El ¨²ltimo testigo
Pasar p¨¢gina con ETA ser¨ªa renunciar al deber pol¨ªtico de solucionar los problemas reales
En el mano a mano que Sempr¨²n y Wiesel, ambos deportados en el campo de B¨¹chenwald, sostuvieron en Par¨ªs a los 50 a?os de su liberaci¨®n, coincid¨ªan en no querer cargar con la responsabilidad de ser el ¨²ltimo de los supervivientes. Sab¨ªan que hab¨ªan fracasado en su tarea de testigos pues, aunque lo ocurrido en los campos de exterminio fuera de dominio com¨²n, Europa se constru¨ªa de espaldas a la experiencia de la barbarie. Hasta para el Gobierno alem¨¢n pesa m¨¢s la deuda soberana que la culpa hist¨®rica (en alem¨¢n deuda y culpa se dicen con el mismo t¨¦rmino, schuld). No les agradaba sellar el fracaso de los testigos que hab¨ªan logrado, s¨ª dar a conocer los hechos, pero no impregnar el presente de pasado. Fracaso pues, no en historia, sino en el discurso pol¨ªtico.
En ese laboratorio del mal que fue el Lager nazi se puso de manifiesto una ley que tiene validez en todo crimen, a saber, que no se trata solo de matar al otro sino, adem¨¢s, de borrar las huellas y la significaci¨®n moral. El crimen f¨ªsico se refuerza con otro de tipo hermen¨¦utico, invocando explicaciones tales como fue necesario, fue inevitable, fue merecido o, simplemente, no existi¨®. El relato que quede de los hechos depender¨¢ de qui¨¦n gane la batalla interpretativa.
Esa ley del doble crimen tambi¨¦n se est¨¢ dando entre nosotros, salvadas las distancias, a prop¨®sito del final de ETA. La izquierda abertzale no cesa de mandar mensajes dando a entender que tiene la llave para el final de ETA y que ese final implica poner el contador a cero. Ellos, los benefactores que acaban con la violencia, proponen un consecuente nuevo punto de partida, sin miedos y sin memoria.
La batalla hermen¨¦utica se ventila entre estas dos tesis: o la centralidad de las v¨ªctimas o la de los presos.
Si las v¨ªctimas ocupan el centro es porque ellas encarnan los m¨²ltiples da?os del terrorismo a los que necesariamente tiene que enfrentarse desde ahora una pol¨ªtica sin ETA. Los da?os de la violencia pasada no se disuelven con el abandono de las armas, por eso no tiene sentido lo de ¡°poner el contador a cero¡±. Solo puede haber un nuevo comienzo, es decir, una superaci¨®n de la situaci¨®n anterior, si todas las partes se enfrentan a las injusticias de los da?os causados. Hay da?os irreparables cuya ¨²nica forma de justicia es la memoria de la injusticia: ?c¨®mo plantear entonces pasar p¨¢gina? Y como la violencia ha producido da?os sociales que han fracturado y empobrecido a la sociedad vasca, pasar p¨¢gina ser¨ªa renunciar al deber pol¨ªtico de solucionar los problemas reales de la sociedad. La tesis de la centralidad de las v¨ªctimas no se basa en el respeto que nos merecen las v¨ªctimas (que est¨¢ fuera de toda duda), sino en el lugar de la justicia en una pol¨ªtica democr¨¢tica.
La izquierda abertzale entiende, por el contrario, que es ¡°absolutamente necesario que el respeto a los derechos de las personas presas y exiliadas ocupe un lugar central en el debate pol¨ªtico y social¡±. Por supuesto que siempre es central el respeto de los derechos humanos; claro que tenemos que hacernos cargo del sufrimiento de los presos y de sus familias, pero el debate sobre los presos debe verse desde la centralidad de las v¨ªctimas porque el problema mayor de los presos no es que salgan o dejen de salir de la c¨¢rcel, sino la superaci¨®n del da?o que el crimen ha hecho en ellos, da?o que no solo afecta a su humanidad sino tambi¨¦n a su relaci¨®n con la sociedad vasca.
El crimen pol¨ªtico es, en efecto, un delito y, adem¨¢s, una culpa. Si solo fuera delito, el problema del delincuente ser¨ªa la pena, es decir, la c¨¢rcel. Pero es tambi¨¦n culpa, entendida esta en sentido moral y no ya religioso. Esa culpa es, dice Hegel, la cicatriz o se?al que deja el crimen en el criminal. Reconocerse culpable es entender que su vida presente y futura est¨¢ ligada a la vida arrebatada del otro. Recordemos al caso de Raskolnikov en Crimen y castigo de Dostoievski. Mata a la anciana para darse con su dinero la gran vida, pero enseguida descubre que eso es imposible, que su vida depende de la vida quitada y que ojal¨¢ aquello no hubiera ocurrido. Ese camino que remite el destino del victimario al de la v¨ªctima; ese camino que va del delito a la culpa es el que este mundo abertzale tiene que recorrer si quiere ser consecuente con el rechazo de la violencia.
Estamos, pues, en plena batalla hermen¨¦utica y el ¨²nico discurso que cabe, si quiere estar a la altura moral de las exigencias pol¨ªticas del momento, es el que est¨¦ construido sobre la centralidad de las v¨ªctimas, la solidaridad con el sufrimiento real que tiene causas y causantes, y el rechazo de la violencia, no porque conviene, sino por principio.
Reyes Mate es fil¨®sofo, profesor de Investigaci¨®n del CSIC y autor de Tratado de la injusticia, Anthropos, 2011.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.