El mando y el liderazgo
Si el PP gana, la hegemon¨ªa que habr¨¢ alcanzado revelar¨¢ problemas in¨¦ditos en el sistema pol¨ªtico
Si se cumplen los pron¨®sticos y el PP se impone en las elecciones de noviembre, la situaci¨®n de hegemon¨ªa que habr¨¢ alcanzado una fuerza pol¨ªtica desvelar¨¢, seguramente, problemas in¨¦ditos en el sistema pol¨ªtico espa?ol. Hasta ahora, dos fuerzas mayoritarias se repart¨ªan los niveles municipal y auton¨®mico, y optaban cada cuatro a?os a instalarse en un Gobierno central que, adem¨¢s del contrapeso de la oposici¨®n en el Congreso de los Diputados, deb¨ªa tomar en consideraci¨®n los intereses de los diferentes Ejecutivos regionales. Aunque a otra escala, el esquema se repet¨ªa en las comunidades donde los partidos nacionalistas son mayoritarios.
El sistema pol¨ªtico del 78 no estaba inexorablemente abocado a la situaci¨®n que puede vivirse a partir de noviembre. Si el PP se colocara entonces en una situaci¨®n de hegemon¨ªa, mucho m¨¢s si su previsible victoria alcanzase la mayor¨ªa absoluta, habr¨ªa sido, sobre todo, por los errores cometidos por el PSOE en el Gobierno. Inspir¨¢ndose en las argucias de la pol¨ªtica de imagen, y no en ning¨²n ideario de izquierda, seg¨²n proclamaba el eslogan de cuando todo el monte era or¨¦gano, el Gobierno del PSOE confundi¨® el inter¨¦s general del pa¨ªs con la suma de los intereses de los distintos grupos sociales. Por ignorancia o por miope picard¨ªa, crey¨® que arrojando migajas a unos y a otros conseguir¨ªa, al final, lo mismo que algunos solitarios en los parques, reunir en torno suyo a las palomas de los alrededores.
El riesgo que comportaba esta estrategia no radicaba solo en que se agotasen las migajas, como de hecho empezaron a agotarse desde el fat¨ªdico verano de 2007 en que estall¨® la crisis econ¨®mica; el riesgo, el verdadero riesgo era la fractura pol¨ªtica y social que dejar¨ªa detr¨¢s cuando se agotasen las migajas. Mientras todos los grupos sociales tuvieron esperanzas de recibir alg¨²n beneficio de unos pr¨®digos poderes p¨²blicos que disfrazaban de socialdemocracia su descarnado populismo, la estrategia funcion¨® y el PSOE crey¨® haber encontrado una f¨®rmula m¨¢gica para permanecer indefinidamente en el Gobierno. Pero, desvanecidas esas esperanzas, los grupos sociales que no llegaron a recibir nada, o que han debido renunciar a lo que recibieron, se vuelven contra el Gobierno y, lo que es peor, contra los grupos que siguen recibiendo. Los discursos que comienzan a escucharse contra los banqueros y los ricos, por un lado, y contra los sindicatos y los inmigrantes, por el otro, estremecen, no porque evoquen la ret¨®rica atroz de ¨¦pocas pasadas, sino porque demuestran que la magnitud de la crisis est¨¢ llevando a sustituir la b¨²squeda de una soluci¨®n por el hallazgo de un chivo expiatorio.
El PP, seg¨²n todos los pron¨®sticos, ser¨¢ el beneficiario de la fractura pol¨ªtica que ha provocado la crisis, acentuada por la estrategia que adopt¨® el PSOE desde el Gobierno. El problema es que, desde la hegemon¨ªa que previsiblemente obtendr¨¢ en noviembre, tendr¨¢ que hacer frente a la fractura social. Y hacer frente a la fractura social desde la hegemon¨ªa significa que los grupos que se sientan perjudicados por las decisiones del PP no dispondr¨¢n de alternativas con las que sentirse representados dentro del sistema pol¨ªtico. Con un PP controlando los grandes municipios, casi todas las autonom¨ªas y el Gobierno central, y un creciente porcentaje de ciudadanos afectados por la crisis m¨¢s grave desde 1929, las tensiones sobre el sistema pol¨ªtico pueden resultar de inusitada intensidad. Mucho m¨¢s si, retomando sus formas de gobernar entre 1996 y 2004, el PP opta por ejercer el mando en lugar del liderazgo.
Estremecen los discursos contra ricos y banqueros; contra los sindicatos y los inmigrantes
Es dif¨ªcil imaginar que el PSOE pueda recomponerse antes de noviembre de los estragos que se ha provocado a s¨ª mismo; es dif¨ªcil imaginar, incluso, que pueda hacerlo despu¨¦s. En cualquier caso, es imprescindible que lo haga y que vuelva a encarnar una alternativa cre¨ªble dentro del sistema pol¨ªtico del 78. Porque si el Partido Popular convertido en partido hegem¨®nico fracasara, se multiplicar¨ªan exponencialmente los riesgos de que ese fracaso se imputase directamente al sistema. Un sistema que, por lo dem¨¢s, ha salido maltrecho de los a?os de sectarismo en los que, en lugar de hacer pol¨ªtica en las instituciones, los dos partidos mayoritarios han hecho pol¨ªtica con las instituciones. La precipitada reforma de la Constituci¨®n para incluir en su texto el principio de limitar el endeudamiento p¨²blico, cuya cuant¨ªa se fijar¨¢ por ley org¨¢nica, no es m¨¢s que el ¨²ltimo ejemplo. En las formas ha sido inaceptable. En cuanto al fondo, ni socialistas ni populares han dado una explicaci¨®n convincente del porqu¨¦ de la reforma. Se han puesto de acuerdo en ejercer el mando, no el liderazgo.
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