La primera Estrategia de Seguridad
Espa?a dispone desde junio de un documento que analiza conjuntamente los riesgos y las amenazas, al igual que otros pa¨ªses occidentales. Esta visi¨®n de nuestro pa¨ªs en el mundo es compartida por los partidos pol¨ªticos
Al final de su mandato, el Gobierno acaba de publicar una Estrategia Espa?ola de Seguridad. Siempre conviene que los Gobiernos dispongan de un an¨¢lisis conjunto de riesgos y amenazas nacionales, pero la actual globalizaci¨®n los pide m¨¢s que nunca. Si, adem¨¢s, las medidas a tomar conforme a la Estrategia aprobada no sufren los vaivenes de la muy previsible alternancia, la iniciativa hablar¨¢ en favor de nuestro pa¨ªs entre socios y aliados en un mal momento para nuestra posici¨®n internacional.
Fue en el lejano 2008 cuando el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, comunic¨® en el debate de investidura, entre comentarios a las tasas de delincuencia y el anuncio de nueva ley de protecci¨®n civil, su intenci¨®n de contar con una ¡°Estrategia Nacional de Seguridad¡±. Por contexto, el compromiso parec¨ªa centrarse a los asuntos propios del Ministerio del Interior antes que concernido a cuestiones de la pol¨ªtica exterior y militar, luego tratadas en otro pasaje del discurso presidencial. Pero a continuaci¨®n, en junio de ese a?o, la ministra de Defensa, Carme Chac¨®n, ya declar¨® que el proyecto de Directiva de Defensa Nacional incluir¨ªa la participaci¨®n de su ministerio en la redacci¨®n de esa estrategia. Solo en diciembre de 2009, Rodr¨ªguez Zapatero encarg¨® a Javier Solana, reci¨¦n cesado en su cargo de Alto Representante del Consejo Europeo de Pol¨ªtica Exterior y Defensa, la elaboraci¨®n del documento oficial. Documento que estuvo listo para su presentaci¨®n desde noviembre de 2010, hasta que el reciente 24 de junio vio su aprobaci¨®n al fin.
La comunicaci¨®n p¨²blica de las estrategias de seguridad empez¨® en 1986, cuando el Congreso de Estados Unidos aprob¨® la Ley Goldwater-Nichols, que obligaba al presidente a remitir al Senado un informe anual sobre su pol¨ªtica de seguridad nacional, entre otras variadas cuestiones. Aunque, a trav¨¦s de numerosas y constantes comparecencias, la Administraci¨®n ya expon¨ªa las pol¨ªticas de seguridad y defensa en curso, result¨® ser la primera vez que se demandaba al gobernante a publicarlas en un documento escrito, ¨²nico y completo. Si bien Reagan, como los sucesores Bush y Clinton, se limitaron a tratar de sortear con documentos secundarios una fiscalizaci¨®n que sent¨ªan inoportuna, George W. Bush gir¨® en redondo, a ra¨ªz del 11-S, dando el m¨¢ximo relieve a su nueva estrategia de seguridad. No solo fue presentada en el Senado sino difundida masivamente a la comunidad internacional y anunciadas las intervenciones preventivas y la proyecci¨®n en solitario del poder¨ªo estadounidense.
Ocho a?os despu¨¦s, y apenas 15 meses despu¨¦s de tomar posesi¨®n, Obama formul¨® la estrategia de la nueva Administraci¨®n, variando la pol¨¦mica orientaci¨®n adoptada a consecuencia del ataque terrorista de 2001.
La elaboraci¨®n de la estrategia norteamericana suscita un vasto debate en el seno de la Administraci¨®n y requiere la puesta en com¨²n de los departamentos ministeriales, hasta concluir en una Weltanschauung sobre la pol¨ªtica exterior y defensiva de la Rep¨²blica americana. Hoy no es ya tanto un documento de control del Ejecutivo cuanto el memor¨¢ndum de la visi¨®n internacional de la presidencia acerca de su pa¨ªs en el mundo.
Y nuestros socios europeos de referencia, inspirados en esta plasmaci¨®n doctrinal americana de la seguridad americana, lo adaptan a sus respectivos sistemas de gobierno. Lo han hecho Cameron en Reino Unido y Sarkozy en Francia. El brit¨¢nico cre¨® a su llegada el Consejo de Seguridad Nacional y meses m¨¢s tarde aprob¨® una estrategia nacional de seguridad titulada Una Gran Breta?a fuerte en un mundo de incertidumbre, en octubre de 2010. El franc¨¦s, con el concurso de la Asamblea Nacional, redact¨® en 2009 un Libro Blanco sobre la seguridad y defensa. Aunque Sarkozy hab¨ªa considerado en alg¨²n momento instituir un Consejo Nacional de Seguridad, de acuerdo al Libro Blanco cre¨® en su lugar la figura del secretario general de la Defensa y la Seguridad Nacional, dependiente del primer ministro. Unos a?os antes, en 2003, Javier Solana hab¨ªa elaborado para la UE una Estrategia Europea de Seguridad, mientras que en 2010 se adopt¨® una Estrategia de Seguridad Interior por parte del Consejo Europeo de Justicia e Interior. Tambi¨¦n la OTAN ha revisado distintos conceptos estrat¨¦gicos, el ¨²ltimo en el mes de noviembre del a?o pasado.
El documento delimita una base de partida neutral para reconstruir el consenso exterior
Al margen de lo tard¨ªo de su aparici¨®n y un cierto desfase temporal, habida cuenta de la ausencia de calificaci¨®n de las novedades casi revolucionarias en la orilla sur del Mediterr¨¢neo, probablemente la mayor virtud sea el haber publicado un marco de seguridad v¨¢lido a izquierda y a derecha. Pues, si de algo est¨¢ necesitada nuestra pol¨ªtica internacional es de aspirar a la continuidad, mediante la integraci¨®n de las fuerzas pol¨ªticas de partido, en una visi¨®n compartida de nuestro pa¨ªs en el mundo. Ser¨¢n las circunstancias sobrevenidas las que marquen los perfiles de cada mandato, pero las democracias maduras tienen unos elementos constantes que, en el caso espa?ol y salvo para el ¨¢mbito de la Uni¨®n Europea, est¨¢n desaparecidos desde 2003.
Es un logro el pasar de la mentalidad de defensa a la preocupaci¨®n por la seguridad
El documento delimita una base de partida neutral para reconstruir ese consenso exterior perdido, m¨¢s all¨¢ de que su vigencia se quiera suficiente para una d¨¦cada con derecho a una revisi¨®n quinquenal.
Se ha saludado como logro superior del documento el haber pasado de la mentalidad de defensa a la preocupaci¨®n por la seguridad. No es seguro que un pa¨ªs con medios tendentes a lo raqu¨ªtico, como queda de manifiesto en la operaci¨®n contra Gadafi o cuando el Gobierno titubea en p¨²blico acerca de la misi¨®n en Afganist¨¢n, una cultura de la seguridad que desdibuje su vector militar signifique una acertada puesta al d¨ªa. No ocurre as¨ª en las otras estrategias aprobadas. Sin ir muy lejos, se echa de menos una previsi¨®n del Magreb en un examen realista del entorno espa?ol, por m¨¢s que ello suponga una invitaci¨®n a pasear en arenas movedizas. Quiz¨¢ solo Javier Solana dispon¨ªa de recursos para salvar ese peligro en un documento p¨²blico, pero ser¨¢ que nadie de la esfera gubernamental lo haya demandado.
M¨¢s que de estricta seguridad, riesgos de origen dispar y alcance muy impreciso como la inseguridad econ¨®mica, las oleadas migratorias, el crimen organizado y las emergencias y cat¨¢strofes naturales, quedan circunscritos al prop¨®sito inicial de una seguridad entendida como competencia del Ministerio del Interior, sin que todav¨ªa se integren de pleno derecho en las estrategias de seguridad al uso, reconocibles a escala internacional.
La estrategia espa?ola presenta creaciones como la Unidad de Respuesta Integrada Exterior, junto a otras que despiertan dudas como el Sistema de Inteligencia Econ¨®mica, necesitado de mayor justificaci¨®n y precisi¨®n de sus competencias. Igual ocurre en el caso del correspondiente Consejo Espa?ol de Seguridad, pilotado desde el gabinete del mismo presidente. No siendo la primera vez desde 2004 que el Gobierno dispone reorganizar sus ¨®rganos de coordinaci¨®n ¡ªun Consejo de Defensa Nacional (introducido en la L. O. de la Defensa Nacional de 2005), al que en 2007 dot¨® de una Comisi¨®n Interministerial de Defensa como instancia permanente, una Comisi¨®n Delegada para Asuntos de Crisis reformada en 2007, un Consejo de Pol¨ªtica Exterior¡ª, se echa de menos evaluar la interrelaci¨®n de todos los ya existentes y qu¨¦ aportar¨ªa este nuevo organismo sobre los anteriores.
Todo ello tiene menos inter¨¦s, en suma, que el hecho de que la Estrategia de Seguridad Espa?ola dirigida por Javier Solana habr¨¢ definido un punto de partida necesario y posible, aun en las circunstancias de aplazamientos y creciente provisionalidad gubernamental en las que le ha tocado, presumiblemente, trabajar. Bienvenido sea este primer pero decisivo paso, porque ser¨¢ responsabilidad de otros conjurar que sus aludidas carencias no concluyan en una nueva melancol¨ªa espa?ola.
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