El contenido de la botella
Casi el 21% del censo de Barcelona vot¨® la consulta informal sobre la independencia de Catalu?a
Algo m¨¢s de 250.000 barceloneses -el 21% del censo llamado a votar el pr¨®ximo 22-M- participaron el 10 de abril en una consulta no vinculante para responder a la pregunta: "?Est¨¢ de acuerdo en que la Naci¨®n Catalana devenga un Estado de derecho independiente, democr¨¢tico y social integrado en la Uni¨®n Europea?" No se trataba, por supuesto, de satisfacer una curiosidad, ya contestada por los sondeos de opini¨®n. El objetivo era reivindicar la convocatoria de un aut¨¦ntico refer¨¦ndum en los mismos t¨¦rminos previa reforma de la legislaci¨®n vigente y la Constituci¨®n.
El 90% de las contestaciones afirmativas fue el eco de los planteamientos ideol¨®gicamente soberanistas de los redactores de la pregunta. La movilizaci¨®n en el experimento de casi 900.000 vecinos de los 550 ayuntamientos catalanes (incluida Barcelona) convocados a las urnas desde hace a?o y medio -el 18% sobre el censo- ha sobrepasado las expectativas de los organizadores. No hay raz¨®n alguna para suponer la existencia de irregularidades mayores en el recuento de los votantes y de las papeletas. Seg¨²n el Centre d'Estudis d'Opinio (CEO), un 24,5% de encuestados se manifiestan a favor de un Estado catal¨¢n independiente y un 19,4% se definen como solo catalanes. El porcentaje de soberanistas registrados por diversos sondeos desde la transici¨®n ha girado en torno al 20%, porcentaje incrementado al parecer tras la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto de Catalu?a.
La interrogante acerca del car¨¢cter decepcionante o satisfactorio de la consulta recuerda la pregunta sobre el contenido de una botella descorchada, medio vac¨ªa o medio llena seg¨²n el punto de vista de los interrogados. No cabe despachar el resultado con gesto despectivo: los 900.000 participantes en la consulta hubieran supuesto el 40% de los votantes en el refer¨¦ndum del Estatuto de 2006. Las dificultades para llevar a cabo esa voluntarista consulta al margen del aparato del Estado y sin la cobertura propagand¨ªstica y publicitaria propia de las campa?as oficiales son evidentes. Mayor inter¨¦s tendr¨ªa que preguntarse sobre la eventual modificaci¨®n cuantitativa -al alza o a la baja- del segmento de ciudadanos catalanes dispuesto a votar por la independencia en un refer¨¦ndum vinculante oficial que igualase en medios y recursos a los defensores de esa opci¨®n con sus adversarios centralistas, autonomistas, federalistas o confederalistas.
Casi el 21% del censo de Barcelona vot¨® la consulta informal sobre la independencia de Catalu?a
El elemento decisivo para formular un pron¨®stico sobre una futura alteraci¨®n del peso del soberanismo en la opini¨®n p¨²blica ser¨ªa el viraje de los partidos catalanes al respecto. La proposici¨®n de ley presentada el pasado 13 de abril en el parlamento catal¨¢n por Solidaritat Catalana per la Independ¨¨ncia a favor de la independencia recibi¨® el apoyo de 14 diputados sobre 135, el rechazo de 49 (PSC, PP, Ciudadanos) y la abstenci¨®n de 72 (CiU e ICLV). Pero el presidente de la Generalitat y nueve de sus consejeros votaron s¨ª en la consulta no vinculante del 10 de abril (al igual que Jordi Pujol), justificando su abstenci¨®n en el Parlamento, no por su rechazo al qu¨¦, sino al c¨®mo y al cu¨¢ndo de la pregunta. Toni Castells, un antiguo consejero del PSC, tambi¨¦n particip¨® en la consulta.
La sentencia del Constitucional sobre el Estatuto de 2006 ha despejado cualquier equ¨ªvoco acerca de la imposibilidad t¨¦cnico-jur¨ªdica de que una lectura abierta de la Constituci¨®n de 1978 pudiera hacer decir a la norma fundamental cosas que realmente la contradicen. Las tres v¨ªas disponibles a partir de ahora para resolver los litigios pendientes tras la sentencia son una reconsideraci¨®n -al menos parcial- de las reivindicaciones del nacionalismo catal¨¢n, una reforma de la Constituci¨®n en las materias relacionadas con la distribuci¨®n territorial del poder y la deriva soberanista de una parte del electorado de CiU y del PSC.
Si las relaciones de Catalu?a con el resto de Espa?a -la conllevancia de la que hablaba Ortega en 1932- fuesen contempladas desde la perspectiva de la teor¨ªa de juegos, la figura resultante ser¨ªa el dilema del prisionero: la cooperaci¨®n leal, y no la competencia maximalista con utilizaci¨®n del enga?o, constituir¨ªa en tal caso la estrategia recomendable a los dos actores. En las p¨¢ginas de un reciente libro titulado ?A¨²n podemos entendernos? (Planeta, 2011), Felipe Gonz¨¢lez y Miquel Roca dialogan -conducidos por Llu¨ªs Bassets- sobre pol¨ªtica espa?ola, europea y mundial. Ambos est¨¢n de acuerdo al menos en un punto. "Espa?a deber¨ªa tener conciencia -comenta Gonz¨¢lez- de que puede gobernar un rato sin Catalu?a" pero tambi¨¦n "de que es una aventura peligros¨ªsima gobernar contra Catalu?a". Y Roca contesta que "para Catalu?a no deber¨ªa haber ning¨²n problema que nos impidiera gobernar en Espa?a".
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