El riesgo del d¨¦ficit
La solvencia de la deuda espa?ola sufrir¨¢, si no se controla la desviaci¨®n de las cuentas p¨²blicas
El principal objetivo de pol¨ªtica econ¨®mica para 2011 quiz¨¢ no pueda cumplirse. El compromiso del Gobierno espa?ol (de este y del pr¨®ximo que se constituya) con las autoridades europeas era reducir el d¨¦ficit p¨²blico hasta el 6% del PIB, uno de los hitos para conseguir estabilizar el sector p¨²blico en el 3%. Pero la evoluci¨®n de los gastos y los ingresos p¨²blicos hasta el mes de septiembre sugieren que existe una desviaci¨®n significativa en el cumplimiento del objetivo de d¨¦ficit. Esta desviaci¨®n no es imputable solo a la ca¨ªda de los ingresos. Es evidente que las comunidades aut¨®nomas no van a cumplir el objetivo de limitar sus respectivos d¨¦ficits al 1,3% (las estimaciones m¨¢s pesimistas indican que en conjunto podr¨ªa llegar al 2,3%) y tambi¨¦n que el escaso margen de super¨¢vit esperado para la Seguridad Social (0,4%) no se alcanzar¨¢.
Por tanto, lo m¨¢s probable es que el d¨¦ficit p¨²blico este a?o se desv¨ªe de forma significativa. La cuesti¨®n es saber de qu¨¦ cuant¨ªa ser¨¢ ese exceso. Los c¨¢lculos pesimistas supone que estar¨¢ entre un punto y un punto y medio. Lo que importa es si el Gobierno (el actual y el que salga de las elecciones) dispone de margen para reducir esa brecha. Porque una desviaci¨®n de medio punto del PIB ser¨ªa aceptada como inevitable ¡ªy en consecuencia, no penalizable¡ª por los inversores. Pero una desviaci¨®n significativamente superior resucitar¨¢ las dudas sobre la capacidad de la econom¨ªa espa?ola para cumplir con el compromiso de estabilidad. Por esa raz¨®n es crucial que el Gobierno actual transmita el mensaje claro y terminante de que el Estado dispone de recursos p¨²blicos para evitar una desviaci¨®n que eleve el diferencial de la deuda espa?ola. Esos recursos pueden ser la captaci¨®n de ingresos extraordinarios o ajustes adicionales del gasto.
La dificultad transitoria de ajuste del d¨¦ficit tropieza adem¨¢s con las consecuencias de un cambio probable de partido gobernante. La (mala) costumbre da por bueno que el nuevo Gobierno imputa lo debido y lo indebido del gasto al periodo del equipo de Gobierno saliente, de forma que sus cuentas (y su d¨¦ficit) futuras luzcan mejor. Pero los tiempos han cambiado. Al pr¨®ximo Gobierno no le conviene excederse en los trucos contables, ni agotar la paciencia de ciudadanos y mercados con la cantilena de la herencia recibida, porque la p¨¦rdida de credibilidad que se derive de ellos no se disolver¨¢ f¨¢cilmente.
El d¨¦ficit final de 2011 se conocer¨¢ a finales de febrero o comienzos de marzo. Pero antes ir¨¢n conoci¨¦ndose varios indicios directos sobre su cuant¨ªa que mover¨¢n las decisiones de los inversores. El d¨¦ficit tiene que manejarse pol¨ªticamente con extremo cuidado; porque la recuperaci¨®n de la econom¨ªa, que no es posible sin cr¨¦dito privado y sin el impulso de pol¨ªticas de est¨ªmulo de la demanda, tendr¨¢ adem¨¢s dificultades a?adidas si la prima de riesgo se mantiene muy por encima de los 200 puntos b¨¢sicos.
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