Efectos econ¨®micos de la corrupci¨®n
Aumentar la transparencia es una asignatura pendiente y un reto para el siglo XXI
En Espa?a, los ciudadanos no afrontan ni sancionan suficientemente el fen¨®meno de la corrupci¨®n, como muestran los ¨²ltimos resultados electorales, en los que los pol¨ªticos imputados por casos de corrupci¨®n han salido ilesos y mayoritariamente reelegidos. Ante esa laxitud social frente a la corrupci¨®n, vamos a recordar aqu¨ª algunos de sus muy negativos efectos econ¨®micos.
Si tenemos en cuenta la definici¨®n de corrupci¨®n como ¡°utilizaci¨®n de un cargo p¨²blico en beneficio propio¡±, hemos de tener presente que los altos beneficios econ¨®micos que obtienen los corruptos generan un sobreprecio en las obras o servicios p¨²blicos, lo cual supone un verdadero impuesto impl¨ªcito que pagan los ciudadanos. En muchos casos, adem¨¢s, las decisiones corruptas de concesi¨®n de tales obras o servicios van acompa?adas de una falta absoluta de control de la calidad (en materiales o especificaciones t¨¦cnicas, por ejemplo) o de la seguridad (f¨ªsica, sanitaria, etc¨¦tera).
Por otra parte, en ocasiones se financian de forma injustificada megaproyectos enormemente costosos para el erario p¨²blico que no tienen la m¨ªnima rentabilidad econ¨®mica o social exigible. Las decisiones corruptas tambi¨¦n pueden generar diversos riesgos econ¨®micos, entre otros: los inmuebles construidos indebidamente (en zonas protegidas medioambientalmente, o vulnerando normas sobre las costas, etc¨¦tera) pueden generar riesgos de demolici¨®n, por ejemplo, para los compradores.
La corrupci¨®n genera, por otra parte, grandes cantidades de dinero opacas, que incrementan la econom¨ªa sumergida, lo cual viene a reducir sensiblemente los ingresos p¨²blicos, originando as¨ª una mayor carga fiscal sustitutoria para el conjunto de los contribuyentes. Adem¨¢s, tales cantidades se destinan muy frecuentemente a nutrir los para¨ªsos fiscales, verdadera verg¨¹enza internacional, muchos de los cuales pertenecen o est¨¢n bajo la soberan¨ªa de pa¨ªses desarrollados. Aunque en los ¨ªndices de corrupci¨®n que publicamos en Transparencia Internacional se muestran los pa¨ªses m¨¢s corruptos (normalmente entre los m¨¢s pobres), no hay que olvidar que una gran parte del dinero corrupto generado en esos pa¨ªses es colocado y recibido por los para¨ªsos fiscales bajo bandera de los pa¨ªses ricos.
Otro efecto perverso de la corrupci¨®n es que impide la libre competencia y las reglas del juego democr¨¢ticas, generando importantes ineficiencias y costes econ¨®micos, de confianza, etc¨¦tera, y reduce ostensiblemente la efectividad y calidad de las pol¨ªticas econ¨®micas.
De cualquier forma, los costes m¨¢s importantes de la corrupci¨®n quiz¨¢ sean justamente los que no se ven, los costes de oportunidad, o en definitiva, lo que se deja de ganar. Cada vez m¨¢s, la corrupci¨®n ahuyenta a los potenciales inversores, en primer lugar, por razones ¨¦ticas, ya que hay un creciente n¨²mero de fondos de inversi¨®n y empresas con planteamientos o c¨®digos ¨¦ticos, que eluden cualquier vestigio o riesgo de corrupci¨®n; y tambi¨¦n por razones pragm¨¢ticas, puesto que en los pa¨ªses y entornos corruptos siempre existe el riesgo de futuros problemas legales o judiciales, o incluso pol¨ªticos que pueden perjudicar arbitrariamente, limitar o incluso expropiar o hacer perder tales inversiones (algunos estudios indican que en los pa¨ªses corruptos hay una alta probabilidad de perder la inversi¨®n en un plazo de cinco a?os).
Adem¨¢s de los perjuicios econ¨®micos, y ya en clave pol¨ªtica o social, la existencia de numerosos indicios de corrupci¨®n en los cargos p¨²blicos genera una amplia desconfianza en la clase pol¨ªtica y una sensaci¨®n de impunidad que hace que los ciudadanos se alejen cada vez m¨¢s de los pol¨ªticos, y lo que es peor, tengan una sensaci¨®n de fatalismo y una cierta creencia de que los pol¨ªticos son todos iguales, lo cual evidentemente no es cierto, aunque cuesta convencerles de lo contrario.
En resumen, los costes y efectos econ¨®micos de la corrupci¨®n son demasiado importantes para que la comunidad internacional (pa¨ªses, organismos nacionales e internacionales, sociedad civil, etc¨¦tera) nos mantengamos de brazos cruzados ante esta lacra social, alarmante y demasiado consentida, que lamentablemente impregna tantas instituciones, empresas y colectivos de esta aldea global.
Aunque la soluci¨®n de este importante problema resulta harto complicada, una forma de atajarlo al menos radica en impulsar firmemente la transparencia, la cual constituye indudablemente el mejor ant¨ªdoto contra la corrupci¨®n. Cuanto mayor es la informaci¨®n que se genera y se divulga por parte de las instituciones y cargos p¨²blicos, menos margen hay para la corrupci¨®n. En esta cultura de la transparencia resulta fundamental la educaci¨®n de los ciudadanos, para que ya desde ni?os puedan aprender a valorar adecuadamente la importancia de la transparencia social y lo perverso o negativo de la corrupci¨®n. En esto tenemos un importante papel los ense?antes (en colegios, institutos y universidades), as¨ª como las organizaciones de una sociedad civil activa, participativa, y no conformista.
En definitiva, aumentar el nivel de transparencia social y combatir decididamente la corrupci¨®n es una importante asignatura pendiente y sin duda uno de los m¨¢s importantes desaf¨ªos para esta sociedad del siglo XXI.
Jes¨²s Lizcano ?lvarez es presidente de Transparencia Internacional Espa?a y catedr¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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