Camino de las urnas
La posible mayor¨ªa absoluta del PP si gana Rajoy se presenta como el principal dilema
El Consejo de Ministros aprobar¨¢ hoy el decreto de disoluci¨®n de las Cortes y convocatoria de elecciones. Con independencia del resultado electoral, Zapatero, que lleva meses prepar¨¢ndose para ser un buen expresidente, no seguir¨¢ en La Moncloa. Viene prepar¨¢ndose desde que comprendi¨® que no habr¨ªa recuperaci¨®n econ¨®mica (y del empleo) a tiempo para rescatar a ese 30% de indecisos entre sus anteriores votantes que detectan las encuestas. Por eso dio paso a Rubalcaba al tiempo que asum¨ªa la posici¨®n de chivo expiatorio del malestar ciudadano que se sustanci¨® en las elecciones de mayo.
Con vistas al 20-N, Rajoy parte con una sustancial ventaja, pero a medida que se acercan las urnas la preocupaci¨®n del PP es menos asegurarse la victoria, que da por hecha, que garantizarse los apoyos necesarios en caso de no alcanzar la mayor¨ªa absoluta. Las siete recetas que Rajoy administr¨® a Zapatero en su despedida son meros enunciados que demuestran sentido com¨²n, pero no respuestas a los dilemas de la crisis: en particular, c¨®mo compaginar el cumplimiento de los compromisos de reducci¨®n del d¨¦ficit con la necesidad de est¨ªmulos al crecimiento.
Prueba de su propia perplejidad ante ese problema ha sido la actitud del PP en el ¨²ltimo pleno: argument¨® contra la recuperaci¨®n del impuesto del patrimonio, pero se abstuvo. Sin duda, para tener las manos libres para, en lugar de derogarlo como hab¨ªa insinuado, mantenerlo si las cosas van tan mal como augura el FMI.
Ese panorama constituye una diferencia con la primera victoria del PP. Cuando a finales de 1995 Gonz¨¢lez anunci¨® el adelanto electoral, la econom¨ªa ya hab¨ªa iniciado su despegue, por lo que, frente al desgaste socialista, la probable alternancia era vista como un factor de estabilidad. Ahora Rajoy tambi¨¦n se beneficia del mayoritario deseo de cambio, pero el margen con que cuenta para convertirlo en recuperaci¨®n econ¨®mica a corto plazo es escaso. Rubalcaba, por su parte, se enfrenta al desaf¨ªo de demostrar, con sus muchas iniciativas, unas m¨¢s meditadas que otras, que lo importante es el programa; mientras que Rajoy juega con la ventaja de que le basta con presentarse como encarnaci¨®n de la alternancia frente a lo que hay: casi cinco millones de parados.
Otro asunto que influir¨¢ en los resultados es la actitud ante la posible mayor¨ªa absoluta del PP. Tras la experiencia de la segunda legislatura de Aznar, muchos votantes consideran vital que no se repita, lo que puede favorecer el voto a otras candidaturas, incluyendo la de Rubalcaba, cuya esperanza de gobernar va unida a la hip¨®tesis de una alianza m¨²ltiple; pero un n¨²mero no menor de sus electores potenciales puede considerar, a la vista de los efectos de la pol¨ªtica de alianzas de Zapatero, que nada favorecer¨ªa menos los objetivos anticrisis que una subasta de concesiones a esos aliados entre los dos aspirantes principales; lo que podr¨ªa reforzar el voto al PP para que pueda gobernar sin ellos.
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