Al¨®, presidente

Si, m¨¢s temprano que tarde, debemos optar por entregar el Gobierno de este pa¨ªs a un tecn¨®crata, salt¨¦monos el est¨²pido preliminar de las elecciones, pasemos del se?or Rajoy y de su ni?a Mar¨ªa del Exorcismo Cospedal, y pongamos la patria y sus solares en las manos de quienes idearon las compa?¨ªas telef¨®nicas. Por ejemplo, Movistar, que es la que m¨¢s conozco a fuerza de telefonear al 1004, aunque tambi¨¦n vengo de sufrir y seguir¨¦ soportando a otras.

Siento una admiraci¨®n sin l¨ªmites hacia ese sistema que me ha convertido en un animal de su compa?¨ªa. Hay que tener un enorme talento para idear una red-trampa tan bien concebida para que nunca, nunca puedas escapar. No me cabe duda de que el m¨¦todo funcionar¨ªa de co?a, aplicado a la gobernaci¨®n de un pa¨ªs, o a su control, o a su expolio: que de eso estamos hablando ahora cuando utilizamos la palabra pol¨ªtica como sin¨®nimo.

En lugar de tener que votar ¡ªese gesto antediluviano: de antes de este diluvio, quiero decir¡ª para vengarnos del que lo hizo mal, llamamos al tel¨¦fono de atenci¨®n al ciudadano y le damos a la tecla ¡°darse de baja¡± del gobernante de turno. Entonces sale una suave voz de doblaje de Disney de los de antes y nos dice: ¡°Un momento, do?a Mar¨ªa Dolores, que le vamos a pasar con el comercial al cargo¡±. Diecis¨¦is veces la misma versi¨®n de la misma canci¨®n despu¨¦s, otra voz de sensual cadencia caribe?a nos pide que sigamos manteni¨¦ndonos en la l¨ªnea.

Unas horas despu¨¦s, cuando alguien nos comunica que el departamento que da de baja al ciudadano no se encuentra disponible en ese momento, colgamos el aparato, miramos alrededor y, demonios, no queda nada de Espa?a. Pero nos hemos ahorrado votar.

Ciudadan¨ªa m¨®vil, tecn¨®cratas al poder. Y sin llamarlo dictadura.