandes, generalmente aquellos cuyo tronco tiene un di¨¢metro mayor que el de una pizza grande. Esto es importante porque estos ¨¢rboles representan una parte desproporcionadamente alta de la absorci¨®n de carbono por los bosques tropicales.
Los investigadores calculan que los ¨¢rboles grandes capturan aproximadamente la mitad del carbono que absorbe un bosque tropical. La eficacia futura del sumidero tropical depende probablemente de la longevidad de estos ejemplares. Si el calentamiento, la reducci¨®n de las precipitaciones u otros efectos del cambio clim¨¢tico acortan su vida, todo el bosque se rejuvenecer¨¢ y absorber¨¢ a¨²n menos carbono que en la actualidad. El sumidero tropical podr¨ªa disminuir o desaparecer. Y a medida que se intensifique la muerte de ¨¢rboles en paisajes forestales intactos, los bosques tropicales restantes podr¨ªan incluso convertirse en importantes fuentes de carbono.
El aumento de las temperaturas medias y extremas, los patrones de precipitaciones y la intensidad de las tormentas podr¨ªan depender significativamente de lo que ocurra con los grandes ¨¢rboles de los bosques tropicales. Pero, seg¨²n Esquivel, ¡°de los ¨¢rboles grandes no sabemos casi nada¡±. Se sabe tan poco, en parte, porque esos ¨¢rboles son raros y mueren con escasa frecuencia. Un estudio llevado a cabo en 2018 en un lugar cercano a la reserva Ducke hall¨® que, de 5.808 ¨¢rboles observados durante un a?o, 67 murieron. De estos, solo uno era grande. No es posible inferir c¨®mo se comporta una poblaci¨®n estudiando un solo ¨¢rbol. Este problema se agrava en la hiperdiversidad del Amazonas, con m¨¢s de 10.000 especies de ¨¢rboles, cada una de las cuales tiene su propio conjunto de estrategias vitales.
Para disponer de un conjunto suficientemente amplio, los cient¨ªficos tienen que recopilar informaci¨®n de m¨¢s tierras tropicales de las que se han examinado hasta ahora. Estudiar la historia vital de cada uno de los ¨¢rboles de una selva tropical con los m¨¦todos actuales es laborioso y costoso. Normalmente, los trabajadores forestales etiquetan y registran datos estad¨ªsticos como el di¨¢metro del tronco y la especie (si se conoce) en parcelas de estudio del tama?o de un campo de f¨²tbol. Al igual que los censistas, estos trabajadores actualizan sus registros en visitas sucesivas.
Hasta ahora se han estudiado muy pocos ¨¢rboles grandes de la Amazonia para determinar cu¨¢nto viven y qu¨¦ los mata
En un art¨ªculo publicado en 2020, Esquivel identificaba 189 parcelas de este tipo en una red de centros de investigaci¨®n de la Amazonia denominada RainFor, que hab¨ªa considerado lo suficientemente grandes y visitado con la suficiente frecuencia como para incluirlas en su estudio sobre la mortalidad de los ¨¢rboles. La superficie total de las parcelas era de 331 hect¨¢reas, aproximadamente la misma que la de Central Park en Nueva York. A partir de esta muestra forestal, dedujo las causas de mortalidad de un ¨¢rbol medio del Amazonas. Pero tambi¨¦n concluy¨® que los datos de la red ¡°carec¨ªan de la cobertura espacial y temporal necesaria para proporcionar informaci¨®n sobre ¨¢rboles de gran tama?o¡±.
En otras palabras, hasta ahora se han estudiado muy pocos ¨¢rboles grandes de la Amazonia para determinar cu¨¢nto viven y qu¨¦ los mata. Esquivel afirma que la situaci¨®n es peor en los dem¨¢s bosques tropicales del mundo, en Asia y en ?frica. Por eso el presupuesto del equipo inclu¨ªa el dron Trinity Pro, de 27.000 d¨®lares (unos 24.000 euros). Con ¨¦l, el proyecto Gigante puede estudiar m¨¢s ¨¢rboles grandes que nunca. Para su trabajo actual, vigilar¨¢n una parcela de 1.500 hect¨¢reas dentro de la reserva Ducke. Puede que no parezca muy grande, pero la zona contiene probablemente unos 750.000 ¨¢rboles m¨¢s gruesos que un poste de valla, y cuatro veces m¨¢s terreno que en todas las peque?as parcelas estudiadas en el trabajo de Esquivel de 2020.
A diferencia de las parcelas de RainFor, que los trabajadores de campo visitan una vez cada dos a?os, el dron del proyecto Gigante inspeccionar¨¢ la zona de estudio mensualmente. El equipo que trabaja en el proyecto se calzar¨¢ repetidamente esas botas a prueba de serpientes y entrar¨¢ en lugares seleccionados. M¨¢s como m¨¦dicos forenses que como censistas, ¨²nicamente visitar¨¢n los ¨¢rboles grandes muertos recientemente tras sus an¨¢lisis mensuales de las im¨¢genes del dron.
En tierra por la burocracia
Antes de iniciar este proceso de recopilaci¨®n de datos, hay una pega. En el campamento base de la reserva Adolpho Ducke, Gora desmonta el dron y vuelve a colocar las piezas en su caja a medida. A¨²n no puede usarlo. Brasil regula el uso de drones. A pesar de haberlo intentado durante meses, el equipo a¨²n no ha obtenido el permiso.
Esperaban la aprobaci¨®n en breve, pero Gora diceque han surgido ¡°algunas complicaciones¡±. En mitad del proceso, el consultor que hab¨ªan contratado para ayudarles con el papeleo dej¨® de responder a los mensajes de texto y a las llamadas. Al cabo de un tiempo, explic¨® que se hab¨ªa producido un intento de secuestro. No quiso dar m¨¢s detalles, pero les dijo que necesitaba m¨¢s tiempo para volver al trabajo.
Una vez obtenido el permiso, el dron ir¨¢ y vendr¨¢ por una gran parcela rectangular, fotografiando el bosque en pistas paralelas, como los carriles de un c¨¦sped meticulosamente cortado. Los investigadores unir¨¢n las im¨¢genes y obtendr¨¢n una representaci¨®n ¨²nica de toda la zona. Con la ayuda de un programa inform¨¢tico desarrollado por compa?eros de Panam¨¢, buscar¨¢n en esta composici¨®n los huecos en la cubierta forestal que aparezcan desde los sobrevuelos anteriores, cada uno de ellos se?al probable de uno o m¨¢s ¨¢rboles reci¨¦n ca¨ªdos. Despu¨¦s saldr¨¢n a comprobarlos uno a uno. Esquivel llama a cada visita ¡°necropsia¡±. El equipo prev¨¦ que se abrir¨¢n entre 10 y 20 nuevos huecos de ¨¢rboles muertos cada mes, unos 500 ¨¢rboles al a?o, el doble de los que, seg¨²n sus c¨¢lculos, se necesitan para extraer conclusiones estad¨ªsticamente significativas sobre la mortalidad de los ¨¢rboles grandes.
Lo que est¨¢ en juego
Con subvenciones de 1,7 millones de d¨®lares (1,5 millones de euros) de la Fundaci¨®n Nacional de la Ciencia de Estados Unidos y del Consejo de Investigaci¨®n del Medio Ambiente Natural del Reino Unido, Esquivel y Gora supervisan tambi¨¦n estudios paralelos en otras cuatro parcelas: en Panam¨¢, Malasia, Camer¨²n y en un segundo emplazamiento amaz¨®nico. Cada equipo local utilizar¨¢ m¨¦todos id¨¦nticos de recogida de datos, siguiendo lo que los investigadores denominan ¡°el protocolo¡±, para permitir comparaciones v¨¢lidas entre los distintos emplazamientos. Con el fervor de los verdaderos creyentes, Esquivel, Gora y sus ac¨®litas, las investigadoras posdoctorales, ense?ar¨¢n el protocolo a los equipos que estudiar¨¢n los dem¨¢s lugares del tr¨®pico.
Como el dron no puede volar y el equipo de Gigante no puede recoger datos a¨¦reos, los miembros del equipo se abrochan las botas y se roc¨ªan con repelente de mosquitos. Llega la hora del taller de hoy, sobre la ca¨ªda por efecto del viento. Los cuatro caminan varios kil¨®metros por senderos de la selva hasta llegar a una abertura en la cubierta. Parece como si una mano gigante hubiera golpeado tres ¨¢rboles altos y anchos tir¨¢ndolos al suelo y arrancando sus ra¨ªces de la tierra. Estos, a su vez, han aplastado docenas de ¨¢rboles m¨¢s peque?os, formando una traicionera mara?a de ramas.
Gora ha experimentado de primera mano lo que se siente cuando un ¨¢rbol de este tama?o se desploma. ¡°Es un sonido espectacular¡±, comenta. ¡°Se oyen chasquidos cuando las ra¨ªces se desprenden del suelo y aplastan los ¨¢rboles de alrededor¡±. Pensad en cuando un palo de dos cent¨ªmetros de grosor se parte en dos, dice. ¡°Ahora multiplicad ese di¨¢metro por unos cuantos metros¡±.
Antes de que el equipo pueda desenmara?ar el revoltijo, la ligera lluvia se convierte en aguacero. Empapados, cuelgan una lona y esperan a que pase. Rubio reparte una bolsa de Pa?oquitas, unas barritas de cacahuete brasile?as. Mastican y cantan canciones pop mientras arrecia la tormenta.
Acto seguido, el equipo mide el di¨¢metro de cada tronco. Dos de ellos se consideran ¡°gigantes¡±, es decir, ¨¢rboles de m¨¢s de medio metro de di¨¢metro medido ¡°a la altura del pecho¡±.
Mientras Esquivel y Gora observan con aprobaci¨®n, Rubio y Biem se percatan de las enredaderas le?osas denominadas lianas que se aferran a los ¨¢rboles derribados. En sus hojas de datos, las posdoctorales dan a la invasi¨®n de lianas un factor de 2, lo que indica que el follaje de las lianas cubre entre el 25% y el 50% de la cubierta combinada. Estas enredaderas impiden que la luz del sol llegue a la copa del ¨¢rbol y roban el agua de sus ra¨ªces. A veces, las lianas pesan tanto que echan abajo los ¨¢rboles.
El equipo observa que las hojas de los ¨¢rboles derribados a¨²n cuelgan, lo que demuestra que cayeron cuando todav¨ªa estaban vivos. Al desplazarse a la base de los ¨¢rboles, observan que los finos pelos de las ra¨ªces est¨¢n inmaculados. Estas estructuras tan delicadas se degradan r¨¢pidamente con el calor y la humedad tropicales cuando se exponen al aire. Concluyen que los ¨¢rboles han ca¨ªdo hace uno o dos meses.
Si no se tratara solo de un ejercicio de entrenamiento, el equipo tambi¨¦n comprobar¨ªa si los ¨¢rboles ca¨ªdos presentan da?os por pudrici¨®n del coraz¨®n, sondeando cada uno de ellos con un instrumento llamado resist¨®grafo. Sujetando el dispositivo por la empu?adura (tiene un aspecto parecido a un arma de asalto), los cient¨ªficos presionan la punta del ca?¨®n, que contiene una aguja, contra un tronco, y aprietan el gatillo. Un descenso de la resistencia a la sonda indica una madera podrida a causa de una infecci¨®n f¨²ngica, otra posible causa de muerte.
Cuando un ¨¢rbol cae... ?qu¨¦ lo mat¨®?
Est¨¢ claro que el viento ha derribado al menos uno de estos grandes ¨¢rboles. Es posible que otros hayan sido derribados por alg¨²n vecino al caer. Las posdoctorales apuntan ¡°W¡±, de weather (viento, en ingl¨¦s) en sus notas. ?Pero ha matado el viento a los ¨¢rboles? Seg¨²n Esquivel, la mitad de los que mueren por causas naturales (es decir, no por una motosierra) son derribados por el viento. Pero, de hecho, cada vez es m¨¢s dif¨ªcil trazar una l¨ªnea divisoria entre la muerte natural de los ¨¢rboles y la antropog¨¦nica.
En un estudio reciente se calcula que, de aqu¨ª a 2100, el aumento de las tormentas en el Amazonas debido al cambio clim¨¢tico provocado por el hombre generar¨¢ un incremento del 43% de las muertes por efecto del viento. Y aunque los cient¨ªficos no lo saben con certeza, el viento podr¨ªa tener un mayor impacto en los ¨¢rboles m¨¢s grandes, ya que sus vulnerables copas se elevan muy por encima de la cubierta forestal a su alrededor.
Independientemente de que el viento siga siendo o no natural, una complicaci¨®n adicional, que se adentra en el terreno de la filosof¨ªa, es c¨®mo determinar que un factor y no otro ha causado la muerte. Gora advierte de que, aunque el viento sea la causa inmediata o pr¨®xima de la muerte de estos ¨¢rboles, puede que no sea lo que realmente los mat¨®, la causa definitiva. Un anciano hallado muerto al pie de una escalera, ?ha muerto del golpe que recibe en la cabeza al caer o del derrame cerebral que provoc¨® su ca¨ªda?
El impacto de un rayo es uno de los pocos diagn¨®sticos de ¨¢rboles muertos en la selva tropical que se hacen con un alto grado de certeza. Gora hall¨® que el 40% de los grandes ¨¢rboles muertos que hab¨ªa estudiado en una selva tropical paname?a hab¨ªan muerto inmediatamente despu¨¦s de que un rayo cayera sobre ellos. Si los rayos aumentan tanto como dan a entender algunas proyecciones clim¨¢ticas (hasta el 50%), la mortalidad de los ¨¢rboles grandes podr¨ªa aumentar entre un 9% y un 25%. Que este cambio se considere o no natural no es una cuesti¨®n para un ecologista,ero de lo que no cabe duda es de que ese cambio reducir¨ªa la absorci¨®n de carbono de ese bosque. Gora se?ala que es posible que los rayos no desempe?en un papel similar en todos los bosques tropicales. La investigaci¨®n de Gigante deber¨ªa determinarlo.
Para investigar las causas definitivas de la mortalidad, el nuevo protocolo exige recopilar informaci¨®n sobre m¨²ltiples ¡°factores de riesgo¡±, es decir, condiciones que podr¨ªan llevar a un ¨¢rbol al borde de la muerte antes de que otro factor aseste el golpe definitivo. Por ejemplo, explica Gora, ¡°podr¨ªamos descubrir que todos los ¨¢rboles muertos por el viento tienen una enorme carga de lianas. Resultar¨ªa que las lianas son la causa de la mortalidad, aunque la causa pr¨®xima que anotamos fuera el viento¡±. Otros factores de riesgo a tener en cuenta son la podredumbre del coraz¨®n, las plagas de insectos y el estr¨¦s h¨ªdrico (demasiada agua o muy poca), todo lo cual podr¨ªa verse intensificado por el cambio clim¨¢tico.
Esquivel afirma que, dada la dificultad de atribuir una causa definitiva a la muerte de un ¨¢rbol, su investigaci¨®n siempre conllevar¨¢ cierto grado de incertidumbre. ¡°Nunca llegamos a la causa de la muerte. Llegamos a la causa posible de la muerte¡±. Aun as¨ª, se siente motivada por la urgente necesidad de prever la eficacia del sumidero de carbono tropical en las pr¨®ximas d¨¦cadas.
Muchos de los cambios que se est¨¢n produciendo o se prev¨¦n en los bosques tropicales podr¨ªan aumentar la mortalidad de los ¨¢rboles y degradar el sumidero de carbono tropical. El cambio clim¨¢tico est¨¢ alterando los patrones de precipitaciones y vientos extremos. Adem¨¢s, las lianas son cada vez m¨¢s abundantes en el Amazonas y en otros bosques tropicales a medida que aumentan las zonas de perturbaci¨®n humana y se intensifica el calor.
Descifrar todos estos factores requiere d¨ªas de arduo trabajo. Al final de la jornada, el equipo avanza en fila india por un sendero embarrado y resbaladizo hasta la sede de la reserva. Las relucientes gotas de agua que cuelgan de las hojas refractan r¨¦plicas en miniatura del bosque en penumbra. El follaje desprende invisibles aromas florales dulces, aunque con un curioso tufillo a ajo.
Al acercarse al campamento base, el equipo se detiene junto a un gran ¨¢rbol vivo que se eleva sobre la cubierta forestal que lo rodea. Un ¨¢guila arp¨ªa est¨¢ sentada en el interior de un nido de palos del tama?o de una ba?era que ha apoyado en un recodo de la copa. Las arp¨ªas, la rapaz m¨¢s grande del Amazonas, se sit¨²an en lo m¨¢s alto de los ¨¢rboles y de la cadena alimentaria. La rapaz gigante gira la cabeza hacia los investigadores. Embelesada, Esquivel abandona su desapasionamiento cient¨ªfico. ¡°Esta es la raz¨®n por la que los ¨¢rboles gigantes son tan importantes¡±, exclama.
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