Aquiles
La reforma constitucional evidencia el final de trayecto de Zapatero
Muchos sostienen que hay enfermedades psicosom¨¢ticas, dolencias que ordena el cerebro a ¨®rganos menores. Cuesta creerlo, pero resulta evidente en jugadores que se lesionan el d¨ªa antes de la final, estudiantes que se despiertan con fiebre la ma?ana del examen o la calentura en el labio la tarde de la primera cita. Puestos a dar un p¨¢bulo a esta infrateor¨ªa m¨¦dica, la lesi¨®n en el tal¨®n de Aquiles del rey Juan Carlos ser¨ªa expresi¨®n de los defectos de la primera reforma constitucional espa?ola. Para muchos precipitada y falta de consenso, para otros necesaria y oportuna en la b¨²squeda de la confianza de nuestros acreedores, lo obvio es que afecta al tal¨®n de Aquiles. Al fin y al cabo este es uno de los ¨®rganos metaf¨®ricos del ser humano, inmediatamente por debajo del coraz¨®n, a quien su misi¨®n de bombear sangre le gan¨® tambi¨¦n la representaci¨®n de nuestras pasiones sentimentales.
Por si fuera poco juego simb¨®lico, este fin de semana se ha retirado Fraga de la pol¨ªtica activa. Su jur¨¢sica presencia, m¨¢s all¨¢ del peso de la conciencia o lo que la historia tenga a bien decir de ¨¦l, ejemplifica que muchas veces la pol¨ªtica es el arte de la supervivencia del pol¨ªtico. Reinventarse y salvarse de la quema llevan desde el ultranacionalismo espa?ol y la dictadura aut¨¢rquica y cat¨®lica a la presidencia auton¨®mica gallega y a representar una voz moderada en su partido. No seamos ingenuos, los dirigentes del KGB son hoy jefes del capitalismo liberal ruso y los n¨²meros tres de reg¨ªmenes dictatoriales de Libia, Egipto o T¨²nez est¨¢n llamados a hacer florecer las primaveras ¨¢rabes.
La reforma constitucional evidencia el final de trayecto de Zapatero, de aquel bello jard¨ªn hoy pisoteado, de su tes¨®n para dejar el poder por la puerta de La Moncloa y no a trav¨¦s de un agujero financiero desproporcionado. Un refer¨¦ndum tendr¨ªa m¨¢s sentido a la hora de privatizar recursos como la telefon¨ªa o las v¨ªas f¨¦rreas o aeropuertos y hospitales. Pero elegimos nadar hacia adelante y ahora se trata de no ahogarse; nadie mira ya a la orilla perdida. Ahora la Constituci¨®n prometer¨¢ el no endeudamiento, como promete trabajo digno y vivienda asequible para todos. Hemos aprendido que la democracia tiene un tal¨®n de Aquiles: la salud contable.
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