?A d¨®nde va el pantal¨®n que tiramos a un contenedor de ropa usada? Once meses de investigaci¨®n y miles de kil¨®metros recorridos
Planeta Futuro ha seguido el rastro de 15 prendas geolocalizadas y ha podido comprobar el coste ambiental y social del consumo masivo de moda barata. Bautizada en ?frica como ¡°ropa de hombre blanco muerto¡±, contamina los pa¨ªses del Sur Global, alimenta redes comerciales opacas y deja a su paso una huella de carbono kilom¨¦trica
En las playas de Acra, la marea vomita ropa vieja. La arena en Akuma Village es hoy una alfombra de zapatos y pl¨¢sticos enmara?ados en camisetas, cordones y pantalones. Es apenas la punta de un iceberg que flota mar adentro. Pocos kil¨®metros m¨¢s all¨¢, ya en tierra firme, asoma una hilera de colinas de mil colores. No es ning¨²n paisaje id¨ªlico. Son gigantescas monta?as de ropa vieja, llegadas desde Europa, China y Estados Unidos. Algunas arden y desprenden humo negro y t¨®xico de fibras sint¨¦ticas que espesa un aire que huele agrio.
Ghana es un caso extremo, pero no es ¨²nico. Pa¨ªses del Sur Global como Pakist¨¢n, Kenia o Marruecos son piezas fundamentales de un sistema de hiperproducci¨®n de ropa barata. Son los lugares que hacen posible que compremos camisetas que no necesitamos y vestidos que nos vamos a poner una vez, o ninguna. Son el basurero textil que sustenta un sistema de ¡°moda r¨¢pida¡±, la llamada fast fashion, que en pa¨ªses como Ghana ha provocado un desastre ambiental y de salud p¨²blica. En ?frica se la conoce como ¡°ropa de hombre blanco muerto¡± y algunos pa¨ªses como Uganda, Ruanda o Zimbabue han prohibido o restringido la importaci¨®n de lo que denominan ¡°neocolonialismo textil¡±.
Para saber c¨®mo llega hasta all¨ª y qu¨¦ pasa despu¨¦s de depositar una prenda en un contenedor de ropa usada con toda nuestra buena intenci¨®n, en Planeta Futuro nos embarcamos hace casi un a?o en un experimento que nos ha permitido comprobar el destino de 15 prendas a las que hemos seguido el rastro gracias a la geolocalizaci¨®n. El resultado es muy revelador. La mayor¨ªa sigue dando vueltas o est¨¢n en naves y descampados. La mitad ha salido al extranjero dejando a su paso una monumental huella de carbono, contaminando el sur global o alimentando redes comerciales opacas. Es decir, la ropa no siempre acaba en el lugar que deseamos cuando la desechamos y en los casos en los que llega, la huella ecol¨®gica del viaje es inmensa.
El problema de fondo, seg¨²n los expertos, es la producci¨®n desbocada de ropa barata e insisten en que, pese a las deficiencias del sistema, depositarla en los contenedores sigue siendo la opci¨®n m¨¢s sostenible. En Espa?a, las exportaciones de ropa usada se han disparado en los ¨²ltimos a?os, ante la incapacidad de absorber la cantidad de prendas que se compran y se desechan.
15 ¡®airtags¡¯ escondidos en prendas que han dado la vuelta al mundo
El pasado marzo pedimos a la redacci¨®n de EL PA?S que trajera ropa que ya no usaba. Cosimos 15 airtags (dispositivo de localizaci¨®n) a cada una de las prendas en dobladillos y bolsillos para que no pudieran verse a simple vista. Esos aparatos nos han permitido geolocalizar esos pantalones, camisetas y abrigos gracias a una se?al que emiten cada vez que se cruzan con un tel¨¦fono. Solo hab¨ªa un problema: el pitido desvelar¨ªa la presencia del aparato. Un t¨¦cnico de la asociaci¨®n ecologista Greenpeace nos facilit¨® el trabajo al extirpar la alarma y los airtags se convirtieron a partir de entonces en nuestro aliado silencioso.
Repartimos las prendas por toda Espa?a. Con ayuda de las delegaciones del diario, cada una se deposit¨® en un contenedor de ropa de segunda mano. Adem¨¢s del equilibrio territorial, tratamos de que estuvieran representados los distintos canales de distribuci¨®n de este tipo de residuos. Contenedores de grandes almacenes, ONG, municipios... Enseguida comenzaron a emitir la se?al y pudimos ver a partir de entonces d¨®nde estaban en cada momento.
Once meses despu¨¦s, muchas de las prendas siguen dando vueltas y siete de ellas han viajado al extranjero, a ?frica y a Asia. Tres prendas pasaron o se estancaron en un punto de distribuci¨®n en Emiratos ?rabes. Como un pantal¨®n de pijama de Minnie Mouse fabricado en China, que depositado el pasado abril en un contenedor en Zamora y tras pasar por Madrid vol¨® a los Emiratos, donde se encuentra en el almac¨¦n de The Cloth, un gigante de la compraventa de ropa usada que asegura que gestiona y clasifica 1.200 toneladas de ropa al mes.
Una torerita negra hecha en Marruecos, se tir¨® en Madrid, en un contenedor de H&M y despu¨¦s de pasar por Pa¨ªses Bajos, termin¨® en Reino Unido en una f¨¢brica que trocea ropa para convertirla en otros tejidos. Unos pantalones beige fabricados en China se encuentran en una zona comercial en Sud¨¢frica, seg¨²n pudo comprobar un colaborador de este peri¨®dico, despu¨¦s de pasar por Italia, Abu Dhabi, India y Mozambique. Unos vaqueros azules claros rasgados hechos en Turqu¨ªa, se tiraron en un contenedor en San Sebasti¨¢n y meses despu¨¦s aparecieron en Emiratos y de all¨ª llegaron hasta Ghana. Dieron despu¨¦s el salto a Costa de Marfil, donde se encuentran a las afueras de la capital. Otras siguen en naves industriales en Espa?a o en descampados, como un abrigo de pa?o negro cuyo airtag lo sit¨²a en un pol¨ªgono industrial de Montaverner (Valencia), en un recinto vallado al aire libre en mitad de un mont¨®n de fardos de ropa, informa Andr¨¦s Herrero Guti¨¦rrez.
Este experimento es apenas una muestra min¨²scula, pero muy ilustrativa del trasiego de toneladas de ropa por todo el mundo. Varias de las prendas prosiguen su andadura, pero hasta ahora, las siete que han salido de Espa?a han recorrido m¨¢s de 65.000 kil¨®metros desde que las enviamos. Eso sin contar los m¨¢s de 36.200 que ya hab¨ªan recorrido estas siete prendas desde el lugar en el que fueron fabricadas hasta Madrid.
Estas son todas las prendas a las que Planeta Futuro ha seguido el rastro:















Los resultados concuerdan con los del estudio europeo que indica que, a pesar de que la ropa se done a una ONG, normalmente entra en un circuito comercial. El precio por cada kilo de ropa de segunda mano ronda los 0,76 euros. En Asia, se agrupan en zonas industriales donde se vuelven a exportar a otros pa¨ªses asi¨¢ticos o africanos. El 40% de las exportaciones a ?frica acaba en vertederos, seg¨²n estas mismas fuentes. El 89% de esas prendas, adem¨¢s, contiene fibras sint¨¦ticas, que se descompondr¨¢n en micropl¨¢sticos con qu¨ªmicos t¨®xicos que contaminan el suelo, el agua y el aire provocando un serio problema de salud p¨²blica.
¡°Como la capacidad para reciclar en Europa es limitada, una gran parte de los textiles usados y recogidos se comercia y se exporta a Asia y a ?frica y su destino es muy incierto¡±, indica un documento de la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA), que sostiene que ¡°la percepci¨®n p¨²blica de que donar ropa usada es un regalo generoso a la gente que lo necesita no concuerda con la realidad¡±.
Las cifras son claras. Compramos m¨¢s ropa, m¨¢s barata y la utilizamos durante menos tiempo. Solo la Uni¨®n Europea (UE) gener¨® unas 6,94 millones de toneladas de desechos textiles en 2022 ¡ªunos 16 kilogramos por persona¡ª. De ellos, el 15% fue depositado en puntos de reciclaje, el resto acab¨® mezclado con residuos dom¨¦sticos, seg¨²n datos adelantados por la Agencia Europea de Medio Ambiente y el Centro Europeo de Econom¨ªa Circular y Recursos, que se har¨¢n p¨²blicos en marzo.
Mientras, la cantidad de textiles usados exportados desde la UE se triplic¨® en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas y pas¨® de 550.000 toneladas en el a?o 2000 a 1,4 millones de toneladas en 2019. Se prev¨¦ que el volumen recolectado y enviado a otros pa¨ªses aumente considerablemente debido a la obligaci¨®n de recoger de manera separada los residuos textiles en la UE, seg¨²n la EEA. Esta nueva directiva, que entr¨® en vigor en enero de 2025 y que en Espa?a se aplica en virtud de la Ley de Residuos y Suelos Contaminados, obliga a ayuntamientos y a empresas a instalar m¨¢s contenedores para una recogida selectiva de textiles usados con el fin de fomentar la reutilizaci¨®n y el reciclaje.
Espa?a es el octavo pa¨ªs de la UE que m¨¢s residuos textiles genera. Las cifras del comercio exterior indican que la exportaci¨®n de ropa usada sum¨® 191.631.276 kilos, seg¨²n datos hechos p¨²blicos esta semana. Eso supone un fuerte aumento frente a los 129.705.188 kilos de 2023 y m¨¢s del doble de los 68.352.187 de 2019. Emiratos ?rabes Unidos (un polo desde donde despu¨¦s vuelve a exportarse la ropa hacia ?frica como hemos podido comprobar tambi¨¦n con algunos de los trackers de nuestra investigaci¨®n), Marruecos y Pakist¨¢n son los principales destinos.
Albert Alberich, director de Moda re-, una cooperativa de iniciativa social promovida por C¨¢ritas por la que han pasado tres de las prendas que Planeta Futuro deposit¨® en contenedores, estima que entre 700.000 y 800.000 toneladas de residuos textiles acaban en vertederos. ¡°Es una barbaridad, el reto a nivel de sociedad es brutal, porque hay que reducir el consumo e ir a prendas de m¨¢s calidad¡±, a?ade el directivo, que asegura que no tienen capacidad para dar salida a todas las prendas que les llegan y eso les obliga a exportar.
La Agencia de Naciones Unidas para el Medio Ambiente calcula que entre el 2% y el 8% de las emisiones contaminantes proceden del sector textil y las proyecciones indican que esa cifra va camino de dispararse en las pr¨®ximas d¨¦cadas. La industria textil consume adem¨¢s 215 billones de litros de agua al a?o, el equivalente a 86 millones de piscinas ol¨ªmpicas, y genera el 9% de los micropl¨¢sticos que contaminan los oc¨¦anos.
El impacto ambiental se dispara si tenemos en cuenta las prendas de ropa que se destruyen en Europa antes de ser usadas, lo que supone otro efecto perverso del sistema de moda r¨¢pida actual. Las cifras indican que entre el 4% y el 9% de todas las prendas que se venden en Europa se destruyen antes de ser usadas, lo que supone entre 264.000 y 594.000 toneladas de textiles destruidos cada a?o. Este fen¨®meno tiene mucho que ver con la devoluci¨®n de prendas adquiridas online. En Europa devolvemos cerca del 20% de la ropa que compramos por internet, una cantidad tres veces mayor que cuando compramos en una tienda f¨ªsica. Cerca de un tercio de la ropa devuelta termina destruida.
Adem¨¢s, los expertos alertan de la p¨¦rdida de la calidad de las prendas, que son cada vez menos reciclables y menos duraderas. ¡°Por un lado est¨¢ el aumento de la cantidad de ropa que se ha producido en los ¨²ltimos 20 a?os, que est¨¢ generando una multiplicaci¨®n de los residuos que se generan¡±, indica Sara del R¨ªo, investigadora de Greenpeace. Las cifras desvelan, por ejemplo, que el a?o pasado, la producci¨®n de fibras textiles alcanz¨® un m¨¢ximo hist¨®rico. ¡°Pero, por otro lado, est¨¢ la cuesti¨®n de la calidad, cada vez menor y eso tiene claras consecuencias para el medio ambiente¡±, apunta Del R¨ªo. Su organizaci¨®n calcula que la mitad de las prendas que llegan por ejemplo a Ghana son de mala calidad, sin posibilidad de ser vendidas de nuevo, y est¨¢n fabricadas con fibras sint¨¦ticas.

La responsable de Greenpeace celebra la nueva ley que obliga a separar los residuos textiles, pero teme que se trate de soluciones que afectan solo ¡°al final de la tuber¨ªa¡±. ¡°Si nos centramos en los residuos, pero no atacamos un sistema de producci¨®n que genera cada vez m¨¢s bienes contaminantes, el problema no se va a solucionar¡±, estima.
Ghana, el gran vertedero de ropa usada
Chiles, jengibre, estropajos, chancletas de pl¨¢stico, cordones y toneladas de ropa usada. La humedad y el calor dentro del bullicioso mercado de Kantamanto es sofocante. Es un laberinto de callejones estrechos llenos de gente y mercanc¨ªas apiladas por todas partes. El traqueteo de cientos o miles de m¨¢quinas de coser operadas a pedal es el hilo musical de este mercado donde desembarcan cada semana toneladas de ropa usada procedente de pa¨ªses industrializados. El trasiego de pacas de ropa prensadas y apiladas en camionetas es continuo. Vienen de Corea, de Estados Unidos, de Canad¨¢, de Reino Unido... En los precarios y abigarrados puestos se exhibe el material. Un abrigo tres cuartos, a pesar de la calorina que no da tregua. Un plum¨ªfero, junto a una monta?a de ropa militar. Una v¨ªa de tren abandonada cruza el mercado de punta a punta. Sobre las traviesas, vaqueros rete?idos y deste?idos se secan al sol.
Los due?os de los puestos compran los fardos al peso, sin saber qu¨¦ hay dentro y sin garant¨ªas. ¡°Es como una loter¨ªa. No tienes derecho a devolverlo y no sabes cu¨¢l va a ser la calidad hasta que lo abres¡±, dice Vida Oppong, de 43 a?os. Anoche llegaron los camiones cargados con las grandes balas de ropa usada y hoy viernes, Oppong las abre una a una. Ella compra a los mayoristas, que a su vez compran a los intermediarios que lo obtienen de las ONG y otras organizaciones. Este es el negocio que Oppong hered¨® de su madre. Ella publicita la ropa que le llega en sus grupos de WhatsApp y en redes sociales.
Llega un fardo nuevo de 55 kilos, que le ha costado 20 cedis (1,25 euros). Es muy pesado porque la ropa est¨¢ prensada. Corta el fleje negro y abre el gran paquete, que viene de Reino Unido. Despu¨¦s, las cinchas de pl¨¢stico las utiliza para hacer cestas, porque aqu¨ª no se tira nada. Dentro del paquete hay cazadoras vaqueras. La primera es una chupa negra de Primark. Luego otra de Next. Una tercera de Zara. Y luego una que se supone que es blanca, pero en realidad est¨¢ amarillenta. Otra, que todav¨ªa tiene un bol¨ªgrafo dentro del bolsillo. Oppong prefiere de lejos el tejido vaquero oscuro porque el m¨¢s claro hay que llevarlo a menudo a la tintorer¨ªa. Si no est¨¢ en buenas condiciones, lo rasga para hacerlo ¡°m¨¢s punk¡±. A veces, usa solo la tela para hacer bolsas vaqueras. Como ella, otros comerciantes aseguran que en los ¨²ltimos cinco a?os, la calidad de la ropa que llega ha disminuido mucho.
¡°Antes, cuando ibas al mercado, te pod¨ªas encontrar hasta un Chanel. Ahora en el Norte se quedan con lo mejor y nos env¨ªan la basura. Es puro colonialismo textil¡±Kwamena Boison, cofundador de Revival
Kantamanto se considera el gran modelo de circularidad en el que miles de emprendedores trabajan dando una segunda vida a lo que en otros pa¨ªses no quieren. El problema es que los ingentes esfuerzos de los comerciantes de Kantamanto son a todas luces insuficientes. Llega mucho m¨¢s de lo que se puede reutilizar y, adem¨¢s, junto con la ropa usada se reciben toneladas de prendas barat¨ªsimas nuevas, que son excedentes de producci¨®n con los que es imposible competir. Lo que no se procesa all¨ª, termina incinerado en gigantescos vertederos. La capacidad de reciclar se redujo a¨²n mucho m¨¢s el pasado 1 de enero, cuando el mercado ardi¨® y miles de personas se quedaron sin su medio de vida, que tratan ahora de recomponer.
Kwamena Boison, cofundador de Revival, una organizaci¨®n ghanesa dedicada al reciclaje de la ropa, habla de c¨®mo ¡°la fast fashion est¨¢ destrozando la industria textil local. La ropa de segunda mano es tan barata¡¡±, se lamenta. Cree que hay que regular la calidad de la ropa que entra en el pa¨ªs. ¡°Antes, cuando ibas al mercado, te pod¨ªas encontrar hasta un Chanel. Ahora en el Norte se quedan con lo mejor y nos env¨ªan la basura. Es puro colonialismo textil¡±, piensa. Ellos trabajan mano a mano con los emprendedores de Kantamanto, para intentar interceptar la ropa que si no, acabar¨ªa en el oc¨¦ano. Su organizaci¨®n calcula que entre el 10% y el 40% de lo que llega es inutilizable, aunque la asociaci¨®n de comercios de ropa usada rebaja esa cifra. Boison tiene claro que estamos ante un problema global. ¡°Las sociedades tienen que implicarse para encontrar una verdadera soluci¨®n. Tiene que haber un plan global del Norte y del Sur¡±.

Branson Skinner, cofundador de la Fundaci¨®n Or, que lucha contra la basura textil, defiende en su sede del centro de Acra el trabajo de los emprendedores de Kantamanto. ¡°Ellos no son el problema. Hay que atacar la ra¨ªz, que es el modelo de negocio¡±. Y piensa que ¡°si Europa fuera seria respecto al reciclaje, apoyar¨ªa a esta gente. Ellos hacen el trabajo sucio¡±. Su organizaci¨®n calcula que antes del incendio en Kantamanto se reciclaban 25.000 millones de prendas al mes. Hoy han venido a las oficinas de la Fundaci¨®n Or representantes de varias ciudades europeas para ver qu¨¦ pueden hacer para asegurarse de que las empresas que operan en sus urbes cumplen con su responsabilidad de hacerse cargo de los residuos que generan. Liz Ricketts, directora de la fundaci¨®n, piensa que el ¨²nico camino es ampliar la responsabilidad de los productores y que haya m¨¢s transparencia en las cifras de producci¨®n de las empresas. ¡°En 2011, cuando empezamos, no hab¨ªa basura textil en la playa. Ha sido todo muy r¨¢pido¡±, asegura Ricketts.

La fundaci¨®n de Ricketts, financiada por la cadena de moda ultrarr¨¢pida Shein, ha instalado en Kantamanto un centro de reciclaje de ropa usada donde experimentan con fibras para fabricar perchas, marcos de fotos, cojines y hasta altavoces. Recogen ropa de la playa y la dividen por colores, la trituran y la mezclan con almid¨®n de mandioca. Con ese material fabrican entre 100 y 150 productos al d¨ªa, lo que supone sin duda oportunidades de empleo. El problema es que se trata de una gota en el oc¨¦ano.
Las toneladas de ropa que no se procesan en Kantamanto acaban en la playa o incineradas en vertederos. An¨¢lisis realizados con infrarrojos por Greenpeace en Ghana revelan que al menos la mitad de las prendas est¨¢n fabricadas con pl¨¢sticos que no son biodegradables y que terminan convertidos en micropl¨¢sticos contaminantes. En el caso de los vertederos de Acra, parte de la energ¨ªa que libera la combusti¨®n de las monta?as de ropa se utiliza para calentar el agua en ba?os p¨²blicos. Al menos tres de ellos han registrado la presencia de sustancias t¨®xicas, incluidos elementos cancer¨ªgenos.
El negocio del paso del Estrecho
Las aguas mediterr¨¢neas que ba?an Nador no traen hasta la orilla prendas que ya nadie quiere. En esta ciudad marroqu¨ª, a menos de 20 kil¨®metros de Melilla, el negocio que genera la ropa usada y desechada en Europa tiene un rostro diferente al de Ghana: alimenta un negocio heredado del contrabando que enriquece solo a unos pocos y explota a muchos. Pero ha producido un tercer efecto tan perverso como el del trato laboral abusivo: condena al comercio fraudulento, y tambi¨¦n a la lucha por la mera subsistencia, a miles de personas que vivieron del tr¨¢fico de ropa entre Espa?a y Marruecos hasta que en 2018 Rabat cerr¨® unilateralmente la frontera comercial entre Beni Enzar y Melilla.
¡°Unas 15.000 personas viv¨ªan de trabajar entre Melilla y Marruecos¡±, entre ellas, miles de porteadoras, mujeres marroqu¨ªes que mercadeaban con ropa entre ambos pa¨ªses, recuerda Omar Naji, miembro y antiguo coordinador de la Asociaci¨®n de Marruecos de Derechos Humanos (AMDH) en Nador. Sin apenas alternativas econ¨®micas en una regi¨®n que ¡°hab¨ªa vivido siempre del contrabando¡±, el cierre de la frontera ha sumido Nador en una profunda crisis. El ¨²ltimo censo de poblaci¨®n confirma, seg¨²n Naji, que la provincia pierde habitantes. ¡°La gente est¨¢ emigrando porque la situaci¨®n socioecon¨®mica es lamentable¡±, a?ade el activista.

El recorrido que ha hecho un abrigo de pa?o rojo que Planeta Futuro deposit¨® en un contenedor de Guadalajara, gestionado por East West, una empresa que se presenta como promotora del cuidado del medioambiente, ilustra esta historia de antiguos estraperlistas empujados de nuevo a la econom¨ªa informal para sobrevivir. Tras viajar unos 1.600 kil¨®metros por tierra y mar y pasar por Murcia, C¨¢diz, Algeciras, T¨¢nger, Rabat y Mequ¨ªnez, la prenda lleg¨® a mediados del pasado septiembre a Nador, a una de las naves de un mercado informal de excontrabandistas.
Desde entonces, su airtag sigue emitiendo una se?al que indica que no se ha movido de all¨ª. Faruq vigila qui¨¦n entra y sale de este recinto solitario, construido con el dinero de los propios contrabandistas ¡°sobre un terreno que alquilan al Estado¡±. Solo el sonido de las verjas met¨¢licas de alguno de los almacenes rompe el silencio reinante. Es la se?al de que alg¨²n comerciante est¨¢ cargando o descargando fardos de ropa. Como el hermano de Faruq, que coloca sobre un motocarro un enorme saco por el que asoma una zapatilla granate.
Las miradas de periodistas resultan inc¨®modas. Pero Faruq, a quien todos tratan como el jefe del lugar, no llamar¨¢ a la polic¨ªa, a diferencia de lo que sucede en otros lugares de Nador ante la sola presencia de una c¨¢mara de v¨ªdeo. No lo har¨¢ porque no puede. ¡°La polic¨ªa nos tiene muy oprimidos¡±, reconoce este hombre que trabaj¨® durante m¨¢s de 20 a?os en el contrabando de ropa entre Nador y Melilla y que prefiere utilizar un nombre falso y no mostrar su rostro. ¡°Las empresas a las que compramos no nos hacen factura¡±, afirma, para justificar por qu¨¦ intenta mantener lejos a los agentes, mientras abre uno de sus almacenes repleto de pacas de ropa ¡°de 75 kilos¡±.
El modo de vida de Faruq y los suyos ha evolucionado del contrabando a otro negocio informal en el que su ¨²nica salida es adquirir de forma irregular las prendas que despu¨¦s revender¨¢n. No pueden importar por las v¨ªas legales la ropa de segunda mano sin licencia. El Gobierno de Marruecos solo las ha concedido a un pu?ado de empresas, seg¨²n confirma Naji, mientras que los antiguos contrabandistas, constituidos en una especie de sindicato que lidera Faruq, intentan desde hace a?os lograr uno de estos permisos. Y apenas pueden comprar ropa usada de forma legal a las compa?¨ªas marroqu¨ªes con licencia, porque la concesi¨®n implica que solo pueden vender en territorio nacional en torno al 20% del producto ¡ªel porcentaje puede variar en cada concesi¨®n¡ª para no perjudicar la producci¨®n textil marroqu¨ª, explica Naji. As¨ª que la salida, reconoce Faruq, es comprar sin factura. Ambas partes salen ganando: los excontrabandistas se nutrir¨¢n de mercanc¨ªa m¨¢s barata y los importadores dar¨¢n salida a su producto en Marruecos, donde proliferan los mercados de ropa de segunda mano.
En el de la Yutiya, uno de los muchos que hay en la regi¨®n, Faruq tiene varios puestos de venta. Entre las pilas de prendas de estos zocos se puede encontrar desde un jersey 100% algod¨®n en perfecto estado por 10 dirhams (algo menos de un euro), hasta vestidos de novia y botas Dr. Martens por 50 (menos de cinco euros). Todo ¡ªo casi¡ª es susceptible de ser revendido: hay pijamas, cazadoras, cinturones e incluso monta?as de sujetadores y bragas. En un puesto de mochilas cuelga la que us¨® un ni?o llamado Hugo, seg¨²n recuerda el nombre escrito con rotulador negro en uno de los bolsillos. De otra percha, un uniforme de la multinacional de log¨ªstica DHL y una camiseta de una empresa espa?ola de escayolas. La cantidad de ropa es tal que un vendedor extiende un vestido gris como alfombra para evitar que en una tarde de lluvia los compradores entren con los pies mojados en el recoveco que forma su establecimiento.

El precio var¨ªa en funci¨®n de la calidad y el estado. Faruq desgrana los tipos: la ropa ¡°crema¡±, de la expresi¨®n francesa cr¨¨me de la cr¨¨me, ¡°es la de primer nivel¡± y los comerciantes la compran a unos 150 dirhams (14,3 euros) el kilo para vender despu¨¦s cada pieza a unos 400. ¡°Son marcas caras¡±, argumenta. A partir de ah¨ª, las vestimentas se dividen en grupo ¡°uno¡±, ¡°dos¡± y ¡°tres¡±, con precios que var¨ªan de 70 a 15 dirhams el kilo.
Fatima ha ido con sus sobrinas al mercado del Aroui, junto al aeropuerto de Nador, desde Oujda, situado a unos 150 kil¨®metros. ¡°Encuentro ropa de segunda mano de buena calidad¡±, afirma. Ese d¨ªa, tras cuatro horas de b¨²squeda, se hace con unas botas Timberland, que ¡°nuevas cuestan unos 1.200 dirhams, por tan solo 150¡±, dice con cierto orgullo.
Pero la turbiedad que rodea el negocio de la ropa de segunda mano en Nador va m¨¢s all¨¢ de la venta de productos sin pagar impuestos. Meses despu¨¦s del cierre de la frontera, se construy¨® en un terreno frente al puerto de Beni Enzar Karama Recyclage (de la palabra ¨¢rabe ¡°generosidad¡±), una compa?¨ªa de gesti¨®n de ropa usada financiada en gran parte con dinero p¨²blico para dar una salida a quienes ya no pod¨ªan contrabandear. ¡°La licitaci¨®n [para importar prendas de segunda mano] exig¨ªa que diera empleo a entre 800 y 1.500 personas afectadas por ese cierre, en su mayor¨ªa mujeres porteadoras¡±, explica Naji. Pero la realidad contrasta con las expectativas iniciales. Esta empresa es la ¨²nica con licencia de la provincia de Nador para la importaci¨®n de prendas usadas, lo que el activista denuncia por el ¡°monopolio que implica¡±. Adem¨¢s, ¡°la mitad de quienes trabajan all¨ª nunca se dedicaron al contrabando¡±, afirma Naji, que asegura que las porteadoras, en su mayor¨ªa mujeres con m¨¢s de 50 a?os, han quedado excluidas, lo que las ha dejado sin apenas salidas para sobrevivir.
Y los que trabajan en Karama no se encuentran mucho mejor. ¡°No todos cobran el salario m¨ªnimo ni est¨¢n declarados a la seguridad social, tienen problemas con las horas extras, les proh¨ªben ir al ba?o y sufren agresiones verbales¡±, describe Naji, con base en los testimonios de empleados de Karama recogidos por su asociaci¨®n. Cuatro mujeres, seg¨²n el activista, denunciaron ante la AMDH de Nador abusos sexuales y registros corporales abusivos por parte de vigilantes, sin que la empresa hiciera nada. ¡°Utiliza adem¨¢s la estrategia de no pagar a los empleados durante dos o tres meses e incluso de despedirlos para que protesten y poder presionar as¨ª a la Administraci¨®n P¨²blica y al Ministerio de Comercio e Industria para que les renueven la licencia¡±, que se debe volver a conceder cada seis meses.
Un extrabajador de Karama, Saleh, nombre ficticio, confirma estas cr¨ªticas. ¡°Hay mucha explotaci¨®n, te registran de forma abusiva y luego te acusan de haber robado ropa que incluso es tuya¡±. Despu¨¦s de cuatro a?os, dej¨® ese trabajo tras sufrir una lesi¨®n con una m¨¢quina de prensar ropa y sin percibir, siempre seg¨²n su versi¨®n, ninguna indemnizaci¨®n por sus heridas. Ante las graves acusaciones contra Karama Recyclage, este diario ha intentado recabar la versi¨®n de la compa?¨ªa de forma reiterada, a trav¨¦s de tel¨¦fono, correo electr¨®nico e incluso acudiendo a la puerta de la empresa, donde los periodistas no fueron recibidos.
Faruq no adquiere mercanc¨ªa de Karama. ¡°Lo que antes compr¨¢bamos por 30 dirhams ahora nos lo vende por 120¡±, protesta el hombre que recurre a compa?¨ªas de T¨¢nger, de donde precisamente procede el abrigo de pa?o rojo que ha seguido Planeta Futuro. Faruq vuelve a mirar a los fardos.
¡ª?A veces encuentran prendas rotas?
¡ªClaro, y de muy mala calidad.
¡ª?Y qu¨¦ hacen con ellas? ?Las reciclan?
¡ªLas tenemos que tirar a la basura.
Separar por ley
Desde el 1 de enero de 2025, la recogida de textiles usados es obligatoria en los pa¨ªses de la UE, con el fin de reducir el desperdicio y estimular el reciclaje. Uno de los objetivos es que los productores de textiles sean responsables del ciclo de vida completo de sus productos, desde su dise?o hasta c¨®mo se gestionan las prendas que se desechan. En Espa?a, esta normativa se enmarca en la Ley de Residuos y Suelos Contaminados y exige que en 2025, al menos el 55% de los residuos dom¨¦sticos, incluyendo los textiles, deber¨¢n ser preparados para su reutilizaci¨®n o el reciclaje. Este porcentaje aumentar¨¢ al 60% en 2030 y al 65% en 2035. A efectos pr¨¢cticos, los ayuntamientos y las marcas de ropa tendr¨¢n que instalar m¨¢s contenedores para recoger residuos textiles de forma separada. A ellos se suman los gestionados por las entidades sociales. Paralelamente, los comercios no podr¨¢n tirar los excedentes no vendidos, que deber¨¢n destinar ¡°en primer lugar a canales de reutilizaci¨®n¡±.
Algunas empresas llevan a?os recogiendo ropa usada. En 2015, Inditex lanz¨® un programa con contenedores en todas las tiendas para facilitar el reciclaje de ropa. ¡°Las prendas las recogen las entidades sociales con las que colaboramos, aunque nuestro socio principal es C¨¢ritas, que gestiona la ropa a trav¨¦s de Moda re-¡±, explican fuentes de la compa?¨ªa. Precisamente, una sudadera que Planeta Futuro deposit¨® en una tienda de Zara del centro comercial de Madrid Isla Azul lleg¨® el pasado mayo a una nave de Moda re- en el pol¨ªgono industrial de la Atayuela, en la capital. Desde entonces sigue all¨ª, aunque otras dos de las prendas geolocalizadas que acabaron en el mismo lugar viajaron hasta Emiratos ?rabes Unidos. ¡°Una de las condiciones de nuestro acuerdo con Moda re- es que nuestras prendas no pueden terminar en un vertedero ni en un determinado n¨²mero de pa¨ªses donde no se puede garantizar un tratamiento adecuado ¡±, aseguran las mismas fuentes, que no confirman cu¨¢les son los pa¨ªses vetados.
Tambi¨¦n H&M cuenta con un programa de recogida de ropa similar con contenedores en tiendas. ¡°La ropa que se puede volver a usar se vende como ropa de segunda mano. Esto representa aproximadamente el 60%. La ropa y los textiles que no pueden ser revendidos se reutilizan o se reciclan mec¨¢nicamente en nuevos productos y fibras, por ejemplo, en productos para industrias como la automotriz, la construcci¨®n o trapos de limpieza¡±, explican fuentes de la compa?¨ªa. Una de las 15 prendas, una torerita negra termin¨® en Ossett, en Reino Unido, en Edward Clay Woods,sede de unos fabricantes de fieltro.
Moda re-, la cooperativa en cuyas instalaciones terminaron tres prendas geolocalizadas, dispone de cuatro plantas de tratamiento de ropa usada, en Bilbao, Barcelona, Valencia y Madrid. ¡°En 2024 recogimos m¨¢s de 45 millones de kilos de ropa¡±, afirma Alberich. El directivo aclara, seg¨²n el ¨²ltimo estudio con el que cuenta, que instituciones como la suya recogen en total en Espa?a ¡°entre 105 y 110 millones de kilos¡± cada a?o. ¡°Pero es todav¨ªa muy poco si se tienen en cuenta las estimaciones que se han hecho en los vertederos, donde se calcula que acaban entre 700.000 y 800.000 toneladas de residuos textiles¡±, lamenta.
¡°Nosotros no tenemos la capacidad de clasificar toda la ropa que llega a Moda re-, aunque ese es nuestro objetivo¡±, cuenta el director de la cooperativa. De hecho, la cantidad de prendas que reciben es tal que se han trasladado en Barcelona de una planta de 6.000 metros cuadrados a otra de 24.000. Pese a ello, siguen sin poder dar salida a muchas de las prendas que les llegan. Aquellas que no pueden procesar y clasificar las ¡°exportan mayoritariamente a Emiratos ?rabes Unidos porque el pa¨ªs se ha constituido en un hub de tratamiento de ropa usada¡±. De las tres prendas de Planeta Futuro que llegaron a Moda re-, una de ellas sigue almacenada en la nave de Madrid, mientras que las otras dos han sido trasladas a Emiratos. De ellas, una viaj¨® hasta Johanesburgo.

Seg¨²n Alberich, entre el 50% y el 55% de la ropa que pueden gestionar en Moda re- es reutilizable y entre el 30% y el 40% se recicla y se reconvierte en otros productos, porque no tiene ¡°dignidad para ser usada¡±. Pero de la ropa reutilizable, solo el 10% termina en uno de sus casi 180 establecimientos distribuidos por toda Espa?a, un pa¨ªs en el que, seg¨²n explica, ¡°hay poca tradici¨®n de utilizar ropa usada¡±, que sigue asociada a un ¡°cierto estigma¡±.
De nuevo, recurre a las cifras para comparar contextos: ¡°En Espa?a, no hay m¨¢s de 300 tiendas de ropa usada sumando las de Moda re-, Humana u otras entidades sociales¡±, mientras que, en Reino Unido, solo las entidades sociales gestionan unos 11.000 establecimientos¡±. ¡°En Espa?a se podr¨ªa reutilizar mucho m¨¢s la ropa de lo que se hace¡±, lamenta. La ropa clasificada como reutilizable que no venden en Espa?a se exporta a ?frica. ¡°Es muy dif¨ªcil evitar que las prendas terminen en ?frica mientras no se cambie la jerarqu¨ªa de residuos [de la Uni¨®n Europea] que hace que no podamos reciclar una prenda que es reutilizable¡±, explica Alberich. Aunque el ¡°gran secreto¡±, dice convencido, est¨¢ en la ¡°primera ¡®r¡¯, la de reducir el consumo¡±.
Siguiendo con los cambios de normativas, en mayo de 2024, tambi¨¦n entr¨® en vigor el nuevo Reglamento europeo sobre traslados de residuos, textiles incluidos. Tiene como objetivo acabar con el impacto del traslado de desechos a terceros pa¨ªses y fomentar la trazabilidad de los traslados de residuos dentro de la UE y facilitar su reciclado y reutilizaci¨®n.
Las ONG celebran estos l¨ªmites, pero temen que sean est¨¦riles si la capacidad de gestionar el reciclaje de los residuos no aumenta, lo cual provocar¨¢ que una parte importante de estos desechos sea enviada a pa¨ªses fuera de la UE. El problema de fondo, adem¨¢s, c¨®mo dec¨ªa Sara Del R¨ªo de Greenpeace, es que el modelo de sobreproducci¨®n de ropa sigue sin cuestionarse.
Pese a todo, las entidades sociales insisten en que el consumidor no debe dejar de donar su ropa usada y que los contenedores previstos para ello son la alternativa m¨¢s sostenible. ¡°Reciclar y reutilizar funciona y hay un mont¨®n de camino hecho: trabajamos en red con empresas de moda y con la administraci¨®n p¨²blica. No tenemos todas las respuestas, pero lo que no podemos es frenar. Todos somos parte del problema y parte de la soluci¨®n¡±, dice Nati Yesares, jefa del departamento de medio ambiente de la entidad social Solidan?a, que recoge anualmente 7.700 toneladas de ropa, que vende posteriormente en sus tiendas de segunda mano y exporta a clientes, principalmente africanos. ¡°Son productos, no desechos¡±, insiste la responsable de esta organizaci¨®n, que ha creado m¨¢s de 300 puestos de trabajo, 180 de ellos de inserci¨®n laboral. Para Yesares, uno de los desaf¨ªos m¨¢s urgentes ahora es encontrar soluciones para poder reciclar mejor los desechos textiles, ¡°de forma circular y en Europa¡±.
Pensar que los pa¨ªses del Sur Global van a ser capaces de reciclar materiales que Europa exporta ante su incapacidad de procesarlos de forma sostenible es poco realista. La baja calidad de la ropa que llega a estos pa¨ªses impide adem¨¢s a menudo su segundo uso. Pero mientras las leyes surten efecto y el sistema de producci¨®n corrige sus excesos, a las afueras de Acra, monta?as de ropa pestilentes siguen ardiendo sin control ni incineradora a la vista. Y las prendas geolocalizadas por este diario siguen desvelando a su paso las lagunas de un sistema cada vez m¨¢s insostenible. Desde aqu¨ª, seguiremos informando de sus pr¨®ximos destinos.