Patrimonio democr¨¢tico
Preservar el Estado del Bienestar exige estar preparados para hacer los cambios necesarios
El pasado mi¨¦rcoles se celebr¨® en la Casa de Am¨¦rica en Madrid un debate con motivo de la presentaci¨®n del libro El momento pol¨ªtico de Am¨¦rica Latina, organizado por la Fundaci¨®n Carolina, en el que intervinieron Enrique Iglesias, Rebeca Grynspan, el expresidente de Chile Ricardo Lagos y Felipe Gonz¨¢lez. Se habl¨®, obviamente, de Am¨¦rica Latina, pero se habl¨® tambi¨¦n de Europa y Espa?a y de la crisis que estamos atravesando, definida de manera consensuada no como una ¨¦poca de cambio, sino como un cambio de ¨¦poca.
No dispongo del espacio suficiente para reflejar el contenido del debate, pero s¨ª quiero subrayar, porque es pertinente para lo que voy a sostener en este art¨ªculo, que Ricardo Lagos, no en su intervenci¨®n inicial, pero s¨ª en su comentario a otra de las intervenciones, record¨® que el expresidente de Brasil, Lula, hab¨ªa calificado el modelo de Estado construido en Europa a lo largo del siglo XX, que solemos denominar Estado del Bienestar, como un Patrimonio Democr¨¢tico de la Humanidad. Preservar ese patrimonio no interesa solo a Europa, sino que interesa a todo el mundo, porque su p¨¦rdida afectar¨ªa al futuro de toda la humanidad.
Preservar significa reformar. En las sociedades democr¨¢ticamente constituidas la reforma es la ¨²nica manera de preservar f¨®rmulas de gobierno que se considera que son valiosas. Preservar el Estado del Bienestar exige, en consecuencia, estar preparados para hacer los cambios que sean necesarios para que tal Estado sea sostenible. Pero sin perder de vista que el resultado final de las reformas no puede suponer una desnaturalizaci¨®n del mismo.
Esto es lo que nos estamos jugando en este momento en Europa en general y en Espa?a en particular. En nuestro pa¨ªs, adem¨¢s, el problema se plantea conectado con la forma en que hemos desarrollado la estructura descentralizada del Estado que contempla la Constituci¨®n. Pues el Estado del Bienestar espa?ol se ha construido al mismo tiempo que se ha construido el Estado de las Autonom¨ªas, siendo, adem¨¢s, las comunidades aut¨®nomas las que se han encargado de la gesti¨®n de algunos de los ejes centrales de dicho Estado.
La coincidencia entre Estado social y Estado auton¨®mico ha sido una singularidad espa?ola y de ah¨ª que nos encontremos en este momento ante un reto doble. Hay que preservar el Estado del Bienestar, pero hay tambi¨¦n que preservar el Estado auton¨®mico. Nuestro patrimonio democr¨¢tico est¨¢ constituido por ambos. O los preservamos conjuntamente, o nos deslizaremos por una pendiente, cuyo final no podemos saber con seguridad cu¨¢l ser¨¢, pero nos podemos temer lo peor.
Resulta dif¨ªcil de explicar que, encontr¨¢ndonos como nos encontramos, ante un doble reto de esta trascendencia se hayan celebrado unas elecciones generales, en las que apenas se ha debatido sobre el mismo. Nada de nada sobre el Estado auton¨®mico. Pr¨¢cticamente nada sobre el Estado del Bienestar. Hemos ido a votar en cierta medida a ciegas. Tan a ciegas que, reci¨¦n celebradas las elecciones los ciudadanos de Catalu?a se han encontrado con que el Gobierno de la Generalitat, a la vista de los resultados, ha adoptado una serie de medidas de las que los ciudadanos no hab¨ªan o¨ªdo hablar. En el momento en el que se les est¨¢ pidiendo un voto de confianza, se les oculta informaci¨®n sobre lo que se iba a hacer en cuanto hubieran votado. ?Es un anticipo de lo que puede hacer el Gobierno presidido por Mariano Rajoy una vez que sea investido presidente? ?Hasta cu¨¢ndo vamos a tener que esperar para saber qu¨¦ es lo que se nos viene encima? A pesar de la intensidad de la crisis, hemos tenido una relativa paz social en estos ¨²ltimos a?os. Ser¨ªa importante que esto no se perdiera de vista cuando se tomen decisiones.
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