Los s¨¢bados de Islandia llegaron al 15-M
La revoluci¨®n islandesa y su reforma constitucional, junto a las revueltas ¨¢rabes, pasando por el fen¨®meno Wikileaks y las redes sociales han prendido la mecha
H?rdur Torfason se acerc¨® una ma?ana de octubre de 2008 hasta el que los islandeses llaman Althing, el Parlamento situado en la capital de Islandia, Reikiavik. Para entonces, el mayor banco del pa¨ªs, el Kaupthing, ya hab¨ªa hecho crack y el sistema financiero island¨¦s estaba patas arriba. Torfason, junto a su guitarra, cogi¨® un micr¨®fono y abri¨® el canal para que los ciudadanos que quisieran expresar su malestar ante el revolc¨®n que estaba sufriendo el pa¨ªs dijeran lo que pensaban. El s¨¢bado siguiente, la iniciativa de Torfason reuni¨® a decenas de personas en el mismo punto. Los s¨¢bados de aquel oto?o, ligados por el movimiento Voces del Pueblo, llevaron al anuncio de disoluci¨®n del Parlamento y convocatoria electoral el 23 de enero de 2009. Y condujeron el murmullo ciudadano island¨¦s hasta las gargantas de los miles de manifestantes reunidos en varias ciudades espa?olas el pasado 15 de mayo: ¡°Espa?a en pie, una Islandia es¡±; ¡°Nuestro modelo es el island¨¦s¡± fueron algunos de los gritos lanzados al aire.
Los islandeses no se quedaron ah¨ª. Sacudieron los cimientos del Gobierno, persiguieron a los banqueros que les llevaron a la bancarrota y dijeron ¡®no¡¯ en refer¨¦ndum a la devoluci¨®n a Reino Unido y Holanda de una deuda de 4.000 millones de euros. Y a¨²n m¨¢s -quiz¨¢ lo que realmente gusta entre los que pisotean las calles, sobre todo, desde el 15M-: formaron una asamblea de 25 ciudadanos elegidos para llevar a cabo una reforma constitucional. Toda una revoluci¨®n silenciosa en medio del protagonismo medi¨¢tico de las revueltas ¨¢rabes que el ingobernable canal de las redes sociales se encarg¨® de rescatar.
Pero no solo de Islandia, un pa¨ªs de unos 320.000 habitantes, viven los que claman por una democracia real. No en vano, la organizaci¨®n que aglutina las movilizaciones, Democracia Real Ya, cuenta entre sus propuestas con unos 40 puntos que van desde el control del absentismo parlamentario a la reducci¨®n del gasto militar, pasando por la abolici¨®n de la ley Sinde. Y entre las adhesiones que ha arrancado este movimiento aparecen ya unas 500 organizaciones de toda ¨ªndole. Pero ning¨²n partido. Tampoco sindicatos. Los frentes de las marchas se multiplican sin hilo como lo hicieron los que acabaron bajo el paraguas de la antiglobalizaci¨®n o altermundialismo -Attac apoya las protestas- y que hoy viven, una d¨¦cada despu¨¦s de su nacimiento de la mano del Foro Social Mundial de Porto Alegre (Brasil), en un escenario m¨¢s modesto que el que les enfrentaba anta?o al elitista Foro Econ¨®mico Mundial de Davos (Suiza).
Precisamente en Islandia, el australiano Julian Assange, editor de Wikileaks, encontr¨® un teatro perfecto para llevar su proyecto a primera plana. Tal fue el ¨¦xito, que el Parlamento island¨¦s adopt¨® un proyecto para reformar la ley de prensa siguiendo el modelo de transparencia y respeto a la libre expresi¨®n de la web de filtraciones. As¨ª reza otra de las propuestas de Democracia Real Ya: ¡°Protecci¨®n de la libertad de informaci¨®n y del periodismo de investigaci¨®n¡±. Wikileaks, la revelaci¨®n sin freno de documentos p¨²blicos a trav¨¦s de la Red, sin intervenci¨®n, en primera instancia, de los medios tradicionales, santos de poca devoci¨®n para muchos de los asistentes a las manifestaciones de estos d¨ªas, ha sido otro de los combustibles de la mecha que prendi¨® definitivamente el 15-M. No solo por la imagen de Assange, un ciberanarquista por el que se han manifestado cientos de personas tras ser acusado y detenido por supuestos delitos de abuso sexual. Sino por el destape en plena crisis econ¨®mica de los abusos de los poderes, de la corrupci¨®n y el fraude pol¨ªtico, principal diana de los dardos del Movimiento 15M.
Y todo esto a velocidad de crucero a trav¨¦s de una Red que ha multiplicado el eco del descontento y ha abierto la v¨ªa al hackeractivismo de colectivos como Anonymous, notable durante la campa?a de defensa a Assange interviniendo contra empresas como PayPal o Visa, pero presente tambi¨¦n en los inicios de las revueltas en el mundo ¨¢rabe para posibilitar el sorteo de la censura de las dictaduras tunecina y egipcia. Revoluciones que han crecido y madurado mientras que los j¨®venes franceses, italianos, ingleses y griegos se lanzaban a las calles para vetar los planes de recortes sociales con los que Europa ha reaccionado a la fuerte recesi¨®n econ¨®mica. Espa?a esperaba.
Arranc¨® primero Nolesvotes, una iniciativa que insta a evitar llenar las urnas de papeletas de PP, PSOE y CiU acus¨¢ndoles de aprovecharse de la ley electoral para perpetuarse en el Parlamento con unos ¡°niveles de corrupci¨®n en Espa?a alarmantes¡±. Le siguieron llamamientos en el Congreso de movimientos como Avaaz o Actuable por unas listas electorales limpias de pol¨ªticos imputados. Y continuaron los cerca de 2.000 j¨®venes que secundaron las marchas de Juventud sin Futuro el pasado 7 de abril, un primer ensayo modesto de lo que el 15M revent¨® en un clamor popular en varias ciudades espa?olas.
¡°?De mayores queremos ser islandeses!¡±, clam¨® uno de los animadores de la organizaci¨®n durante la marcha del pasado domingo 15 de mayo ante una columna de j¨®venes y no tan j¨®venes, padres y ni?os, estudiantes y trabajadores, parados y jubilados. Muchos fueron los s¨¢bados en Islandia que provocaron el cambio que ped¨ªan los ciudadanos. En Espa?a, al domingo, por el momento, le sigui¨® el martes.?
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