Enciclopedia de Extremadura
Tras las elecciones del 22-M emergieron diversos conflictos pol¨ªticos en esta regi¨®n habitualmente signada por los t¨®picos. Para revelar su extrema complejidad, he aqu¨ª la Letra A de un posible compendio del presente
Alabarda. Nadie se pone de acuerdo. ?Su etimolog¨ªa es italiana o francesa? Aunque el arma es n¨®rdica, seg¨²n casi todas las fuentes. ?C¨®mo lleg¨® a las casas fuertes de Extremadura? ?Lleg¨® antes que la ¡°albarda¡±? Esta es de origen ¨¢rabe y parte m¨¢s real del imaginario extreme?o. Sobre una era, donde alguien descansa del d¨ªa de sol a sol y toca un acorde¨®n diminuto. En las profundidades de las bodegas fr¨ªas, m¨¢s all¨¢ del llamado ¡°patio de casa¡±. ?Es significativo que una albarda est¨¦ llena de paja? En una posible teor¨ªa sobre la albarda nos referir¨ªamos tambi¨¦n al nacimiento del regionalismo, en especial el extreme?o, hace ya muchos siglos: cuando el desastre crec¨ªa fuera, nos volv¨ªamos hacia nosotros mismos, como hoy. Pero es tambi¨¦n la albarda un apero digno de Sancho Panza: no solo pone en marcha el recuerdo, es decir, el coraz¨®n, sino que ayuda a decir, con llaneza, las cosas m¨¢s importantes.
Alemanes. 1. Adem¨¢s del nombre de los ciudadanos de un pa¨ªs ¡°para¡± la abundante emigraci¨®n extreme?a (v¨¦ase Arroyomolinos), es el lugar de nacimiento de dos figuras que explican a la perfecci¨®n un pasado reciente y un futuro posible de y para la cultura extreme?a del presente: Wolf Vostell y Helga de Alvear. O, dicho de otro modo, la necesaria suma de lo privado y lo p¨²blico. Suma necesaria en una comunidad donde el 90% de las iniciativas culturales de calidad tiene sello, y presupuesto, p¨²blico. El Museo Vostell Malpartida de C¨¢ceres y el Centro de Artes Visuales Fundaci¨®n Helga de Alvear hubieran sido inviables para cualquier Gobierno extreme?o: existen hoy por la generosidad de sus promotores: un artista y una coleccionista llegados hasta Extremadura en una emigraci¨®n ¡°a la inversa¡±: el atraso ha conservado la atrayente naturaleza de grandes horizontes. 2. Cerca del Monasterio de Yuste, donde se retirara a morir el emperador Carlos V, entre los olivos, se alzan las simb¨®licas (tanto como una frase de Hannah Arendt) cruces del Cementerio Alem¨¢n.
Anta?o. Durante mucho tiempo quisieron los extreme?os ser portugueses. ?Cabeza de rat¨®n en vez de cola de le¨®n? Quisimos que el m¨ªtico rey de Portugal don Sebasti¨¢n, a su paso por Extremadura, camino del encuentro con su t¨ªo Felipe II, nos sumara a su reino o pidiera esta regi¨®n como ¡°regalo¡±. Prefer¨ªamos Lisboa a Madrid. Y que el extreme?o (seg¨²n Rodr¨ªguez Mo?ino) Francisco de Aldana, el gran poeta, loara la anexi¨®n. Luego, en los tiempos dif¨ªciles, hubi¨¦ramos tenido el melanc¨®lico consuelo del sebastianismo¡ Parad¨®jicamente, hace pocos a?os, a. C. (antes de la Crisis), eran los portugueses de m¨¢s all¨¢ de La Raya (que une, y no separa, seg¨²n creemos muchos) quienes deseaban ser extreme?os, incluso en medio de la pol¨¦mica y las encuestas. Al margen de ellas, a partir de junio de 2006 muchos ni?os portugueses han nacido en el hospital Materno-Infantil de Badajoz gracias a los acuerdos entre Extremadura y el Alentejo, que tambi¨¦n contemplaban la prestaci¨®n de servicios de radioterapia, hemodin¨¢mica, radiograf¨ªas, cateterismo y cirug¨ªa infantil.
A partir de junio de 2006, muchos ni?os portugueses han nacido en el hospital de Badajoz
Arquitectura. El nombre de quien mejor ha explicado la arquitectura extreme?a actual, y de quien m¨¢s la ha popularizado quiz¨¢, tambi¨¦n comienza por A: Anatxu Zabalbeascoa. ¡°Llegar tarde tiene sus ventajas. Perder trenes, tambi¨¦n. Mientras contemplas c¨®mo se alejan los vagones, puedes sentarte a observar lo que sucede con el tren. La arquitectura extreme?a reciente ha llegado tarde. Y ha salido ganando¡±. Son declaraciones suyas. Como estas otras: ¡°Lejos de tratar de levantar un Guggenheim local, la arquitectura contempor¨¢nea extreme?a ha apostado por construir a la manera del lugar: con materiales nobles y s¨®lidos, m¨¢s cercanos a la cantera que a la industria¡±. La lista de nombres propios es saludablemente diversa, combinando nombres ya cl¨¢sicos y firmas muy j¨®venes: Rafael Moneo, Navarro Baldeweg, Nieto y Sobejano, Tu?¨®n y Mansilla, Selgas y Cano, Justo Garc¨ªa Rubio, Jos¨¦ Mar¨ªa S¨¢nchez Garc¨ªa... Convivencia pac¨ªfica: puentes de Calatrava y puente de Alc¨¢ntara. ¡°La armon¨ªa, m¨¢s que el contraste, es la clave en la nueva arquitectura extreme?a. Y el mensaje, rotundo: ni se necesita romper nada para hablar claro ni ser¨ªa l¨®gico no aprender de aquello que deseas conservar¡±.
Arroyomolinos. El monje y cronista Claude de Bronseval pas¨® por aqu¨ª. No le disgust¨® Extremadura. Incluso las posadas, dice Juan Gil, ¡°le parecieron buenas o aceptables, aunque hubiera que buscar comida en otro lugar, seg¨²n la costumbre espa?ola¡±, y los campesinos, hospitalarios. Salvo en Arroyomolinos, donde labradores y vendimiadores, como si hubieran le¨ªdo a Horacio, recibieron a su comitiva con el antigabacho grito de: ¡°Cuc¨², Cuc¨²¡±. A cambio, los franceses les ense?aron el dedo. Tiempo despu¨¦s, Francia se convertir¨ªa en la primera patria de muchos extreme?os. La emigraci¨®n vaci¨® la regi¨®n de parte de su mejor mano de obra. La m¨¢s inconformista al menos. Aunque algunos dir¨¢n: la m¨¢s pobre.
Aton¨ªa. Falta de energ¨ªa, vigor, fuerza, seg¨²n los diccionarios, pero tambi¨¦n ¡°debilidad de los tejidos org¨¢nicos¡± (atenci¨®n al ?adjetivo?). Es junto a ¡°atraso¡± otro de los t¨¦rminos que, seg¨²n los t¨®picos, define a Extremadura. Se habla de represi¨®n en algunas regiones espa?olas, pero no de la represi¨®n de distinto signo sufrida aqu¨ª durante siglos (y no solo a partir de Floridablanca). ?Y si hubieran prosperado las decisiones m¨¢s l¨²cidas del desamortizador Mendiz¨¢bal? Por desgracia, algunas de sus peores directrices acabaron con parte del patrimonio cultural de esta regi¨®n (dig¨¢moslo de otro modo: objetos art¨ªsticos y literarios). Por suerte, algunas de las mejores dieron lugar a las primeras bibliotecas p¨²blicas extreme?as.
Audiencia. Mel¨¦ndez Vald¨¦s dej¨® apuntadas en el Discurso de apertura de la Real Audiencia de Extremadura de 1791 ¡°algunas medidas que podr¨ªan redimir a su querida Extremadura¡±, como recuerda Fernando P¨¦rez en un texto p¨®stumo y ejemplar, de t¨ªtulo revelador: La Ilustraci¨®n pasa en berlina. Las medidas eran estas: ¡°Rompimiento y reparto de los terrenos bald¨ªos susceptibles de ser labrados con provecho; coto y l¨ªmite a los privilegios de la Mesta; obras de infraestructura para la circulaci¨®n de viajeros y mercanc¨ªas; am¨¦n de una ense?anza pr¨¢ctica y sencilla de las nuevas t¨¦cnicas agron¨®micas dirigida especialmente al esforzado labrador¡±.
La emigraci¨®n vaci¨® la comunidad de parte de su mejor mano de obra. La m¨¢s inconformista
Aut¨®crata. Para algunos, dentro de Extremadura, Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra. Todo giraba en torno a ¨¦l. Un Rey Sol, un zar, seg¨²n unos; el Liberador, un superh¨¦roe ante los villanos, seg¨²n los dem¨¢s. Su teor¨ªa (romper cristales para que te hagan caso) dio m¨¢s de un fruto, pero en ocasiones envenenado: muchos lo recordar¨¢n para siempre como El Hombre Que No Se Callaba Nunca, un agitador de telediarios, tertulias y congresos. Fue, ha sido, mucho m¨¢s, incluso cuando no hemos podido dar cr¨¦dito a sus maneras... M¨¢s all¨¢ de los t¨®picos (otros de los que signan esta regi¨®n) y de las pol¨ªticas m¨¢s desafortunadas (originadas, como en otros casos, por el rodillo de Los Demasiados A?os, y de ah¨ª el voto reciente de la IU extreme?a), cuando pase el tiempo suficiente (o necesario) su Gobierno ser¨¢ recordado como fruct¨ªfero o muy fruct¨ªfero, sobre todo en lo que respecta a medidas de corte ¡°social¡±. Por citar solo algunas: los pisos tutelados para ancianos en el medio rural, la calidad de las guarder¨ªas, las pol¨ªticas de protecci¨®n ambiental y del patrimonio, las ayudas a la creaci¨®n de empresas j¨®venes o promovidas por mujeres, el desarrollo del software libre...
Ave. Especie en v¨ªas de extinci¨®n en el campo extreme?o, reza un chiste reciente. El Gobierno portugu¨¦s (ahora un ¡°ay¡±) se niega a su construcci¨®n. La crisis obliga. Quiz¨¢ haya una se?al en la nueva ¡°p¨¦rdida¡± de este tren... En estos d¨ªas, el ¨²nico que llega desde Madrid a Lisboa, atravesando de este a oeste Extremadura, tarda una noche entera pero sigue llam¨¢ndose, a lo don Sebasti¨¢n, Lusitania Expr¨¦s.
Juli¨¢n Rodr¨ªguez es, adem¨¢s de escritor, director literario de la editorial Perif¨¦rica y director art¨ªstico de la galer¨ªa Casa sin Fin, ambas con sede en C¨¢ceres.
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