La mujer que no quer¨ªa quedarse en casa cocinando todo el d¨ªa
A trav¨¦s de la cooperativa TRY, Fatou Janha Mboob ha logrado que las mariscadoras de Gambia consigan el control de las ostras y los manglares del pa¨ªs as¨ª como subir el precio por taza
Como tantas personas de Gambia, Fatou Janha Mboob compraba ostras para preparar una de las salsas que com¨²nmente acompa?an al arroz o al cusc¨²s. Estos moluscos no son los que el lector tiene en mente. Son parecidos, pero m¨¢s peque?os. Se trata de la Crassostrea tulipa que crece en los manglares de ?frica occidental. Su recolecci¨®n y transformaci¨®n la realizan mujeres de forma tradicional y, en gran medida, de modo informal.
Desde hac¨ªa a?os, Mboob observaba a estas trabajadoras mientras ejecutaban una labor muy dura, para vender luego su producto en el mercado. Tambi¨¦n ve¨ªa que sus vidas no experimentaban ninguna transformaci¨®n. ¡°Adem¨¢s, nadie se preocupaba del medioambiente y por eso las ostras, su medio de subsistencia, comenzaban a peligrar¡±.
Nadie se preocupaba por el medioambiente por lo que las ostras, el medio de subsistencia de muchas mujeres, estaban peligrandoFatou Janha Mboob
Un d¨ªa se acerc¨® a un grupo en el mercado y le propuso organizarse en una cooperativa, sin embargo, las mariscadoras no lo ve¨ªan como una opci¨®n. ¡°Se preguntaron qu¨¦ era lo que me llevaba hasta ellas, quiz¨¢s buscase dinero o fuese una pol¨ªtica intentando conseguir votos. Finalmente, se dieron cuenta de que no era nada de eso y se acercaron a m¨ª pidiendo ayuda¡±, recuerda Mboob. En un primer momento, su objetivo era conseguir m¨¢s dinero por la venta de las ostras. Sin embargo, enseguida se dio cuenta de que, adem¨¢s de mejorar el nivel de vida de esas mujeres, ten¨ªa que convencerlas de la necesidad de conservar el medioambiente. Tradicionalmente, se cortan los manglares para llegar a las ostras, lo que provoca la desaparici¨®n de estos ecosistemas tan valiosos y, como consecuencia, de los moluscos.
Lo primero que esta activista hizo fue agrupar a las mariscadoras. As¨ª naci¨® TRY Oyster Women¡¯s Association, una asociaci¨®n formada por mujeres de Gambia que cosechan ostras, las procesan y las venden. Est¨¢ presente en 15 comunidades de la reserva natural de Tanbi y cuenta con m¨¢s de 500 mujeres.
Seguidamente, Mboob organiz¨® un festival de la ostra. ¡°Invitamos a los medios de comunicaci¨®n, al presidente, a todo el pa¨ªs a probar las ostras, cocinadas de todas las maneras posibles. Acciones como esas nos dieron a conocer y as¨ª pudimos recibir ayudas que nos han permitido seguir creciendo¡±, explica la fundadora de la asociaci¨®n.
Desde 2009 que dieron sus primeros pasos hasta hoy, son muchos los ¨¦xitos conseguidos. ¡°Hemos logrado elevar el precio de las ostras de 10 dalasis (0,18 euros) a 75 (1,39 euros) por una taza. Eso significa que la gente est¨¢ m¨¢s concienciada sobre el trabajo de estas mujeres y ellas m¨¢s expuestas. Antes eran muy t¨ªmidas, no se dirig¨ªa a ti, ten¨ªas que forzarlas a hacerlo. Ahora est¨¢n seguras de s¨ª mismas y hablan en p¨²blico sin problema¡±, afirma Mboob. ¡°Adem¨¢s, tenemos la exclusiva para gestionar las conchas de las ostras. Esto es importante porque en ?frica normalmente estos derechos no se le dan a las mujeres. Tambi¨¦n tenemos el control de los manglares, los estamos repoblando. Con la ayuda de algunos proyectos estamos consiguiendo otras cosas. Aunque todo sea muy lento, poco a poco lo conseguimos¡±, a?ade. Quiz¨¢s, el mayor logro que han alcanzado ha sido que, en 2012, el Gobierno gambiano constituyese la reserva natural de Tanbi y cediera en exclusiva los derechos de explotaci¨®n la asociaci¨®n TRY.
Hemos logrado elevar el precio de las ostras de 10 dalasis (0,18 euros) a 75 (1,39 euros) por una taza de ostrasFatou Janha Mboob
Mboob disfruta de su trabajo y busca continuamente nuevas formas de mejorar la vida de las socias de la cooperativa: ¡°Todas ellas son mujeres fuertes. Cuidan de sus hijos, pagan el colegio, los alimentan, hacen mucho por sus familias. Son las que aportan el dinero a casa. Los hombres dir¨¢n que no hay trabajo y se ir¨¢n a hacer cosas de hombres. Pero las mujeres, aunque no haya trabajo, contin¨²an yendo al r¨ªo, a lo mejor a buscar cangrejos para comer. Son personas muy trabajadoras. Son tambi¨¦n honestas y genuinas. Por eso, trabajar con ellas me hace sentir bien. Necesitan a alguien que las ayude y estoy satisfecha elev¨¢ndolas a ellas y a sus hijos¡±.
Tiene a tres chicas, hijas de mariscadoras, viviendo en su hogar. ¡°Dejaron la escuela muy pronto. Son inteligentes, sin embargo, no tienen oportunidades. No hay electricidad en sus casas, no hay ba?os, no hay internet. As¨ª que me las llev¨¦ a casa. Pago para que estudien clases privadas, para que puedan pasar los ex¨¢menes y llegar a la universidad. Estoy segura de que lo har¨¢n¡±, dice con satisfacci¨®n.
Fatou Janah Mboob se form¨® como maestra y luego estudi¨® agricultura y trabajo social. Durante a?os ha sido trabajadora social en comunidades vulnerables. Ha vivido fuera de su pa¨ªs y, al jubilarse su marido, ambos regresaron a Banjul, capital del pa¨ªs. ¡°Cuando volvimos, mis hijos ya eran mayores, se hab¨ªan ido de casa, est¨¢bamos solos mi esposo y pens¨¦, esto es aburrido, mejor hacer algo. De otra forma me habr¨ªa quedado en casa cocinando todo el d¨ªa. Por eso empec¨¦ y por eso lo disfruto¡±, asegura.
Son muchos los logros conseguidos estos a?os con ayuda de distintos financiadores, entre ellos el programa Best Africa de la Fundaci¨®n Santander. Pero Mboob no se da por satisfecha, le parece que todav¨ªa hay mucho camino por recorrer. Y, adem¨¢s, tiene un sue?o: ¡°Ver todas estas ostras en todos los rincones del mundo. En el resto del mundo son caras. Por eso, queremos empaquetarlas y venderlas en los supermercados, incluso fuera de Gambia. Que la gente diga ¡®son de Gambia¡¯. Eso es lo que quiero ver. Si llego a verlo ser¨¦ muy feliz y entonces podr¨¦ dejarlo. Estar¨¦ contenta porque opino que es algo que se merecen estas mujeres. Trabajan muy duro¡±.
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