M¨²sica urbana para preguntar c¨®mo ganarse el pan sin tener que marcharse
El Festival solidario FEMUA de Costa de Marfil se constituye en su 14? edici¨®n como un lugar de encuentro para reflexionar sobre las inquietudes de los m¨¢s j¨®venes como el empleo y las migraciones
Por la ma?ana, un adolescente de 15 a?os aprovecha el turno de preguntas de un foro de emprendimiento para saber c¨®mo debe hacer, en la pr¨¢ctica, para financiar su sue?o de vivir de lo que m¨¢s le gusta en la vida: crear dise?os de marroquiner¨ªa. Por la tarde, un chico de unos 13 a?os y una ni?a de unos 11 llegan a la final de un concurso de baile hip-hop con aderezo del folclore local, el zouglou, sobre el gran escenario del FEMUA - Festival de M¨²sicas Urbanas de Anoumabo. Uno de los dos se llevar¨¢ de premio un tel¨¦fono m¨®vil de la marca de un patrocinador. Es f¨¢cil quedarse con la boca abierta frente al empuje vital tan precoz y las haza?as f¨ªsicas de estos chicos y chicas, en Abiy¨¢n, durante uno de los cl¨ªmax del a?o para la metr¨®polis marfile?a: el festival fundado y dirigido por el popular A¡¯Salfo, l¨ªder del exitoso grupo Magic System. Es el momento en que los m¨²sicos ¡°magos¡± honran a su gente y a su barrio de infancia, y va por la 14? edici¨®n.
El talento prematuro de los j¨®venes resulta desbordante en Costa de Marfil y, aun as¨ª, se calcula que el desempleo trepa por encima del 30% entre los menores de 30 a?os en este pa¨ªs, que est¨¢ lejos de figurar entre los m¨¢s desfavorecidos de ?frica Occidental. Dde hecho, seg¨²n un art¨ªculo de The Economist, en 2020, figuraba como la tercera econom¨ªa emergente del continente, tras Botsuana y Nigeria. Las cifras siempre son tentativas y, en este caso, estimadas por el propio m¨²sico y empresario que dirige el Festival, en un di¨¢logo mantenido en un predio perteneciente al Instituto Nacional de la Juventud y los Deportes (INJS), donde transcurren los foros de debate y los conciertos, entre cientos de chiringuitos familiares que venden comida y artesan¨ªas.
En el INJSS ¨Ca diferencia de las calles estrechas del barrio que nombra el festival¨C, hay mucho espacio y, de este modo, pueden desarrollarse actividades deportivas a todas horas, al tiempo que se montan los dos escenarios o se cubren las pistas de mesas y sillas para la noche. As¨ª, mientras los j¨®venes voluntarios se entrenan, quiz¨¢ pase su madre, elegante y perfectamente peinada y maquillada, incluso con pesta?as postizas, vendiendo huevos duros con una cesta en la cabeza, o su t¨ªa, ofreciendo un buen caf¨¦ molido (un bien que escasea, porque la oferta mayoritaria es el instant¨¢neo). El caso es que tambi¨¦n la familia del propio Salif Traor¨¦ ¨Cde nombre art¨ªstico A¡¯Salfo¨C se encarga de la gesti¨®n de una de las cantinas (su esposa es la jefa de cocina), a la manera de lo que el hoy empresario ha visto en las fiestas rurales en las peque?as aldeas francesas, donde todos los habitantes hacen lo que mejor saben para colaborar, seg¨²n nos comenta.
El resto del paisaje es de un verde exuberante, con ¨¢rboles de hojas grandes, adem¨¢s de mucha agua (y vapor), porque estamos en una de las riberas de la gran laguna Ebri¨¦, en torno a la cual se levanta la capital financiera de Costa de Marfil, el segundo n¨²cleo urbano m¨¢s poblado de ?frica Occidental (despu¨¦s de Lagos, en Nigeria). En esta ciudad con agradables palmerales y edificios sin gracia, las calles son un gran mercado al aire libre y las lagartijas de muchos colores son habitantes naturales. Corren de un lado a otro, mueven la cabeza y los hombros, como queriendo sumarse a los bailarines de coup¨¦ decal¨¦, el ritmo nativo que naci¨® en este mismo siglo, de la mano de j¨®venes millennials, precisamente nacidos en medio del cemento abiyan¨¦s o en la periferia parisina. Las temperaturas son altas, aunque los frecuentes chaparrones alivian tramos del d¨ªa.
Saber regresar y aprender a invertir
Tierra f¨¦rtil, a orillas del Atl¨¢ntico, que, sin embargo, padece los rigores de la emigraci¨®n masiva de sus adolescentes m¨¢s despiertos. En esa batalla disuasoria se encuentra A¡¯Salfo ofreciendo esta plataforma solidaria y festivalera para que los j¨®venes acudan a informarse, a conocer a referentes, consejeros e, incluso, a encontrar un trabajo en la industria cultural. ¡°Yo me encargo de lo social, pero el artista es, tambi¨¦n, un caso social. No tendr¨ªa sentido que los traj¨¦ramos a su riesgo o pidi¨¦ndoles que nos rebajen sus cach¨¦s, por lo que este debe de ser uno de los festivales que mejor paga a los participantes. No podemos castigar a unos para ayudar a otros¡±, nos explica Traor¨¦.
Por fortuna, el m¨²sico mago ¨Cque compuso el himno (Magic in the air) con que la mestiza selecci¨®n francesa de f¨²tbol celebraba sus goles en el campeonato parisino¨C ha conseguido hacer crecer su evento con nuevos patrocinios, una subvenci¨®n del Estado y otra de la Uni¨®n Europea: este a?o, el presupuesto es un 17% m¨¢s alto que el del anterior, y el de 2023 se incrementar¨¢ un 20%, informa. ¡°Nosotros intentamos hacer este festival con calidad y hoy FEMUA no tiene nada que envidiar a ning¨²n festival en Europa, ni en cuanto a log¨ªstica ni en la puesta en escena¡±, asevera.
¡°Cuando se quiere, se puede¡±, nos responde, si le preguntamos cu¨¢l es el desaf¨ªo para quienes integran la di¨¢spora europea, porque, ¡°pol¨ªtica, deportiva y culturalmente, hay muchas cosas por hacer¡±. Hay que saber volver para compartir, opina. ¡°Y no hablo de la generosidad de donar dinero, hablo de compartir tambi¨¦n la experiencia que uno ha obtenido¡±. Para A¡¯Salfo, ¡°mucha gente parte a Europa, y all¨ª se quedan, se ¡®integran¡¯ (lo pronuncia con algo de sarcasmo) y se vuelven m¨¢s blancos que los blancos¡±. El reto es, definitivamente, ¡°regresar a ?frica, ponerse al servicio de sus pa¨ªses e invertir en algo grande y bello por el continente¡±, zanja.
?Un Youtube africano?
Quiz¨¢ se deba a su firmeza para demandar bienestar al Estado, o por invitar a los sindicatos a tomar la palabra sobre el escenario y a la coherencia en su defensa de los oficios creativos, el hecho de que sus compatriotas le expresen tanto reconocimiento. El respeto de sus colegas m¨²sicos tambi¨¦n se respira en el aire del festival. ¡°Hay que tomar conciencia de que la cultura es una v¨ªa de desarrollo y una fuente de riqueza¡±, sostiene.
Una mejor formaci¨®n (el sue?o de A¡¯Salfo es construir la escuela africana m¨¢s grande de formaci¨®n en artes vivas), una organizaci¨®n eficaz y suficientes infraestructuras para desarrollarse son otros tres objetivos que menciona para alcanzar unas industrias culturales homologables a las del Norte. ¡°Cuando vemos c¨®mo se gestionan los derechos de autor en Europa, las diferencias con lo que sucede aqu¨ª son como las que hay entre la noche y el d¨ªa, porque all¨ª hay mecanismos que aqu¨ª a¨²n no existen¡±, reclama. De ah¨ª que, seg¨²n confirma, est¨¦n ¡°buscando la manera de que estos derechos evolucionen, junto con ministros de Cultura, inclusive los de los pa¨ªses vecinos como el de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo¡±, que este a?o fue el pa¨ªs invitado del Festival.
¡°La aparici¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas requiere de la garant¨ªa de los derechos digitales¡± y, en ?frica, quienes pueden comparar se sienten lejos de estar creativamente protegidos. ¡°No tenemos Youtube o Spotify vigilando, contabilizando reproducciones o resguardando derechos para los artistas africanos. Si estos se dan a conocer fuera, a trav¨¦s de Youtube, en buena parte del territorio africano, sus derechos a¨²n no est¨¢n cubiertos¡±, a?ade. Se trata, pues, de ¡°un negocio para esta plataforma y para las oficinas de derechos de autor en Europa, pero no se extiende a los artistas que los alimentan¡±. Entre las soluciones, A¡¯Salfo imagina que, en lugar de conseguir un retorno a trav¨¦s de distribuidoras online extranjeras, habr¨ªa que crear otras plataformas (tener Africa Tunes o Africatube) ¡°que muestren m¨²sica africana y que gestionen los derechos localmente¡±.
Las reivindicaciones se alargan
Hasta ahora, el Festival de Anoumabo apost¨® por ayudar, en primer lugar, en cuestiones de salud y educaci¨®n primaria. Gracias a lo recaudado, han construido seis escuelas y, este a?o, se han comprometido a erigir otras tres, adem¨¢s de un centro maternal en el que se pueda parir con garant¨ªas sanitarias. ¡°M¨¢s de 8.000 ni?os, sobre todo de regiones rurales de Costa de Marfil, pueden ir ahora a escuelas cercanas a su domicilio, porque cuando un estudiante tiene que andar 5 kil¨®metros para ir al colegio va a dejarlo, o no come bien porque no puede volver a su casa al mediod¨ªa¡±, comenta el director.
Sin embargo, cuando parece que una reinvindicaci¨®n se va a alcanzar, aparecen nuevas misiones por emprender. Por ejemplo, la de castigar la corrupci¨®n, porque hay un v¨ªnculo inocultable entre el paro de los j¨®venes, su desesperanza y la corrupci¨®n. ¡°Todo eso que le perdonamos a la corrupci¨®n podr¨ªa crear empleo¡±, sintetiza Traor¨¦. ?Por d¨®nde se comienza a cortarla? ¡°La voluntad pol¨ªtica es lo primero y, aqu¨ª, se ha empezado por una toma de conciencia general entre los dirigentes y ahora contamos con un ministerio de lucha contra la corrupci¨®n, un tel¨¦fono de denuncia... Con un poco m¨¢s de atenci¨®n, la gangrena ha disminuido un poco¡±.
Sobre el gran escenario a orillas de la laguna de Abiy¨¢n y en el sat¨¦lite creado esta vez en la bell¨ªsima ciudad tur¨ªstica de San Pedro, excelentes m¨²sicos se dejan el alma durante varias horas, cada noche, y reivindican las mismas cosas que su p¨²blico, y eso se nota en la adhesi¨®n fervorosa que reciben: ellos son su gente. Hablan de poder ganarse el pan sin tener que irse; de poder hablar sus idiomas y los de las etnias de sus ancestros; de ejercer el panafricanismo con sus vecinos, sin obst¨¢culos y en paz; de contar con las riquezas de su propia tierra y que los lazos (e intereses) poscoloniales les dejen de asfixiar. Tambi¨¦n bromean acerca de las relaciones entre hombres y mujeres, con la picard¨ªa con que lo suele hacer la telenovela marfile?a.
Puede que haya asuntos pendientes que tambi¨¦n se respiran en la atm¨®sfera festivalera, como el de paridad de g¨¦nero, aunque la apertura de esp¨ªritu y la disposici¨®n a escuchar nuevas propuestas tambi¨¦n es remarcable. El p¨²blico y los invitados extranjeros se mostraron, una vez m¨¢s, agradecidos, por la m¨²sica de los anfitriones (los Magic System volvieron a tocar en ese escenario al que no se sub¨ªan desde hac¨ªa siete a?os), y entre ellos se cuentan el talentoso cultor del coup¨¦ decal¨¦ Debordo Leekunfa o el rapero Suspect 95. Adem¨¢s, junto a los m¨²sicos congole?os que ¡°rumbatizaron¡± el ambiente, a decir de A¡¯Salfo, lleg¨® el rapero franc¨¦s Yousoupha ¨Cque se ha mudado a vivir a Abiy¨¢n¨C y la encantadora diva camerunesa Coco Argent¨¦e. Pero, cuando Traor¨¦ se asoma, todo el mundo lo vitorea: ¡°Vamos a mostrar al mundo que somos el pa¨ªs del sistema m¨¢gico: el zouglou¡±.
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