Los cient¨ªficos que vigilan una Amazonia en apuros
La legendaria selva tropical, antes un sumidero de CO?, empieza a liberar carbono a medida que el cambio clim¨¢tico, la deforestaci¨®n y otras amenazas humanas la llevan hacia el l¨ªmite. Un grupo de expertos intenta predecir su futuro
Luciana Gatti mira sombr¨ªamente por la ventanilla de la avioneta mientras despega de la ciudad de Santar¨¦m, Brasil, en el coraz¨®n de la selva amaz¨®nica oriental. A los pocos minutos de vuelo, el avi¨®n pasa sobre una franja de unos 30 kil¨®metros de devastaci¨®n ecol¨®gica. Es un mosaico de tierras de labranza, llenas de tallos de ma¨ªz verde esmeralda y parcelas reci¨¦n taladas donde antes hab¨ªa selva tropical. ¡°Es horrible. Muy triste¡±, se lamenta Gatti, climat¨®loga del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de S?o Jos¨¦ dos Campos (Brasil).
Gatti forma parte de un amplio grupo de cient¨ªficos que intentan predecir el futuro de la selva amaz¨®nica. Los ecosistemas terrestres del mundo absorben en conjunto alrededor del 30% del di¨®xido de carbono liberado por la quema de combustibles f¨®siles. Los cient¨ªficos creen que la mayor parte de este proceso tiene lugar en los bosques, y la Amazonia es, con diferencia, el mayor bosque sin fragmentar del mundo. Desde 2010, Gatti ha recogido muestras de aire sobre la Amazonia con avionetas como esta, para controlar cu¨¢nto CO? absorbe. En 2021, present¨® datos recopilados en 590 vuelos que mostraban que la captaci¨®n del bosque amaz¨®nico ¡ªsu sumidero de carbono¡ª es d¨¦bil en la mayor parte de su superficie. En el sudeste de la Amazonia, el bosque se ha convertido en una fuente de CO?.
El hallazgo acapar¨® titulares en todo el mundo y sorprendi¨® a muchos cient¨ªficos, que esperaban que la Amazonia fuera un sumidero de carbono mucho m¨¢s fuerte. En opini¨®n de Carlos Nobre, climat¨®logo del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de S?o Paulo (Brasil), el cambio se estaba produciendo demasiado pronto. En 2016, utilizando modelos clim¨¢ticos, ¨¦l y sus compa?eros predijeron que la deforestaci¨®n descontrolada, sumada al cambio clim¨¢tico global, acabar¨ªan empujando a la selva amaz¨®nica m¨¢s all¨¢ de un ¡°punto de inflexi¨®n¡±, transformando el clima en una enorme franja de la Amazonia. En ese momento, dejar¨ªan de darse las condiciones necesarias para mantener un bosque frondoso de dosel cerrado. Seg¨²n Nobre, que fue uno de los 12 coautores del art¨ªculo de 2021 junto con Gatti, las observaciones de la cient¨ªfica brasile?a parecen mostrar los primeros indicios de lo que predijo que ocurrir¨ªa en dos o tres d¨¦cadas. Otra gran inc¨®gnita es si la selva a¨²n puede salvarse frenando el cambio clim¨¢tico, deteniendo la deforestaci¨®n amaz¨®nica y restaurando sus tierras da?adas, algo que Nobre cree que es posible.
La deforestaci¨®n a gran escala es la amenaza m¨¢s visible para la Amazonia, pero la selva sufre de otras maneras menos evidentes. Erika Berenguer, ec¨®loga de la Universidad de Oxford y la Universidad de Lancaster (Reino Unido), ha descubierto que incluso la parte de bosque intacta ya no es tan sana como antes, debido al cambio clim¨¢tico y a los efectos de la agricultura que se extienden m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites de las explotaciones. A principios de este a?o, un gran equipo internacional de investigadores, entre los que se encontraba Berenguer, inform¨® de que esos cambios afectaban al 38% de la selva amaz¨®nica intacta.
Est¨¢n acabando con la selva para transformarlo todo en sojaLuciana Gatti, climat¨®loga del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de S?o Jos¨¦ dos Campos
Gatti visit¨® Santar¨¦m por primera vez a finales de los noventa, cuando la mayor parte de la agricultura de esta parte de la Amazonia la practicaban peque?os agricultores con fines de subsistencia. Ahora est¨¢ asombrada por la magnitud de la destrucci¨®n que ha asolado la selva. Al pasar sobre una enorme parcela de selva amaz¨®nica reci¨¦n arrasada, la voz de Gatti se oye por el intercomunicador del avi¨®n. ¡°Est¨¢n acabando con la selva para transformarlo todo en soja¡±.
La respiraci¨®n de la selva
La avioneta que recoge muestras de aire para Gatti est¨¢ alojada en un hangar enorme del aeropuerto de Santar¨¦m. En un lluvioso d¨ªa de mayo, se re¨²ne ah¨ª con Washington Salvador, uno de sus pilotos habituales. Gatti revisa las resistentes maletas de pl¨¢stico que le han enviado a Santar¨¦m y que guarda en su peque?a oficina del aeropuerto. En su interior, envueltos en papel de espuma, hay 12 frascos de cristal del tama?o y la forma de las botellas de refresco de un litro.
Gatti no necesita acompa?ar a Salvador cuando este recoge las muestras. Es una suerte, porque se marea en las avionetas. Los pilotos que trabajan con ella vuelan dos veces al mes a un lugar espec¨ªfico de muestreo en cada cuadrante de la cuenca del Amazonas. Una vez que alcanzan una altitud de unos 4.420 metros sobre un punto de referencia, el piloto pulsa un bot¨®n, abre las v¨¢lvulas y enciende un compresor que llena el primer frasco con aire del exterior a trav¨¦s de una boquilla. Acto seguido, se adentran en una espiral pronunciada y estrecha alrededor del punto de referencia, recogiendo 11 muestras m¨¢s, cada una a una altitud determinada. En la cota final, el piloto pr¨¢cticamente zarandea las copas de los ¨¢rboles, a veces a una altura de apenas 100 metros del suelo.
La cient¨ªfica medir¨¢ despu¨¦s la cantidad de CO? en las muestras en su laboratorio del Instituto Nacional de Investigaci¨®n Espacial. Calcular¨¢ cu¨¢nto absorbe (o libera) la selva comparando sus mediciones con las realizadas sobre el oc¨¦ano Atl¨¢ntico.
Scott Denning, un cient¨ªfico atmosf¨¦rico de la Universidad Estatal de Colorado en Fort Collins que ha colaborado con Gatti, afirma que la investigaci¨®n de la cient¨ªfica ha sido un ¡°proyecto asombrosamente dif¨ªcil desde el punto de vista log¨ªstico. La belleza del trabajo de Luciana, y tambi¨¦n su dificultad, es que lo ha hecho una y otra vez, cada dos semanas durante 10 a?os¡±.
Laxitud a la hora de aplicar la ley
Algunas de las fuerzas que est¨¢n transformando el bioma amaz¨®nico se exhiben en el puerto de Santar¨¦m, donde un tr¨ªo de silos de ocho pisos de altura se cierne sobre el mercado de pescado de la ciudad. Cada silo puede contener hasta 20.000 toneladas de ma¨ªz o soja, a la espera de ser enviadas a otras partes de Brasil y luego a todo el mundo. En 2017, m¨¢s del 13% de la selva amaz¨®nica hab¨ªa sido talada, en gran parte para la ganader¨ªa y los cultivos. Casi dos tercios de este bioma se encuentran en Brasil, que hasta ese a?o ya hab¨ªa perdido m¨¢s del 17% de esos bosques, y cuyas tasas de deforestaci¨®n se dispararon en 2019 durante el Gobierno del entonces presidente, Jair Bolsonaro.
Brasil es b¨¢sicamente el ¨²nico pa¨ªs donde todav¨ªa se puede entrar en la selva, empezar a talar y esperar salir con un t¨ªtulo de propiedad. Es como el Salvaje Oeste de Norteam¨¦rica en el siglo XVIIIPhilip Fearnside, investigador del Instituto Nacional de Investigaci¨®n de la Amazonia
Se supone que el C¨®digo Forestal de Brasil protege los bosques del pa¨ªs. Una disposici¨®n clave exige que, en la Amazonia, el 80% de cualquier parcela, una porci¨®n conocida como Reserva Legal, debe dejarse intacta. Pero muchos cient¨ªficos y activistas forestales sostienen que la laxitud a la hora de aplicar la ley hace que sea demasiado f¨¢cil eludirla, y que las multas por incumplimiento no son una disuasi¨®n eficaz porque rara vez se pagan. Adem¨¢s, a menudo se obtienen t¨ªtulos de propiedad de tierras p¨²blicas o ind¨ªgenas que se ocupan y desbrozan ilegalmente, mediante un proceso denominado acaparamiento de tierras. Philip Fearnside, investigador del Instituto Nacional de Investigaci¨®n de la Amazonia en Manaos, afirma: ¡°Brasil es b¨¢sicamente el ¨²nico pa¨ªs donde todav¨ªa se puede entrar en la selva, empezar a talar y esperar salir con un t¨ªtulo de propiedad. Es como el Salvaje Oeste de Norteam¨¦rica en el siglo XVIII¡±.
A una hora de viaje en coche desde Santar¨¦m, el jefe ind¨ªgena de la min¨²scula aldea de A?aizal, en la reserva conocida como Terra Munduruku do Planalto, est¨¢ sentado en un porche para poder vigilar a los forasteros que pasan en sus veh¨ªculos. Josenildo Munduruku ¡ªcomo es habitual, su apellido es el mismo que el nombre de su tribu¡ª cuenta que, hace d¨¦cadas, colonos no ind¨ªgenas empezaron a establecer peque?as propiedades en tierras que ¨¦l y sus antepasados hab¨ªan ocupado durante generaciones. Afirma que construyeron casas y abrieron pastos para el ganado sin pedir nunca permiso ni obtener derechos legales. Las generaciones anteriores no se opusieron. ¡°Nuestros padres no ten¨ªan esta clase de actitud, no les preocupaba¡±, se lamenta. La tierra acab¨® en manos de cultivadores comerciales, que compraron parcelas adyacentes y arrasaron enormes extensiones de selva. ¡°No les importan estos ¨¢rboles de los que extraemos medicinas. Para ellos, estos ¨¢rboles no tienen sentido, no sirven para nada¡±, afirma Munduruku. Se?ala que su comunidad ha intentado sin ¨¦xito obtener ayuda del Gobierno para detener la tala y recuperar parte de la tierra.
El elevado valor de algunas maderas nobles tropicales supone una amenaza constante para el bosque. Junto a una carretera al oeste de A?aizal, un trabajador de un aserradero pasa un enorme tronco por una sierra industrial, que corta un tablero del grosor de una enciclopedia. Otros trabajadores dan forma al tablero en bruto para ajustarlo a las dimensiones est¨¢ndar. Ricardo Veronese, propietario del aserradero, relata que los miembros de su familia, una peque?a dinast¨ªa maderera, llegaron desde el Estado de Mato Grosso hace 17 a?os. ¡°Vinimos a Par¨¢ porque quedaba mucha selva virgen¡±, explica. En Mato Grosso, desde mediados de los ochenta, se ha talado aproximadamente el 40% de su selva tropical.
Cada a?o, el aserradero de Veronese corta la madera procedente de unos 2.000 ¨¢rboles gigantes, la mayor¨ªa para suelos y porches de alta gama en Estados Unidos y Europa. Con evidente orgullo, dice que solo utiliza madera ¡°talada de forma sostenible¡±. Los enormes troncos, apilados por decenas en un patio, proceden de explotaciones madereras reguladas por el Estado que practican la tala selectiva, asegura, en la que solo se cortan los ¨¢rboles grandes, dejando que los restantes crezcan y llenen los huecos en el dosel. Y afirma que su compa?¨ªa sigue las normas gubernamentales de tala selectiva, que exigen a las empresas tomar medidas para reducir su impacto.
Pero muchos ecologistas afirman que la tala selectiva permitida por el C¨®digo Forestal no suele ser sostenible en el sentido de preservar las reservas de carbono de la selva retenidas en los troncos y conservar su flora y fauna hiperdiversas. Eso se debe a que los ¨¢rboles que vuelven a crecer tras una operaci¨®n de tala no son de la misma especie que los que se retiran. Los originales suelen ser especies de crecimiento lento y madera densa, mientras que los sustitutos tienen madera menos densa. Absorben menos carbono en el mismo espacio. Erika Berenguer afirma que pocas empresas siguen los requisitos para limitar la construcci¨®n de carreteras o el n¨²mero de ¨¢rboles que se pueden talar. ¡°Se calcula que alrededor del 90% de la tala selectiva en la Amazonia es ilegal y, por tanto, no sigue ninguno de estos procedimientos¡±.
Recuento de carbono
Vigilar la Amazonia durante largos periodos requiere paciencia y perseverancia. Berenguer y su equipo llevan midiendo 6.000 ¨¢rboles del bosque nacional de Tapaj¨®s cada tres meses desde 2015. A partir de estos datos, calculan los cambios en la cantidad de biomasa del bosque y cu¨¢nto carbono se almacena en ¨¦l.
Los censos de este tipo y las mediciones atmosf¨¦ricas como la de Gatti son dos t¨¦cnicas habituales que utilizan los climat¨®logos para estudiar la captaci¨®n y liberaci¨®n de carbono. Cada una tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
Los censos miden directamente la cantidad de carbono (en forma de madera) de un bosque. Si se combinan con mediciones de los restos en el suelo y del CO? liberado por la tierra, tambi¨¦n pueden tomar en cuenta la descomposici¨®n. Pero los censos solo examinan un n¨²mero limitado de lugares. Las mediciones atmosf¨¦ricas pueden evaluar el impacto combinado de los cambios en los bosques a escala regional e incluso continental, aunque es dif¨ªcil descifrar la causa de los cambios que muestran.
Erika Berenguer y su equipo llevan midiendo 6.000 ¨¢rboles del bosque nacional de Tapaj¨®s cada tres meses desde 2015. A partir de estos datos, calculan los cambios en la cantidad de biomasa del bosque y cu¨¢nto carbono se almacena en ¨¦l
En 2010, Berenguer empez¨® a controlar m¨¢s de 20 parcelas en el bosque de Tapaj¨®s y sus alrededores. Su objetivo era comparar la absorci¨®n de carbono del bosque primario con la de la selva degradada por la tala selectiva, legal o no. Pero en 2015, una ola de calor y una sequ¨ªa sin precedentes azotaron la Amazonia oriental. Ocho de las parcelas de Berenguer se quemaron, matando centenares de ¨¢rboles que hab¨ªa medido al menos dos veces. Berenguer recuerda el d¨ªa en que visit¨® una parcela reci¨¦n arrasada por las llamas. Su ayudante, Gilson Oliveira, se hab¨ªa adelantado. ¡°Se puso a gritar: ¡®El ¨¢rbol n¨²mero 71 est¨¢ muerto. El ¨¢rbol n¨²mero 114 est¨¢ quem¨¢ndose¡¯. Me derrumb¨¦ llorando; me sent¨¦ entre las cenizas¡±.
En condiciones normales, la selva amaz¨®nica es casi a prueba de incendios. Es demasiado h¨²meda para arder. Pero cuando termin¨® esta larga estaci¨®n seca, los incendios hab¨ªan calcinado casi un mill¨®n de hect¨¢reas de bosque primario en la Amazonia oriental, un ¨¢rea del tama?o de L¨ªbano, matando unos 2.500 millones de ¨¢rboles y produciendo tanto CO? como el que libera Brasil quemando combustibles f¨®siles en un a?o. Algunas de las investigaciones de Berenguer quedaron, literalmente, reducidas a cenizas. Aun as¨ª, vio la oportunidad de estudiar un problema que se prev¨¦ que ser¨¢ cada vez m¨¢s com¨²n: el efecto combinado de m¨²ltiples complicaciones, como la sequ¨ªa extrema, los incendios y la degradaci¨®n humana causada por la tala selectiva y la tala por clareo [cuando la mayor¨ªa o todos los ¨¢rboles en un ¨¢rea son talados de forma uniforme].
En un recorrido por el lugar donde trabaja el equipo de Berenguer en el bosque de Tapaj¨®s, su director de campo, Marcos Alves, camina hasta un sitio que ardi¨® en 2015. Poco antes del incendio, madereros ilegales talaron los ¨¢rboles m¨¢s grandes y de mayor valor econ¨®mico. El bosque ha vuelto a crecer con abundante vegetaci¨®n, incluidas algunas especies que ya alcanzan el grosor de un poste de tel¨¦fono. Pero no hay ninguno de los gigantes que se pueden encontrar en otras partes del bosque.
El cambio clim¨¢tico ha calentado toda la selva amaz¨®nica 1 ¡ãC en los ¨²ltimos 60 a?os. La Amazonia oriental se ha calentado a¨²n m¨¢s
Alves, Oliveira y Gatti se dirigen a un lugar a tres kil¨®metros de la carretera que nunca ha sido objeto de tala selectiva o de tala rasa, y que escap¨® a los incendios de 2015. Aqu¨ª hay menos luz porque el dosel arb¨®reo es muy espeso. Y se nota m¨¢s fr¨ªo: los ¨¢rboles no solo bloquean la luz del sol, sino que tambi¨¦n sueltan grandes cantidades de agua, lo que enfr¨ªa el aire. Gatti se maravilla ante el tama?o de un ¨¢rbol de la nuez de Brasil (Bertholletia excelsa). ¡°Es incre¨ªble la cantidad de agua que este ¨¢rbol pone en el aire¡±.
En 2021, Berenguer y un equipo de coautores de Brasil y Europa publicaron un estudio sobre la absorci¨®n de carbono y la mortalidad de los ¨¢rboles en sus parcelas durante tres a?os tras la quema de 2015 y 2016. Compararon parcelas que hab¨ªan sido taladas selectivamente o hab¨ªan ardido en los a?os anteriores con otras que no hab¨ªan sido taladas ni quemadas. El estudio descubri¨® que mor¨ªan m¨¢s ¨¢rboles en las parcelas degradadas. Aunque las parcelas que no estaban degradadas obtuvieron los mejores resultados en su estudio, Berenguer afirma que ya no existen los ¡°bosques pr¨ªstinos¡±. El cambio clim¨¢tico ha calentado toda la selva amaz¨®nica 1 ¡ãC en los ¨²ltimos 60 a?os. La Amazonia oriental se ha calentado a¨²n m¨¢s.
La pluviosidad amaz¨®nica no ha cambiado de forma apreciable, si se saca una media de todo el a?o. Pero la estaci¨®n seca, cuando la lluvia es m¨¢s necesaria, se est¨¢ alargando, especialmente en el noreste de la Amazonia, donde las precipitaciones durante la estaci¨®n seca disminuyeron un 34% entre 1979 y 2018. En el sudeste, la estaci¨®n dura ahora unas cuatro semanas m¨¢s que hace 40 a?os, lo que supone un estr¨¦s para los ¨¢rboles, especialmente para los grandes. Aun as¨ª, Berenguer asegura que, hasta ahora, los efectos mensurables del cambio clim¨¢tico en el bosque son relativamente sutiles en comparaci¨®n con los del impacto humano directo, como la tala.
En el sudeste de la Amazonia, la estaci¨®n seca dura ahora unas cuatro semanas m¨¢s que hace 40 a?os
David Lapola, especialista en modelaci¨®n de sistemas terrestres de la Universidad de Campinas (Brasil), afirma que la deforestaci¨®n por s¨ª sola no puede explicar por qu¨¦ se ha debilitado el sumidero de carbono de la Amazonia, y se ha invertido en el sudeste. ?l y m¨¢s de 30 compa?eros, entre ellos Gatti y Berenguer, publicaron el a?o pasado un an¨¢lisis en el que se?alaban que las emisiones de carbono resultantes de la degradaci¨®n igualan o superan a las de la deforestaci¨®n por clareo.
Es m¨¢s, incluso los bosques intactos sin un impacto humano local evidente acumulan menos carbono que antes, como se observa en algunos estudios de censos de ¨¢rboles. Un an¨¢lisis de 2015 de 321 parcelas de bosque primario amaz¨®nico sin impactos humanos evidentes registr¨® ¡°una tendencia decreciente a largo plazo de la acumulaci¨®n de carbono¡±. Un estudio similar publicado en 2020 se?alaba lo mismo en la selva de la cuenca del Congo, la segunda selva tropical m¨¢s grande del mundo.
Esto supone un cambio respecto a d¨¦cadas anteriores, cuando los censos indicaban que esos bosques primarios de la Amazonia almacenaban m¨¢s carbono. No existe una explicaci¨®n consensuada de estas ralentizaciones, ni de por qu¨¦ un bosque primario acumulaba carbono anteriormente. Pero muchos investigadores sospechan que las ganancias de carbono en d¨¦cadas precedentes (y las restantes hoy) se deben a la influencia positiva del CO? adicional en la atm¨®sfera, que puede estimular el crecimiento de las plantas.
En varios estudios en los que se expusieron grandes parcelas de bosques a niveles elevados de CO?, conocidos como experimentos de enriquecimiento de carbono en aire libre (FACE), los investigadores han medido aumentos en la biomasa. Pero en una notable excepci¨®n, no se produjo ning¨²n crecimiento a largo plazo, lo que sugiere que no siempre se puede contar con que el aumento de CO? beneficie a los bosques.
Hasta ahora, todos los experimentos forestales de FACE se han realizado en regiones templadas. Y muchos cient¨ªficos sospechan que los bosques tropicales ¡ªy la Amazonia, en concreto¡ª podr¨ªan seguir reglas diferentes. Por fin se va a llevar a cabo el primer experimento FACE a 50 kil¨®metros al norte de Manaos. Est¨¢ previsto que su sistema de tuber¨ªas para liberar di¨®xido de carbono en las parcelas de prueba se ponga en marcha en alg¨²n momento de este a?o. Nobre conf¨ªa en que el experimento pueda ayudar a predecir si los continuos aumentos de CO? beneficiar¨¢n a la Amazonia.
Durante varias d¨¦cadas, Nobre y sus alumnos han utilizado modelos inform¨¢ticos para predecir c¨®mo afectar¨¢n a la Amazonia el cambio clim¨¢tico y la deforestaci¨®n. La investigaci¨®n se bas¨®, en parte, en trabajos realizados en los setenta, que demostraban que la propia selva amaz¨®nica contribuye a crear las condiciones que la mantienen viva. La humedad que sopla desde el Atl¨¢ntico cae en forma de lluvia en la Amazonia oriental y luego se evapora y es transportada hacia el oeste. Se recicla varias veces antes de llegar a los Andes. Un bosque m¨¢s peque?o o gravemente degradado reciclar¨ªa menos agua y, con el tiempo, podr¨ªa no ser capaz de mantener el bosque exuberante y h¨²medo.
Estamos matando este ecosistema directa e indirectamente. Esto es lo que me asusta terriblemente y lo que me afecta tanto cuando vengo aqu¨ª. Observo c¨®mo se muere el bosqueLuciana Gatti, climat¨®loga brasile?a
En su estudio de 2016, Nobre y varios compa?eros calcularon que la Amazonia alcanzar¨ªa un punto de inflexi¨®n si el planeta se calentara m¨¢s de 2,5 ¡ãC por encima de las temperaturas preindustriales y si se deforestara entre el 20% y el 25% de la selva. El planeta va camino de alcanzar los 2,5 ¡ãC de calentamiento en 2100, seg¨²n afirm¨® Naciones Unidas en 2022. Nobre se pregunta ahora si su anterior estudio fue demasiado conservador. ¡°Lo que muestra el trabajo de Gatti es que toda esta zona del sur de la Amazonia se est¨¢ convirtiendo en una fuente de carbono¡±. Est¨¢ convencido de que, aunque la Amazonia a¨²n no ha llegado al punto de inflexi¨®n, podr¨ªa hacerlo pronto.
Susan Trumbore, una directora del Instituto Max Planck de Biogeoqu¨ªmica de Jena (Alemania), no es partidaria de utilizar el t¨¦rmino punto de inflexi¨®n, una frase sin definici¨®n precisa, para hablar de la Amazonia. Pero est¨¢ de acuerdo en que el futuro de la selva est¨¢ en juego. ¡°Tengo la sensaci¨®n de que va a ser una alteraci¨®n gradual del ecosistema que sabemos que se avecina con el cambio clim¨¢tico¡±, afirma. Independientemente de que el cambio sea r¨¢pido o lento, Trumbore coincide con la mayor¨ªa de los cient¨ªficos que estudian la Amazonia en que esta se enfrenta a graves problemas que podr¨ªan tener ramificaciones mundiales.
Algunos de esos retos est¨¢n directamente relacionados con la pol¨ªtica de la regi¨®n. El pasado agosto, Gatti y sus compa?eros informaron de que los ataques a la Amazonia ¡ªcomo la deforestaci¨®n, la quema y la degradaci¨®n¡ª hab¨ªan aumentado dr¨¢sticamente en 2019 y 2020 como consecuencia de una menor aplicaci¨®n de la ley. Y eso duplic¨® las emisiones de carbono de la regi¨®n.
El destino de la Amazonia est¨¢ en la mente de Gatti mientras sube a una torre de celos¨ªa en el bosque de Tapaj¨®s, uno de los puntos de referencia que sobrevuelan sus pilotos cuando recogen muestras de aire. La estructura met¨¢lica se zarandea y cruje mientras ella asciende. Cuando alcanza la cubierta, 15 pisos por encima del suelo, contempla el bosque que se extiende en todas direcciones hasta el horizonte. ¡°Estamos matando este ecosistema directa e indirectamente¡±, dice, emocion¨¢ndose. Se seca una l¨¢grima. ¡°Esto es lo que me asusta terriblemente y lo que me afecta tanto cuando vengo aqu¨ª. Observo c¨®mo se muere el bosque¡±.
A finales de 2023, varios meses despu¨¦s de visitar el bosque de Tapaj¨®s, Erika Beringuer cuenta que los alrededores de Santar¨¦m est¨¢n envueltos en el humo de decenas de incendios forestales. Hay ¡°hect¨¢reas y hect¨¢reas de bosque quemado¡±, incluso en al menos una de sus parcelas, explica en un mensaje de texto. El humo es demasiado denso como para poder evaluar el impacto en su investigaci¨®n hasta el momento, dice. ¡°Algo que me parece especialmente inquietante es que da la impresi¨®n de que 2023 es una reedici¨®n de 2015. ?Cu¨¢ntas reediciones tendremos hasta que se tomen medidas para evitar los incendios forestales?¡±.
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