Barrios pobres y ricos: ?Pueden las ciudades enraizar la discriminaci¨®n?
La falta de servicios, infraestructura y la clasificaci¨®n social por diferencias econ¨®micas o raciales son algunos de los elementos que se refuerzan en urbes cada vez m¨¢s divididas seg¨²n el distinto nivel econ¨®mico de sus vecinos
Las ciudades de Latinoamericana y del Caribe son conocidas por ser espacios llenos de contrastes, donde la extrema pobreza se codea a diario con la riqueza extrema. Seg¨²n datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cerca de 184 millones ¨Cequivalente al 30 % de la poblaci¨®n total de la regi¨®n¨C vive en situaci¨®n de pobreza, lo que implica que la desigualdad es un problema recurrente en estos territorios. De hecho, tal y como aseguran estudios realizados por la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y el Caribe (CEPAL), esta es la regi¨®n m¨¢s desigual del planeta, donde una mujer de un barrio empobrecido de Santiago de Chile nace con una esperanza de vida 18 a?os menor que otra que reside en una zona afluente de la misma ciudad.
Para comprender en profundidad este fen¨®meno, distintos estudios han identificado un patr¨®n formado por tres din¨¢micas interrelacionadas: la discriminaci¨®n, la segregaci¨®n y la fragmentaci¨®n urbana.
La primera din¨¢mica se materializa en la falta del derecho a la ciudad en igualdad de condiciones; es decir, la carencia de oportunidades, de acceso a servicios y sistemas urbanos, ya sea por condiciones de edad, sexo, etnia, situaci¨®n econ¨®mica o cualquier otro.
Simult¨¢neamente, tambi¨¦n existe la discriminaci¨®n simb¨®lica materializada en los comportamientos y pr¨¢cticas cotidianas. A modo de ejemplo, la discriminaci¨®n es una pr¨¢ctica que aumenta la vulnerabilidad de ciertos colectivos e intensifica su impacto en el entorno f¨ªsico; los colectivos de mujeres, ni?os, adultos mayores, LGBTIQ+, ind¨ªgenas, afrodescendientes, migrantes y personas con discapacidad son m¨¢s propensos a experimentar esta din¨¢mica, por lo que es m¨¢s dif¨ªcil que puedan hacer un uso del espacio urbano abierto o acceder al mercado laboral y de vivienda. En este sentido, es indispensable reconocer la interrelaci¨®n entre las distintas formas de discriminaci¨®n urbana.
No solo es necesario poner el foco en los sujetos de discriminaci¨®n, sino tambi¨¦n en los que ejercen pr¨¢cticas de segregaci¨®n
Este tipo de segregaci¨®n es la segunda din¨¢mica detectada y consiste en la identificaci¨®n y asociaci¨®n de un grupo social en una zona espec¨ªfica de la urbe. La palabra segregaci¨®n se refiere a la distribuci¨®n de grupos o ¨¢reas socialmente similar que se excluyen y son excluidas del resto de la poblaci¨®n. En este contexto, el peso de estos grupos se suele calibrar teniendo en cuenta sus condiciones sociales, econ¨®micas, culturales o demogr¨¢ficas. Esta din¨¢mica genera altos desequilibrios en las ciudades y ampl¨ªa distancias sociales, como la clasificaci¨®n por estratos sociales y la jerarquizaci¨®n tanto social como econ¨®mica.
Para acatar este fen¨®meno es importante medir y comprender las m¨²ltiples capas que conforman una ciudad. Se debe considerar la temporalidad, el contexto urbano en el que se originan y su historia. De esta manera se puede conocer el impacto de la segregaci¨®n y sus causas.
Algunas veces coinciden todas estas, y en otros momentos se expresan unas cuantas, lo que es cierto es que la segregaci¨®n es consecuencia de las sociedades desiguales. Esta din¨¢mica se caracteriza por homogeneizar por partes el espacio urbano en el imaginario social. La fragmentaci¨®n urbana es muy com¨²n en esta regi¨®n y genera severos problemas en las urbes latinoamericanas como la falta de cohesi¨®n en la trama urbana, problemas de accesibilidad y una desarticulaci¨®n funcional de las actividades urbanas. Pero, ante estas tres din¨¢micas detectadas, ?c¨®mo se debe actuar para reducir la desigualdad?
Una mujer de un barrio empobrecido de Santiago de Chile nace con una esperanza de vida 18 a?os menor que otra que reside en una zona afluente de la misma ciudad
Muchos estudios conf¨ªan en la voluntad de cambio de las zonas m¨¢s empobrecidas de la regi¨®n, pero cabe destacar que la desigualdad tambi¨¦n se ejerce a trav¨¦s de la mirada, donde solo se exige la voluntad de cambio y participaci¨®n a un sector en concreto de la sociedad. Es importante entender que no solo es necesario poner el foco en los sujetos de discriminaci¨®n y segregaci¨®n del lado m¨¢s vulnerable de la ciudad, sino considerar y trabajar con los que ejercen comportamientos, actitudes y pr¨¢cticas discriminatorias, puesto que estos son los que ostentan el poder o, al menos, tienen las herramientas para ejercerlo.
Estudios realizados por el BID destacan que la desigualdad urbana supera los aspectos econ¨®micos y f¨ªsicos, es decir, que tambi¨¦n se relaciona con los c¨®digos culturales y simb¨®licos aprendidos y adquiridos. Por este motivo, resulta necesario comprender y promover acciones direccionadas con la aceptaci¨®n de la diferencia y empezar a trabajar a nivel social. No solo se trata de implementar pol¨ªticas p¨²blicas, sino tambi¨¦n empezar a trabajar en acciones que impliquen un trabajo com¨²n y colectivo. Las autoridades competentes de muchas ciudades latinoamericanas deben reconocer que muchas de las pol¨ªticas p¨²blicas existentes se est¨¢n convirtiendo en mecanismos de segregaci¨®n residencial, social y cultural. Todo esto agrava las diferencias y desigualdades.
Latinoam¨¦rica es la regi¨®n m¨¢s urbanizada del mundo, donde el ¨¦xodo del campo a la ciudad ocurri¨® en el ¨²ltimo medio siglo de forma desordenada
Cabe destacar que tambi¨¦n existen otros factores detr¨¢s del abismo social de Am¨¦rica Latina, que se agudiz¨® durante la d¨¦cada de 1980. Actualmente, es la regi¨®n m¨¢s urbanizada del mundo, donde el ¨¦xodo del campo a la ciudad ocurri¨® en el ¨²ltimo medio siglo de forma desordenada y, en muchos pa¨ªses, el papel del Estado fue nefasto en prestar soluciones y servicios.
Si bien es necesario liberar a las urbes de estereotipos, romper barreras mentales, impulsar cambios normativos y reconocer la diversidad y transversalidad, el sistema y proyecto pol¨ªtico en la regi¨®n debe dar un giro radical para poder abordar todas estas cuestiones. Y es que, a pesar de muchos intentos de inclusi¨®n y aceptaci¨®n, el problema de la desigualdad todav¨ªa permea.
Quiz¨¢s es buen momento para cuestionar la situaci¨®n de las ciudades de la regi¨®n hacia nuevos rumbos y reflexionar sobre la importancia de implementar pol¨ªticas integradoras que favorezcan la desfragmentaci¨®n, o al menos, contribuyan a implementar acciones que nos lleven hacia una tolerancia cero con la discriminaci¨®n.
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