La acci¨®n cultural no es solo programar espect¨¢culos, impulsa el cambio social en las ciudades
La gesti¨®n del ocio, la cultura y el entretenimiento es una herramienta poderosa de transformaci¨®n y debe ser un eje transversal para la gobernanza local.
¡°Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso cient¨ªfico y en los beneficios que de ¨¦l resulten¡±. As¨ª recoge el Art¨ªculo 27 de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos. Por eso, pensar en la acci¨®n cultural como un conjunto de expresiones art¨ªsticas o programaci¨®n de espect¨¢culos es limitar su poder de transformaci¨®n social, que lleva impl¨ªcita la modificaci¨®n del espacio urbano y desarrollo econ¨®mico. Para la gobernanza local, esta gesti¨®n ha de ser el eje transversal.
Anal¨ªa Iglesias rese?a, en este mismo blog, Seres Urbanos de Planeta Futuro/El Pa¨ªs, un encuentro de la plataforma 21 Distritos de Madrid, durante el cual asimilaron que el arte era ¡°un conjunto de herramientas para pensar las cosas¡±, vincul¨¢ndola a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
Esta y otras reflexiones tambi¨¦n se expresan en la Carta de Roma 2020, una gu¨ªa universal elaborada por la Comisi¨®n de Cultura de CGLU (Ciudades y Gobiernos Locales Unidos) y el Ayuntamiento de Roma, tras un proceso de consulta y seminarios entre expertos de todo el mundo que se llev¨® a cabo durante los meses m¨¢s duros de la pandemia.
Tanto el encuentro de la plataforma 21 Distritos de Madrid, como la Carta de Roma 2020, me recuerdan mi experiencia como director de cultura de la alcald¨ªa del Municipio Sim¨®n Bol¨ªvar del estado Anzo¨¢tegui-Venezuela en el a?o 2014. En ese entonces se discut¨ªa un plan para la restauraci¨®n del centro hist¨®rico de Barcelona, capital de dicho municipio. Este se centraba en gran medida en aspectos de infraestructura. Recuerdo que, entre tantas reuniones con arquitectos, ingenieros y constructores se demostr¨® que la piedra fundamental de cualquier proyecto de intervenci¨®n del espacio p¨²blico era la acci¨®n art¨ªstica, ¨²nica capaz de restaurar el alma de los ciudadanos porque es la ¡°forma en la que las personas transforman la experiencia en significado¡±.
En escenarios polarizados, resulta complicado que la dirigencia pol¨ªtica entienda el ¡°valor social de la cultura, donde las personas, no los beneficios, son su coraz¨®n y su prop¨®sito¡±. Estas dos ¨²ltimas frases son citas textuales, del documento de la comisi¨®n responsable de CGLU.
Ser responsable de la pol¨ªtica en este sector de un municipio o ciudad implica comprender el comportamiento, idiosincrasia y anhelos de sus ciudadanos por encima de cualquier ideolog¨ªa. Registrar e interpretar su historia, diversidad y velar por el patrimonio tangible e intangible, aunque en algunos casos resulte complicado tener sensibilidad art¨ªstica y est¨®mago pol¨ªtico al mismo tiempo.
Ser responsable de la pol¨ªtica cultural de un municipio o ciudad implica comprender el comportamiento, idiosincrasia y anhelos de sus ciudadanos por encima de cualquier ideolog¨ªa
Los escenarios y plataformas de participaci¨®n deben ser vistos como consejos rectores en nuestras ciudades, ya que no solo son un ejercicio claro de democracia y representaci¨®n, tambi¨¦n son capaces de impulsar con facilidad cambios desde un sentido inverso a la l¨®gica del poder. Es decir: las pol¨ªticas se emanan desde la organizaci¨®n social y la instituci¨®n acompa?a en su ejecuci¨®n.
En Latinoam¨¦rica necesitamos avanzar mucho m¨¢s en este sentido, aun cuando se ha demostrado, a trav¨¦s de distintos programas, el poder transformador que tiene. Tal es el caso de la m¨²sica a trav¨¦s de los programas de Orquestas Infantiles y Juveniles que tienen un impacto significativo en la reducci¨®n del ¨ªndice delictivo entre la poblaci¨®n adolescente que habita en sectores populares.
En muchos de nuestros pa¨ªses, tareas como la construcci¨®n, recuperaci¨®n o mantenimiento de la infraestructura cultural e hist¨®rica requieren mayor inversi¨®n y atenci¨®n. En el caso de la ciudad para la cual trabaj¨¦, los museos parec¨ªan dep¨®sitos de antig¨¹edades y los espacios con significaci¨®n hist¨®rica, ruinas en cuyos alrededores el concreto crec¨ªa indiferente.
Para ese entonces, detr¨¢s de cada puerta que abr¨ªamos, encontr¨¢bamos tesoros y reliquias, muchas de estas bajo l¨¢pidas de infraestructuras que no soportaron el peso de los a?os y la indiferencia. Estos hallazgos nos hac¨ªan so?ar. Imaginamos la posibilidad de que el Museo Anzo¨¢tegui o la Casa de Cultura Miguel Otero Silva, pudieran intercambiar experiencias o exposiciones con grandes museos del mundo. A?or¨¢bamos que todo el talento que descubr¨ªamos pudiera darse a conocer fuera de nuestras fronteras.
A trav¨¦s de una ruta cultural y gastron¨®mica abrimos las puertas de las casas con significaci¨®n hist¨®rica. Iluminamos los teatros, las ruinas y los museos. La gente comenz¨® a entrar, a encontrarse, crear, recordar e imaginar. Son muy diferentes los contextos de nuestras ciudades que adem¨¢s afrontan distintas circunstancias, pero hay instrumentos comunes para garantizar el cumplimiento del articulo 27 de la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos. La Carta de Roma 2020 de CGLU es uno de estos.
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