Tercera indignaci¨®n
El movimiento ciudadano surgido en mayo mantiene su capacidad de convocatoria
Por tercera vez en pocas semanas, los indignados han vuelto a marchar por las principales ciudades espa?olas, y tambi¨¦n en algunas europeas. El movimiento surgido poco antes de las elecciones municipales ha demostrado que sigue manteniendo una importante capacidad de convocatoria, no solo entre los j¨®venes, sino entre los ciudadanos que se sienten perjudicados por los efectos y por la gesti¨®n de la crisis econ¨®mica. Tambi¨¦n deja patente el car¨¢cter no violento de las protestas.
El clima pac¨ªfico en el que los miles de manifestantes recorrieron las calles demuestra el error pol¨ªtico de intentar criminalizarlos, describi¨¦ndolos como c¨®mplices, o incluso integrantes, de grupos que practicar¨ªan la kale borroka o la guerrilla urbana. Esto es lo que hicieron la pasada semana el consejero de Gobernaci¨®n del Ejecutivo catal¨¢n, Felip Puig, adem¨¢s del propio presidente de la Generalitat, Artur Mas. Arrojar sospechas de trazo grueso sobre la totalidad de los ciudadanos que participan en las protestas no servir¨¢, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano, para seguir ocultando la principal evidencia hasta el momento: que es en Catalu?a, y solo en Catalu?a, donde han tenido lugar incidentes graves. Las ¨²nicas explicaciones posibles ser¨ªan, o bien que el fen¨®meno de los indignados solo ha generado brotes de violencia en la comunidad catalana, o bien que la gesti¨®n del Gobierno de Artur Mas ha sido incorrecta, o ambas cosas a la vez. El consejero Puig sigue debiendo una explicaci¨®n detallada de las decisiones que adopt¨®.
Defender el derecho de unos ciudadanos a manifestarse no es lo mismo que avalar sus posiciones y sus consignas. El Pacto del Euro alcanzado por el Consejo Europeo en marzo conllevar¨¢ sacrificios en los pa¨ªses de la eurozona cuyas econom¨ªas est¨¦n en peores condiciones a la hora de obtener financiaci¨®n internacional para su deuda. Espa?a se encuentra entre ellos, sin que, llegados a este punto de debilidad, ni el actual Gobierno ni ning¨²n otro disponga de margen para evitar una pol¨ªtica de austeridad.
Los indignados se sienten perjudicados, y con raz¨®n, por el reparto de costes que supone esa pol¨ªtica. No es un panorama halag¨¹e?o, pero es el que tendr¨¢n que resolver los responsables pol¨ªticos tratando de encajar los distintos intereses. Tambi¨¦n los que invocan los indignados cuando, amparados por sus derechos y dentro de la ley, salen a las calles.
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