El tortuoso camino hacia una nueva relaci¨®n UE-?frica, en un mundo poscovid
Mientras la Uni¨®n Europea busca aliados despu¨¦s de la pandemia, un grupo de siete l¨ªderes de centros de pensamiento europeos analiza c¨®mo construir un eje Europa-?frica m¨¢s fuerte en el sistema multilateral
En la Asamblea General de las Naciones Unidas, a finales de septiembre, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, abog¨® por un multilateralismo eficaz para afrontar los problemas mundiales actuales. Destac¨® el papel de la Uni¨®n Europea para reconstruir mejor despu¨¦s de la covid-19, contribuir a un mundo m¨¢s seguro y liderar la carrera contra el cambio clim¨¢tico. Pero ?hasta qu¨¦ punto resulta la UE un actor global cre¨ªble en la escena mundial, sobre todo cuando se trata de la asociaci¨®n con ?frica, nuestro vecino m¨¢s cercano y clave para nuestro futuro?
Sobre el papel, la UE dispone de una amplia gama de instrumentos pol¨ªticos, diplom¨¢ticos y financieros para desempe?ar un papel destacado en la regi¨®n. Est¨¢ bien equipada como norm setter global (fijador de normas) y para la defensa de un orden internacional basado en reglas. Ofrece, asimismo, un modelo atractivo de integraci¨®n regional, democracia y econom¨ªa social de mercado.
Sin embargo, en la pr¨¢ctica, la compleja, lenta y fragmentada UE no suele cumplir las expectativas que genera. Es el caso con ?frica, donde las ambig¨¹edades de ambas partes da?an la confianza mutua y las posibilidades de cooperaci¨®n entre socios iguales. Esta asociaci¨®n convive con contenciosos, ya antiguos, como la migraci¨®n o el cambio clim¨¢tico y su gobernanza, lo que tambi¨¦n limita la acci¨®n conjunta Europa-?frica en los foros internacionales.
La UE y ?frica deber¨ªan unir sus fuerzas para garantizar una recuperaci¨®n social y econ¨®mica r¨¢pida tras la pandemia
Debido a la covid, la sexta Cumbre UE-UA tuvo que ser pospuesta de 2020 a febrero de 2022. Esta deber¨ªa ser, pues, una nueva oportunidad para emprender acciones concretas. En primer lugar, a corto plazo, la UE debe hacer m¨¢s para demostrar su solidaridad con la vacunaci¨®n en ?frica. A medida que Europa entra lentamente en una fase poscovid, se necesita una acci¨®n audaz y coherente de la UE en ?frica. Si bien la UE financia el mecanismo COVAX de la OMS y est¨¢ donando millones de vacunas a ?frica, estas cifras son insuficientes en un continente en el que se ha vacunado a menos del 5% de la poblaci¨®n y con unas infraestructuras sanitarias deficientes. El lema ¡°nadie est¨¢ a salvo hasta que todos estemos a salvo¡± suena hueco si la UE no est¨¢ dispuesta a aumentar su apoyo a la covid-19 Technology Access Pool y a ampliar su compromiso con la COVAX Manufacturing Task Force, apoyando el desarrollo tanto de sistemas de investigaci¨®n como de producci¨®n en ?frica.
En segundo lugar, m¨¢s all¨¢ de las necesidades inmediatas para hacer frente a la crisis sanitaria de la covid-19, la UE y ?frica deber¨ªan unir sus fuerzas para garantizar una recuperaci¨®n social y econ¨®mica r¨¢pida. No se lograr¨¢ una asociaci¨®n igualitaria mediante la tradicional cooperaci¨®n Norte-Sur. La ayuda europea deber¨ªa ser redundante con el tiempo y no deber¨ªa en ning¨²n caso suplir las responsabilidades de los gobiernos africanos de invertir m¨¢s en mejores sistemas fiscales, movilizaci¨®n de recursos internos y redistribuci¨®n de la riqueza.
Una ?frica m¨¢s fuerte reducir¨¢ las desigualdades estructurales en un equilibrio de poder que rara vez conduce a concesiones relevantes de la UE en asuntos relevantes para ?frica. Por ejemplo, en cuestiones clim¨¢ticas y medioambientales, la UE y los pa¨ªses africanos deber¨ªan formular posiciones comunes y mutuamente beneficiosas a largo plazo, empezando ya en la COP26 de Glasgow a principios de noviembre. En este sentido, un instrumento crucial para repensar y reformar la cooperaci¨®n econ¨®mica entre Europa y ?frica es el de la promoci¨®n de est¨¢ndares sociales y ecol¨®gicos en las cadenas de valor. La Ley de Diligencia Debida, prevista para este octubre, ir¨¢ acompa?ada de medidas de acompa?amiento para garantizar que las empresas no esquiven cadenas de valor en pa¨ªses pobres y estados fr¨¢giles.
En tercer lugar, la UE deber¨ªa abordar las principales incoherencias entre sus intereses y sus valores. Aunque el modelo autoritario desarrollista de China resulta atractivo para una parte de los dirigentes africanos, las generaciones m¨¢s j¨®venes no est¨¢n dispuestas a renunciar a los valores democr¨¢ticos, las libertades fundamentales y la igualdad de g¨¦nero. Despu¨¦s de la crisis sanitaria, se necesitar¨¢ m¨¢s que nunca Estados responsables y capaces de rendir cuentas. La UE no siempre es coherente promoviendo en¨¦rgicamente agendas democr¨¢ticas mientras se mantiene el apoyo a l¨ªderes autoritarios y a ¨¦lites rentistas, monopolizadoras del poder y de los recursos.
Ser¨¢ crucial apoyar a la din¨¢mica sociedad civil africana, a los actores locales, desde los alcaldes hasta los l¨ªderes empresariales, y a las j¨®venes generaciones de agentes del cambio en pa¨ªses donde el espacio para la democracia se est¨¢ reduciendo. ?frica ser¨¢ un proveedor clave de capacidades para satisfacer las necesidades demogr¨¢ficas de Europa. Es probable que esta din¨¢mica se vea reforzada con las carencias inmediatas y m¨¢s a largo plazo del mercado laboral en sectores clave para la recuperaci¨®n, desde la sanidad hasta la asistencia social y la agricultura. El dise?o de mecanismos para hacer frente a estas carencias (como asociaciones de capacidades o reg¨ªmenes de visados) ser¨¢ clave y requiere de una relaci¨®n de confianza entre ?frica y Europa.
En cuarto lugar, la UE y ?frica deber¨ªan ser los campeones en la construcci¨®n de un sistema multilateral m¨¢s inclusivo y basado en normas, partiendo de la idea de que ?frica y Europa son socios estrat¨¦gicos, adem¨¢s de vecinos. Esto significa reforzar las plataformas e instrumentos existentes tanto de la Uni¨®n Africana como de la Europea, las organizaciones regionales, los bancos de desarrollo y otros actores clave. Lo que se necesita es una inversi¨®n renovada en el multilateralismo y la creaci¨®n de nuevas y m¨¢s fuertes alianzas. Esto significa, entre otras cosas, la modernizaci¨®n de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio y de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, as¨ª como de las instituciones financieras internacionales, para que reflejen mejor las posiciones de los pa¨ªses y continentes emergentes. A m¨¢s largo plazo, deber¨ªa emprenderse un proceso serio de reflexi¨®n sobre la reforma del Consejo de Seguridad. En el G20 deber¨ªa abrirse paso una mejor representaci¨®n africana, m¨¢s all¨¢ de Sud¨¢frica como ¨²nico pa¨ªs africano. Esto es a¨²n m¨¢s importante dada la agenda del G20 en una serie de cuestiones que interpelan al conjunto de ?frica, tales como el alivio de la deuda, la recuperaci¨®n inclusiva despu¨¦s de la crisis y la cooperaci¨®n estructural en los sectores financiero y sanitario.
Ser¨¢ necesaria una acci¨®n concreta y coherente para alcanzar objetivos globales ambiciosos y desafiantes y para construir la confianza entre los socios africanos y europeos.
Una vez que se asiente el polvo de la crisis de la covid-19, ser¨¢ el momento de construir una nueva base para las relaciones entre Europa y ?frica, aprovechando plenamente las oportunidades que ofrece esta crisis.
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