El 15-M: defensa radical de un moderado
Ahora que arrecia la tempestad contra el Movimiento del 15-M, cuando todas las bater¨ªas medi¨¢ticas ultraconservadoras apuntan contra este movimiento ciudadano justamente indignado, cuando ya se les califica abiertamente de izquierdismo radical incluso desde posiciones templadas, ahora que el sistema se pone en marcha para estigmatizarlo, para calificarlo de movimiento antisistema o para devaluarlo, precisamente ahora, quiero manifestar mi p¨²blico apoyo a este movimiento social. Porque creo honestamente que vale la pena hacerlo. Porque sus razones son decentes y justas. Porque con voluntad y liderazgo pol¨ªtico creo que hay otros guiones posibles al dictado desde el pensamiento ¨²nico. Porque participo de su nivel de indignaci¨®n. Porque muchos d¨ªas yo tambi¨¦n tengo la sensaci¨®n de que mis representantes en los Gobiernos no me representan.
Lo verdaderamente sorprendente es que haya tardado tanto en cristalizar, en mitad de tanta injusticia, de tanta contradicci¨®n, de falta de referentes, de liderazgos pol¨ªticos claros y de una quiebra moral sin precedentes. El epicentro ha estado en las plazas p¨²blicas, pero el hipocentro, que es lo importante, tiene causas m¨¢s profundas. B¨¢sicamente, exigen reformas pol¨ªticas y m¨¢s democracia. Transparencia, participaci¨®n, defensa del inter¨¦s general y que la pol¨ªtica se entienda como un servicio y no como un oficio. Lo mismo que pensamos millones de espa?oles y de europeos. No tiene nada que ver con Mayo del 68. No es un movimiento antisistema, sino todo lo contrario. Tampoco es solo un movimiento de j¨®venes. Y no creo que sea un movimiento ef¨ªmero.
?Cu¨¢les son las causas que explican este movimiento? En primer lugar, hay que buscarlas en las rupturas del modelo productivo y en los efectos sobre el empleo del proceso de globalizaci¨®n de la econom¨ªa. Se ha iniciado una espiral hacia abajo en las condiciones laborales y salariales en Europa, una ¡°carrera hacia el fondo¡± que se concreta en precariedad laboral e incertidumbre. Y uno de los rasgos m¨¢s destacables de esta nueva geograf¨ªa de los ¡°superfluos¡±, como dir¨ªa Ullrich Beck, es que aunque se produzcan mejoras en las condiciones de vida de amplias capas de poblaci¨®n, una parte significativa queda extramuros. Se van prefigurando ¡°sociedades sin asiento¡±, ¡°sociedades rotas¡± en las que se empobrecen las clases medias y se ampl¨ªa la distancia entre los ¡°incluidos¡± y los ¡°excluidos¡±, entre el ¡°centro¡± del sistema social y la ¡°periferia¡±, al tiempo que se reducen las posibilidades de movilidad social.
La gran novedad del siglo XXI es que estos procesos son estructurales y nada tienen que ver con la situaci¨®n y los mecanismos de solidaridad org¨¢nica del capitalismo industrial. La exclusi¨®n social y la precariedad es amplia y no hay perspectivas de que puedan mejorar sus vidas. En lacerante contraste, muchos ciudadanos comprueban entre impotentes, irritados y desconcertados, c¨®mo se ampl¨ªa la brecha de las desigualdades y las diferencias salariales dentro de cada pa¨ªs, c¨®mo se intentan imponer como inevitables las soluciones neoliberales y c¨®mo muchos de quienes provocaron la quiebra moral del capitalismo y nos han llevado hasta el abismo (que pagaremos los de siempre) siguen en sus puestos, sin responder de su actuaci¨®n criminal y con sus salarios obscenos incrementados. Por eso tenemos derecho a preguntarnos ?Qui¨¦nes han vulnerado realmente las l¨ªneas rojas?
En segundo lugar, no est¨¢ claro para muchos ciudadanos d¨®nde est¨¢ el poder, qu¨¦ capacidad tienen hoy los Estados frente a los mercados y c¨®mo la democracia representativa, a escala estatal, puede contrarrestar procesos globales que no conocen fronteras. Muchos ciudadanos experimentan sensaci¨®n de incertidumbre, indefensi¨®n, soledad y temor. Que han quedado a la intemperie y que los Gobiernos y los partidos no tienen respuestas. Y en gran medida as¨ª es. En menos de 20 a?os han cambiado muchas de nuestras preguntas, no tenemos todav¨ªa las respuestas adecuadas y ya no es posible resolverlas con respuestas de los a?os ochenta.
En tercer lugar, quieren evidenciar el descr¨¦dito de la pol¨ªtica y la endogamia de los partidos pol¨ªticos. Desde hace m¨¢s de dos a?os, las encuestas oficiales del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas indican que los partidos son percibidos como el tercer problema de los espa?oles, despu¨¦s del desempleo y la econom¨ªa. La brecha entre los ciudadanos y los partidos pol¨ªticos se ampl¨ªa a medida que la crisis econ¨®mica se hace m¨¢s profunda y duradera. Este desapego se ha hecho m¨¢s profundo debido a los numerosos casos de corrupci¨®n pol¨ªtica, mala gesti¨®n de las cuentas p¨²blicas, deterioro de servicios y manipulaci¨®n de la informaci¨®n.
Esta situaci¨®n no es exclusiva de Espa?a, y las reacciones sociales son muy distintas. En este caso, el movimiento espa?ol del 15-M creo que ha focalizado muy bien la naturaleza de los problemas y ha planteado una agenda de reformas pol¨ªticas y de innovaciones democr¨¢ticas que merecen atenci¨®n y que tienen recorrido. B¨¢sicamente, exigen la reconstrucci¨®n de algunos conceptos fundamentales: el funcionamiento de los partidos pol¨ªticos, la democracia, el inter¨¦s general y la ¨¦tica p¨²blica. En definitiva, reclaman m¨¢s y mejor democracia, desde la escala local a la global, y mayor autonom¨ªa de la pol¨ªtica frente a los mercados. Ninguna de las medidas cuesta dinero. Solo se requiere voluntad pol¨ªtica.
Por todo ello han contado hasta ahora con una amplia corriente de simpat¨ªa entre casi el 80% de la sociedad espa?ola. Hasta ahora se ha tratado de un movimiento cr¨ªtico, disidente, c¨ªvico y ejemplarmente democr¨¢tico que ha hecho de la red su mejor instrumento. Si son capaces de evitar expresiones de coerci¨®n y violencia, si saben gestionar su enorme potencial con inteligencia, no ser¨¢ un movimiento ef¨ªmero y pueden contribuir a que se inicien algunas reformas pol¨ªticas en Espa?a e incluso ser efecto demostraci¨®n para otros pa¨ªses europeos.
Pero que nadie se equivoque. Aunque este movimiento desapareciera, las causas del malestar social persistir¨¢n, porque son reales, profundas y estructurales. Atenci¨®n, porque cuando las personas no encuentran respuestas adecuadas pueden surgir movimientos sociales de inter¨¦s y capaces de focalizar bien los problemas y sus causas, como el del 15-M. Pero tambi¨¦n son posibles otras opciones, como por ejemplo, la tentaci¨®n de buscar salidas populistas, abrazar expresiones pol¨ªticas xen¨®fobas, apoyar posiciones de violencia o, sencillamente, dar una patada al tablero de ajedrez. La historia de Europa durante todo el siglo XX est¨¢ llena de ense?anzas al respecto. Y la historia reciente de muchos pa¨ªses europeos, desde Finlandia, hasta Suecia o Francia, tambi¨¦n. Sin perder de vista los 65.905 votos de Plataforma per Catalunya, b¨¢sicamente procedentes de los barios urbanos m¨¢s castigados por la exclusi¨®n, y su representaci¨®n en 39 municipios.
Joan Romero es catedr¨¢tico en la Universidad de Valencia.
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