Una legislatura negra
La crisis, los recortes sociales y la soledad parlamentaria han marcado los cuatro ¨²ltimos a?os
El tiempo de descuento se acab¨®. La anticipaci¨®n de las elecciones generales culmina cuatro a?os de convulsiones pol¨ªticas marcados por la voracidad de la crisis, los recortes sociales, la irrupci¨®n de Bildu, y la renuncia del l¨ªder socialista a encabezar la legislatura de su partido, que se desploma en las encuestas. Fin de la legislatura horribilis.
La crisis y el fin del discurso social. Fueron 20 minutos decisivos. La conversaci¨®n del presidente de EE UU, Barack Obama, y Zapatero se produjo en mayo de 2010 y gravit¨® sobre una cuesti¨®n: s¨®lo con un tijeretazo al gasto se aplacar¨ªan los mercados y se espantar¨ªan los ataques especulativos. El 12 de mayo del pasado a?o, el presidente del Gobierno anunciaba en el Congreso el mayor recorte social de la democracia, una m¨¢cula para un gabinete que hizo de iniciativas como la Ley de la dependencia o el cheque beb¨¦ piedras angulares de su discurso. El Ejecutivo recort¨® los sueldos de los funcionarios un 5% y congel¨® las pensiones (1.500 millones de ahorro). Los sindicatos se echaron a la calle. UGT y CCOO protagonizaron el pasado septiembre la primera huelga general contra Zapatero, afiliado a la central ugetista. Cargaron contra la reforma del mercado laboral bendecida por Bruselas, que flexibilizaba las condiciones y abarataba el despido. El desencuentro con los sindicatos no fue dr¨¢stico, aunque alcanz¨® su techo despu¨¦s de aprobar otra medida inc¨®moda: elevar la edad de jubilaci¨®n a 67 a?os. El plan de ajuste, sin embargo, no evit¨® los contratiempos financieros. El paro alcanz¨® los cinco millones y la prima de riesgo, que alcanz¨® los 375 puntos hace dos semanas, se incorpor¨® al lenguaje de un pa¨ªs que se situaba en el disparadero de los mercados, convulsionados por la crisis de la deuda soberana griega.
Bildu tensa la cuerda. Tras un empedrado camino judicial, el Constitucional dio v¨ªa libre en mayo a la coalici¨®n, integrada por EA, Alternatiba e independientes, a presentarse a los comicios. La marca, la decimocuarta de la izquierda abertzale, naci¨® tras el rev¨¦s del Supremo de legalizar Sortu. Bildu obtuvo el 22-M el 29,9% y 869 ediles y se convirti¨® en la segunda fuerza pol¨ªtica del Pa¨ªs Vasco. Sus resultados incendiaron el debate pol¨ªtico. El PP insisti¨® en que su aparici¨®n respond¨ªa a una estrategia del Gobierno para facilitar la presencia de ¡°ETA en las instituciones¡±.
La despedida. Zapatero revelaba el pasado dos de abril ante el Comit¨¦ Federal del PSOE, m¨¢ximo ¨®rgano entre congresos, que renunciaba a su tercer mandato. Se iniciaba la carrera por suceder al l¨ªder. El ministro del Interior, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, el mejor valorado en las encuestas por los sucesivos golpes del Gobierno contra ETA, se convert¨ªa en candidato del PSOE a la presidencia, tras la renuncia de la titular de Defensa Carme Chac¨®n, de concurrir a la sucesi¨®n.
La puntilla del 22-M. Las elecciones auton¨®micas y municipales se revelaron como la estocada que le faltaba a un Zapatero en retirada. El PSOE obtuvo en los comicios el peor resultado de su historia (27,8%), casi 10 puntos y dos millones de votos menos que el PP, que logr¨® duplicar la distancia de 1995, que fue el preludio de la llegada de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar a La Moncloa. Los conservadores, que hab¨ªan vendido durante toda la campa?a la idea de las auton¨®micas como un plebiscito de las generales, redoblaron su petici¨®n de adelanto electoral consumada hoy. El PP se consolid¨® en sus plazas hist¨®ricas (Madrid, Comunidad Valenciana, Castilla y Le¨®n, La Rioja y Murcia) y recal¨® en hist¨®ricos feudos socialistas como Castilla-La Mancha. A cuenta de la deuda auton¨®mica, la formaci¨®n que preside Rajoy aprovech¨® su fortaleza para atacar al Gobierno en el ¨²ltimo Consejo de Pol¨ªtica Fiscal.
Y el 15-M entr¨® en escena. La llama la prendi¨® el intelectual franc¨¦s St¨¦phane Hessel, culpable de que miles de ciudadanos se echasen a la calle una semana antes de las elecciones auton¨®micas y municipales. Cargaron contra el sistema y, bajo las proclamas de un movimiento horizontal y sin l¨ªmites, reclamaron la modificaci¨®n de la Ley D¡¯Hont -la norma que regula el reparto de esca?os-, el bipartidismo, la corrupci¨®n, el paro juvenil, la voracidad de los mercados y los recorte sociales. El 15-M no se cas¨® con nadie y, seg¨²n una encuesta de Metroscopia para El Pa¨ªs, despert¨® la simpat¨ªa del 80% de los espa?oles.
La soledad del presidente. La inc¨®gnita sobre la posici¨®n de CiU y PNV en los Presupuestos Generales del Estado de 2012 se acentu¨® tras el 22-M y algunas insinuaciones, como la propuesta del portavoz convergente en el Congreso, Josep Antoni Duran i Lleida, de presentar una moci¨®n de censura.
El calculado silencio de Rajoy. El l¨ªder del PP ha mantenido en el ocaso de esta legislatura un perfil bajo, ajeno a las estridencias. El objetivo: no agitar el miedo a la derecha. Su equipo ha optado por esperar el declive de Zapatero a tomar la iniciativa. No ha anunciado propuestas impopulares, aunque, en privado, ha admitido su admiraci¨®n hacia el premier brit¨¢nico David Cameron, promotor de severos recortes sociales. En los ¨²ltimos meses, Rajoy ha jugado a la ambig¨¹edad a cuenta de la crisis, relacionando Espa?a y Grecia ("Grecia est¨¢ como est¨¢ gracias a pol¨ªticas como las de Espa?a", dijo el 5 de mayo). El PP vot¨® en contra de la negociaci¨®n colectiva y ha incluido en su l¨ªnea de oposici¨®n la reforma de las pensiones, la limitaci¨®n del techo auton¨®mico para controlar el d¨¦ficit o la pol¨ªtica fiscal. El diario Financial Times inst¨® incluso a Rajoy a respaldar las reformas.
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