Tener la raz¨®n no basta
¡°Los ricos gobiernan un sistema mundial que les permite acumular capital y pagar el menor precio posible por el trabajo. La libertad resultante solo la obtienen ellos. Los muchos no tienen m¨¢s remedio que trabajar m¨¢s duro en condiciones cada vez m¨¢s precarias para enriquecer a los pocos. La pol¨ªtica democr¨¢tica, dirigida al progreso de la mayor¨ªa, est¨¢ realmente a merced de esos banqueros, barones medi¨¢ticos y otros magnates que dirigen y poseen todo¡±.
Esta cita no es de un indignado o de un furibundo izquierdista. Aunque no lo parezca, es de un conocido publicista conservador brit¨¢nico, Charles Moore, bi¨®grafo autorizado de Margaret Thatcher, y se contiene en un art¨ªculo que apareci¨® el pasado 22 de julio en The Telegraph. El revuelo que origin¨® entre sus propias filas fue de ¨®rdago. Piensen que llevaba el provocador t¨ªtulo de Estoy empezando a pensar que la izquierda en realidad tiene raz¨®n. Y por lo que dice en el art¨ªculo, su descripci¨®n no difiere gran cosa de la que se har¨ªa desde cualquier posici¨®n de izquierdas. Otra perla referida a la crisis de la Eurozona: los gobernantes europeos parecen estar ¡°dispuestos a casi cualquier indignidad antes de que se perjudique a los banqueros¡±; y los trabajadores de diferentes localidades europeas deben perder sus empleos con tal de que ¡°los banqueros en Frankfurt y los bur¨®cratas de Bruselas puedan dormir tranquilos¡±.
No es que Moore haya sufrido una s¨²bita conversi¨®n izquierdista. Se trata m¨¢s bien de un lamento por el fracaso del proyecto del conservadurismo en su intento por conseguir mejores condiciones de vida para todos a trav¨¦s del libre mercado. Al final, el resultado de la revoluci¨®n conservadora ha sido bien distinto de aquel que esperaban sus defensores, y la tradicional cr¨ªtica de izquierdas ofrecer¨ªa un reflejo de la situaci¨®n actual mucho m¨¢s certero que la derecha, hu¨¦rfana ya de ideas que sustenten con convicci¨®n su proyecto. Lo que pretende es sacar a la derecha de su letargo y autocomplacencia para que sepa contrarrestar los estragos potenciales que puede provocar el escenario de un mundo crecientemente injusto y dise?e un nuevo discurso a la altura de las circunstancias. Y concluye con la esperanza de que, como tantas veces ha ocurrido, el conservadurismo se salve ¡°gracias a la estupidez de la izquierda¡±.
Si la izquierda no se da prisa, la derecha renovada volver¨¢ a robarle la cartera
Muy est¨²pida debe ser esta, en efecto, para que no haya conseguido sacar ning¨²n r¨¦dito de una situaci¨®n perfectamente radiografiada por el autor mencionado. Qued¨¢ndonos en Europa, y a la vista de la lastimera situaci¨®n electoral de la izquierda en todo el Continente, ?de qu¨¦ le sirve ¡°tener la raz¨®n¡± si no puede trasladarla despu¨¦s a un discurso que sea convincente para los ciudadanos? Si el emperador est¨¢ desnudo, ?c¨®mo es que no lo vemos? ?Qu¨¦ es lo que est¨¢ haciendo tan mal? Desde luego, si tuviera una respuesta se la regalar¨ªa a Rubalcaba. No debe ser f¨¢cil encontrarle una soluci¨®n cuando todos los think-tanks de la izquierda europea se est¨¢n devanando los sesos por encontrarla.
Lo que s¨ª se observa, sin embargo, y vuelvo sobre uno de mis temas, es que a cada una de las dos grandes ramas de la izquierda ¡ªla ¡°sist¨¦mica¡± y la radical, por simplificar¡ª, le falta lo que le sobra a la otra. Una, la ¡°sist¨¦mica¡±, est¨¢ excesivamente pegada a la realidad, al c¨¢lculo electoral y a ofrecer propuestas de gesti¨®n pura y dura; la otra, por el contrario, se regocija en el espect¨¢culo y la denuncia de las nuevas injusticias, pero no dice una palabra de c¨®mo transitar desde donde estamos a un mundo mejor sin que todo se derrumbe. A una le pierde su inmersi¨®n completa en las l¨®gicas de la lucha partidista, la atenci¨®n a la proyecci¨®n medi¨¢tica, su respeto por el orden establecido; a la otra le perjudica su extremado moralismo y su desprecio por las cuestiones de medios. Una aparece como fr¨ªa y calculadora; la otra como demasiado pasional y ut¨®pica. Falta alguien que nos ofrezca una s¨ªntesis, el punto medio aristot¨¦lico, la perfecta combinaci¨®n de pragmatismo y utop¨ªa. No es poca cosa.
Mientras tanto avanza, imparable, la derecha c¨ªnica, esa que, como hemos visto, averg¨¹enza incluso a un importante sector de la derecha tradicional que s¨ª se hab¨ªa cre¨ªdo las bondades del libre mercado, sigue profesando el poder de las ideas y siente una verdadera urgencia por enmendar los excesos a que ha conducido la codicia sin l¨ªmites y la aparici¨®n de asimetr¨ªas inaceptables. Si la izquierda no se da prisa puede que sea esa derecha renovada quien acabe por volver a robarle la cartera.
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