Cuenta atr¨¢s
El PP espera ganar con propuestas inconcretas y el PSOE quiere minimizar el castigo electoral
Con la celebraci¨®n de las convenciones del Partido Popular y de Izquierda Unida durante este fin de semana las principales fuerzas pol¨ªticas han puesto en marcha sus maquinarias electorales para la convocatoria del 20 de noviembre. El Partido Socialista lo hizo d¨ªas atr¨¢s, con una conferencia pol¨ªtica que remit¨ªa al Comit¨¦ Federal celebrado ayer la aprobaci¨®n de las listas para el Congreso y el Senado. La contundencia de las encuestas que auguran una victoria de los populares ha restado inter¨¦s a los movimientos internos en los partidos, de los que no se espera influencia significativa en los resultados. A menos de dos meses de las elecciones, ni los propios aparatos pol¨ªticos parecen creer que el cartel electoral de las distintas circunscripciones vaya a cambiar la decisi¨®n que, siempre seg¨²n las encuestas, los votantes tendr¨ªan adoptada desde hace tiempo. Desde antes del verano, si no antes, el pa¨ªs se encuentra en una cuenta atr¨¢s a la vez tediosa y desesperanzada, solo pendiente de que se cumplan los plazos electorales.
Las convenciones program¨¢ticas de las ¨²ltimas semanas no han logrado tampoco despertar el inter¨¦s, aunque las causas de esta incapacidad para la movilizaci¨®n hayan sido distintas en el caso de unos partidos y de otros. La convenci¨®n del Partido Socialista defraud¨® porque, adem¨¢s de los errores de estrategia que haya podido cometer el candidato Rubalcaba, se trataba de una cita pol¨ªtica percibida como de segundo orden a la que se le exig¨ªa, no obstante, dar la vuelta al sombr¨ªo panorama electoral al que se enfrenta una de las fuerzas hasta ahora imprescindibles en la gobernabilidad del pa¨ªs. No es probable que lo hubiera logrado un congreso, tan profundo ha llegado a ser el descr¨¦dito de los socialistas por la gesti¨®n de Rodr¨ªguez Zapatero. Pero, al menos, habr¨ªa colocado a este partido en una situaci¨®n m¨¢s s¨®lida para afrontar la larga traves¨ªa del desierto en la que se puede convertir su previsible paso a la oposici¨®n. Seg¨²n est¨¢n las cosas, los socialistas podr¨ªan encontrarse al d¨ªa siguiente de las elecciones sin l¨ªder, sin programa y sin un grupo parlamentario con capacidad de maniobra, adem¨¢s de sin poder municipal y auton¨®mico.
A diferencia del Partido Socialista, el Partido Popular (PP) no ha logrado movilizar con su convenci¨®n, no porque no haya podido, sino porque no ha querido. Su estrategia no ha variado desde que estall¨® la crisis econ¨®mica, y consiste en mantener los focos sobre un Gobierno que no deja de actuar como una m¨¢quina de cometer errores, evitando, al mismo tiempo, desvelar medidas concretas que puedan enajenarle una parte de su electorado o movilizar al de sus adversarios. Cuando el PP concreta alguna de sus propuestas es porque sabe que recibir¨¢ un aplauso general, aunque sea a costa de precipitarse en un populismo irresponsable, como cuando habla de instaurar la cadena perpetua.
En lo dem¨¢s, ya se trate de la pol¨ªtica econ¨®mica o de leyes como la del aborto o el matrimonio homosexual, el PP prefiere mantenerse en la nebulosa. A lo sumo, auspicia un clima de fatalismo (la ¡°herencia recibida¡±) que, llegado el momento, le sirva de coartada para llevar a cabo las medidas que ahora teme plantear a plena luz. Y cuando las plantea, seg¨²n ha hecho en algunas comunidades aut¨®nomas como la de Castilla-La Mancha, desaf¨ªa a la raz¨®n asegurando que los recortes no son recortes, igual que los molinos no eran molinos.
Todo est¨¢ preparado para que el 20 de noviembre se cumpla, salvo sorpresa may¨²sculas, el gui¨®n pol¨ªtico escrito a lo largo de la legislatura. El PP conf¨ªa en cobrarse los r¨¦ditos de su inacci¨®n, el Partido Socialista en recibir un rotundo castigo e Izquierda Unida y otros peque?os partidos en recoger los restos de un naufragio ajeno.
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